El día amaneció despejado, tras preparar las mochilas dejamos atrás la Guesthouse Igdlo
y en 10 minutos nos presentamos en BSI para coger el autobús de las 8 de la mañana de la compañía Reykjavik Excursions. El billete lo compramos vía web. Se trata de la tarjeta “Hiking on your own Passport” que está pensado para los que tienen intención de hacer el trek completo hasta Skogar o hasta Porsmork (Laugavegur). Esta tarjeta incluye los traslados para ir desde Reykjavik a Landmannalaugar y volver desde Porsmork o Skogar a Reykjavik, en concreto a la estación central de autobuses (BSI). Nos costó 12.500 isk, creo recordar. Si se compra por separado los trayectos salen más caro. Se puede comprar a través de dos empresas diferentes:
www.re.is/ ...n-your-own
Esta pertenece a Reykjavik Excursions.
www.sternatravel.com/ ...-passport/
Nosotros optamos por la primera por los horarios de buses que tenían. Cogimos a las 08h de la mañana en Skogar para llegar a BSI 3 horas más tarde, sobre las 11 y pico. El autobús hace algunas paradas. Se hace muy ameno el trayecto.
El trayecto a Landmannalaugar dura 5 horas. Hay una distancia entre sí de 180 km pero la parte final del trayecto es una pista que transcurre por tierra lunar, vadeando ríos…al final se llega cansadito del autobús pero la belleza del paisaje que se va viendo sucesivamente te hace olvidar el camino. Empiezas a ver montañas verdes y de diferentes tonos de colores. Ese musgo verde fluorescente te cautiva al instante. Estamos adentrando en las tierras altas de Islandia.
Aquí hacemos una parada con Hekla al fondo.
Pasada la 13h llegamos por fin a Landmannalaugar. Tras pasar horas y horas y horas delante del ordenador planificando el viaje y soñar despierto con las montañas del trekking, al fin habíamos llegado al sitio al que tanto añoramos.
Dicen los islandeses que cuando Dios creó Landmannalaugar no encontró más colores que añadir de su paleta y creo que no se confunden. Las montañas de los alrededores muestran una amplia gama de colores incluyendo marrón, rosa, verde, amarillo, azul, morado, negro y blanco y eso unido a los campos de lava, nieve, actividad geotermal… que hay hacen de este sitio extraordinario.
Landmannalaugar no es más que un refugio de montaña con algunos servicios, pero al ser comienzo o final del trekking Laugavegur siempre está lleno de montañeros y excursionistas de un solo día acampados en los alrededores del refugio. Además hay un río al lado donde el agua está muy calentita. Nosotros descartamos el baño pero daban cierta envidia al verlos con bañadores y el vapor encima de sus cabezas. Ya tendríamos ocasión de probar los “ríos calientes”.
Así pues bajamos del autobús y de repente nos topamos con el viento frio que entraba hasta los dedos del pie, uff!! Nos dirigimos a la oficina de información, donde adquirimos un mapa del recorrido y nos registramos en una lista de seguridad. Cada día que llegábamos al siguiente refugio lo repetíamos. Nos pareció muy bien ya que según había leído una persona belga se perdió entre la niebla y los del refugio fueron a buscarle.
El camino está perfectamente señalizado mediante estacas de madera entre 20-30 metros pero bueno, la niebla puede dar algún que otro susto. En estos casos, siempre hay que preguntar a los del refugio antes de iniciar la etapa el parte meteorológico y seguir sus consejos.
El mapa no es imprescindible ya que está todo perfectamente señalizado en toda la ruta pero lo compramos más que nada por los “evening walks” que íbamos a hacer tras acampar a la tarde.
Rellenamos las botellas de agua ya que en esta etapa en el camino no encontraríamos agua.
Ya con la mochila preparada iniciamos el trekking que tras 6 días y 81 kilómetros de autosuficiencia finalizaríamos en Skogar. La motivación era tremenda pero el peso de la mochila todavía era mayor jeje. Madre mía como pesaba con todo el equipo de ropa, comida, cámara, tienda campaña…
La 1ª etapa tiene un desnivel positivo de 470 metros y 12 kilómetros.
