Hacía muchos años que no íbamos a Salamanca. La verdad es que yo sólo estuve una vez, de excursión con el instituto, así que había llovido, nevado y granizado mucho desde entonces. Además, antes de esta visita tuve que cancelar otras dos por problemas diversos. Parecía una excursión gafada, así que la esperaba con muchas ganas. Por fin, había llegado el momento.
Llevaba bastante bien definidos los lugares que había que ver, con un croquis de precios, horarios y ubicaciones. Consultando en la web de turismo de Salamanca, me di cuenta de que, en nuestro caso, interesaba adquirir la tarjeta Salamanca Card, con acceso incluido a casi todos los sitios que queríamos visitar (excepto el Convento de las Dueñas). Hay dos modalidades: 24 horas (nos costó 19 euros, pero me acabo de enterar de que ahora cuesta 22 euros) y 48 horas (entonces costaba, 24 euros; ahora son 25 euros), pero mejor consultar porque hay veces que ponen promociones. Pienso que, en general, la de 24 horas es más que suficiente, ya que la duración no es por día natural sino de 24 horas a partir del momento en que se utiliza la primera vez. Nosotros la activamos a las 17:15 del sábado y la utilizamos por última vez a las 17:10 del domingo. De modo que puede ser interesante según lo que se quiera ver. También comentar que el día de visita gratuita de monumentos suele ser el martes a determinadas horas, aunque hay excepciones. Las tarjetas se compran por internet y en la oficina de turismo de la Plaza Mayor.
Llevaba bastante bien definidos los lugares que había que ver, con un croquis de precios, horarios y ubicaciones. Consultando en la web de turismo de Salamanca, me di cuenta de que, en nuestro caso, interesaba adquirir la tarjeta Salamanca Card, con acceso incluido a casi todos los sitios que queríamos visitar (excepto el Convento de las Dueñas). Hay dos modalidades: 24 horas (nos costó 19 euros, pero me acabo de enterar de que ahora cuesta 22 euros) y 48 horas (entonces costaba, 24 euros; ahora son 25 euros), pero mejor consultar porque hay veces que ponen promociones. Pienso que, en general, la de 24 horas es más que suficiente, ya que la duración no es por día natural sino de 24 horas a partir del momento en que se utiliza la primera vez. Nosotros la activamos a las 17:15 del sábado y la utilizamos por última vez a las 17:10 del domingo. De modo que puede ser interesante según lo que se quiera ver. También comentar que el día de visita gratuita de monumentos suele ser el martes a determinadas horas, aunque hay excepciones. Las tarjetas se compran por internet y en la oficina de turismo de la Plaza Mayor.
Nos alojamos en el Hotel Catalonia Plaza Mayor, en la calle Espoz y Mina, a espaldas de la plaza, en pleno centro, a pocos minutos caminando de todo lo que hay que visitar. En Salamanca es mejor olvidarse del coche, así que lo dejamos en un parking que tiene concertado el hotel con algo de descuento. Si se quiere ahorrar en el apartado de alojamiento, se puede buscar un hotel fuera del casco histórico, en torno al río Tormes, donde hay buenas ofertas. Sin embargo, hay que reconocer que es una delicia hospedarse en pleno centro de la ciudad, a un paso de todo. Después del registro en el hotel, fuimos a la Oficina de Turismo a recoger las tarjetas Salamanca Card y, plano en mano, comenzamos el recorrido por la ciudad.
Lo primero que llama la atención es el color de la piedra con que están construidos la mayor parte de los edificios históricos salmantinos. Se trata de una piedra procedente de las canteras de Villamayor (Salamanca), de tipo arenisca y arcillosa, fácil de cortar y de color amarillento que con el paso del tiempo adquiere el tono rosa, que vemos hoy en día, como consecuencia de la presencia de hierro que se oxida en contacto con el aire. Cuando cae la tarde, el reflejo de los rayos del sol poniente sobre esta piedra rosácea le confiere un tono realmente bonito, como tendríamos oportunidad de comprobar más tarde. Nuestro periplo comenzó, como es casi obligado, en la Plaza Mayor.
Plaza Mayor.
