Hoy es el último día de nuestro JR Pass, y lo aprovecharemos haciendo una excursión a Nara. La noche anterior las amigas polacas de Xabi nos escribieron para saber nuestro plan, y cuando ya estamos montados en el tren aparecen, así que vamos juntos.
Al llegar, vamos a la oficina de información que hay junto a la estación, y ya con plano en mano, nos dirigimos hacia el parque de Nara, donde se encuentran la mayoría de los atractivos de la ciudad de Nara, la que fuera capital de Japón entre los años 710 y 784.
Llegamos al recinto del templo Kofukuji, en el cual destaca su pagoda.
Mientras nosotros nos distraemos haciendo fotos, las polacas han entablado conversación con un señor japonés. Nos acercamos, y resulta ser un guía voluntario, de los muchos que hay en Japón enseñando sitios históricos a los turistas. Nos explica que la pagoda es considerada como una tumba de Buda; luego a través de unas láminas que guarda en su carpeta, nos expone cómo el budismo llegó a Japón; desde la India y pasando por China, Corea; hasta llegar aquí. También nos explica un dato muy curioso. Cuando Alejandro Magno llegó a Asia, concretamente a la India, cuna del budismo; fue cuando se empezaron a construir las primeras estatuas de Buda, ya que anteriormente no se lo representaba en figuras. Las primeras representaciones de Buda guardaban gran parecido con las estatuas griegas, para ir luego evolucionando hasta las que conocemos hoy en día.
El guía nos ofrece entrar al templo con él y seguir explicándonos cosas si nos apetece visitarlo, pero declinamos su oferta ya que tenemos planeado ver otros templos.
Seguimos el camino y enseguida empezamos a ver los ciervos de Nara, muy bonitos pero bastante cabrones buscando galletitas! Hay muchos puestos donde venden exclusivamente unas galletas para darles (deer crackers); el problema es que en cuanto ven a alguien con las galletas le acosan hasta el punto de darle cabezazos y mordisquearle la camiseta.
Pasamos de los deer crackers y nos contentamos con fotografiar a los ciervos.
Seguimos caminando hacia el templo Todaiji (500 ¥), la joya de Nara; llegando primero a una puerta de madera impresionante (puerta Nandaimon).
El Todaiji es el mayor templo de madera adel mundo, y alberga una estatua gigante de Buda en su interior. Es un templo diferente a los que hemos visto hasta ahora y nos gusta mucho. El edificio principal se llama Daibutsuden por contener el Daibutsu (Gran Buda).
En la parte inferior a un lateral del Buda, hay unas réplicas de los pétalos de loto que hay a los pies del Buda, con una explicación sobre sus innumerables inscripciones, impresiona lo grandes que son los pétalos.
En uno de los pilares del templo hay un agujero por el que niños y… no tan niños intentan pasar arrastrándose. Se supone que para conseguir la iluminación, al menos eso leí posteriormente. Vimos a un chico bastante grande pasar a duras penas, salió con todo el brazo raspado pero lo consiguió. Si él pudo pasar, seguro que lo habríamos conseguido, pero no nos apetecía esperar la cola de niños y arrastrarnos por el suelo!
Después del gran Daibutsuden, vamos al Nigatsudo, que también es parte del templo, y por su situación a mayor altura nos permite disfrutar de las vistas de Nara.
Bajamos y seguimos paseando, parando en algunas tiendas y siendo objeto de varias entrevistas de grupos de estudiantes japoneses. ¿Y qué es eso de las entrevistas? Pues resulta que a muchos estudiantes les ponen como tarea para aprender inglés entrevistar a los extranjeros que se encuentren. El ritual suele ser siempre parecido: un grupo de tímidos niños japoneses se acerca sigilosamente y pregunta: “Excuse me? Can I ask you some questions?” Nosotros por supuesto, siempre accedemos, y nos preguntan cosas como nuestra procedencia, cual es nuestro plato japonés favorito, qué ciudades hemos visitado en Japón etc. Algunos se sacan una foto con nosotros al terminar, y nos obsequian con algún detallito, como marcapáginas, grullas de papel, mini kit-kats… Este es el primer día de muchas “entrevistas” que nos harán en Kyoto. Ya el día anterior en Hiroshima y Mijayima vimos muchos grupos de estudiantes de excursión, pero en Nara es exagerado, están por todas partes!
Muchos nos saludan, se sacan foto con nosotros, el pelo rubio y ojos azules de Ania, una de las chicas polacas, les maravillan.
Los ciervos son omnipresentes en Nara.