Desde el inicio, el trekking asciende por una gran pendiente en terreno rocoso. Así de sonrientes emprendimos el trekking:
Poco a poco ganamos altura, elevándonos sobre Landmannalaugar y los valles y ríos que serpentean la zona. Ya empezamos a quedar boquiabiertos ante la belleza de sus paisajes.
Tras unos 15 minutos de ascenso, que nos hace romper a sudar, el camino pierde pendiente y empieza a llanear en zona rocosa con montañas de riolita al fondo. Aquí ya quedamos fascinados con el telón de fondo que teníamos delante de nosotros. Espectacular. Costaba lo suyo asimilar que era real lo que teníamos delante.
Continuamos llaneando por un valle que poco a poco se torna herboso, dominado al fondo por el pico Háalda, de 1089 metros de altitud. Parecen pinturas pero no lo son…
Aproximadamente a los 40 minutos del inicio la senda gira a la izquierda y asciende por una zona de fumarolas al campo de lava de Laugahraun, donde se aprecia con claridad el terreno por el que descendió la lava hace unos cientos de años. A nuestra izquierda se alza el Bláhnúkur, un pico grisáceo majestuoso a pesar de sus escasos 850 metros. Este pico es ideal para los excursionistas que llegan con poco tiempo a Landmannalaugar.
La senda bordea ahora el monte Brenninsteinsalda (855 mts.)
El olor a azufre, como huevos podridos, lo invade todo, hallándonos en este momento en un paraje volcánico impresionante, con ardientes fumarolas e inmensos campos de lava a nuestro alrededor.
Desde este punto las voces de los grupos de chavales y excursionistas se dejaron de oír y solo nos encontraríamos con las personas que llevaban su enorme mochila dispuestos a conquistar el trekking.
Qué gama de colores…
Poco a poco ganamos altura y girándonos podemos observar con toda claridad la enorme colada volcánica que cubre el valle. A su derecha se sitúa el monte grisáceo Bláhnúkur. Si se dispone de poco tiempo, es muy recomendable subir a su cima para contemplar las vistas del valle.
La cámara de fotos era imposible meter en su funda. Siempre la llevaba encima…no sé cuántas veces habría quitado y puesto la tapa del objetivo durante el trekking. Cada metro que se avanzaba había alguna montaña especial con sus tonos diferente de color… encima si salía el sol los colores eran aún más vivos, vamos espectaculaar!
Continuamos la marcha, ya en dirección sur, envueltos en todo momento por colinas de colores ocres, rojizos, marrones y verdes; que junto con el blanco de la nieve todavía presente ofrecen al paisaje una increíble belleza. Aquí comimos un poco y quitamos las mochilas de plomo para descansar un poquillo aunque con el viento que azotaba te dejaba helado la cara.
El sendero no deja de ascender y pronto empezamos a pisar los primeros neveros, que no presentan dificultad alguna.
Siempre con tendencia ascendente, aunque con continuos sube y bajas, el camino prosigue durante una hora y media o más, ya por terreno cada vez más nevado debido al mayor altitud que nos encontrábamos.
Qué pasada de paisajes!
No eran pinturas no…
Casi fundí la cámara en esta zona tan mágica
Tras 3 horas de marcha a ritmo “tranquilo” y disfrutando de los paisajes de nuestro alrededor llegamos a la zona de Storihver. Se trata del cauce de un pequeño río en el que se concentra una gran actividad geotérmica. Hay numerosas fumarolas con olor a azufre que hacen que cada paso que se haga sea más molesto. Recuerdo que me quedaba al lado boquiabierto viendo como el agua estaba hirviendo. La verdad, pasé un buen rato calentándome las manos con el vapor jeje. Eso si, la mano luego me apestaba un poquillo jajaj.
En esta zona, girando a la izquierda de nosotros hay un pequeño lago de agua azul celeste que debe de estar a muchos grados de temperatura. Desde arriba se podía ver sin ningún problema echando una mirada hacia atrás.
Dejando esta zona llamada Storihver, el camino sigue en leve ascenso por un campo de tierra negra. Aquí ya nos encontramos a 1000 metros de altitud.
