Hoy despierta el día muy gris y encapotado. Desayunamos a nuestro aire, como cada mañana, en el hotel y vamos a la estación central a coger el metro, linea 6 hasta la parada Heizel (4 euros ida y vuelta por persona). Nuestra idea es empezar la jornada visitando el Atomium. No se tarda mucho y antes de llegar a la estación de Heizel, vemos la imponente estructura metálica desde el metro. Ya sabemos hacia donde hay que caminar y por si fuera poco, la riada humana que sale del metro va toda en la misma dirección.
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Nos dejamos llevar. En menos de 5 minutos estamos en la explanada frente al Atomium.
Sacamos unas cuantas fotos y nos acercamos después hasta su base. Lo cierto es que no tenemos idea de entrar ya que casi todos los comentarios que hemos leido afirman que no merece la pena. Aún así, vemos que hay una cola más que importante de gente para comprar entradas.
Nos acercamos después a curiosear en el Bruckparck, una especie de pequeño parque de atracciones, donde destaca por su fama Mini Europa, unas maquetas de los edificios más conocidos del viejo continente. También hay restaurantes, cines, alguna otra atracción…
El Atomium desde el Bruckparck
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Pero el parque en cuestión no nos retiene mucho tiempo y volvemos en metro hacia el centro de Bruselas. Nos bajamos en las inmediaciones de la Catedral, que aún no hemos visitado. Como en casi todos los templos que vemos en este viaje, nos llama aquí también poderosamente la atención el púlpito de madera tallada.
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Nuestra siguiente etapa era mucho más colorida, y es que íbamos en busca del Museo del Comic. El plano nos iba ayudando a encontrarlo cuando una enorme estatua de Gaston Lagaffe (o Tomás el Gafe) y su gato (personajes de comic) nos indicaron que teníamos que estar ya muy cerca del objetivo. Francamente simpática la estatua.
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El museo estaba alli mismo así que pasamos a echar un vistazo en la planta baja que es de acceso gratuito. En el gran hall de entrada del edificio diseñado por Victor Horta vimos el cohete de Tintin, estatuas de Spirou, los Pitufos, Bollie y Bill, Asterix (que no es belga, por cierto!), un busto de Tintin, el citroen de Bollie & Bill…
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Subimos al primer piso pero ya había que pagar 10 euros para acceder a las exposiciones. Allí había alguna estatua más de Lucky Luke o de Tintin y sus compañeros vestidos de astronautas.
Entramos a la tienda donde se vendían infinidad de productos relacionados con los más famosos personajes de los tebeos belgas (además de comics, evidentemente). Me llamaron la atención algunas pequeñas figuras muy bonitas y que constaban como exclusivas y de edición limitada que costaban un pastón….imaginaros: dos figuritas de pitufos y una seta 250 euros!!! Hay que tener mucha pasta o ser muy loco de los comics para pagar esa pasta.
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Bueno, visto el museo, nos dirigimos hacia la zona de Sablon, que áun no hemos pisado. Pero por el camino nos damos cuenta de que tenemos que estar pasando muy cerca del bar La Fleur en Papier Dore, un lugar célebre porque, entre otras cosas, se suelen celebrar periodicamente encuentros poéticos. Un local clásico y muy chulo, con las paredes cubiertas de cuadros, fotos, pasquines…. En el patio interior que precede a los baños hay un mural de estilo comic muy simpático.
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Para reponer fuerzas nos tomamos dos Leffes (una rubia y una oscura) y nos tiramos un ratito de charleta.
En este bar, como en varios otros, los grifos de cerveza no coinciden con las cervezas de caña que aparecen en la carta. Otro misterio belga , como la manía de poner en muchos bares los baños en el piso de arriba e instalar una retorcida escalera de caracol como modo acceso (y no es tarea fácil subir y mucho menos bajar cuando la carga de cervezas comienza a ser respetable ).
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De allí nos internamos en el barrio de Sablon a través de Rue de Rollebeek, una calle muy animada, con tiendas y restaurantes.
Es muy bonita la zona de Sablon, no me digais por qué, pero me da la impresión de que se respira un ambiente distinto al del centro de Bruselas. Tal vez no hay tanto turista (aunque lo hay) y me da una impresión de barrio más tranquilo y más “auténtico”.