Como siempre, repleta de gente, sobre todo turistas disfrutando de su gran ambiente y admirando su bella arquitectura barroca. Esta hermosa plaza porticada fue diseñada por Alberto de Churriguera a modo de cuadrilátero de lados irregulares. En el centro de uno de sus lados, el más llamativo, quizás, se encuentra el edificio del Ayuntamiento. También destacan a la vista los medallones labrados en la piedra, con las cabezas de personajes ilustres, como los Reyes Católicos, Felipe el Hermoso y Juana La Loca, el Cid, Colón o Cervantes; pero en cuanto a la historia de la Plaza, mejor que escribir yo aquí algunos renglones es leerlo directamente de sus muros:
Alrededores de la Plaza Mayor.
Mercado de Abastos. (foto de arriba, esquina superior, a la derecha).
Se vislumbra desde la plaza Mayor, como fondo a una de sus puertas. Es un edificio de principios del siglo XX, obra de Joaquín de Vargas Aguirre, el mismo arquitecto de la Casa Lis. Sigue funcionando como mercado hoy en día. Merece la pena ir a echar un vistazo, mejor cuando está abierto, aunque no fue nuestro caso.
Iglesia de San Martín.Plaza del Corrillo, junto a la Plaza Mayor. Gratuito.
Iglesia románica del Siglo XII. Tiene dos accesos, uno románico, que cuenta con una escultura policromada de San Martín (que aparece a caballo, tapando a un mendigo con su capa) y otro renacentista. Del interior, destaca el coro isabelino y el retablo barroco de Churriguera. Cuando entré estaban dando misa, así que no hice fotos ni me entretuve demasiado.
Entre unas cosas y otras, había llegado la hora de almorzar. Teníamos reserva en el restaurante La Hoja 21, en la calle San Pablo, 21. Me lo habían aconsejado y ofrece cocina castellana elaborada, con un toque moderno. Tomamos el menú degustación (2 entrantes, un pescado, una carne y postre), vino de la casa, agua y cafés. Nos cobraron 72 euros, un precio que nos pareció muy correcto para la calidad de la comida. Es del tipo de cocina que busca más el sabor que la cantidad, así que quizás no convencería a los muy comilones. En cuestión de restaurantes y hoteles, no me gusta aconsejar salvo en casos contados porque los gustos son bastante diversos, incluso entre familia y amigos, por lo cual simplemente lo menciono con mis comentarios favorables. Por lo demás, en Salamanca hay bares y restaurantes de todo tipo y precio, con muy buena cocina, así que nadie tendrá problemas en este sentido.
Como habíamos comido en la zona, seguimos con las visitas por los alrededores de la Calle San Pablo. Para situar mejor los lugares, iré enumerándolos uno por uno. No voy a poner los horarios de los monumentos y museos porque varían de unas fechas a otras y es mejor consultarlos en el momento de ir, bien en internet o en la página de turismo del ayuntamiento de Salamanca, que me pareció bastante buena. También hojas informativas muy detalladas en las oficinas de información turística de la Plaza Mayor.
Iglesia de San Pablo. (foto de abajo, a la derecha)
Construida en el Siglo XVII, en estilo barroco.
Torre del Clavero.C/ del Consuelo.(foto de arriba, a la izquierda).
Esta torre de estilo gótico y de porte defensivo se construyó en el siglo XV como parte del Palacio de don Francisco de Sotomayor, que era el encargado de llevar los clavos de la cruz de Cristo en las procesiones; de ahí procede su nombre. Solo se puede ver por fuera.
Palacio de Orellana y Torre de los Anaya. C/ San Pablo.
El Palacio de Orellana se construyó en el siglo XVI y mezcla estilos renacentista y barroco. Esta separado por una estrecha calle de la Torre de los Anaya (también llamada Torre de los Abrantes) y ambos edificios forman un rincón muy atractivo.
Palacio de la Salina. C/ San Pablo, 24. Entrada gratuita al patio.
