DÍA 14.PARÍS-GIVERNY- PARÍS ✏️ Diarios de Viajes de FranciaSalimos de la estación de tren París-St. Lazare en un Intercity con dirección a Rouen. Tardamos algo menos de una hora en llegar a la parada de Vernon-Giverny. Nada más salir de la estación unas huellas en el suelo te indican hacia dónde tienes...Diario: BRETAÑA, NORMANDÍA Y LOIRA (sin coche)⭐ Puntos: 4.8 (5 Votos) Etapas: 23 Localización: FranciaSalimos de la estación de tren París-St. Lazare en un Intercity con dirección a Rouen. Tardamos algo menos de una hora en llegar a la parada de Vernon-Giverny. Nada más salir de la estación unas huellas en el suelo te indican hacia dónde tienes que ir para coger la navette, el autobús que te lleva a Giverny. El billete de ida y vuelta cuesta 10 euros y tarda unos 20 minutos en llegar. También hay la opción de escoger un trenecito turístico, más caro. El autobús te deja en un aparcamiento. Desde allí sólo tienes que seguir las indicaciones. Apenas a un minuto de distancia, apartado del camino principal, encontramos un busto del pintor Monet. Y es que si hoy Giverny está atestado de turistas es gracias a él, uno de los creadores del Impresionismo (el movimiento lleva el nombre de uno de sus cuadros, Impresión sol naciente). Aquí fue donde pintó algunas de sus más famosas obras como Los Nenúfares. La entrada cuesta 9,50 euros y se puede comprar por Internet. Es buena idea hacerlo porque hay mucha cola. Un paseo de unos 15-20 minutos nos lleva hasta allí. El estudio del artista es ahora el vestíbulo de entrada y la tienda. Dentro se pueden ver reproducciones fidedignas de sus obras. Al poco tiempo de instalarse allí, Monet plantó el jardín Clos Normand delante de su casa, transformando el huerto en un parterre con césped, manzanos y cerezos japoneses. Una pérgola de rosas trepadoras lleva hasta el jardín. También podemos encontrar el Jardín de agua. Claude Monet compró la casa de Giverny, en la que ya llevaba viviendo algunos años, cuando tenía 50 años. Entonces su situación económica no era mala porque sus obras se iban vendiendo bien, cosa que no había pasado hasta el momento (el impresionismo no gustaba y el artista vivía casi en la pobreza). Pero no se limitó a la casa sino que adquirió terrenos colindantes para ampliar el jardín. Suya es la idea del famoso puente japonés y los nenúfares. El jardín es espectacular. Por todos lados se ven flores de todos los colores. Sin embargo no fuimos en buena época para ver en todo su esplendor los nenúfares, de los que Monet se sentía muy orgulloso. En cuanto a la casa se debe decir que el pintor vivió allí 43 años, desde 1883 hasta 1926. Al principio la casa se llamaba Casa de la Prensa, por una prensa de manzanas que estaba situada sobre la pequeña plaza vecina. Monet agrandó la casa hasta llegar a los 40 metros de largo por 5 de ancho. La granja que estaba adosada a la vivienda fue su primer taller, el lugar donde almacenar sus telas. Una escalera lo comunica con la casa. Encima del taller Monet manda construir un piso para acondicionar un dormitorio y un cuarto de aseo. Toda el ala izquierda es para él. Al otro lado de la casa el antiguo cobertizo se transforma en una preciosa y grandiosa cocina en tonos azules que sigue a un comedor también grande en un vivo amarillo. Arriba se acondicionan habitaciones para las cuatro hijas de Alice Hoschede, antigua amante de Monet que en 1892, muertos el marido de ella y la primera esposa de él, se convertirá en su segunda mujer. Los dos hijos varones de ella y los dos del pintor duermen en la buhardilla. Con una familia tan amplia se entiende que la casa sea tan grande. Fue Monet en persona, muy implicado con las obras de su casa, quien decidió que la fachada fuera rosa y las persianas verdes. En aquella época lo normal era que la carpintería fuera de color gris pero al parecer al pintor no le importaba mucho lo que pensaran los demás. Instaló, además, una galería delante de la casa y una pérgola cubierta con rosales trepadores. También dejó que una viña virgen creciera en la fachada (y así continua). Lo que el pintor quería era que la vivienda se fundiera con el jardín y vaya si lo consiguió. La casa tiene tres entradas. La de la izquierda da acceso a los aposentos de Monet, su taller y arriba su dormitorio. La puerta central es la principal. A la derecha encontramos la entrada de servicio (hoy salida), que da a la cocina. La visita empieza por un pequeño salón donde Alice pasaba el tiempo acompañada de sus hijos. Las paredes son blancas con franjas azules, igual que los muebles, por decisión de Monet. Por todos lados (eso pasa en toda la casa) vemos estampas japonesas, que a él le apasionaban y que coleccionaba. El suelo es de baldosas de cemento, muy famosas en la época. Pasamos a la bodega donde se conservaban los alimentos. Destacan dos cajas para guardar los huevos del gallinero de la finca (la página web de la casa dice que caben 116). Unos muebles de bambú también eran la moda de la época. Bajando una escalera llegamos al taller de Monet, que luego fue salón fumador. Allí era donde recibía a marchantes o a coleccionistas. En las paredes vemos multitud