Si habeis leído las etapas bosnias de nuestro viaje (en construcción) sabreis que llegamos a Dubrovnik desde Sarajevo, cruzando la República Sprska hasta alcanzar Trebinje.
La llegada a Dubrovnik es impresionante. La carretera de montaña se va convirtiendo en sinuosa carretera de costa donde el paisaje sorprende a cada paso. A pocos kilómetros de la ciudad paramos en un mirador junto a la carretera y disfrutamos de unas preciosas vistas de la ciudad amurallada. La Perla del Adriático nos recibía bajo un sol radiante, justa merecedora del sobrenombre que tan acertadamente le adjudicó Lord Byron.
Enseguida nos ubicamos en la zona de Lapad para dirigirnos a nuestro alojamiento. Cuando llegamos el apartamento estaba sucio, sin preparar, desordenado, los cristales de una ventana rotos y esparcidos por el suelo; las fotos no se correspondían en absoluto con lo que estábamos viendo. Nos negamos a alojarnos allí y cancelamos la reserva sin problema y por supuesto sin ningún cargo.
En fin, eran las cuatro de la tarde y nosotros sin un sitio donde dormir. Nos sentamos en un banco de un parque y mientras la niña jugaba tiramos de datos móviles y entramos en Booking para ver si localizábamos algo. Tras llamar a un par de sitios que estaban ocupados, contactamos con un alojamiento en esa misma zona, calle arriba, que tenía dos apartamentos libres. Cogimos el coche y en dos minutos lo habíamos localizado.
Nos recibió Andrea, la joven y amable casera de Dubrovnik Summer Apartments. Nos mostró el apartamento: ideal, perfectamente equipado, limpio, con parking gratuito en el mismo edificio y con la parada del autobús que lleva al centro histórico enfrente de la puerta. Negociamos precio y nos lo quedamos. Dos noches por 110 €, no podíamos pedir más. Otro alojamiento que recomiendo encarecidamente.
Aquí dejo un mapa de Dubrovnik con las distintas zonas para que decidais donde alojaros. (al imprimirlo se ve con nitidez)
Dejamos las maletas y tras una ducha decidimos bajar al centro en autobús. Como ya he dicho la parada quedaba enfrente, y allí mismo había un quiosco donde comprar los billetes. Tomamos el autobús nº 6 que en diez minutos nos dejó en la Puerta de Pile. Y a recorrer la ciudad amurallada.
Serían las 6 de la tarde y estuvimos más o menos hasta las 10 de la noche, para disfrutar un poco de la ciudad iluminada. Es maravillosa, pero me temo que es una de esas ciudades que van a morir de éxito. La afluencia de gente era tal que la marea humana te arrastraba en ocasiones sin dejarte volver atrás.
Una vez vimos la fuente de Onofrio (recordad que hay que beber de los 16 caños de agua, que es potable)
y el monasterio de San Francisco, recorrimos Stradun o Placa, la calle principal, repleta de tiendas turísticas y oficinas de cambio, y llegamos a la Plaza de la Luza, donde se ubica el Monasterio de Santo Domingo, que es el que tiene la torre de la campana y el reloj.
A la derecha están la catedral de la Asunción de la Virgen María y el Palacio del Rector.
Allí mismo hay una salida al puerto de donde salen las embarcaciones turísticas que hacen salidas por la zona, por ejemplo a la cercana isla de Lokrum.
Lo más recomendable una vez visto todo esto es perder de vista a la muchedumbre y perderte tú mismo por las calles adyacentes a Stradun, que ascienden en un mar de escalones y prominentes cuestas arriba. Algo cansado para mi hija, pero precioso.
También merece la pena salir de la ciudadela amurallada para contemplar el conjunto monumental y las murallas de noche con cierta perspectiva.
Satisfechos, nos retiramos al apartamento. Mañana tocaba madrugar para subir a las murallas a primera hora, antes de que llegaran los cruceristas, e intentar evitar el gentío.
La llegada a Dubrovnik es impresionante. La carretera de montaña se va convirtiendo en sinuosa carretera de costa donde el paisaje sorprende a cada paso. A pocos kilómetros de la ciudad paramos en un mirador junto a la carretera y disfrutamos de unas preciosas vistas de la ciudad amurallada. La Perla del Adriático nos recibía bajo un sol radiante, justa merecedora del sobrenombre que tan acertadamente le adjudicó Lord Byron.
Enseguida nos ubicamos en la zona de Lapad para dirigirnos a nuestro alojamiento. Cuando llegamos el apartamento estaba sucio, sin preparar, desordenado, los cristales de una ventana rotos y esparcidos por el suelo; las fotos no se correspondían en absoluto con lo que estábamos viendo. Nos negamos a alojarnos allí y cancelamos la reserva sin problema y por supuesto sin ningún cargo.
En fin, eran las cuatro de la tarde y nosotros sin un sitio donde dormir. Nos sentamos en un banco de un parque y mientras la niña jugaba tiramos de datos móviles y entramos en Booking para ver si localizábamos algo. Tras llamar a un par de sitios que estaban ocupados, contactamos con un alojamiento en esa misma zona, calle arriba, que tenía dos apartamentos libres. Cogimos el coche y en dos minutos lo habíamos localizado.
Nos recibió Andrea, la joven y amable casera de Dubrovnik Summer Apartments. Nos mostró el apartamento: ideal, perfectamente equipado, limpio, con parking gratuito en el mismo edificio y con la parada del autobús que lleva al centro histórico enfrente de la puerta. Negociamos precio y nos lo quedamos. Dos noches por 110 €, no podíamos pedir más. Otro alojamiento que recomiendo encarecidamente.
Aquí dejo un mapa de Dubrovnik con las distintas zonas para que decidais donde alojaros. (al imprimirlo se ve con nitidez)
Dejamos las maletas y tras una ducha decidimos bajar al centro en autobús. Como ya he dicho la parada quedaba enfrente, y allí mismo había un quiosco donde comprar los billetes. Tomamos el autobús nº 6 que en diez minutos nos dejó en la Puerta de Pile. Y a recorrer la ciudad amurallada.
Serían las 6 de la tarde y estuvimos más o menos hasta las 10 de la noche, para disfrutar un poco de la ciudad iluminada. Es maravillosa, pero me temo que es una de esas ciudades que van a morir de éxito. La afluencia de gente era tal que la marea humana te arrastraba en ocasiones sin dejarte volver atrás.
Una vez vimos la fuente de Onofrio (recordad que hay que beber de los 16 caños de agua, que es potable)
y el monasterio de San Francisco, recorrimos Stradun o Placa, la calle principal, repleta de tiendas turísticas y oficinas de cambio, y llegamos a la Plaza de la Luza, donde se ubica el Monasterio de Santo Domingo, que es el que tiene la torre de la campana y el reloj.
A la derecha están la catedral de la Asunción de la Virgen María y el Palacio del Rector.
Allí mismo hay una salida al puerto de donde salen las embarcaciones turísticas que hacen salidas por la zona, por ejemplo a la cercana isla de Lokrum.
Lo más recomendable una vez visto todo esto es perder de vista a la muchedumbre y perderte tú mismo por las calles adyacentes a Stradun, que ascienden en un mar de escalones y prominentes cuestas arriba. Algo cansado para mi hija, pero precioso.
También merece la pena salir de la ciudadela amurallada para contemplar el conjunto monumental y las murallas de noche con cierta perspectiva.
Satisfechos, nos retiramos al apartamento. Mañana tocaba madrugar para subir a las murallas a primera hora, antes de que llegaran los cruceristas, e intentar evitar el gentío.