Su construcción fue impulsada por el Arzobispo Fonseca como mansión señorial. Posteriormente fue utilizado como depósito de sal (de ahí deriva su nombre) y actualmente es la sede de la Diputación Provincial. Tiene una llamativa fachada plateresca, pero lo que más me gustó fue el patio, que cuenta con un bonito arco de entrada y con una galería sostenida por una serie de personajes de aspecto atormentado. Hay varias leyendas al respecto, la más conocida señala que fue una venganza del Arzobispo hacia quienes dieron de lado a su amante.
Cueva de Salamanca y Torre del Marqués de Villena. Cuesta de Carvajal. Visita gratuita.
Los dos lugares están juntos y se visitan muy rápidamente. La cueva es la antigua cripta de la iglesia de San Cebrián, que fue derribada en el siglo XVI. Según la leyenda, el mismísimo diablo daba clases de nigromancia a siete alumnos durante siete años y uno de ellos debería quedarse con él como pago a sus enseñanzas. Se cuenta que entre sus alumnos figuró el Marqués de Villena, a quien le tocó quedarse con Satanás; pero huyó y perdió su sombra, lo que le dejó señalado para siempre.
La torre que está junto a la Cueva se llama así por la leyenda anterior, aunque nunca perteneció al marqués. Es todo lo que queda del Palacio Mayorazgo de los Albendea y se puede subir a lo alto por una estructura metálica, constituyendo un buen mirador sobre la Catedral y el Convento de San Esteban.
Convento de San Esteban o Convento de los Dominicos.Plaza del Concilio de Trento. Incluido en Salamanca Card.
Anexo al convento está la Iglesia del mismo nombre. Se empezó a construir en 1524 y se acabó en 1610, por lo cual se utilizaron varios estilos arquitectónicos, si bien predomina el plateresco. En este convento se alojó Colón cuando visitó Salamanca buscando fondos para financiar su expedición marítima a las Indias. El exterior es realmente espectacular; a lo que colabora la plaza en la que se ubica, con el convento de las Dueñas enfrente, la estatua de Francisco de Vitoria y las bellas vistas que se tienen de la Catedral. Es uno de los lugares imprescindibles en Salamanca.
El interior también nos gustó bastante: el claustro quizás no sea tan bonito como el de las Dueñas, pero tiene su encanto, y, sobre todo, me gustaron la escalera, el Coro y el retablo mayor de la iglesia, de Churriguera. También hay diversos grabados y pinturas, una de Claudio Coello sobre el martirio de San Esteban.
Convento de Las Dueñas. Plaza del Concilio de Trento. Entrada: 2 euros. No incluido en Salamanca Card.
Obra concebida para palacio a principios del siglo XV, fue donado posteriormente para convertirlo en Convento de religiosas de la Orden de Santo Domingo. El edificio se construyó en estilo mudéjar, del que aún se conservan bastantes vestigios, si bien sucesivas reformas añadieron muchos elementos góticos y renacentistas. Merece mucho la pena entrar a visitar su claustro renacentista: una auténtica maravilla, más aún por la tarde, con los ornamentados capiteles reflejando en su piedra rosa los rayos del sol.
Huerto de Calixto y Melibea. Gratuito. Paseo del Rector Esperabé.
Vista exterior.
Es un bonito jardín encaramado a la antigua muralla, muy cerca de las orillas del Tormes, donde, al parecer, ubicó Fernando de Rojas los desgraciados amores de Calixto y Melibea, en su Tragicomedia “La Celestina”. Precisamente la famosa alcahueta acecha tras las rejas, a la izquierda de la puerta de entrada al parque. Lugar de visita obligada, tranquilo y romántico, con su pozo, su fuente y su colorida vegetación, desde donde, además, se tienen unas estupendas vistas de la Catedral, del Convento de San Esteban y de la Casa de Lis.
Aunque en el horario oficial pone que está abierto desde las 10 de la mañana hasta la puesta del sol, lo cierto es que se puede ir también por la noche, algo muy recomendable por las vistas de la Catedral iluminada.
Patio Chico.
Tiene una de las mejores fotografías de Salamanca, en realidad más de una. Se trata de una pequeña plaza, que se encuentra en la parte posterior de las Catedrales. La vista es majestuosa, pudiéndose contemplar el Ábside de la Catedral Vieja, la llamada Torre del Gallo, la Fachada Sur de la Catedral Nueva y su Torre. Realmente impresiona, no hay que perdérselo.