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Vemos la iglesia gótica Notre Dame de Sablon y a sus pies se levantan una especie de rastro. En los puestos se venden basicamente antigüedades. Curioseamos un ratito entre los puestos y entramos a visitar la iglesia después.
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Junto a la iglesia hay un jardin precioso, el Jardín Le Petit Sablon, muy cuidado, con una fuente central y estatuas en torno a ella. Francamente bonito. 48 estatuas de bronce rodean el jardín, son estatuas que representan a cada uno de los gremios medievales. Hay más estatuas que reprentan a insignes científicos o personajes históricos belgas. Y sobre todos destaca el monumento dedicado a los condes de Egmont y Homes, que lideraron una revuelta contra España en el s. XVI y por ello fueron ejecutados en al Grand Place.
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Un poco más allá encontramos la mole del Palacio de Justicia, un edificio colosal y cubierto en parte por andamios que produce en nosotros sensaciones encontradas. A mi mujer le encanta y a mí me parece un auténtico horror, un mazacote sin gracia.
Al lado del Palacio de Justicia hay un mirador pero las vistas que se contemplan no valen mucho así que no nos quedamos mucho por allí.
¿es feo o no es feo?
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Caminando llegamos en poquito tiempo hasta la Place Royale, una amplísima plaza presidida por la estatua ecuestre de Godofredo de Bouillon y rodeada de museos. Y a la vuelta de esta plaza descubrimos el Palacio Real, aunque en realidad, hace años que dejó de ser residencia real.
Optamos por bajar hacia el centro de Bruselas y pasamos junto al célebre edicio Old England, una de las cumbres del Art Nouveau de la capital belga y que actualmente alberga el museo de instrumentos musicales.
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Llegamos a Monts des Arts pero los colores de las flores de los jardines lucen muy tristones, el cielo sigue encapotado y la luz no los ilumina como debiera. Pensamos en volver al día siguiente si es que hace mejor tiempo.
En ese momento mi mujer se da cuenta que le hemos comprado al sobri la camiseta del Brujas pero que no hemos comprado nada para la sobrina. Horror!! Vamos a la calle Neuve, la más comercial, pero no conseguimos encontrar nada que nos guste (bueno, seamos sinceros, que le guste a ella, a mi todo me parece bien con tal de acabar pronto con las compras!).
calle Neuve
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Por fin, en un gran centro comercial de la citada calle compramos una camiseta preciosa para la niña (y volviendo a la sinceridad…. ahora soy yo el que se lía con las compras –eso me pasa por hablar- y me hago con una cazadora deportiva bien chula).
Y ya que hemos cogido carrerilla con las compras, decidimos seguir. Tenemos que comprar bombones para familia y compromisos y en nuestras coincienzudas catas casi diarias, habíamos decidido que los que más nos gustaban eran los de Mary, casa que tiene varias tiendas repartidas por la capital. Nosotros los compramos en una que queda muy cerca del Maneken Pis y a tiro de piedra de nuestro hotel. Compramos 6 cajas de bombones, y mi mujer que se mueve por las tiendas como el tigre en la espesura, le regatea unos euritos a la dependienta.
Exitoso artista callejero
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Ella nos dice que no es la encargada y que lo máximo que nos puede hacer es un 5% de descuento. Bueno… menos es nada!!
Después, en una casi contigua tienda de bombones Leonidas, compramos una caja más grande para compartir en algún bar a la vuelta del viaje con los amigos (como así hicimos; bombones y vino, gran combinación!).
Aprovechando que tenemos el hotel allí mismo, vamos a dejar las compras (ropas y bombones). Al regresar reparamos en que tenemos allí el pub Poechenellekelder al que cada vez que pasamos por delante (a diario) pensamos en entrar pero no entramos nunca. Ese es el momento.
Poechenellekelder
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El pub es precioso!!! Está lleno de gente y muy animado. Nos damos cuenta que muchos pubs o bares en Bruselas tienen un aspecto muy poco atractivo en su fachada y luego algunos por dentro son francamente bonitos. Éste tiene dos pisos y del techo cuelgan infinidad de títeres y marionetas. Mi mujer se fija en una chica que se está tomando una cerveza de botella de 75 cl, Lupulus se llama la birra y por gestos la chica le indica que está muy buena.
