Hoy es viernes, es decir, festivo, e intuyo que casi todo cerrado en Yazd. He llegado a la Terminal de autobuses, a las afueras de Esfahan, a las 7:20 y en diez minutos salía un bus VIP para Yazd, así que no me lo he pensado. Cuanto antes salga, menos calor en el camino y antes llegaré.
El trayecto en bus ha durado 4’5 horas, que no se me han hecho especialmente largas, en un autobús VIP (5 euros)
Aún no lo tengo claro, pero como otra vez ha resultado que mi host en Yazd está desaparecido en combate, igual sólo me quedo esta noche. La verdad es que es curioso que en algunas poblaciones la gente no conteste al viaje público y en otras (Tehran, Esfahan, Kerman, Shiraz,Tabriz,….) tenga tantas y tantas respuestas.
De nuevo recurro al diario de Conrao para buscar un hostel baratito. Él comenta que se puede dormir relativamente bien en el Silk Road Hotel, que cuenta con un dormitorio con ocho camas en el centro de Yadz. El precio, unos 13 euros.
Dejo allí la mochila y salgo a pasear y buscar algo de comer. Mientras me tomo un doog (yogour con sal y agua) mando varios mensajes de CS a ver si alguien se anima a dar una vueltilla, porque esto de estar solo en una ciudad ya no me resulta atractivo.
Apenas pasa media hora que tengo contestación de Amirhussein, un chico de unos 30 años, que resulta ser guía oficial-gubernamental de la región de Yadz. Con él he visitado los lugares más destacados de la ciudad, incluso nos hemos desplazado en coche cuando el sitio estaba alejado. En la mayoría de los sitios visitados el turista paga entrada de entre 2 y 4 euros.
Así hemos visitado la gran mezquita de los Viernes, casi vacía a pesar de ser viernes; hemos dado una vuelta por el bazaar (evidentemente, cerrado) y hemos descubierto otros lugares a los que volveremos a la noche.
Ya con el coche hemos ido a ver las torres del silencio zoroastrianas y las torres del viento, así como algunos jardines iraníes donde había un grupo de iraníes nómadas haciendo actividades típicas.
Lo único que no hemos podido ver ha sido el templo del fuego, ya que al ser viernes no abrían por la tarde. A cambio nos hemos ido a tomar un producto típico de la zona, falode con tokhm sharbati.
Amirhussein habla un inglés bastante aceptable, podemos entendernos sin dificultad. Nos compenetramos bien y como no tenía nada que hacer, decidimos quedar con su novia para tomar algo e ir a cenar.
En primer lugar vamos a un bar de un amigo de Amirhussein, que cuenta con una terraza donde se está agustísimo. Cuesta un poquito la comunicación al principio ya que Tala, su novia, no habla inglés y es un poco tímida.
Después me enseña un par de hoteles de lujo, quedándonos a cenar en el segundo de ellos. Le tengo que amenazar un buen rato para que me deje invitarles en la terraza del hotel Dad.
La conversación ha ido a mejor y a una mayor fluidez. Así se nos ha hecho la medianoche. Como a tantos iraníes, Amirhussein y su novia leen asiduamente poesía así que les he regalado otra copia de “los versos del capitán”. A cambio, ellos me han regalado otros souvenires de la ciudad.
Ya de vuelta a la madrugada al hostal intento mirar algo en Internet, pero éste no va bien, así que me limito a actualizar el diario.
Mañana tengo que tomar el bus (no VIP) a las 15:45 para ir a Kerman (5 horas). Espero poder acercarme al bazar y tal vez al templo del fuego.
Menudo susto morrocotudo que me he llevado esta mañana. Me he levantado (y con despertador!) a las 10:00 y no encontraba mi monedero, que siempre están en el mismo bolsillo del único pantalón que tengo… Sí, ya sé que está más que guarro, pero es cómodo. Han sido diez minutos de auténtico pánico: Embajada, contactar con gente para que me manden pasta, disgusto para el resto del viaje…
Al final ha resultado que ayer a la madrugada estuve escribiendo en el hostel, en la cafetería, y me dejé el monedero allá. Los dueños del hotel lo habían recogido a la espera de que me despertara.
Pasado el susto ha venido otro momento de euforia… vamos que ni siquiera he tomado un taxi para ir a los sitios. Así he visitado el bazaar, he comprado fruta para almorzar, siguiendo mi rutina he parado en varias librerías y he comprado más ejemplares de Neruda (algunos no sé ni cómo se titulan) a menos de 2 euros cada libro para posteriores regalos; Al final me he dirigido al templo del fuego (2€), donde se mantiene una especie de llama eterna, pero al estilo iraní, es decir, con troncos de madera ardiendo que tienen que ir reponiendo todos los días. El sitio es bonito, algo sobrio, pero merece la pena. Por supuesto, en el camino también me he tomado el obligado batido de zanahoria con helado de azafrán.
Ya en el hostel he comido estofado de carne de camello y de berenjenas… sí, sí,… no ha habido arroz!!!!
Un taxi me ha llevado a la terminal que está a tomar por ahí. El precio concertado 10000 tomanes, me monto, le pago y ya empieza con que son 20000. Le hago amago de abrir la puerta y ya me dice que si voy al aeropuerto o al autobús; que si al aeropuerto son 20000, pero al autobús son 10000… vamos, lo de siempre.
