Bosque encantado de Anaga. Nuestra experiencia con las niñas
Características del sendero
Ruta: Casi circular
Duración: 3-4 horas
Dificultad: fácil-media
Lugar: Reserva Natural Integral El Pijaral. Parque Rural de Anaga. Santa Cruz de Tenerife
Observaciones: Hay que solicitar el permiso correspondiente para acceder al sendero
Recorrido
Caminar entre Laurisilva siempre supone una enorme alegría pero si lo haces en compañía, es doble alegría. El llamado Bosque encantado, un lugar de magia e ilusión. Somos 25 personas, un grupo numeroso, caminantes de la vida de aquí y allá, desde Adeje, pasando por la capital santacrucera hasta el Valle de La Orotava. Todos en comunión, todos con un mismo ideal, compartir esta experiencia que estrecha vínculos y, sobre todo, nos hace mejores personas... Mi mujer y mis niñas, valientes como las que más, afrontamos un nuevo reto el cual estamos seguro de realizar.
Dejamos los coches en el apartadero que hay junto al sendero. Allí nos esperan los guardas forestales para solicitarnos el preventivo documento que nos autoriza para adentrarnos en esta maravillosa Reserva. Como somos "legales" y cumplimos con las reglas de juego así le damos la autorización pertinente. Otros caminantes no lo hacen y eso me hace reflexionar sobre la "fragilidad" del sistema, o todos o ninguno...estamos hablando de una Reserva Integral, no es un juego...aquí lo dejo...
La ruta comienza con un suave ascenso que paulatinamente se va cerrando en cuanto a su desarrollo. El sendero empieza a dejar patente su magia y vas encontrando píjaras y brezos mezlados con árboles que adoptan figuras caprichosas. Uno de esos días de niebla, en la que la nube nos acompaña durante todo el camino. Así avanzamos entre testigos del pasado mientras nos hacen el "pasillo" a derecha e izquierda. La humedad es altísima y el suelo es prácticamente un barrizal. Con cuidado seguimos avanzando hasta llegar al Roque Chinobre, uno de los roques característicos de este sendero que nos da cuenta de la importancia geomorfológica del lugar al cual ascendemos en un cruce del camino que está poco señalizado, aunque una marca en un árbol así lo atestigua.
Desde lo alto del roque se obtienen magníficas vistas, aunque en este día solo podemos vernos a nosotros mismo debido al gran espesor de la nube...la próxima vez será. El sendero sigue avanzando y conseguimos pasar uno de los hitos del camino, la "roca jurada", lugar que sirvió para la extracción de carbón vegetal y que queda como testigo en medio del sendero. Entre una vegetación exhuberante continuamos hasta que nos sorprende con su majestuosidad el Roque Anambro con 75m de altura visible. Aquí nuestro compañero nos cuenta la leyenda sobre el Mencey Beneharo, Mencey de Anaga, el llamado "mencey loco", que obstinado por el avance castellano durante la conquista de la isla de Tenerife expresaba sus lamentos por este bello paraje. Así, hastiado hasta el final de sus días, se arrojó desde lo alto de este roque cayendo su cuerpo sobre un acebiño y desparramando su sangre entre sus hojas. Así, esta especie da unos preciosos frutos rojos, que recuerdan la sangre del Mencey.
Dejando atrás el Roque Anambro seguimos hasta llegar entre un estrecho sendero hasta el mirador de Cabeza de Tejo. Un mirador que nos permite observar la maravillosa estampa de la Anaga costera, con su particular "draguillo" y caseríos del litoral. El tiempo, todavía desfavorable, no nos permite vislumbrarlo en su plenitud aunque entre claros y oscuros sí podemos hacernos una idea. Este lugar es perfecto para reponer fuerzas por lo que sacamos todas nuestras viandas y damos cuenta de las mismas, compartiendo y disfrutando del lugar. Los pinzones, agradecidos, se nos acercan cautelosos para poder llevarse algo a la boca, están realmente mal-educados, y esto es sin lugar a dudas culpa de nosotros, las personas que los antropizamos...
Ya de regreso, optamos por la pista forestal en la que nos aguarda una bella senda ancha que nos regala adentrarnos en el bosque y conocerlo desde las medianías. Así, caminamos entre árboles que adoptan innumerables formas, con paredes y cuevas que "sudan" y un pequeño hilacho de agua que desciende con suma paciencia. Mis hijas están encantadas con esta pista pues se pueden esconder detrás de cualquier píjara. Esta increíble pista nos lleva hasta la carretera y desde allí ascendemos nuevamente por un sendero estrecho impregnado de un halo de magia que nos conduce hasta el roque Chinobre. Así, de nuevo estamos en el sendero original que hacemos de vuelta.
