Sydney, la puerta al último continente ✏️ Diarios de Viajes de AustraliaDos días en Sydney visitando sus lugares más emblemáticos y las playas de Bondi y Manly Beach. Días 1 y 2: vuelo y llegada a Sydney. Después de tres semanas de incertidumbre y nervios debido a la huelga de seguridad del Prat, llegó el gran día...Diario: AUSTRALIA POR LIBRE: EL PAÍS DEL FIN DEL MUNDO⭐ Puntos: 4.9 (37 Votos) Etapas: 20 Localización: AustraliaDías 1 y 2: vuelo y llegada a Sydney Después de tres semanas de incertidumbre y nervios debido a la huelga de seguridad del Prat, llegó el gran día: ¡nos vamos a Australia! ¡Por fin! En esos momentos la situación ya estaba normalizada debido a la presencia de la Guardia Civil en el aeropuerto, pero decidimos ir con tiempo de sobra por si acaso: después de un año de preparativos, planificación y con todo el dinero que habíamos invertido, no iba a quedarme sin mi viaje ni a permitir que se desmoronara la ilusión que había ido en aumento durante ese período hasta llegar a la altura del Everest… ya me veía liándola parda en el aeropuerto, si era necesario, o volando solo con equipaje de mano . Así que, ni cortos ni perezosos, tomamos un taxi a las 4 de la mañana, rumbo a El Prat y a hacer realidad nuestros sueños. Tuvimos que esperar bastante a que abrieran facturación, pero finalmente no hubo ningún problema y en 20 minutos lo hicimos todo: facturar, pasar el control de seguridad y el de pasaportes. Este primer vuelo Barcelona-Doha salió puntual y tuvo una duración de casi 6 horas, que se pasaron bastante rápido viendo un par de películas. En Doha teníamos una escala de unas dos horas y media, volvimos a pasar un control de pasaporte y luego dimos una vuelta por el aeropuerto, un viejo conocido de escalas de viajes pasados. Antes de embarcar en el segundo vuelo pasamos otro control de pasaportes y escaneo del equipaje de mano, y a mí me hicieron un control extra de detección de drogas y explosivos (me deben ver pinta de sospechosa, porque siempre me toca ). El vuelo salió con algo de retraso, pero nada excesivo, y en teoría teníamos que llegar a Sydney en poco más de 13 horas… que finalmente fueron 18. Todo empezó muy bien: salimos cerca de las 20 hora local, nos dieron de cenar y luego intentamos dormir. Normalmente soy incapaz de pegar ojo en el avión, pero afortunadamente ese día me pase casi todo el vuelo durmiendo (no al nivel marmota, pero bien). El aterrizaje estaba programado a las 16:25 hora local (8 horas de diferencia respecto a España). Pero, a causa del fuerte viento que azotaba la bahía, únicamente había una pista de aterrizaje operativa y debido al denso tráfico aéreo nos tocó empezar a dar vueltas sobre la zona para esperar tanda y poder bajar . Por suerte Qatar no es Ryanair y va bien surtido de combustible, pero llegó un punto en que tuvimos que ir hasta Brisbane a aterrizar y repostar antes de volver de nuevo a Sydney. Total, unas cuantas vueltas imprevistas sobre el país del fin del mundo hasta que finalmente conseguimos aterrizar en destino a las 21:40, cinco horas más tarde de lo previsto. La parte positiva es que durante ese rato extra dando vueltas por ahí y ya despiertos estuvimos hablando con nuestros vecinos de asiento, una pareja de australianos muy simpáticos, que nos contaron un montón de cosas sobre el país y se mostraron a la vez halagados y sorprendidos por nuestra elección de destino vacacional. No hay mal que por bien no venga… Y, también hay que decirlo, aparte de esos pequeños percances con los vuelos tanto a la ida como a la vuelta, el resto del viaje salió a la perfección, todo de fábula . Con lo que había dormido, si el vuelo hubiese durado lo que tocaba me hubiera