Día 30: 6 de septiembre
Hoy es nuestro último día de vacaciones, ya que a las 16:00 tenemos que coger un avión que, con escala en Miami, nos lleve de vuelta a casa. Así que tras terminar de empaquetar y dejar las maletas en el hotel nos vamos a coger el tranvía que nos lleve a Garden District, donde se encuentran una serie de casas del siglo XIX, que dicen son de las mansiones típicas del sur mejor conservadas. La zona en origen era una plantación que el dueño vendió por parcelas a los ricos de Nueva Orleans que no querían vivir con los criollos en el barrio francés, por entonces centro de la ciudad, sino en un lugar más exclusivo. Lo consiguieron sin duda.
También en este barrio se encuentra el Cementerio de Lafayette y una cantidad enorme de jardines preciosos.
Justo delante de una de estas impresionantes casas había una señora que nos contó que había estado viviendo en España. Estuvimos charlando un rato y me dio corte pedirle que nos enseñara la casa, que era espectacular. Ahora me arrepiento…
En fin, ya nos tocaba ir terminando y ahora para volver cogimos el autobús para llegar al hotel, recoger el equipaje y un taxi para ir al aeropuerto.
Habíamos estado tan despreocupados que ni siquiera consultamos que no hubiera cambios en el horario del avión, así que cuando llegamos al mostrador nos dicen que tenemos cinco minutos para llegar a la puerta de embarque, y porque la señora iba a llamar para que no cerraran el vuelo. ¡Resulta que lo habían adelantado casi una hora! Llegamos por los pelos. El viaje fue más cómodo que a la ida, teníamos pantalla on demand porque el avión era bastante más nuevo que el de la ida y dormimos un buen rato.
El resto, pues lo de siempre, esa mezcla de pena porque se acaban las vacaciones y el viaje y de alegría por volver a dormir en mi camita un mes después .
¡¡HASTA EL PRÓXIMO!!
En fin, ya nos tocaba ir terminando y ahora para volver cogimos el autobús para llegar al hotel, recoger el equipaje y un taxi para ir al aeropuerto.
Habíamos estado tan despreocupados que ni siquiera consultamos que no hubiera cambios en el horario del avión, así que cuando llegamos al mostrador nos dicen que tenemos cinco minutos para llegar a la puerta de embarque, y porque la señora iba a llamar para que no cerraran el vuelo. ¡Resulta que lo habían adelantado casi una hora! Llegamos por los pelos. El viaje fue más cómodo que a la ida, teníamos pantalla on demand porque el avión era bastante más nuevo que el de la ida y dormimos un buen rato.
El resto, pues lo de siempre, esa mezcla de pena porque se acaban las vacaciones y el viaje y de alegría por volver a dormir en mi camita un mes después .
¡¡HASTA EL PRÓXIMO!!