Desayunamos en el hotel, la variedad la misma, bastante bueno. Tomamos un taxi que nos llevará a la estación de tren, nos cuesta 19 yuanes. Hoy se ha levantado lloviendo por lo que estamos un poco tristes, no sabemos que día de visitias nos esperará. En la estación cogemos nuestro tren que en cuarenta minutos nos dejará en Shanghái, allí cogemos el metro hasta el hotel. En Shanghái también llueve y bastante, nos ponemos más tristes.
El hotel, el Radisson Blu New World, un hotel de lujo. Nos decidimos por este hotel debido a la recomendación de Viajes El Corte Inglés. Debido a que esta sería nuestra última etapa del viaje queríamos estar en un hotel un poco más especial, y no nos decepcionó. El hotel tiene un total de 45 plantas de las cuales las 38 primeras son habitaciones. Aquí sólo tendríamos alojamiento aunque reservamos desde Madrid una mesa para cenar el último día en su restaurante en la planta 45, el “Epicure On 45”, uno de los dos restaurantes giratorios que hay en Shanghái. Nuestra habitación en la planta 37, con unas vistas magníficas aunque a nuestra llegada casi todo lo que veíamos eran nubes (la foto desde la ventana está sacada el día después a nuestra llegada). Teníamos la habitación orientada hacia la Plaza del Pueblo.
Dejamos las maletas en la habitación y nos vamos a visitar la ciudad. Cogemos el metro hasta llegar al Bund, también conocido como Zhongshan Lu. Allí te encuentras una serie de edificios de estilo colonial que eran un símbolo del poder comercial de Occidente. En frente el río Huangpu y de fondo el Pudong, donde se encuentra el skyline de Shanghai.
Cuando llegamos se confirma lo que nos temíamos, no podemos ver el skyline completo debido a las tremendas nubes de lluvia que había. Aún así, con la decepción en el cuerpo, tomamos algunas fotos para intentar retener el “paisaje” y llevárnoslo de recuerdo.
Paseamos durante un par de horas por el Bund viendo de cerca el “Peace Hotel”, “Banco de Hong Kong y Shanghái”, del 1930 y 1921 respectivamente. El primero será el más emblemático del Bund y el segundo presumía de ser el edificio más bello de Asia.
Parece que la lluvia nos ha dado un poco de tregua, seguimos caminando en dirección a Yuyuan Garden, comenzamos a ver el entramado de calles que hay detrás del Bund donde el Shanghái más auténtico comienza a aparecer lleno de pequeños comercios y restaurantes. De repente volvemos a ver el Shanghái turístico, esto nos hace pensar que estamos llegando a nuestra siguiente parada, nos metemos por una puerta que nos introduce en un bazar y sin darnos cuenta estamos dentro del Jardín Yu (Yuyuan Garden). Paseamos entre sus callejuelas donde vemos tiendas con artesanía típica del lugar así como muchas tiendas con suvenires. Llegamos al salón de té Huxingting y su pequeño lago.
Se hace la hora de la comida y nos metemos en un restaurante que hay en el centro en frente del salón de té. Es como un self service, diferentes puestos con diferentes tipos de comida donde coges lo que más te gusta y luego lo pagas, eliges tu mesa y te sientas. Comimos bastante bien por 65 yuanes con bebida.
Terminamos de comer y comenzó a llover, parecía el dilubio universal. La gente se agolpaba en las zonas cubiertas y era casi impsible transitar por las callejuelas, así que nos metimos en una tiendecita de artesanía para resguardarnos de la lluvia. Allí, regateando bastante con el dueño, compramos unas figuras de cerámica local para nuestra casa. Nos comentó que debido a la lluvia el negocio hoy no marchaba muy bien y que por esto también nos hacía buen precio.
Como sigue lloviendo nos metemos en un Starbucks cercano para tomar un café y esperar a que deje de llover. Nos damos cuenta que ya se está acercando la semana de festividad nacional china (en dos días) ya que las calles empiezan a vestirse con decoración acorde a la época. Como el 2015 es el año de la cabra, aquí hay un ejemplo.
Bastante calados por la lluvia volvimos al hotel. Como el día no invitaba a pasear mucho por la ciudad, decidimos adelantar la reserva a esta noche en el restaurante del hotel. Antes de la cena, probamos la piscina y el spa que tenía el hotel y tengo que decir que nos sentó de maravilla.
Nos arreglamos un poco y subimos a cenar. El restaurante es un pasada, con forma circular y todo con cristaleras. Aunque gira muy despacio, se nota y al principio incluso puede llegar a marear un poco jejeje. Era de noche y las vistas eran mejor que por el día, las nubes habían disminuido y se apreciaba aún mejor el skyline de Shanghái, también porque estaba todo ilumindado. En cuanto a la comida, estaba todo muy bueno pero tengo que decir que hemos comido en sitios mejores por mucho menos dinero. La cena nos costó 575 yuanes, eran cuatro platos a compartir, postre y dos cervezas.
Con la esperanza de que mañana, nuestro último día en Shanghái y en puertas de la vuelta a España, fuese un día despejado para poder disfrutar de la ciudad nos fuimos a descansar.