Un ratito más adelante llegamos al lugar de los coches. Todos juntos, todos bien y sin ningún percance. Con alegría por delante nos llevamos un tesoro, encontrar un lugar encantado, que lo es por su riqueza, pero también por lo que deja en el corazón.
Dejamos los coches en el apartadero que hay junto al sendero. Allí nos esperan los guardas forestales para solicitarnos el preventivo documento que nos autoriza para adentrarnos en esta maravillosa Reserva. Como somos "legales" y cumplimos con las reglas de juego así le damos la autorización pertinente. Otros caminantes no lo hacen y eso me hace reflexionar sobre la "fragilidad" del sistema, o todos o ninguno...estamos hablando de una Reserva Integral, no es un juego...aquí lo dejo...
La ruta comienza con un suave ascenso que paulatinamente se va cerrando en cuanto a su desarrollo. El sendero empieza a dejar patente su magia y vas encontrando píjaras y brezos mezlados con árboles que adoptan figuras caprichosas. Uno de esos días de niebla, en la que la nube nos acompaña durante todo el camino. Así avanzamos entre testigos del pasado mientras nos hacen el "pasillo" a derecha e izquierda. La humedad es altísima y el suelo es prácticamente un barrizal. Con cuidado seguimos avanzando hasta llegar al Roque Chinobre, uno de los roques característicos de este sendero que nos da cuenta de la importancia geomorfológica del lugar al cual ascendemos en un cruce del camino que está poco señalizado, aunque una marca en un árbol así lo atestigua.
Desde lo alto del roque se obtienen magníficas vistas, aunque en este día solo podemos vernos a nosotros mismo debido al gran espesor de la nube...la próxima vez será. El sendero sigue avanzando y conseguimos pasar uno de los hitos del camino, la "roca jurada", lugar que sirvió para la extracción de carbón vegetal y que queda como testigo en medio del sendero. Entre una vegetación exhuberante continuamos hasta que nos sorprende con su majestuosidad el Roque Anambro con 75m de altura visible. Aquí nuestro compañero nos cuenta la leyenda sobre el Mencey Beneharo, Mencey de Anaga, el llamado "mencey loco", que obstinado por el avance castellano durante la conquista de la isla de Tenerife expresaba sus lamentos por este bello paraje. Así, hastiado hasta el final de sus días, se arrojó desde lo alto de este roque cayendo su cuerpo sobre un acebiño y desparramando su sangre entre sus hojas. Así, esta especie da unos preciosos frutos rojos, que recuerdan la sangre del Mencey.
Dejando atrás el Roque Anambro seguimos hasta llegar entre un estrecho sendero hasta el mirador de Cabeza de Tejo. Un mirador que nos permite observar la maravillosa estampa de la Anaga costera, con su particular "draguillo" y caseríos del litoral. El tiempo, todavía desfavorable, no nos permite vislumbrarlo en su plenitud aunque entre claros y oscuros sí podemos hacernos una idea. Este lugar es perfecto para reponer fuerzas por lo que sacamos todas nuestras viandas y damos cuenta de las mismas, compartiendo y disfrutando del lugar. Los pinzones, agradecidos, se nos acercan cautelosos para poder llevarse algo a la boca, están realmente mal-educados, y esto es sin lugar a dudas culpa de nosotros, las personas que los antropizamos...
Ya de regreso, optamos por la pista forestal en la que nos aguarda una bella senda ancha que nos regala adentrarnos en el bosque y conocerlo desde las medianías. Así, caminamos entre árboles que adoptan innumerables formas, con paredes y cuevas que "sudan" y un pequeño hilacho de agua que desciende con suma paciencia. Mis hijas están encantadas con esta pista pues se pueden esconder detrás de cualquier píjara. Esta increíble pista nos lleva hasta la carretera y desde allí ascendemos nuevamente por un sendero estrecho impregnado de un halo de magia que nos conduce hasta el roque Chinobre. Así, de nuevo estamos en el sendero original que hacemos de vuelta.
Un ratito más adelante llegamos al lugar de los coches. Todos juntos, todos bien y sin ningún percance. Con alegría por delante nos llevamos un tesoro, encontrar un lugar encantado, que lo es por su riqueza, pero también por lo que deja en el corazón.
[url=https://https://familiacanariaenruta.blogspot.com.es/2015/03/caminando-en-familia-reserva-natural.html]Familiacanariaenruta[/url]