En la Terminal canjeo mi billete (no os olvidéis de hacerlo) y espero al autobús de Kerman. Como no hay señalizaciones en nuestros caracteres, espero a que alguien grite el destino; no falla.
El trayecto en bus ha durado 4’5 horas, que no se me han hecho especialmente largas, en un autobús VIP (5 euros)
Aún no lo tengo claro, pero como otra vez ha resultado que mi host en Yazd está desaparecido en combate, igual sólo me quedo esta noche. La verdad es que es curioso que en algunas poblaciones la gente no conteste al viaje público y en otras (Tehran, Esfahan, Kerman, Shiraz,Tabriz,….) tenga tantas y tantas respuestas.
De nuevo recurro al diario de Conrao para buscar un hostel baratito. Él comenta que se puede dormir relativamente bien en el Silk Road Hotel, que cuenta con un dormitorio con ocho camas en el centro de Yadz. El precio, unos 13 euros.
Dejo allí la mochila y salgo a pasear y buscar algo de comer. Mientras me tomo un doog (yogour con sal y agua) mando varios mensajes de CS a ver si alguien se anima a dar una vueltilla, porque esto de estar solo en una ciudad ya no me resulta atractivo.
Apenas pasa media hora que tengo contestación de Amirhussein, un chico de unos 30 años, que resulta ser guía oficial-gubernamental de la región de Yadz. Con él he visitado los lugares más destacados de la ciudad, incluso nos hemos desplazado en coche cuando el sitio estaba alejado. En la mayoría de los sitios visitados el turista paga entrada de entre 2 y 4 euros.
Así hemos visitado la gran mezquita de los Viernes, casi vacía a pesar de ser viernes; hemos dado una vuelta por el bazaar (evidentemente, cerrado) y hemos descubierto otros lugares a los que volveremos a la noche.
Ya con el coche hemos ido a ver las torres del silencio zoroastrianas y las torres del viento, así como algunos jardines iraníes donde había un grupo de iraníes nómadas haciendo actividades típicas.
Lo único que no hemos podido ver ha sido el templo del fuego, ya que al ser viernes no abrían por la tarde. A cambio nos hemos ido a tomar un producto típico de la zona, falode con tokhm sharbati.
Amirhussein habla un inglés bastante aceptable, podemos entendernos sin dificultad. Nos compenetramos bien y como no tenía nada que hacer, decidimos quedar con su novia para tomar algo e ir a cenar.
En primer lugar vamos a un bar de un amigo de Amirhussein, que cuenta con una terraza donde se está agustísimo. Cuesta un poquito la comunicación al principio ya que Tala, su novia, no habla inglés y es un poco tímida.
Después me enseña un par de hoteles de lujo, quedándonos a cenar en el segundo de ellos. Le tengo que amenazar un buen rato para que me deje invitarles en la terraza del hotel Dad.
La conversación ha ido a mejor y a una mayor fluidez. Así se nos ha hecho la medianoche. Como a tantos iraníes, Amirhussein y su novia leen asiduamente poesía así que les he regalado otra copia de “los versos del capitán”. A cambio, ellos me han regalado otros souvenires de la ciudad.
Ya de vuelta a la madrugada al hostal intento mirar algo en Internet, pero éste no va bien, así que me limito a actualizar el diario.
Mañana tengo que tomar el bus (no VIP) a las 15:45 para ir a Kerman (5 horas). Espero poder acercarme al bazar y tal vez al templo del fuego.
Menudo susto morrocotudo que me he llevado esta mañana. Me he levantado (y con despertador!) a las 10:00 y no encontraba mi monedero, que siempre están en el mismo bolsillo del único pantalón que tengo… Sí, ya sé que está más que guarro, pero es cómodo. Han sido diez minutos de auténtico pánico: Embajada, contactar con gente para que me manden pasta, disgusto para el resto del viaje…
Al final ha resultado que ayer a la madrugada estuve escribiendo en el hostel, en la cafetería, y me dejé el monedero allá. Los dueños del hotel lo habían recogido a la espera de que me despertara.
Pasado el susto ha venido otro momento de euforia… vamos que ni siquiera he tomado un taxi para ir a los sitios. Así he visitado el bazaar, he comprado fruta para almorzar, siguiendo mi rutina he parado en varias librerías y he comprado más ejemplares de Neruda (algunos no sé ni cómo se titulan) a menos de 2 euros cada libro para posteriores regalos; Al final me he dirigido al templo del fuego (2€), donde se mantiene una especie de llama eterna, pero al estilo iraní, es decir, con troncos de madera ardiendo que tienen que ir reponiendo todos los días. El sitio es bonito, algo sobrio, pero merece la pena. Por supuesto, en el camino también me he tomado el obligado batido de zanahoria con helado de azafrán.
Ya en el hostel he comido estofado de carne de camello y de berenjenas… sí, sí,… no ha habido arroz!!!!
Un taxi me ha llevado a la terminal que está a tomar por ahí. El precio concertado 10000 tomanes, me monto, le pago y ya empieza con que son 20000. Le hago amago de abrir la puerta y ya me dice que si voy al aeropuerto o al autobús; que si al aeropuerto son 20000, pero al autobús son 10000… vamos, lo de siempre.
En la Terminal canjeo mi billete (no os olvidéis de hacerlo) y espero al autobús de Kerman. Como no hay señalizaciones en nuestros caracteres, espero a que alguien grite el destino; no falla.