El camarero nos acompaña al piso de abajo y es que arriba no hay sitio. No es tan bonito como el piso superior pero está bien. Nos sientan en una mesa junto a una biblioteca donde el tema de todos los libros es el mismo: la cerveza!!!. Qué cultos estos belgas!!
Emblema de los bombones Mary y la Hopus
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Mi mujer pide una Kwak y yo veo en la mesa de al lado que el camarero sirve una cerveza y la última parte de la cerveza la sirve en un vaso de chupito. Me pica la curiosidad y pido una de esas, una Hopus (8,3º) y le pregunto al camarero a qué viene el vasito de chupito. Me explica que lo último de la cerveza es más amargo, tiene más grado y más lúpulo y me recomienda que tome el chupito después de la cerveza y que apreciaré que sabe distinto. Obediente que soy, sigo sus instrucciones.
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La verdad que el pub es muy agradable y estamos muy a gusto. Vemos que en las mesas de al lado empiezan a sacarse unos platos con una pinta estupenda y nos empieza a entrar un hambre que no veas. Decidimos cenar allí. Pedimos una lasagna y unos spagetis al chef y para beber… habeis acertado… compartimos una cerveza Lupulus blonde de 75 cl y 8,5 º que está realmente buena! La Lupulus es turbia y según leo, de refermentación en botella y procede de las Ardenas.
El joven camarero es todo un artista sirviendo las cervezas, escancia cada una de la manera más apropiada, incluso se adorna en el momento de abrirlas (es un poco comediante, pero hace bien su trabajo, la verdad).
Murales y comic, un referente en Bruselas
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Salimos de allí un poco “animaditos” ya y entramos en el Deliriums. Empieza a llenarse pero aún está transitable. Me pido una Bersalis Triple Blond de 9º y mi mujer opta por agua (es la sensata de la pareja). Me dedico a contar los cañeros de la barra (estamos en la planta baja) y si no me equivoco hay 26. Curioseamos en el piso superior y el ambiente es bastante más tranquilo. Echamos un vistazo al sotano y aquello parece una jauría humana moviéndose al son de la música y regada por la cerveza. Nos quedamos en la planta baja (el término medio).
El piso superior y más tranquilo
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Veo chavales que pasan con unos vasos gigantescos de cerveza. Investigamos un poco y resultan ser de 2 litros (en todos los casos que vemos los comparten entre varios…. Se ve que no son de Bilbao). Sigue entrando gente y aquello se va poniendo a tope. Tenemos la suerte de que una cuadrilla de chavales se levantan y muy amables nos indican que nos sentemos. Estamos un ratito más y decidimos ir al bar de la noche anterior, A L´Image Nostre Dame, donde estaba el músico animando el cotarro (el día anterior vimos un cartel que indicaba actuación jueves, viernes y sábado). Esta vez hay suerte y pillamos sitio en el reservado donde está el guitarrista. Voy donde las guapas camareras (yo creo que están todavía más guapas que la noche anterior) y pido una Palm Home Select para ella y una Rochefort 10 para mí (me encanta esta cerveza, aunque es fuerte).
El pub a través del espejo
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El tio engancha una canción con otra, aunque el público no es tan animado como el de la noche anterior (que no paraba de cantar y dar palmas).
En un momento dado, el artista entona “Hasta siempre” la canción de Carlos Puebla dedicada al Ché Guevara. La cosa, a pesar del acento castellano macarrónico del cantante, no va mal hasta que saca unas castañuelas para acompañar el tema. No las toca mal, pero no le van a la canción, no le pegan ni con cola. Para pasar el disgusto me pido una Kwak (tras dura pugna con los moscones que atosigan a las camareras).
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Salimos de allí y, como diría el gran Dinio, la noche me confunde. Cae alguna que otra cerveza más. Muy traidora la cerveza belga. Muchas tienen bastante grado y, aún siendo uno consciente de ello, piensa que no deja de ser cerveza y que no perjudica tanto como otras bebidas. Craso error. A la mañana siguiente lo comprobaría.