Clerecía. Universidad Pontificia. C/ de la Compañía. Incluido en Salamanca Card. Entrada: 3 euros.
Este conjunto monumental barroco fue construido en el siglo XVII por los jesuitas, dedicado en principio a Seminario. Actualmente es la sede de la Universidad Pontificia. La visita (guiada si coincide el horario) comprende la Iglesia, la impresionante escalera, el Aula Magna y el Claustro.
Scala Coeli. Subida a las Torres de la Clerecía. Incluido en Salamanca Card. Entrada: 3,75. Entrada conjunta con clerecía y Universidad Pontificia: 6 euros.
Impresionantes vistas de las propias torres y de la ciudad. Se distinguen los lugares más destacados de Salamanca. También hay visita nocturna. Durante nuestro recorrido, el sol estaba empezando a ponerse, lo que confería un brillo muy especial a la piedra salmantina, aunque también influyó negativamente, pues algunos edificios salieron a contraluz y por lo tanto, más oscuros.
Vistas de la Casa de las Conchas, las Catedrales y el Convento de los Dominicos y alrededores.
Cuando bajamos de las alturas, ya era casi de noche, así que decidimos darnos un respiro e ir al hotel a descansar un rato.
Salimos a cenar “de tapas” en La Casa de Toño (seis tapas y tres cervezas, 20 euros), muy rico todo, y luego dimos un amplio paseo por la Salamanca nocturna, llegando hasta el Puente Romano. Al ser un sábado y disfrutar de un tiempo estupendo, la ciudad estaba llena de gente, tanto turistas como lugareños y universitarios, con lo que el ambiente era extraordinario, con las terrazas atestadas hasta bien pasada la media noche. En mi opinión, si se tiene ocasión, resulta imprescindible un paseo por la ciudad iluminada. Aquí os dejo lo que nos encontramos en nuestro tour nocturno.
Salimos a cenar “de tapas” en La Casa de Toño (seis tapas y tres cervezas, 20 euros), muy rico todo, y luego dimos un amplio paseo por la Salamanca nocturna, llegando hasta el Puente Romano. Al ser un sábado y disfrutar de un tiempo estupendo, la ciudad estaba llena de gente, tanto turistas como lugareños y universitarios, con lo que el ambiente era extraordinario, con las terrazas atestadas hasta bien pasada la media noche. En mi opinión, si se tiene ocasión, resulta imprescindible un paseo por la ciudad iluminada. Aquí os dejo lo que nos encontramos en nuestro tour nocturno.
La Plaza Mayor.
Convento de los Dominicos.
Convento de las Dueñas y vistas de la Catedral desde Pza. del Concilio de Trento.
La Catedral desde el Patio Chico y desde la Plaza de Anaya.
Jardín de Calixto y Melibea. Vistas interiores y exteriores.
Palacio de Monterrey e Iglesia de la Purísima.
Casa de Lys y escultura dedicada al ciego y al pícaro del "Lazarillo de Tormes".
La Casa de las Conchas.
La Clerecía.
Y para finalizar, un skyline desde la calle Peñuelas de San Blas.
Convento de los Dominicos.
Convento de las Dueñas y vistas de la Catedral desde Pza. del Concilio de Trento.
La Catedral desde el Patio Chico y desde la Plaza de Anaya.
Jardín de Calixto y Melibea. Vistas interiores y exteriores.
Palacio de Monterrey e Iglesia de la Purísima.
Casa de Lys y escultura dedicada al ciego y al pícaro del "Lazarillo de Tormes".
La Casa de las Conchas.
La Clerecía.
Y para finalizar, un skyline desde la calle Peñuelas de San Blas.
Volvimos al hotel bien pasada la media noche. El día siguiente prometía ser largo con todas las cosas que nos quedaban por ver en Salamanca. Para no alargar esta etapa excesivamente, el relato lo dejo para la siguiente de este diario.
CONTINUA EN LA ETAPA SALAMANCA II. Este es el enlace: www.losviajeros.com/ ...hp?e=49954