De nuevo disfrutamos de un paisaje espectacular desde la ventanilla de la minivan. Las montañas surgen de lo más profundo de los valles elevándose en paredes casi verticales sobre los campos de arroz. Por el camino vemos muchas veces grupos de niñas vestidas con uniforme de camisa blanca y falda típica laosiana yendo hacia el colegio montadas en sus bicicletas.
Tienen mucha habilidad a la hora de conducirlas, normalmente van conduciendo con una mano y con la otra sostienen un paraguas para protegerse del sol, esto no es nada fácil por estos caminos llenos de baches y piedras sueltas.
Vang Vieng era uno de esos lugares en los que pensábamos que no íbamos a encajar. Leíamos mucho sobre el turismo que se había creado en torno al alcohol y las drogas hace unos años, pero por fortuna esto ha cambiado bastante. Finalmente decidimos quedarnos algún día más de lo planeado porque el entorno que rodea este pueblo turístico es de los más bellos del país.
La primera tarde nos la pasamos en busca de alojamiento y disfrutando del atardecer junto al río tumbados en una hamaca.
A la mañana siguiente alquilamos una moto por 60.000 kips, bastante más barata que en Luang Prabang. Como es costumbre en Asia, cuando alquilas una moto te la dan con la gasolina justa para llegar a la gasolinera más cercana, al llegar a ella, sorpresa! está cerrada. No solo está cerrada, lo peor es que no tienen ni idea de cuándo van a abrir, esto se debe a que se ha ido la luz en toda la ciudad y sin electricidad la gasolinera no funciona. No power my friend, era lo que nos decían. Tuvimos gasolina suficiente para regresar al local donde la habíamos alquilado, aquí nos dejaron algo más de gasolina, lo suficiente para llegar hasta otra gasolinera que estaba situada a unos 8 km de Vang Vieng, esta no sufre los cortes de luz así que problema resuelto.
Ahora sí, con el depósito lleno comenzamos nuestra ruta. Nuestra primera parada fue el famoso Blue Lagoon, un lugar muy popular entre los turistas, nosotros hemos pasado un rato muy divertido saltando desde los árboles y bañándonos en el lago.
Lo mejor de el Blue Lagoon no es el lago, sino la cueva Phu Kam, explorarla ha sido lo mejor del día y una de las experiencias más potentes de todo el tiempo que hemos pasado en Laos. Nunca antes nos habíamos adentrado cientos de metros por el interior de una cueva enorme, totalmente a oscuras y casi en solitario. Importante, si queréis explorar la cueva es necesario llevar linternas.
La cueva es enorme, avanzamos a lo largo de diferentes salas, en alguna de ellas no podíamos ni intuir dónde estaba el techo de la cueva. La acústica del lugar es impresionante, y casi vas escuchando el eco de tus pasos al andar, nos sentíamos unos exploradores de principios del diecinueve, pero eso fue hasta que comenzamos a ver agujeros entre las rocas por los que cabía un elefante. Llegados a este punto decidimos volvernos porque es fácil meterse en un lío en una cueva que no conoces.
Para terminar el día hemos subido una montaña, el monte Pha Ngeun. La subida es corta e intensa pero muy recomendable, lo más difícil de todo fue encontrar el camino correcto. Las vistas desde lo alto son para no perderse el atardecer desde su cima. Para subir a lo alto hay que pagarle a una chica que está al pie del camino de subida, si no pagas corres el riesgo de que le pase algo a tu moto.
Un dato importante es que en Laos vas a pagar por todo, pagarás por mear en un agujero, por cruzar un puente, por aparcar tu moto, por subir una montaña, es decir por todo. Cuando estábamos buscando el camino correcto para subir a lo alto de la montaña, varias veces intentaron engañarnos diciéndonos que estábamos en el sitio correcto para aparcar la moto, nos pedían 5000 kips y nos señalaban un camino. Gracias a que nos guiábamos con maps.me y que teníamos controlado el camino nos dimos cuenta que ése no era el sitio que buscábamos. Aquí no hay que fiarse mucho de las personas que te ayudan porque sí, mejor fiarse de uno mismo.
Vang Vieng nos está resultando el lugar perfecto para realizar todo tipo de actividades al aire libre, bien sea por tu cuenta o contratando alguna excursión. Tras regatear en todas las agencias del pueblo conseguimos hacer una excursión de día completo con comida incluida por 90.000 kips cada uno. El día comenzó realizando el famoso tubing, aunque sin alcohol de por medio y en el interior de una cueva que estaba a oscuras. Básicamente te sentabas en una rueda de camión y te deslizabas a lo largo de un río en el interior de una cueva, resultó ser muy divertido y nos echamos unas risas. Lo segundo que hicimos fue visitar la cueva del elefante, una auténtica chorrada. El día lo terminamos con una hora de Kayak a lo largo del río hasta llegar a Vang Vieng.
Aún teniendo en cuenta que la mayor parte del tiempo estuvimos esperando a hacer algo, mas que realizando actividades, en general nos lo pasamos muy bien en esta excursión.
