Día 17: 4 de enero
Esta fue la peor noche del viaje, en la que los picores me despertaron varias veces. No me hizo nada el antihistamínico que me dieron el día anterior. La verdad es que tenía las manos y sobretodo los tobillos llenos de picotazos. Tanto es así que este día tuve que ir al hospital. Primero me miró una enfermera y al ver las picaduras tan inflamadas me dijo que iban a llamar al médico para que me viera.
Lo más sorprendente fue que le médico se presentó en bermudas. Era un hombre muy agradable, que tras asegurarse de que no tenía infección me dio una caja de antihistamínicos. Nadie me pidió el pasaporte, ni me cobraron la asistencia, sólo 10 NZD por la medicación. Atención excelente, que es bueno saber, pero mejor no necesitar.
Volvemos de nuevo al viaje. Cuando fuimos a desayunar nos dieron una camiseta y un diploma en los que ponía que habíamos conseguido hacer el Tongariro Alpine Crossing.
Volvemos a coger el coche para ir hasta las cuevas de Waitomo, que están como a dos horas del hotel en Tongariro. Allí teníamos dos cosas por hacer. La primera de ellas era un recorrido por el interior de las cuevas y la segunda ver la famosa cueva en la que se ven los glow-worm.
En realidad lo que llamamos cuevas de Waitomo es una enorme oquedad formada en el interior de la roca calcárea por la presencia de agua. Se pueden visitar tres cuevas, Waitomo Glowworm Cave, Ruakuri Cave y Aranui Cave, pero no significa que sólo existan éstas, realmente toda la zona está horadada por el agua. Tanto es así, que se pueden hacer recorridos subterráneos en diferentes modalidades de mayor o menor duración y/o dificultad.
Nosotros escogimos hacer el Black Labyrinth Tour, con The Legendary Black Water Rafting Company, al que nos costó bastante llegar porque no queda nada clara su dirección para el navegador, pero tras unas vueltas y varias preguntas lo conseguimos. El tour empezaba a las 10:30, pero hay que estar allí media hora antes.
Te dan un neopreno de 9 mm, porque el agua está helada, botas de agua y un casco con un frontal. Y lo más importante: un donuts flotante que va a ser tu compañero de viaje. Lo primero que hacen es enseñarte a tirarte de espaldas con el donuts en el culo con el fin de salvar los desniveles que pueda haber dentro y a hacer el “gusano” para una zona concreta de la cueva, en la que se pasa muy despacio, y cuyo techo está lleno de glowworms.
Os dejo un video de la compañía que resume muy bien cómo es la actividad.
Lo más sorprendente fue que le médico se presentó en bermudas. Era un hombre muy agradable, que tras asegurarse de que no tenía infección me dio una caja de antihistamínicos. Nadie me pidió el pasaporte, ni me cobraron la asistencia, sólo 10 NZD por la medicación. Atención excelente, que es bueno saber, pero mejor no necesitar.
Volvemos de nuevo al viaje. Cuando fuimos a desayunar nos dieron una camiseta y un diploma en los que ponía que habíamos conseguido hacer el Tongariro Alpine Crossing.
Volvemos a coger el coche para ir hasta las cuevas de Waitomo, que están como a dos horas del hotel en Tongariro. Allí teníamos dos cosas por hacer. La primera de ellas era un recorrido por el interior de las cuevas y la segunda ver la famosa cueva en la que se ven los glow-worm.
En realidad lo que llamamos cuevas de Waitomo es una enorme oquedad formada en el interior de la roca calcárea por la presencia de agua. Se pueden visitar tres cuevas, Waitomo Glowworm Cave, Ruakuri Cave y Aranui Cave, pero no significa que sólo existan éstas, realmente toda la zona está horadada por el agua. Tanto es así, que se pueden hacer recorridos subterráneos en diferentes modalidades de mayor o menor duración y/o dificultad.
