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Esta vez decidí volver a Italia ya que me quedé con las ganas de pasar más tiempo en Florencia. Mi pareja, que me acompañaba esta vez, no conocía Italia, así que fue la excusa perfecta para repetir e incluir algún destino más que no conocía yo, Venecia.
El vuelo salió desde Gran Canaria puntual, con rumbo a Pisa. Tras poco más de 4 horas, aterrizamos en el pequeño aeropuerto de Pisa. Desde ahí cogimos un autobús llamado Lam Rosso que nos llevaba directamente a la Torre inclinada por 2 € por cabeza. Da igual si te bajas en la estación de trenes o te bajas en la Torre, son 2 € igualmente.
Allí estaba, después de 7 años de la última vez que nos vimos y aún así me volvió a impresionar la inclinación que tiene, no sé si tiene más o es que la recordaba de otra forma.
En el viaje anterior, me había quedado con las ganas de subir a la torre por la razón que ya os conté, y esta vez, no tenía ese capricho, así que decidimos no subir y verla desde abajo.
Después de un buen rato por allí, fuimos a buscar la pizzería que fui la vez anterior, pero como no me llevé la tarjeta ni la dirección fue imposible dar con ella. Al final nos sentamos en una pizzería/café/bar/pub llamada Bazeel situada en la Piazza Garibaldi. Nos pedimos una pizza caprichosa grande , una cerveza y una cola por 14 €. La pizza estaba de vicio. También se puede comer pagando 5€ por una copa y comer de buffet incluido, pero no me atraía demasiado la idea. Después nos metimos en la heladería que estaba al lado, "la bottega del gelato" y nos tomamos unos helados que estuvieron bastante buenos, creo que pueden ser los mejores de Pisa.
Cogimos rumbo hasta la estación de trenes para coger el tren de las 16:30 hacia Florencia. Sacamos dos billetes por 8,4 € cada uno (es más caro en la máquina expendedora que por ventanilla). Están sin numerar y no te dice donde está el tren, así que preguntando llegamos a un anden.
El tren tarda aproximadamente 1 hora y llevábamos casi 2 horas dando vueltas por la Toscana. Al pasar el revisor nos comentó que nos habíamos equivocado de tren y que cogimos el que daba más vueltas
¡Qué suerte!Una vez que llegamos a Santa María Novella, nos fuimos directamente al hotel Montreal en la via della Scala 43, muy cerquita de la estación y de un supermercado. Nos dieron una habitación en la primera planta, la 101, que estaba justo al lado del ascensor, así que ya os podéis imaginar lo bien que se estaba cuando alguien cogía el ascensor. Si decidís coger este hotel, intentad que os den otra habitación, seguramente será un poco mejor, por lo demás, era un hotel limpio y bien ubicado, pero sin desayuno.
Después de dejar las mochilas, nos fuimos a pasear por la ciudad y a subir a la Piazza de Michelangelo a ver la puesta de sol que me perdí la vez anterior. Simplemente precioso.
No os lo perdáis.
.Nos dirigimos al hotel dando un paseo por el Duomo que está muy cerquita, ducha y a la cama hasta el día siguiente.
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