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PAFOS: PARQUE ARQUEOLÓGICO
PAFOS: PARQUE ARQUEOLÓGICO
Jueves, 5 de Mayo, 2016 por la tarde
En la iglesia me entretuve más de la cuenta y perdí el bus num 612 de las 2.30. Tendría que esperar una hora más para coger el siguiente bus. Me encaminé a donde creía que debería estar la parada, pero no la encontré ¡Qué raro! Mas o menos debería estar enfrente de la parada en la que me he bajado, pero por más vueltas que dí no la encontraba. Pregunté a varios de los comerciantes de la zona: El charcutero me dijo que estaba en el mismo lado por el que había venido. La farmacéutica dijo lo mismo. Mientras tanto se levantó una ventisca bastante tonta e incómoda y el cielo se puso negro como el tizón. Amenazaba tormenta y empezaron a caer gotas. Como tenía tiempo entré en un restaurante que estaba vacío para tomarme un cafe. Era evidente que el restaurante, situado en la misma plaza donde está la iglesia Agia Paraskevi, era propiedad de británicos porque estaba decorado con un estilo mediterráneo con todo lujo de detalles. Todo perfecto y cuidadísimo. Tanto que no quedaba ni genuíno ni espontáneo. Pero no importaba mucho porque solo quería tomar un café y protegerme de la lluvia.
Una vez terminado me fui bajo la intensa lluvia a la parada donde me había bajado y pregunté en una tienda de fotocopias dónde paraba el bus a Pafos.
-Aquí mismo -dijo la encargada
-¿Seguro? Cuando he venido me bajado en esta parada. ¿no es en el otro lado de la carretera?
- No porque Pafos está en esa dirección -dijo señalando la dirección por la que ir por nuestro lado.
Llovía como si no hubiese a haber mañana
- Resguárdate aquí. No esperes en medio de la calle mojándote -me dijo la de las fotocopias.
Pasó un rato y de repente veo que el 612 pasa por el otro lado de la calzada
- ¡¡Maldición !! Lo he vuesto a perder.
- ¡Que nooooo! -dijo la encargada- Tú quedate aquí.
Esperé 5 minutos más y ví que llegó el bus num 631. Me lancé a él bajo la lluvia torrencial y pregunté al conductor "¿Va a Pafos?
- ¡¡ Sííííí !! ¡¡ Venga, sube !! -Gritó un grupo de personas que iban detrás. Subí y ví que había gran algarabía en el bus, aunque sólo había 6 pasajeros. Enseñé mi bono de transporte público de Pafos para todo el día al conductor (que había comprado por 5 €) y el conductor me dejó pasar. El grupo de seis personas que estaban sentados en el bus, justo detrás del chofer, me recibió como si estuviesen en un barco rescatando a un náufrago.
-¡¡Te hemos salvado del gran diluvio !!
- ¡¡Gracias, gracias !!
El grupo se trataba de seis septuagenarios británicos: Tres hombres y tres mujeres. Ellos eran los típicos guiris con bermudas rojas o verdes, polo blanco o color salmón, sandalias con calcetines blanquísimos y sombrero de paja. Ellas llevaban vestidos con enormes floripondios de colorines y profusa bisutería metalúrgica de motivos esotéricos inspirados en diseños propios de la Edad del Bronce. Obviamente y, a juzgar por su tono de voz eufórico, habían estado comiendo y bebiendo y así estaban de contentos a pesar del mal tiempo. La conversación era animada. Su nivel etílico, si seguimos el criterio de sensatez de la historia del regalo de Dyonisos relatado anteriormente, diría que se encontraba entre pájaro y león... Pero me daba la impresión de que en un par de horitas podrían convertirse en auténticos burros...
Mucho chiste, mucha risa, mucha broma al pobre conductor que, aunque por un momento pensé que era amigo suyo, luego me di cuenta de que lo único que hacía era aguantar estoicamente la conversación absurda del sexteto. Me llamó la atención que las cortinas del bus estaban echadas. Mientras tanto yo detrás empapado -¡¡hay que ver cuánto se puede mojar uno en tan sólo tres segundos bajo la torrencial lluvia !!- intentando secárme como podía. Ellos entonces se pusieron a cantar música de su época (que no de la mía, desde luego): Canciones de "The Shadows", Cilla Black, Shirley Bassey y cosas así... Fue entonces cuando uno de ellos empezó a entonar una que sí conocía. Es la de la película "Desayuno en Tiffany" (con Audrey Hepburn y George Peppard), compuesta por Henry Mancini.
¿Y qué puede hacer un viajero despistado, calado de pies a cabeza en un oscuro autobús con las cortinas echadas circulando por algún lugar indefinido del suroeste de Chipre acompañado de seis septuagenarios bebidos cantando a pleno pulmón? Pues muy sencillo: Sumarse al sexteto de burros etílicos potenciales y convertirlo en un septeto de burros musicales
♫♪♪♫ Moon river, ♪♫♫♪ wider than a mile... ♪♫♫♪♫ I'm crossing you in style some daaaayyyy... ♫♪♫♫♪
- ¡Eh, tú! -exclamó el de los calcetines blancos nucleares- ¡¡ No lo haces nada mal... !!