Nosotros escogimos hacer el Black Labyrinth Tour, con The Legendary Black Water Rafting Company, al que nos costó bastante llegar porque no queda nada clara su dirección para el navegador, pero tras unas vueltas y varias preguntas lo conseguimos. El tour empezaba a las 10:30, pero hay que estar allí media hora antes.
Te dan un neopreno de 9 mm, porque el agua está helada, botas de agua y un casco con un frontal. Y lo más importante: un donuts flotante que va a ser tu compañero de viaje. Lo primero que hacen es enseñarte a tirarte de espaldas con el donuts en el culo con el fin de salvar los desniveles que pueda haber dentro y a hacer el “gusano” para una zona concreta de la cueva, en la que se pasa muy despacio, y cuyo techo está lleno de glowworms.
Os dejo un video de la compañía que resume muy bien cómo es la actividad.
La verdad es que nos lo pasamos genial, los guías son muy simpáticos y divertidos y la experiencia merece la pena, especialmente el tramo de los glowworm o “gusiluz” (que no sale en el video, para que de una forma u otra se pague por ver a los gusanitos). En realidad son larvas de insectos que cazan en la oscuridad. Para ello tejen hilos como las arañas que dejan caer y producen una luz verde-azulada en su cola para que cualquier otro insecto se vea atraído por ella y al acercarse caiga en la tela. También os dejo este video de National Geographic por si os interesa saber algo más de estos bichitos.
Después de esto aprovechamos para comer un sándwich y fuimos a visitar la Glowworm Cave, en la que tampoco se pueden hacer fotos. En primer lugar se visita una parte de una cueva caliza que no tienen nada de especial y después te suben a una barca y te llevan a lo que llaman la Catedral, que es una subcueva más alta repleta de larvas y que realmente parece el cielo con las estrellas pintadas de azul. Te dicen que no hagas ruido y la vista junto con el silencio crean una atmósfera muy especial.
Nuestro siguiente destino era Rotorua, a donde llegamos a las cinco más o menos. Como está en una zona de actividad geotérmica importante hay un tremendo olor a azufre e incluso en algunos sitios se ve salir humo.
Fuimos al hotel Best Western Braeside Resort a dejar el equipaje y rápido al punto donde nos recogían para ir a la cena-espectáculo maorí en Tamaki Village, donde tendremos que estar a las 17:30.
El coche se deja donde se encuentra la empresa, dentro de la ciudad de Rotorua, y desde allí te llevan en un bus a una reproducción de un poblado maorí que está en las afueras de la ciudad. Durante el trayecto, la conductora en nuestro caso, va explicando en qué va a consistir la cosa, así como determinadas costumbres maoríes y algunas palabras en su idioma. Realmente lo hacen muy entretenido.
Aunque resulta interesante, no deja de ser una turistada, por lo que cada autobús es una tribu y se escoge un jefe para ella, que será quien la represente toda la tarde. En nuestro caso fue un militar alemán, de lo más apropiado, y su primera “misión” era solicitar permiso al jefe de la tribu anfitriona para entrar en el poblado.
Esto lo hacen tras una exhibición de poderío que preparan los maoríes residentes con su haka correspondiente.
Nuestro siguiente destino era Rotorua, a donde llegamos a las cinco más o menos. Como está en una zona de actividad geotérmica importante hay un tremendo olor a azufre e incluso en algunos sitios se ve salir humo.
Fuimos al hotel Best Western Braeside Resort a dejar el equipaje y rápido al punto donde nos recogían para ir a la cena-espectáculo maorí en Tamaki Village, donde tendremos que estar a las 17:30.
El coche se deja donde se encuentra la empresa, dentro de la ciudad de Rotorua, y desde allí te llevan en un bus a una reproducción de un poblado maorí que está en las afueras de la ciudad. Durante el trayecto, la conductora en nuestro caso, va explicando en qué va a consistir la cosa, así como determinadas costumbres maoríes y algunas palabras en su idioma. Realmente lo hacen muy entretenido.
