Sobre las 17:30 llegamos a la capital de Laponia de nuevo, a esa hora ya han terminado los buses, así que llamamos al teléfono que hay en la parada de taxis, enseguida llega uno a recogernos. El precio desde la estación de buses al Santa Claus Holiday Village fue de unos 20 euros
Llegamos en 10 minutos, el Santa Claus está empezando a iluminarse, hacemos el check in, la recepción está junto a la tienda en el edificio principal, nos dan la cabaña 67 y un par de trineos para llevar nuestras maletas, estamos contentos y la niña emocionada, es todo precioso, adornadísimo y navideño.
Vamos a ver la cabaña, muy bonita, perfectamente equipada, con sauna y vistas del edificio principal desde nuestra ventana. Nos gusta mucho, colocamos el equipaje y nos duchamos tranquilamente, vamos a cenar al restaurante del hotel; sopa de salmón, pollo a la plancha con patatas, burguer con patatas, refresco y dos cervezas de Laponia, 48 €.
Vamos a ver la cabaña, muy bonita, perfectamente equipada, con sauna y vistas del edificio principal desde nuestra ventana. Nos gusta mucho, colocamos el equipaje y nos duchamos tranquilamente, vamos a cenar al restaurante del hotel; sopa de salmón, pollo a la plancha con patatas, burguer con patatas, refresco y dos cervezas de Laponia, 48 €.
18 de marzo 2017
Dormimos de maravilla en la cabaña, silencio absoluto y maravilloso despertar rodeados de nieve.
Tras el desayuno nos vamos al Pueblo de Santa Claus, el día está cubierto.
Tenemos muchas ganas de conocer a Santa, está todo precioso, adornado, la música. Por fin llega el momento, entramos a su casa, esperamos un rato y Julupukki nos recibe.
Es un rato bastante corto pero a la niña le encantó, que era lo fundamental momentos de esos inolvidables
A la salida escribimos en secreto para que mi niña y su primo de 3 años reciban la próxima Navidad cartas desde la misma casa de Santa Claus, en Laponia, en el mismo Círculo Polar Ártico.
Nos vamos directos a coger el bus porque queremos ver el Museo Arktikum, en Rovaniemi, 12 €/adulto, nos gusta mucho, fundamental para entender la historia de los pueblos del Ártico y Laponia, conocer el pasado de los Samis y reflexionar sobre su futuro, el cambio climático, pantallas táctiles, maquetas, proyecciones, y un documental sobre las auroras boreales. El edificio con gran cristalera es muy interesante.
Después nos vamos a comer a un café de Rovaniemi, Café Kauppayhtio, en Valtakatu 24, un sitio agradable con hamburguesas muy ricas, 2 hamburguesas completas y patatas a parte y 3 bebidas, 36 euros
Damos un pequeño paseo por la ciudad, de unos 60.000 habitantes, una pequeña y práctica ciudad reconstruida según los planos de Alvar Aalto en forma de cornamenta de reno y a orillas de los ríos Kemijoki y Ounasjoki.
Regresamos en el bus 8 al pueblo de Santa (9€/adulto i/v), dispuestos a disfrutar del ambiente, la nieve y nuestra cabaña hasta el día que volvemos a Madrid.
Pasamos la tarde en Napapiri (pueblo de Santa), paseando por los exteriores porque en esta época cierra todo a las 5, la Casa, Oficina Postal, tiendas etc y jugando con la nieve, tirándonos por las cuestas en trineo, disfrutando como enanos.
19 de marzo 2017
Amanece despejado, todo el viaje hemos tenido alternancia de días cubiertos con días de cielo azul, desayuno y nos vamos a ver otra vez a Santa, hay que aprovechar, mi hija le pregunta donde está Mamá Noel, y nos cuenta que está en su casa del cerro de Korvatunturi, esperando para cenar juntos después de recibir a todos los niños en su casa de Rovaniemi.
También pasamos a la Oficina Postal desde la que mandamos alguna postal a España
En el Pueblo de Papá Noel se pueden realizar actividades, vimos paseos en trineo de huskys y renos no muy caros aunque algo cortos, también motos de nieve, hay granja de renos y de huskys y el Snowman World, con Igloo hotel, bar y restaurante de hielo, precio 20 €/persona con acceso a pista de patinaje, flotadores para tirarse por toboganes de nieve etc. En el edificio principal del hotel vemos las exposiciones de la Navidad en Finlandia
Comemos en el Reindeer Café Sirmakko, ensalada de salmón, plato de pollo con patatas, guiso de reno y 3 bebidas, 64 €
Seguimos por la tarde jugando con los trineos y buscamos en el bosque que hay alrededor del Pueblo, un lugar para ir esa noche a intentar ver una aurora boreal.
Nos fuimos paseado hasta el Hotel Igloo
Cuando regresamos ya se está iluminando el pueblo, precioso, con esos tonos de azul en el cielo hasta que anochece
Nos vamos a la cabaña para preparar las maletas, ducharnos y cenar, la idea es salir sobre las 23:00 para intentar ver auroras en el bosque. Para la niña es doblemente emocionante, ya que el hecho de adentrarse en un bosquecito con linternas y brújula le supone una aventura que nunca ha vivido.
Llegamos a un claro y vemos que hay gente de un tour preparados para las auroras con trípodes etc, así que nos damos cuenta de que hemos acertado con el sitio, pero pasado un rato, se marchan y nos quedamos solos, la noche es absolutamente despejada, muy propicia, apostamos por esperar algo más, tengo la intuición de que algo va a ocurrir en el cielo, de repente, en el horizonte, por encima de los árboles, en dirección norte, vemos una luz blanquecina que se va desplazando, ahí, está, mi marido no se lo cree, de hecho ni preparamos la cámara, tampoco sabíamos ponerla para auroras, de hecho, pero el objetivo no era fotografiarlas, sino verlas, y ahí estaba, creciendo, a nuestro alrededor, anaranjada, gran espectáculo, inolvidable, una aurora boreal en el Círculo Polar Ártico, siento no poder enseñarlas aquí, quedaron en unas malas fotos de móvil y en nuestra memoria, algo que la naturaleza caprichosa ofrece en aquellas latitudes en invierno a quien decide buscarlas en mitad de la noche
Llegamos a un claro y vemos que hay gente de un tour preparados para las auroras con trípodes etc, así que nos damos cuenta de que hemos acertado con el sitio, pero pasado un rato, se marchan y nos quedamos solos, la noche es absolutamente despejada, muy propicia, apostamos por esperar algo más, tengo la intuición de que algo va a ocurrir en el cielo, de repente, en el horizonte, por encima de los árboles, en dirección norte, vemos una luz blanquecina que se va desplazando, ahí, está, mi marido no se lo cree, de hecho ni preparamos la cámara, tampoco sabíamos ponerla para auroras, de hecho, pero el objetivo no era fotografiarlas, sino verlas, y ahí estaba, creciendo, a nuestro alrededor, anaranjada, gran espectáculo, inolvidable, una aurora boreal en el Círculo Polar Ártico, siento no poder enseñarlas aquí, quedaron en unas malas fotos de móvil y en nuestra memoria, algo que la naturaleza caprichosa ofrece en aquellas latitudes en invierno a quien decide buscarlas en mitad de la noche
Aunque no la hubiéramos visto, este viaje hubiera sido redondo, pero reconozco que supuso un precioso colofón la última noche en Laponia. Volvemos muy contentos a la cabaña, la gente está fuera, la aurora se ve un poco sobre las cabañas, nos vamos a dormir realmente felices.