Abandonamos la península de Snaefellsnes para dirigirnos al norte, el porqué empezar por el norte y no al revés lo decidimos por varias razones, la primera es que como el norte era donde se podía complicar la cosa debido al tiempo y a que hay menos infraestructura, si algo pasaba podíamos avanzar rápido los últimos días por las carreteras del sur. La otra razón era porque parecía que lo mejor estaba al Sur, así que queríamos ir de menos a más para que el norte no nos pareciera "feo". Yo creo que fue una decisión acertada, especialmente por la primera razón, ya que si bien es cierto que en sur están las mayores atracciones turísticas, yo personalmente guardo con más cariño en mi recuerdo la sensación de soledad y aislamiento del norte, condujimos horas sin ver mas signo de vida que los caballos pastando y disfrutamos en solitario de parajes magníficos. Yo sin duda os recomiendo ir al norte si tenéis tiempo suficiente.
Revisamos la web como cada día antes de ponernos en marcha y parecía que se presentaba un día aún con más viento que el anterior. Lo que no se me ocurrió fue mirar mi e-mail, en el que la compañía de alquiler nos informaba que debido a los fuertes vientos no se recomendaba la conducción. Así que ignorantes del peligro nos pusimos en marcha.
Para que el día no fuera sólo conducir por la N1(también llamada Ring Road, que es la carretera que da la vuelta a la isla), decidimos alargar la ruta 78km. desviándonos en la península de de Vatnsnes, con la intención de avistar focas, ya que el día anterior nos quedamos con las ganas de verlas más cerca.
Focas no vimos ni una, pero si algo nos impactó de la carretera 711, además de su belleza paisajística, fue que una vez pasado el pueblo que hay a la entrada de la península no nos cruzamos un solo coche hasta volver a la Ring Road. También es cierto que de los tres sitios a los que se supone que teníamos que ir a ver las focas, a dos no pudimos acceder, porque las carreteras estaban cerradas en invierno. Los lugares aparecen en google maps como: Illugastadir seal watching y Hvitserkur, del tercer lugar os doy las coordenadas de la intersección donde nosotros no pudimos girar: 65°40'24.8"N 20°41'29.1"W
Si lo poneis así en google maps os marca el sitio también.
Los caballos fueron los únicos con los que interactuamos en la península de Vatnsnes. Como dato curioso os diré que la bahía de Hunafloi donde se encuentra dicha península es conocida también como Bear Bay porque en sus aguas han aparecido osos polares flotando en icebergs.
Retomamos la Ring Road esperando estar un poco más resguardados del viento al no ir por la costa, pero este era el panorama que teníamos en la carretera principal:
Carretera con hielo y rachas de viento que levantaban nubes de nieve. Paramos en una gasolinera para decidir si continuar o no, porque a mi novio se le estaban poniendo los brazos como Popeye de aguantar el volante, la furgo daba bandazos continuamente, menos mal que nos encontrábamos un coche cada hora y podíamos ir por medio de la carretera, así teníamos más margen de no caer por la cuneta. Como somos unos valientes (o incautos según se mire) decidimos continuar porque la espectativa de pasar la noche en el parking de una gasolinera no nos atraía demasiado. Así que fuimos hasta Grettislaug, que está donde no llega ni la carretera. La suerte que tuvimos fue que para el camino de cabras final el viento paró un poco, sino hubiéramos tenido que abandonar a pocos kilómetros.
Y cuando nos encontrábamos a 300mt según el gps una puerta cerrada nos impedía el acceso: Noooo!!!
Menos mal que nos dio por bajar y tratar de abrirla, estaba abierta
Junto a la poza había un buzón en el que dejar la 1000 coronas por persona que costaba pernoctar.
Así que aparcamos junto a las pozas, hay 2 una mas pequeña y calentita, y la otra más grande y a menor temperatura. Probamos primero la tibia pero no aguantamos mucho, así que nos fuimos a la calentita, que placer!!! Después del día de nervios en carretera ese baño nos dio la vida!
Los duendes de esta poza eran más benévolos que los de la anterior y nos devolvieron una chancla de mi número, y aunque no era del mismo color que la que perdí no me importó, eso si, hubiera preferido no tener que pasar el resto del viaje con dos chanclas del pié derecho, pero a caballo regalado... Tampoco se llevaron las llaves del coche que se nos cayeron en la carrera que dimos entre las dos pozas, ¡esa si que hubiera sido gorda, perder allí las llaves! A cambio de todo eso nos quitaron los dos gorros, el viento nos los arrancó y fueron a parar al mar.
Sintiéndonos ya a salvo de las inclemencias del viento, se nos ocurrió que sería una buena idea mover la furgo acercándola a la casa que hacia de comedor-cocina, así estaríamos mas cerca para bajar lo necesario para hacer la cena y las cosas electrónicas, había que aprovechar los enchufes (en la furgoneta sólo había tomas usb). Aparcamos pues lo más cerca posible sin tener en cuenta la dirección del viento y mientras mi chico ponía el freno de mano, abrió la puerta la cual salió despedida hacia delante con lo que dejó el freno de mano y corrió a aguantar la puerta antes de que saliera volando, como el freno de mano no estaba puesto la furgo empezó a deslizarse hacia el acantilado y yo en medio de todo eso observaba la situación clavada en mi asiento y solo alcancé a gritar: ¿que hago?
Al mirarme comprendió que iba directa al precipicio porque estaba paralizada por el miedo y agarró la puerta con todas sus fuerzas, salto al asiento y echó el freno de mano. Nos quedamos mirando acantilado como dos tontos viendo lo cerca que habíamos estado del desastre. Moraleja: Aparcar siempre de cara al viento!
Tras el susto disfrutamos de la experiencia de cocinar de pié y comer en una mesa, antes de acostarnos me fui al baño, que estaba como máximo a un minuto o minuto y medio andando, y pensé que no llegaba, la fuerza del viento era tal que cada paso era un esfuerzo brutal.
Ni siquiera miré la previsión de la aurora boreal, cualquiera salía con el temporal que había!!!