encontrado fresca como una rosa, pero claro, con las 5 horas extra de viaje estaba bastante cansada… por suerte los controles de pasaporte y recogida de maletas fueron rápidos, y no nos revisaron el equipaje ni nada (después de ver el programa “Control de aduanas” y con la fama que tienen los controles de inmigración australianos, y mi tendencia a ser “la elegida”, iba yo ya esperándome cualquier cosa ). Así que por fin pusimos rumbo a nuestro hotelito en Sydney! Para trasladarnos desde el aeropuerto hasta el hotel escogimos el tren, rápido, práctico y sin problemas de atascos de tráfico. Hay otras opciones, como contratar un shuttle, pero salía algo más caro y supusimos que tardaría más. El bus ni nos lo planteábamos, no estaba la cosa como para empezar a dar tumbos por Sydney parando cada dos minutos solo por ahorrarnos unos dólares. Por si lo necesitáis, aquí encontraréis las distintas opciones de transporte desde el aeropuerto al centro de la ciudad: www.sydneyairport.com.au/ ...ernational Nuestro hotel estaba en la zona de Potts Point, cerca de King Cross, así que para llegar con el tren hicimos lo siguiente: - Airport Link (línea 2, verde) desde la terminal de llegadas internacionales hasta Central Station. Tiempo aproximado de trayecto: 15 minutos. Los trenes salen aproximadamente cada 10 minutos. - Eastern Suburbs and Illawarra Line (línea 4, azul) dirección Bondi Junction, desde Central Station hasta la parada Kings Cross. Tiempo de trayecto: 5- 6 minutos. Hay trenes frecuentes, también. Para más comodidad, en el mismo aeropuerto adquirimos cada uno una tarjeta Opal cargada con 40 dólares (unos 27 euros al cambio) y así ya nos serviría para toda la estancia en Sydney (es válida para desplazamientos en tren, autobús y ferry, y se aplican descuentos). Ese primer trayecto aeropuerto-Kings Cross nos costó algo menos de 17 dólares. Más información aquí, yo la recomiendo sin duda: www.opal.com.au/ Una vez en Kings Cross, en 10 minutos andando nos plantamos en nuestro alojamiento de los próximos días, el Hotel Challis. Podéis encontrar información del hotel aquí, aunque nosotros lo reservamos a través de Booking: www.sydneylodges.com/hotel-challis/ Situado en el tranquilo barrio de Potts Point, el hotel parece una antigua casa victoriana y está decorado con mucho gusto, resulta muy acogedor. El barrio en sí es residencial y muy cuco, pero justo al lado se encuentra Kings Cross, lleno de restaurantes, supermercados, todo tipo de locales… subiendo la misma calle del hotel y girando a la derecha ya parece que se entra en otro mundo. La habitación era pequeña (aunque suficiente), pero se veía nueva y moderna. El baño parecía recién reformado y muy nuevo. Contaba con secador, nevera, TV, hervidor de agua, té y café de cortesía. Precio: 257 euros por tres noches, habitación doble pequeña con baño privado. Y, después de la inesperada odisea aérea para llegar a Sydney, nos fuimos a descansar, felices de empezar por fin nuestra aventura en las antípodas tan largo tiempo esperada . Día 3: Sydney Nuestro plan para los dos días que pasábamos en Sydney era muy simple: ver las cuatro cosas más emblemáticas de la ciudad, por un lado, y recuperarnos del jet lag por otro (aunque tampoco fue demasiado duro). Sabíamos que Sydney solo era el aperitivo de lo que vendría después: el plato fuerte del viaje sería la ruta en campervan por Queensland y el recorrido en coche por el sur . Así que no fuimos nada ambiciosos a la hora de explorar la ciudad y dividimos nuestra estancia allí en dos días: - Día 3: visita al Jardín Botánico (Royal Botanic Gardens), Ópera de Sydney, puente de la bahía, Circular Quay y centro. O sea, básicamente las zonas de