Aunque resulta interesante, no deja de ser una turistada, por lo que cada autobús es una tribu y se escoge un jefe para ella, que será quien la represente toda la tarde. En nuestro caso fue un militar alemán, de lo más apropiado, y su primera “misión” era solicitar permiso al jefe de la tribu anfitriona para entrar en el poblado.
Esto lo hacen tras una exhibición de poderío que preparan los maoríes residentes con su haka correspondiente.
Aquí un trocito de la bienvenida.
Después de esto y ya todos más relajados, se entra en el poblado donde, delante de cada una de las “casas” hay gente enseñando actividades propias de los maoríes: tatuajes, bailes, juegos para prepararse para la guerra, artesanía con hojas, etc. Para finalmente pasar a la zona donde se prepara la cena, mediante el método tradicional del hangi. El hangi es un horno excavado en la tierra donde se asan los alimentos colocando piedras volcánicas calientes en el fondo y tapándolo después con tierra.
Una vez que nos enseñaron cómo iban las verduras, los pollos y el cordero, dejaron que la cena siguiera preparándose mientras pasamos a la “wharenui”, o casa común, donde mostraron canciones y bailes maoríes.
Una vez que nos enseñaron cómo iban las verduras, los pollos y el cordero, dejaron que la cena siguiera preparándose mientras pasamos a la “wharenui”, o casa común, donde mostraron canciones y bailes maoríes.
Finalmente pasamos al comedor donde nos dieron la cena, bastante rica la verdad. Tiene todo un punto ahumado, pero muy rico y tierno. También había pescado, guisado con una salsa de coco.
Después de la cena los conductores de los buses también cantan un rato, y sacan a los jefes para que canten con ellos. Finalmente ya nos volvemos a subir al bus para volver a Rotorua y nuestra conductora nos hizo cantar a cada grupo de un mismo país una canción de su país. Había británicos, alemanes, australianos, de Sri Lanka y nosotros. Cuando nos llegó el turno no sabíamos qué cantar, bueno yo no sabía qué cantar, porque Rafa dijo que él no iba a cantar de ninguna manera, se pusieran los maoríes o quien fuera como se pusieran. El caso es que la conductora me dijo que cantara Macarena, así que Macarena canté. La verdad es que todos se la sabían y cantaron e incluso bailaron. Madre mía, ¡qué gran bien han hecho Los del Río por este país!
Tras esto, de vuelta al coche y al hotel a descansar, que este fue un día bien largo.
Después de la cena los conductores de los buses también cantan un rato, y sacan a los jefes para que canten con ellos. Finalmente ya nos volvemos a subir al bus para volver a Rotorua y nuestra conductora nos hizo cantar a cada grupo de un mismo país una canción de su país. Había británicos, alemanes, australianos, de Sri Lanka y nosotros. Cuando nos llegó el turno no sabíamos qué cantar, bueno yo no sabía qué cantar, porque Rafa dijo que él no iba a cantar de ninguna manera, se pusieran los maoríes o quien fuera como se pusieran. El caso es que la conductora me dijo que cantara Macarena, así que Macarena canté. La verdad es que todos se la sabían y cantaron e incluso bailaron. Madre mía, ¡qué gran bien han hecho Los del Río por este país!
Tras esto, de vuelta al coche y al hotel a descansar, que este fue un día bien largo.
RAFTING EN LAS CUEVAS DE WAITOMO:
http://www.waitomo.com/black-water-rafting/Pages/default.aspx
CUEVAS DE WAITOMO:
http://www.waitomo.com/
ALDEA MAORÍ TAMAKI:
http://www.tamakimaorivillage.co.nz/
ALOJAMIENTO ROTORUA:
Best Western Braeside Resort: http://www.bestwestern.co.nz/rotorua/hotels/best-western-braeside-resort//