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Si en Israel los hoteles son caros, en el Mar Muerto, en la parte israelí, los precios son exagerados, absolutamente pasados de rosca y los hoteles no son para tirar cohetes. Así que elegí el hotel que más me gustaba porque, puestos a pagar un dineral, por lo menos elijo, así que me decidí por el En Guedi Spa, un hotel ubicado en un kibutz y que ofrece un jardín botánico entre sus instalaciones.
El hotel normalito, las habitaciones amplias pero escuetamente amuebladas y decoradas y la limpieza deja bastante que desear. Eso sí, las camas cómodas y la lencería de algodón aunque corta. Elegimos una habitación superior para los padres y otra normal para los hijos (no había dos habitaciones standar) y en recepción se equivocaron al darlas, así que, al final, los hijos se alojaron en la habitación superior aunque la direrencia era mínima: tenía ketel con te y café y las sillas del jardín eran de mádera en vez de plástico pero tenía acceso al spa.
El hotel está en el quinto cuerno, lejos de cualquier otra cosa pero ofrece un bar donde se puede tomar un bocadillo, otro bar en la piscina y restaurante.
Todo kosher, así que no esperéis ni calidad ni variedad ni comida rica; se puede comer, alimenta y ya está. Pero está situado al pie del Wadi Arugot, bordeando el acantilado, con vistas magníficas al wadi y al desierto y una de las noches tuvimos la visita de una manada de cabras montesas que vinieron a dormir allí mismo, a tiro de piedra, toda una agradable sorpresa.
Además el Jardín Botánico es espectacular, con gran variedad de especies de clima desértico y
semidesértico, toda una gozada para la vista.
Hay flores por todas partes, de colores fuertes y subidas de tono, todo ello muy bien explicado con carteles con su nombre en latín y con explicaciones y en recepción te dan un folleto con cos itinerarios diferentes para ver las plantas.
Además hay un itinerario guiado por las noches pues algunas de las plantas solo florecen una vez que cae el sol. Y todo lleno de pájaros de todo tipo y cantos. Solo por esto merece alojarse en este lugar, realmente único.
Aviso para alérgicos: hay gatos por todas partes, tanto que los asientos de la terraza están ocupados y, al parecer, cada habitación tiene su gato y estos defienden su territorio con uñas y dientes y les bufan a los intrusos. Se quedan allí mientras charlas, por si cae algo y pretenden entrar en la habitación contigo y hay que andar espantando gatos o acariciándolos, todo depende del gusto de cada cual.
]El hotel cuenta con servicios de transporte interior, con cochecitos eléctricos que pasan constantemente por delante de las habitaciones y te llevan a recepción, al restaurante o a la piscina por si estás vago y no quieres caminar, también tiene spa en el recinto y otro más en el Mar Muerto y hay transporte hasta el spa del Mar Muerto con acceso gratuito para clientes alojados y que ofrece aguas sulfuradas e instalaciones balnearias, aparte de acceso a la playa del Mar Muerto y zonas específicas para tomar barros.
Llegamos el día 2 por la tarde y nos dedicamos a ver el botánico, y a pasear junto al barranco y admirar el paisaje y luego nos sentamos a charlar y hacer planes para el día siguiente en una de las terrazas de las habitaciones.
Parque Nacional de En Guedi
www.losviajeros.com/Tips.php?p=1609
Arroyo David Arroyo Arunot
El día 3 nos levantamos pronto (esta vez sí que lo conseguimos), desayunamos en el hotel (estaba incluido) y nos fuimos a visitar el Parque Natural de En Guedi. Hay que dejar el coche en el parking y hacer el recorrido a pie pero es fácil y estaba lleno de familias con niños pequeños. Hay varias sendas aunque casi todo el mundo hace el mismo, que es el que hicimos nosotros.
Lo primero que vimos fue una manada de Horix fisgoneando el mundo desde la sombra que ofrecían las rocas y que se nos quedaron mirando tranquilamente sin inmutarse. Creo que eso ya me predispuso a favor del lugar.
Después seguimos el sendero marcado y fuimos encontrándonos con las distintas cascadas que hay en el lugar,
algunas más amplias que otras y algunas, incluso, ofrecen un pequeño remanso donde tomar un baño. Afortunadamente yo ya me lo sabía y me había llevado el traje de baño, así que me metí en sus aguas claras y transparentes y frescas. ¡Todo un placer!
Y todo lleno de pájaros y mariposas y libélulas y, .....
Y desde aquí nos fuimos al Mar Muerto, a la playa privada del hotel en donde aprovechamos para bañarnos y comer. Aquí te piden el pase que hay que pedir previamente en la recepción del hotel.
Primero el baño, que fue una actividad totalmente lúdica, primero porque el Mar Muerto está retrocediendo, de forma que ahora está varios kilómetros más lejos del spa y han puesto un trenecito que te acerca hasta el mismo, como esos de juguete para niños. Luego, cuando llegamos a la playa había un montón de tumbonas y sombrillas a disposición del personal y allí delante se encontraba nuestro objetivo: El Mar Muerto. Salimos todos disparados en dirección al agua y nos zambullimos en ella, bueno, tacho lo de zambullimos, porque en realidad nos metimos poco a poco, porque el agua es tan densa que no puedes nadar. Es una experiencia única, direfente a todo lo que he experimentado y muy, muy divertida.
Al terminar volvimos a tomar el trenecito y nos volvimos hasta la zona de las aguas termales y yo me puse debajo de uno de los chorros y me empapé de agua sulfurosa. Luego olía a huevos podridos que apestaba.
Después nos volvimos al hotel porque, como a mí me encantan los masajes decidí contratar uno para toda la familia y nos tocaba esa tarde. Yo elegí uno con piedras calientes, por probar, que nunca me lo había dado, y tuve la mala suerte de que una de las piedras me quemó y me hizo una ampolla que fue creciendo hasta ponerse gorda como un huevo de perdiz, así que, tuve que volver y me dieron un bote con aloe vera puro para que me diera. Ya os contaré en la etapa de mañana como conseguí curarme la quemadura.
Después del masaje nos fuimos a pasear por todo el lugar y admirar el jardín botánico y admirar las flores y las plantas.
Y luego fuimos a cenar al restaurante del lugar que no nos pareció especialmente bueno y con sistema cuartelero de adjudicación de mesas y demás, y luego nos reunimos delante de la habitación de los chicos a charlar y planificar el día siguiente mientras los gatos del lugar se nos acercaban a pedir y se bufaban unos a otros defendiendo su territorio.
Por último nos apeteció dar un paseíto por el borde del wadi y nos encontramos con la maravillosa sorpresa de que estaba llena de CABRAS, de íbices exactamente, que habían colonizado la ladera para pasar la noche. ¡qué pena de máquina de fotos! Menos mal que tenía allí la pequeña y pude hacer alguna, pero son de una calidad pésima.
Aprovechamos la noche para charlar animadamente en nuestro porche mientras mirábamos jugar a los gatos o pelearse entre ellos para ver quién se quedaba a nuestro lado,
Y felices y contentos nos fuimos a la cama por este día.
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