Antes de seguir con Botswana, permitidme un pequeño desvío a Zimbabwe para admirar una de las grandes maravillas de la naturaleza: las cataratas Victoria. Estas famosas cataratas separan Zimbabwe de Zambia creando una cortina de agua de casi 2 km de largo y más de 100m de alto. Son un espectáculo digno de ver y no podíamos dejar de acercarnos, estando tan cerca.
Bienvenidos a Vic Falls
Copiado de wikipedia: David Livingstone, el misionero y explorador escocés, visitó la cascada en 1855 y las bautizó con el nombre de la reina Victoria, aunque son conocidas localmente como Mosi-oa-Tunya, el humo que truena. La cascada forma parte de dos parques nacionales, Parque Nacional de Mosi-oa-Tunya en Zambia y el Parque Nacional de las Cataratas Victoria en Zimbabue, y son una de las mayores atracciones turísticas del África austral. Las cataratas Victoria fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, en el año 1989, protegiendo un área de 8.780 ha.
Las cataratas se pueden visitar desde ambos países, pero con diferencias: en época seca (cuando nosotros fuimos), la cantidad de agua en la parte de Zambia es menor y las vistas son menos impresionantes. Pero a su vez, Zambia tiene ciertas ventajas: por un lado, la conocida piscina del diablo está allí, aunque sólo abre a partir de septiembre, cuando el caudal es lo suficientemente bajo como para que no te arrastre la corriente, y por otro lado las actividades de rafting, que tienen muy buena fama y deben ser una pasada. Nos hubiera encantado hacer lo del rafting pero necesitas hacer noche allí, y nosotros íbamos con el tiempo justo para hacer una visita de un día, por lo que nos decantamos por Zimbabwe. En cuanto a cómo ir, es posible ir en coche propio, pero los precios en la frontera por cruzar con el coche sumado a las mordidas de la policía de Zimbabwe hacen que lo más sencillo, cómodo y económico sea contratar un tour con conductor que te lleve y te traiga desde Kasane. Y eso es lo que hicimos, contratar la excursión con Willie de Kalrose tours, un tío genial. La verdad es que después de ver cómo era el panorama en Zim, no me arrepentí para nada de haber cogido un conductor.
A las 7 en punto estaba Willie ya listo para recogernos en Senyati, pero nosotros íbamos un poco retrasados así que le invitamos a un café mientras terminábamos. Salimos a las 7:15 y la primera parada fue en su oficina para hacer el pago (P450 pp). Éramos solo nosotros cuatro así que sería un tour privado. La frontera está a escasos 5 minutos de la oficina de Kalrose, pero lo mejor es ir bien pronto porque el proceso puede ser lento. Para entrar a Zim tuvimos que pagar un visado de USD30 por persona, aunque se podía pagar en euros (30), libras (25), pulas (350) y ZAR (450); también con visa. Desde la frontera hay unos 70 km (unos 45 min.) hasta Victoria Falls, el pueblecito que ha crecido junto a las cataratas a la sombra del turismo. Poco después de pasar la frontera nos encontramos un control de policía armados hasta los dientes (sería para intimidar?). Willie se paró y estuvo charlando con ellos unos minutos, y nos dejaron pasar. Nos explicó que esos controles son habituales y si ven que eres turista con coche propio se inventan todo tipo de excusas para multarte (la matrícula está mal puesta, te falta una luz, necesitas el permiso JU90 que ni existe… cualquier cosa). En cambio a él simplemente le pidieron que a la vuelta les llevara algo de comer. Yo ya había leído sobre esto, así que no me sorprendió mucho. Zim es muy distinto a Namibia y Botswana! Hay muchísima más pobreza, tienen un presidente/dictador que lleva ahí desde el 81 y no le quitan ni rascando con espátula, y ha conseguido devaluar tanto la moneda que los chavales de la calle te intentarán vender billetes de trillones (trillones!! sabéis cuántos ceros son esos?) de dólares zimbabwenses por poco más de uno o dos dólares americanos. La moneda acabó por desaparecer y ahora manejan dólares americanos, pero los billetes de billones y trillones de dólares todavía se usan como reclamo turístico. Dicen las malas lenguas que llegó un momento en que la moneda estaba tan devaluada que si uno iba al banco con uno de esos billetes y pedía el cambio en monedas de un céntimo, el precio real del cobre de las monedas sería desorbitado, otros dicen que directamente no habría cobre suficiente en el mundo para poder producir la cantidad de céntimos necesaria.
Poco después de las 9 llegamos a Vic Falls. Nuestra primera actividad del día sería un brevísimo paseo en helicóptero para admirar las cataratas desde el aire antes de ir a verlas desde tierra. Era una de esas cosas que nos apetecía mucho hacer, y aunque es una actividad cara (USD150 pp) para un vuelo muy rápido (13 minutos), yo creo que merece la pena. Willie nos llevó al helipuerto de ShearWater Adventures, una de las compañías más establecidas en la zona y con mejores opiniones en TA. En el helicóptero íbamos 6 personas creo recordar, y ojo, uno de ellos no tenía ventanilla (yo pensaba que todos tendrían). El recorrido es corto porque tampoco da para más: el helicóptero hace una primera pasada general, luego baja un poco y da una vuelta hacia cada sentido, y vuelta al helipuerto.