Nos empezó a chispear y el viento era increíble, menos mal que nos pegaba de costado y eso nos ayudó a empujar las mochilas. En esta zona el viento y la niebla son muy frecuentes y pueden suponer complicaciones a los excursionistas.
Atravesamos un último nevero. Siempre el camino está señalizado mediante estacas.
y llegamos a lo alto de un collado desde donde pudimos ver nuestro destino final del día: el refugio de Hrafntinnusker (1027 metros de altitud). Una gran sonrisa iluminaba nuestras caras.
En 10 minutos en descenso llegamos al refugio y seguidamente pusimos la tienda de campaña en los alrededores del refugio. Para ello había zonas de vivac acordonadas con piedras. Nos costó lo suyo plantar la tienda ya que el viento no daba tregua; casi me arranca el ojo una de las varillas. El viento que azotaba no era broma; menos mal que la tienda tenía faldones y poniendo encima unas piedras se quedó un poco más estable. Tardamos 4 horas y 15 minutos en recorrer la primera etapa, incluyendo las paradas para comer y sacar fotos, que no fueron pocas.
Nuestra idea del trekking era ir en autosuficiencia, con nuestra tienda de campaña, esterilla, comida y tal…y prescindimos de los refugios a no ser que la situación meteorológica fuese totalmente adversa.
En todo el trekking, si se llegaba muy temprano a los refugios a la tarde, siempre había plazas, por lo menos en nuestro viaje. Aunque yo recomendaría ir desde casa con las reservas hechas vía web. Solo dormimos en el refugio de Baldvinnsskáli en el quinto día ya que éste estaba a mucha altitud y quisimos pasar una noche agradable con el calor de la estufa y la compañía de la gente. Encima eran mi cumpleaños!! Si no se pernoctaba, se debía plantar la tienda de campaña al lado del refugio o unir las 2 etapas finales en un día y esto suponía ir desde Porsmork a Skogar en una ruta durilla de 9-10 horas más o menos. Hacer, se hace y he visto que la gente lo hace por problemas de tiempo en su visita a Islandia pero en nuestro caso al llevar tanto peso a la espalda no nos convenció del todo. Cada etapa tiene lo suyo y al final el tiempo se pasa volando disfrutando del entorno del paisaje. Siempre hay algo para parar y estar contemplando.
El refugio de Hrafntinnusker no dispone de duchas, el único del trekking que carece de ellas. Hasta los baños tiene afuera del refugio principal, pero bueno. Tampoco es para tanto.
Contamos hasta 23 tiendas de campaña plantadas en medio del vendaval. En la tienda comimos algo y entramos en calor gracias a nuestros buenos sacos de pluma de alta montaña. Al cabo de media hora y con ganas de más actividad decidí subir al pico cercano llamado Södull, de unos 1140 metros de altitud.
Ahora sí, liberado de la mochila subí a buen ritmo del evidente sendero que hay, y en 15 minutos llegué a la cima. Las vistas desde allí son inconmensurables: inmensos glaciares, montañas de colores, terreno nevado, toda la zona de la ruta del día siguiente a la vista, el refugio y la zona de acampada… era espectacular, eso sí, el viento que pegaba era brutal. Ya había leído en diferentes diarios que el viento en Islandia era para recordar…pufff pues no le faltaba razón. La ciclogénesis explosiva que sufrimos hace unos años en Guipúzcoa era inferior al viento que tenía delante. En 5-10 minutos el viento movía todas las nubes quitando y aclarando la vista. Estuve un buen rato (no me encontré con nadie en toda la subida/bajada) disfrutando del paisaje. Animo a todo aquel que llega al refugio dedicarle una hora a este sitio, es impresionante.
Ya en el camping preparamos unos buenos espaguetis con el campingas y llenos fuimos hacia dentro de los sacos. Lo peor aún estaba por llegar…
Al cabo de media noche el viento se intensificó todavía más y casi no pegamos ojo durante toda la noche. Era imposible quedarse dormido, la tienda parecía que se iba a romper en cualquier momento y estábamos bastante acongojados la verdad. En fin, una noche desastrosa que con solo recordarlo siempre empezamos con “Pufffffff”. Deseando que el día amaneciera lo antes posible para salir de ese infierno.