El siguiente templo que vemos es el Kasuga Taisha (500 ¥), que destaca por las miles de linternas que lo adornan, donadas por los fieles a lo largo de los años desde el periodo Heian. Las polacas no se animan a entrar, y aquí nos separamos para el resto del día.
El templo es curioso, e incluye un recinto interior al que se entra completamente a oscuras y tiene muchísimos farolillos encendidos.
Al salir caminamos por una recta llena de farolillos de piedra y ciervos por todas partes, cómo no!
Vamos al centro, y buscamos el restaurante Okaru sobre el cual habíamos leído en un blog, por fin vamos a probar un okonomiyaki de verdad! Nos sentamos en una mesa con plancha incluida, donde nos lo hacen delante de nosotros con mucho arte la verdad. Nos sabe delicioso, ya hemos encontrado otro plato japonés que nos encanta! (comida 1600 ¥)
Después de comer, vamos a la estación y cogemos el tren rápido en dirección a Kyoto. Se supone que para parar en Inari hay que coger el tren local, pero como no nos ha coincidido la hora, hemos optado por otra combinación que nos marcaba Hyperdia. Cogemos el tren rápido, paramos en Uji, y allí cogemos el tren local que para en Inari.
Vamos a descubrir el santuario Fushimi Inari, conocidísimo por sus pasillos de toriis rojos. Antes de llegar al recinto, nos recibe el primer torii rojo gigante.
El templo es dedicado a la deidad Inari, que muchas veces se representa como un zorro.
Llegamos a la zona de los túneles de toriis, donde empieza un recorrido que sube la montaña, siempre rodeados de toriis. Al principio el recorrido está lleno de gente, pero claro no todos continúan subiendo, de modo que luego tenemos más espacio para hacer fotos preciosas de este sitio tan especial.
Eso sí, los mosquitos nos acribillan! Y como hasta ahora no nos habían picado en ningún sitio, ni llevábamos el repelente con nosotros. En un punto del recorrido hay gente esperando a ver la puesta de sol contemplando las vistas de Kyoto. Nosotros bajamos y nos despedimos de Inari.
Al llegar a la estación, buscamos el kaiten sushi (de cinta) que recomendaban en la guía del hotel, y cenamos de lujo hasta apilar dos grandes torres de platitos de sushi, qué rico! (cena: 2360 ¥). Aunque no llega a la exquisitez del sushi de Kanazawa… jeje.
Al llegar, vamos a la oficina de información que hay junto a la estación, y ya con plano en mano, nos dirigimos hacia el parque de Nara, donde se encuentran la mayoría de los atractivos de la ciudad de Nara, la que fuera capital de Japón entre los años 710 y 784.
Llegamos al recinto del templo Kofukuji, en el cual destaca su pagoda.
Mientras nosotros nos distraemos haciendo fotos, las polacas han entablado conversación con un señor japonés. Nos acercamos, y resulta ser un guía voluntario, de los muchos que hay en Japón enseñando sitios históricos a los turistas. Nos explica que la pagoda es considerada como una tumba de Buda; luego a través de unas láminas que guarda en su carpeta, nos expone cómo el budismo llegó a Japón; desde la India y pasando por China, Corea; hasta llegar aquí. También nos explica un dato muy curioso. Cuando Alejandro Magno llegó a Asia, concretamente a la India, cuna del budismo; fue cuando se empezaron a construir las primeras estatuas de Buda, ya que anteriormente no se lo representaba en figuras. Las primeras representaciones de Buda guardaban gran parecido con las estatuas griegas, para ir luego evolucionando hasta las que conocemos hoy en día.
El guía nos ofrece entrar al templo con él y seguir explicándonos cosas si nos apetece visitarlo, pero declinamos su oferta ya que tenemos planeado ver otros templos.
Seguimos el camino y enseguida empezamos a ver los ciervos de Nara, muy bonitos pero bastante cabrones buscando galletitas! Hay muchos puestos donde venden exclusivamente unas galletas para darles (deer crackers); el problema es que en cuanto ven a alguien con las galletas le acosan hasta el punto de darle cabezazos y mordisquearle la camiseta.
Pasamos de los deer crackers y nos contentamos con fotografiar a los ciervos.
Seguimos caminando hacia el templo Todaiji (500 ¥), la joya de Nara; llegando primero a una puerta de madera impresionante (puerta Nandaimon).
El Todaiji es el mayor templo de madera adel mundo, y alberga una estatua gigante de Buda en su interior. Es un templo diferente a los que hemos visto hasta ahora y nos gusta mucho. El edificio principal se llama Daibutsuden por contener el Daibutsu (Gran Buda).