- ¡¡ Bueno... !! ¡¡ Hago lo que puedo... !! -Respondí, mientras miraba a través de la ventana del frente cómo diluviaba. Me acordé entonces de que en España se asocia el hecho cantar mal con las lluvias torrenciales, pero preferí no decir nada al respecto a mis compañeros de viaje
Con los cánticos el viaje se hizo cortísimo y llegamos así a la estación de buses de Pafos Karavella, que está en la parte de arriba. Los septuagenarios me dijeron "Nos vamos a tomar algo ¿te vienes?" y yo les dije que muchas gracias pero que tenía otros planes. Seguía lloviendo a cántaros. El chófer me dijo que en esa misma estación tenía que coger el bus Num 618 que me llevaría al Puerto. Así lo hice. Esperé 10 minutos y apareció. Y en otros 5 minutos ya estaba en la parte de abajo. Muy cerca de la estación se encontraba la entrada al Parque Arqueológico de Pafos. Cesó la lluvia.
Parque Arqueológico de Kato Pafos
Plano del Yacimiento Arqueológico de Pafos
Pagué los 4.50 € de la entrada, con la que me dieron el mapa que he reproducido arriba. Cierran a las 7.30, así que tenía dos horitas y media para visitarlo. El lugar no tiene desperdicio, especialmente si te gustan los mosaicos como a mí. En este lugar hay vestigios, ruinas y monumentos que datan desde la era prehistórica hasta la Edad Media, aunque sobre destaca los restos de las villas y mosaicos de la época romana. Es Patrimonio de la UNESCO y aún hoy se sigue excavando.
Comenzamos: Lo primero que se visita es la villa romana de Aion, en la que hay un suelo con mosaicos mostrando seis escenas mitológicas.
Villa de Aion: Detalle de uno de los mosaicos: Hermes presenta a Dyonisos, a quien tiene sobre su regazo, para entregarlo a Trofeo, un Selenos y futuro tutor del niño, y a las ninfas del Monte Nysa, que están preparando su baño. Cerca del baño se muestra a las personificaciones del Monte Nysa y Anatrofe. Al joven dios le acompañan tres personificaciones: Teogonia, Nectar y Ambrosia
Continuamos para llegar a la Villa de Teseo, donde hay dos magníficos mosaicos. El primero muestra el baño de Aquiles en presencia de su madre, Tetis, que está recostada (en la parte dañada). Ambrosia lleva un ánfora con agua y el rey Peleus, en su trono está presente junto con los tres Destinos tras él: Clotho, Lachesis y Atropos. Pero el mosaico que más me gustó fue el Teseo luchando contra el Minotauro en el Laberinto de Creta. En su mano derecha lleva una maza y en la izquierda agarra al Minotauro por uno de sus cuernos. El viejo que está a mano izquierda es una personificación del laberinto que observa la pelea. En la parte superior, sobre las rocas hay personificaciones de la isla de Creta y Ariadna. Todo ello enmarcado por una representación del laberinto consistente en una cadena de diamantes y trenzados de colores que simbolizan el hilo de Ariadna.
El baño de Aquiles
Teseo luchando contra el Minotauro en el laberinto de Creta
Pasamos por un patio con columnas para llegar a la casa de Orfeo, que se está actualmente excavando. El faro de Pafos, que se ve a lo lejos, se encuentra justo en el centro del yacimiento arqueológico.
El muy fotogénico faro de Pafos
Seguimos hasta llegar a la Casa de Dionysos, con asombrosos mosaicos. Fue construída en el siglo II a.C y destruída -posiblemente por un terremoto- en el IV d.C. Muchos de los mosaicos están relacionados con el dios del vino, de ahí su nombre.
Mosaico del triunfo de Dionysos de regreso de su campaña militar por la India, de donde trajo esclavos y panteras. Aquí aparece en su carro, coronado con hojas de hiedra. Siglo II d.C
Mosaico de las cuatro estaciones, representadas en cada una de las esquinas, de izquierda a derecha: Verano, primavera, invierno y otoño. En el centro Dionysos o Aion
Mosaico de Icarios: A la izquierda Dionysos y la semi-desnuda Acme. En el centro, Icarios sostiene las riendas de un carro tirado por bueyes. A la derecha: Dos pastores en estado de embriaguez. El letrero dice: Los Primeros Bebedores de Vino
Hay muchos más mosaicos: El de Narciso, el de Pyramos, otros con motivos zoomórficos o vegetales o simplemente abstractos o geométricos. Salí del lugar y me dirigí hacia el teatro odeon y el Agora (ambos del siglo II d.C), que se encuentran junto al faro. El teatro se utiliza aún hoy para conciertos. El Agora estaba rodeado de pórticos con columnas de capiteles corintios.
Faro de Pafos, ruinas del edificio dedicado a Asklipeios -dios de la medicina-, teatro odeon y Agora
Llevaba ya más de dos horas en el recinto y se aproximaba la hora de marcharme, así que aproveché mi localización para dirigirme hacia la salida pasando por el Castillo "Saranta Kolones", construído por los lusiñanos a comienzos del siglo XIII donde anteriormente había un castillo bizantino, pero fue destruído por un terremoto en el 1222. El nombre "Saranta Kolones" significa "Cuarenta Columnas" y se debe a la gran cantidad de columnas que se encontraron esparcidas por este lugar.
Castillo "Saranta Kolones"
Salí del lugar pasadas las 7.30. A esa hora hay que salir por la puerta giratoria que te deja salir pero no entrar, pues observé que las taquillas ya estaban cerradas. Llevaba todo el día pateando, así que decidí ir al puerto y sentarme en la terraza de alguno de los muchos bares y restaurantes que hay en el puerto, tomándome una cerveza que me supo a gloria y utilizando la wifi del bar pues tenía unas algunas cosillas que resolver online y mensaje que enviar.
Cené en un restaurante Illy (una cadena británica). No recuerdo que comí: Alguna cosa italiana posiblemente. Y me fui al hotel, que al día siguiente iba a tener la última excursión de mi estancia en Chipre.
Paseo del Puerto de Pafos