Vic Falls desde el aire
Desde el aire se aprecia muy bien la escala de las cataratas y su grandiosidad. También se veía muy bien el puente que separa Zim de Zam y que luego cruzaríamos a pie. En época de lluvias debe ser aún más impresionante, pues lo que nosotros vimos como saltos de agua separados se convierte en una cortina de agua continua de casi 2 km de largo. A nosotros nos encantó la experiencia!
Ya en el suelo, Willie nos llevó al Victoria Falls National Park para que pudiéramos admirarlas desde el suelo. Para entrar hay que pagar otros USD30 de entrada (aceptan visa) por persona. Este parque tiene una serie de miradores a lo largo de los casi 2 km de cascadas, y la idea es ir recorriéndolos de izquierda a derecha, de forma que empiezas en el extremo oeste y terminas en la parte casi de Zambia, junto al puente. Como la parte de Zim es la que más agua lleva, haciéndolo así se aprecia muy bien que las vistas desde Zam no son tan buenas en esta época (también lo podéis ver en las fotos aéreas de arriba).
Devil´s Cataract, en el extremo oeste del parque
Main Falls
La famosa piscina del diablo
Es inevitable mojarse, así que ojo con las cámaras. Las cataratas mueven tal cantidad de agua (incluso en época seca) que la nube de gotitas pulverizadas que asciende desde el fondo es capaz de calarte si te descuidas. El paseo es bastante agradable, una parte se hace entre árboles y otra se hace muy cerca del borde del “precipicio”. Terminas cerca del puente, que es desde donde los más valientes (otros dirían que inconscientes) saltan con una cuerda atada a los pies. Decidimos que era hora de ir a comer pero después de comer nos acercaríamos al puente a ver si pillábamos algún salto. Nosotros no íbamos a saltar, aunque alguna se quedó con ganas…
Willie nos llevó a comer a Mama Africa, un restaurante recomendado en la guía con platos locales y wifi. Comimos bastante bien y no fue excesivamente caro (creo que unos USD20 por persona). Después de comer nos llevó a la entrada del puente, que es también puesto fronterizo entre Zim y Zam, pues el puente separa ambos países. Como no queríamos pagar visado para Zambia, Willie habló con el colega que controlaba el acceso al puente y le dijo que íbamos a volver, así que nos dieron un papelito con un sello de Zimbabwe que nos permitiría volver a entrar al país. Desde ahí hasta el puente hay un paseo a pleno sol y con muchísimo calor, son unos 10 minutos andando hasta que llegas al propio puente. Más o menos hacia la mitad del puente está (en teoría) el cruce de Zim a Zam, con sendos carteles de “Welcome to Zambia” y “Welcome to Zimbabwe” que lo acreditan. Ahí es también donde está el chiringuito montado para los que saltan. Tuvimos suerte y justo pillamos a una americana que iba a saltar. Tenía pinta de ir fumadísima (y luego lo corroboramos porque coincidimos con ella en la frontera con Botswana y Willie se ofreció a llevarla hasta Kasane). La verdad es que yo no saltaría ni loca, además hace unos años una turista australiana saltó y se le rompió la cuerda, pero no sólo sobrevivió a la caída sino también a los cocodrilos, y no le pasó nada. Cuando vimos que la americana iba a sobrevivir y no se le iba a romper la cuerda, nos dimos la vuelta y volvimos a Zimbabwe, donde enseñamos nuestro papelito sellado y pasamos sin problemas.
Después de esto habíamos pensado acercarnos al Victoria Falls Hotel a tomar café, pero se hacía tarde y nos interesaba más el mercado de artesanía local, así que le pedimos a Willie que nos llevara allí. Os recomiendo que si vais a comprar cosas los hagáis allí, porque es donde más variedad vimos (por no decir que en Namibia y Botswana prácticamente no vimos ningún sitio donde comprar). Compramos varias cosillas (regateando mucho, eso sí!) y a eso de las 4 salimos de Victoria Falls, haciendo una última parada en una tienda de bebidas para comprar algo de agua y coca cola. Willie compró una botella de zumo de uva de un litro, que me pareció exagerado, pero resulta que se bebió la mitad y el resto se lo dio a los policías del control, que allí seguían apostados a nuestra vuelta. Lo cogieron tan contentos, y así fue como Willie solventó el problema del control policial Zimbabwense. Con medio litro de mosto! A las 5:20 ya estábamos en Senyati, con tiempo de sobra para aprovechar el maravilloso búnker subterráneo. Al día siguiente tocaba poner a prueba nuestras habilidades de conducción en arena!