En la parte inferior a un lateral del Buda, hay unas réplicas de los pétalos de loto que hay a los pies del Buda, con una explicación sobre sus innumerables inscripciones, impresiona lo grandes que son los pétalos.
En uno de los pilares del templo hay un agujero por el que niños y… no tan niños intentan pasar arrastrándose. Se supone que para conseguir la iluminación, al menos eso leí posteriormente. Vimos a un chico bastante grande pasar a duras penas, salió con todo el brazo raspado pero lo consiguió. Si él pudo pasar, seguro que lo habríamos conseguido, pero no nos apetecía esperar la cola de niños y arrastrarnos por el suelo!
Después del gran Daibutsuden, vamos al Nigatsudo, que también es parte del templo, y por su situación a mayor altura nos permite disfrutar de las vistas de Nara.
Bajamos y seguimos paseando, parando en algunas tiendas y siendo objeto de varias entrevistas de grupos de estudiantes japoneses. ¿Y qué es eso de las entrevistas? Pues resulta que a muchos estudiantes les ponen como tarea para aprender inglés entrevistar a los extranjeros que se encuentren. El ritual suele ser siempre parecido: un grupo de tímidos niños japoneses se acerca sigilosamente y pregunta: “Excuse me? Can I ask you some questions?” Nosotros por supuesto, siempre accedemos, y nos preguntan cosas como nuestra procedencia, cual es nuestro plato japonés favorito, qué ciudades hemos visitado en Japón etc. Algunos se sacan una foto con nosotros al terminar, y nos obsequian con algún detallito, como marcapáginas, grullas de papel, mini kit-kats… Este es el primer día de muchas “entrevistas” que nos harán en Kyoto. Ya el día anterior en Hiroshima y Mijayima vimos muchos grupos de estudiantes de excursión, pero en Nara es exagerado, están por todas partes!
Muchos nos saludan, se sacan foto con nosotros, el pelo rubio y ojos azules de Ania, una de las chicas polacas, les maravillan.
Los ciervos son omnipresentes en Nara.
El siguiente templo que vemos es el Kasuga Taisha (500 ¥), que destaca por las miles de linternas que lo adornan, donadas por los fieles a lo largo de los años desde el periodo Heian. Las polacas no se animan a entrar, y aquí nos separamos para el resto del día.
El templo es curioso, e incluye un recinto interior al que se entra completamente a oscuras y tiene muchísimos farolillos encendidos.
Al salir caminamos por una recta llena de farolillos de piedra y ciervos por todas partes, cómo no!
Vamos al centro, y buscamos el restaurante Okaru sobre el cual habíamos leído en un blog, por fin vamos a probar un okonomiyaki de verdad! Nos sentamos en una mesa con plancha incluida, donde nos lo hacen delante de nosotros con mucho arte la verdad. Nos sabe delicioso, ya hemos encontrado otro plato japonés que nos encanta! (comida 1600 ¥)
Después de comer, vamos a la estación y cogemos el tren rápido en dirección a Kyoto. Se supone que para parar en Inari hay que coger el tren local, pero como no nos ha coincidido la hora, hemos optado por otra combinación que nos marcaba Hyperdia. Cogemos el tren rápido, paramos en Uji, y allí cogemos el tren local que para en Inari.
Vamos a descubrir el santuario Fushimi Inari, conocidísimo por sus pasillos de toriis rojos. Antes de llegar al recinto, nos recibe el primer torii rojo gigante.
El templo es dedicado a la deidad Inari, que muchas veces se representa como un zorro.
Llegamos a la zona de los túneles de toriis, donde empieza un recorrido que sube la montaña, siempre rodeados de toriis. Al principio el recorrido está lleno de gente, pero claro no todos continúan subiendo, de modo que luego tenemos más espacio para hacer fotos preciosas de este sitio tan especial.
Eso sí, los mosquitos nos acribillan! Y como hasta ahora no nos habían picado en ningún sitio, ni llevábamos el repelente con nosotros. En un punto del recorrido hay gente esperando a ver la puesta de sol contemplando las vistas de Kyoto. Nosotros bajamos y nos despedimos de Inari.
Al llegar a la estación, buscamos el kaiten sushi (de cinta) que recomendaban en la guía del hotel, y cenamos de lujo hasta apilar dos grandes torres de platitos de sushi, qué rico! (cena: 2360 ¥). Aunque no llega a la exquisitez del sushi de Kanazawa… jeje.