Sydney Harbour, The Rocks, Circular Quay y algo de CBD. - Día 4: visita a Bondi Beach y recorrido andando hasta Cogee Beach. Vuelta a Circular Quay y viaje en ferry a Manly Beach. Finalizar el día en la zona de la bahía. Un plan bastante relajado para lo que solemos hacer normalmente en nuestros viajes, pero por una vez y sin que sirva de precedente priorizamos el recuperarnos y tomar energías para lo que vendría después. Ya lo he dicho muchas veces, pero, como veis, las ciudades nos la traen bastante al pairo… Así que, aquel soleado primer día de exploración australiana, nos levantamos a las 9 de la mañana, después de haber dormido unas 8 horitas (en mi caso, seguidas, como no… soy algo así como una marmota narcoléptica). Hay que decir que fue el día que más tarde nos levantamos, porque, lo que es en ruta, la tónica general fue madrugar, ¡y madrugar mucho! En este tipo de viajes siempre es preferible adaptarse al horario solar y aprovechar bien las horas de luz, sobre todo en lugares como Australia donde el conducir de noche supone un peligro debido a los animales que se cruzan en la carretera. Ya entraré en ese tema más adelante, pero por ahora nos quedamos con dos dormilones recién levantados en Sydney y sin noticias del temido jet lag. Tomamos nuestro café en la habitación (sabia decisión, viendo los precios que hay por allí ) y… ¡al ataque! Para salir del paso ese primer día, compramos un par de pastas en un supermercado cercano (¡primer sablazo, señores! ) y fuimos comiendo mientras paseábamos. Desde Potts Point se puede ir bordeando el barrio de Woolloomoolloo (curioso de ver, hay una base naval en el muelle y se pueden ver los barcos de guerra amarrados allí) hacia MacQuaries Point, donde disfrutamos de nuestras primeras imágenes de la famosa Sydney Opera House y del Sydney Harbour Bridge, o puente de Sydney. Algunas fotos tomadas en este trayecto: Como no, esta zona es un punto estrella en cuanto a vistas y estaba lleno de turistas chinos haciendo millones de fotos . Tuvimos que luchar duro por encontrar un buen hueco desde donde hacer nuestra sesión particular… jaja! Pero nos llevan años de ventaja y trabajan en equipo, así que es lo que hay. Mencionar que Australia es uno de los países donde menos hordas de turistas chinos hemos encontrado, sólo los avistamos de forma masiva en Sydney y en la Great Ocean Road (a partir de Port Campbell dirección Melbourne, más allá tampoco). Después de nuestra primera ojeada a los dos iconos de Sydney, estuvimos paseando por el Jardín Botánico: muy chulo, lleno de pájaros guapetones y, además, el acceso es gratuito. Algunas fotos de los primeros animalillos que vimos en el país y que no esperábamos encontrar ya en la capital australiana : Las cacatúas estaban numeradas, supongo que para controlar su población o quizá porque hay mogollón y los australianos van faltos de imaginación para buscarles nombre. No lo sé, animalicas. Solo decir que la número 12 es especialmente simpática, así que, si vais a Sydney y la veis, dadle recuerdos de mi parte (si os referís a mí como la psicópata acosadora rarita que les hizo millones de fotos seguro que se acordará de quién soy). Comprenderéis ahora porqué en un día completo en Sydney prácticamente solo vimos el Jardín Botánico, la Ópera y el Puente... pero es que es ver un bicho y perdemos la noción del tiempo, y más si es tan simpático como “Twelve Desde el Jardín Botánico se puede ir bordeando la costa hasta el edificio de la Ópera, y así lo hicimos. Una vez visto el famoso edificio, símbolo de la ciudad australiana, continuamos hasta Circular Quay y luego subimos hacia The Rocks y buscamos las escaleras que permiten acceder al Harbour Bridge. Está