No podemos hacer otra cosa que recomendar Vang Vieng a todos los que busquéis un poco de aventura y naturaleza salvaje. El pueblo en sí no tiene nada, es un nido de turistas, pero el entorno es increíble.
Tienen mucha habilidad a la hora de conducirlas, normalmente van conduciendo con una mano y con la otra sostienen un paraguas para protegerse del sol, esto no es nada fácil por estos caminos llenos de baches y piedras sueltas.
Vang Vieng era uno de esos lugares en los que pensábamos que no íbamos a encajar. Leíamos mucho sobre el turismo que se había creado en torno al alcohol y las drogas hace unos años, pero por fortuna esto ha cambiado bastante. Finalmente decidimos quedarnos algún día más de lo planeado porque el entorno que rodea este pueblo turístico es de los más bellos del país.
La primera tarde nos la pasamos en busca de alojamiento y disfrutando del atardecer junto al río tumbados en una hamaca.
A la mañana siguiente alquilamos una moto por 60.000 kips, bastante más barata que en Luang Prabang. Como es costumbre en Asia, cuando alquilas una moto te la dan con la gasolina justa para llegar a la gasolinera más cercana, al llegar a ella, sorpresa! está cerrada. No solo está cerrada, lo peor es que no tienen ni idea de cuándo van a abrir, esto se debe a que se ha ido la luz en toda la ciudad y sin electricidad la gasolinera no funciona. No power my friend, era lo que nos decían. Tuvimos gasolina suficiente para regresar al local donde la habíamos alquilado, aquí nos dejaron algo más de gasolina, lo suficiente para llegar hasta otra gasolinera que estaba situada a unos 8 km de Vang Vieng, esta no sufre los cortes de luz así que problema resuelto.
Ahora sí, con el depósito lleno comenzamos nuestra ruta. Nuestra primera parada fue el famoso Blue Lagoon, un lugar muy popular entre los turistas, nosotros hemos pasado un rato muy divertido saltando desde los árboles y bañándonos en el lago.
Lo mejor de el Blue Lagoon no es el lago, sino la cueva Phu Kam, explorarla ha sido lo mejor del día y una de las experiencias más potentes de todo el tiempo que hemos pasado en Laos. Nunca antes nos habíamos adentrado cientos de metros por el interior de una cueva enorme, totalmente a oscuras y casi en solitario. Importante, si queréis explorar la cueva es necesario llevar linternas.
La cueva es enorme, avanzamos a lo largo de diferentes salas, en alguna de ellas no podíamos ni intuir dónde estaba el techo de la cueva. La acústica del lugar es impresionante, y casi vas escuchando el eco de tus pasos al andar, nos sentíamos unos exploradores de principios del diecinueve, pero eso fue hasta que comenzamos a ver agujeros entre las rocas por los que cabía un elefante. Llegados a este punto decidimos volvernos porque es fácil meterse en un lío en una cueva que no conoces.
Para terminar el día hemos subido una montaña, el monte Pha Ngeun. La subida es corta e intensa pero muy recomendable, lo más difícil de todo fue encontrar el camino correcto. Las vistas desde lo alto son para no perderse el atardecer desde su cima. Para subir a lo alto hay que pagarle a una chica que está al pie del camino de subida, si no pagas corres el riesgo de que le pase algo a tu moto.
Un dato importante es que en Laos vas a pagar por todo, pagarás por mear en un agujero, por cruzar un puente, por aparcar tu moto, por subir una montaña, es decir por todo. Cuando estábamos buscando el camino correcto para subir a lo alto de la montaña, varias veces intentaron engañarnos diciéndonos que estábamos en el sitio correcto para aparcar la moto, nos pedían 5000 kips y nos señalaban un camino. Gracias a que nos guiábamos con maps.me y que teníamos controlado el camino nos dimos cuenta que ése no era el sitio que buscábamos. Aquí no hay que fiarse mucho de las personas que te ayudan porque sí, mejor fiarse de uno mismo.
Vang Vieng nos está resultando el lugar perfecto para realizar todo tipo de actividades al aire libre, bien sea por tu cuenta o contratando alguna excursión. Tras regatear en todas las agencias del pueblo conseguimos hacer una excursión de día completo con comida incluida por 90.000 kips cada uno. El día comenzó realizando el famoso tubing, aunque sin alcohol de por medio y en el interior de una cueva que estaba a oscuras. Básicamente te sentabas en una rueda de camión y te deslizabas a lo largo de un río en el interior de una cueva, resultó ser muy divertido y nos echamos unas risas. Lo segundo que hicimos fue visitar la cueva del elefante, una auténtica chorrada. El día lo terminamos con una hora de Kayak a lo largo del río hasta llegar a Vang Vieng.
Aún teniendo en cuenta que la mayor parte del tiempo estuvimos esperando a hacer algo, mas que realizando actividades, en general nos lo pasamos muy bien en esta excursión.
No podemos hacer otra cosa que recomendar Vang Vieng a todos los que busquéis un poco de aventura y naturaleza salvaje. El pueblo en sí no tiene nada, es un nido de turistas, pero el entorno es increíble.