bien indicado, así que no tiene pérdida. Caminamos por el puente, disfrutando de unas fantásticas vistas, hasta llegar al otro lado de la bahía, un barrio llamado Kirribilli. Yo no sé de dónde sacan los nombres estos australianos, entre Woolloomoloo y Kirribilli me quedó claro que les gusta uniformizar las vocales en palabras interminables. Eso sí, vistaza desde el puente: La zona de Kirribilli (¡jiji!) no está tan turistificada como el otro lado del puente, así que decidimos comer ahí en un local que había con buena pinta y precios asequibles. Después de comer, bajamos hasta Milsons Point a ver la Ópera desde el otro lado, pero empezó a soplar un viento infernal y a hacer un frío del copón. Apenas pudimos hacer alguna foto antes de que el viento helado nos congelara los dedillos (los selfies no los subo, que salimos con la cara desencajada y os daría miedito ): No me extraña que el día anterior el avión no pudiera aterrizar, con ese viento huracanado que no te dejaba ni avanzar. Así que, huyendo del viento, volvimos a cruzar el puente y dimos una vuelta por el barrio de The Rocks, más recogidito. The Rocks es el lugar donde antiguamente llevaban a los presidiarios, y todavía se conservan algunos edificios históricos. Ahora hay bastantes pubs, comercios de artesanía, etc. Desde The Rocks pasamos a Circular Quay de nuevo y subimos hacia el CBD, hasta el Pitt Street Mall, al lado de la torre de Sydney. Aquí en esta zona aprovechamos para comprar una tarjeta Vodafone con 9 Gb de datos y llamadas ilimitadas dentro de Australia (aunque había otros planes que incluían llamadas internacionales, etc). Precio: 25 AUD (unos 17 euros). No hicimos una comparativa a fondo, pero miramos en Optus y Telstra, y Vodafone era el operador que mejores planes ofrecía, así que lo recomiendo. Ya con la tarjeta en nuestro poder, volvimos hacia Potts Point bordeando la zona de la Ópera, el camino que va hacia Macquaries Point… y paramos a hacer algunas fotos del atardecer: Se respiraba paz y tranquilidad, y, en general, después de lo visto durante el día, Sydney me dio la impresión de ser una ciudad espaciosa, ordenada, nada masificada, y llena de luz y agua. Un sitio con ambientillo, con sus bares musicales y la gente charlando, riendo y tomando copas, pero a la vez con la posibilidad de ver una puesta de sol sobre el puente desde un jardín, prácticamente a solas. Quizá fue porqué coincidimos en fin de semana y no pillamos el ajetreo diario de la gente yendo a trabajar… Hacia las 6 o así, ya de noche, nos retiramos hacia nuestro hotel después de comprar algo de cena y desayuno para el día siguiente. Una vez más, nos vuelven a sablar, pero no tanto como con el desayuno de esta mañana. La vida en Sydney es muy cara , pero vamos aprendiendo. Índice del Diario: AUSTRALIA POR LIBRE: EL PAÍS DEL FIN DEL MUNDO
01: Así empezó todo...
02: Itinerario
03: Preparativos
04: Sydney, la puerta al último continente
05: Sydney, la puerta al último continente (II)
06: Queensland en campervan: empieza el road trip
07: Daintree National Park (I)
08: Daintree National Park (II) y Port Douglas
09: La Gran Barrera de Coral
10: Atherton Tablelands: lagos, cascadas y ornitorrincos
11: Magnetic Island: playas, koalas y ualabíes
12: Airlie Beach y las paradisíacas Whitsunday Islands
13: Eungella National Park, el hogar del asombroso ornitorrinco
14: Hervey Bay, danza de ballenas
15: Un paraíso llamado Fraser Island
16: Sunshine Coast: Noosa y las Glass House Mountains
17: Kangaroo Island, fauna australiana en estado puro
18: The Grampians, tierra de canguros
19: The Great Ocean Road, donde ruge el oceano
20: Conclusiones
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