de reproducciones de sus obras. Al parecer a Monet le gustaba conservar un cuadro de cada una de las etapas de su carrera. Hoy esos cuadros están en París. También vemos un busto que se le hizo en vida, cuando, pasados los 50 años, al fin alcanzó la fama. Volvemos a subir la escalera y luego otra más para llegar al dormitorio del pintor. Se trata de una habitación sencilla, con chimenea y una pequeña cama (aunque con unas vistas espectaculares a los jardines). Allí fue donde murió en diciembre de 1926. Destacan también la mesa de despacho y la cómoda del siglo XIX así como multitud de cuadros de artistas que habían pasado por una colonia de pintores impresionistas que se estableció en Giverny. Parece ser que a Monet le gustaba exponer en su habitación obras de sus amigos. Así pues podemos ver a Cezanne, Renoir, Pissarro, Boudin, Berthe Morisot, Manet, etc. La siguiente habitación, en tonos rosados, era la de Alice, segunda esposa de Monet. Lo normal en la época era que los matrimonios durmieran separados y que sus habitaciones se comunicaran a través de los aseos. La habitación de la señora es bonita, típicamente femenina por la abundancia de flores rosadas. Tiene una ventana que da a la calle desde la que Alice podía ver quién venía y vigilar a sus hijos. En lo alto de la escalera había una pequeña habitación para guardar la ropa. Bajamos de nuevo y llegamos al comedor, que a mí me encantó. En la época estaban de moda los tonos oscuros. Monet, en cambio, escogió un amarillo chillón pero alegre que contrasta con la vajilla de loza azul. Y por todos lados se siguen viendo las estampas japonesas. Seguidamente llegamos a la cocina, con azulejos de cerámica azul de Rouen por expreso deseo del pintor, que quería darle un contraste con el amarillo del comedor. Por todos lados se ven cazuelas de cobre. La impresión que deja la casa es que estás en la vivienda de una persona acomodada que vivía como quería pero que tenía buen gusto y que amaba el color. Por la puerta de la cocina volvemos al precioso jardín. Como ya dije, el jardín se divide en dos. Por un lado frente a la casa encontramos el Clos Normand. Cuando Monet se hizo cargo de la casa estaba todo lleno de árboles. Él los hace talar, dejando sólo dos tejos cerca de la casa a petición de Alice. Convierte entonces el terreno en un jardín lleno de flores de todos los colores, algunas reconocibles y sencillas y otras muy raras. Dicen que se gastaba muchísimo dinero en el jardín, siempre buscando especies nuevas y cuidándolo al extremo. En 1893 compró el terreno vecino, atravesado por un arroyo. Con la oposición de los campesinos de la zona, que tienen miedo de que envenene el agua al plantar especies exóticas, pero apoyado por la Prefectura, a quien ha convencido de que lo único que va a hacer es cultivar plantas que crecen normalmente a lo largo de los ríos y que son inofensivas, Monet manda excavar un estanque. Con posterioridad lo agrandó y lo convirtió en una especie de jardín japonés, de esos que aparecían en las estampas que tanto admiraba. Pone un puente japonés, un bosque de bambúes… y los famosos nenúfares. El artista no se limitó a crear su jardín sino que lo pintó muchas veces. Sólo el puente lo plasmó en sus obras 45 veces. El que ahora vemos no es el original porque estaba en muy mal estado. Una empresa de Vernon construyó uno igual. Pero la glicinia que lo cubre sí que la plantó Monet. Después de ver la casa seguimos toda la calle para llegar a la Iglesia de santa Radegonde, a unos 12 minutos caminando. En el cementerio no es complicado encontrar las tumbas de Monet y de su familia. A mitad de camino vemos también el Restaurante Baudy, antiguo hotel donde se instalaron los artistas de la llamada colonia de Giverny. A finales de la década de 1880 un pequeño grupo de pintores estadounidenses visitó la localidad para conocer a Monet aunque él nunca quiso convertirse en su maestro. Sí acabó siendo “suegro” de uno de ellos ya que una de sus hijastras se casó con el pintor Theodore Butler. En la misma calle podemos ver el sencillo ayuntamiento y la escuela del pueblo. En frente del ayuntamiento está el Museo de mecánica natural, colección privada de máquinas antiguas que se usaban en el campo. En Giverny encontramos también el Museo de los Impresionistas, que cuenta además con un bonito jardín. De regreso a Vernon dedicamos un tiempo a visitarlo puesto que tiene algunas cosas muy interesantes. Lo más destacable quizás sean las casas de entramado de madera de los siglos XIV y XV. La más bonita quizás sea la que alberga la oficina de turismo. Recibe el nombre de “Temps Jadis” (Tiempo remoto), data del siglo XV y tiene un bajorrelieve esculpido que representa la Anunciación. En la calle Potard se alza la Torre de los Archivos, torreón del antiguo castillo edificado por Felipe Augusto que acoge los archivos notariales y municipales de la villa desde el siglo XVIII. Vernon tiene un museo, el Alphonse-Georges Poulain, que alberga colecciones de arqueología, historia, pintura y dos lienzos de Monet. Destacable también es la Iglesia colegial de Notre Dame así como pasar al otro lado del río para ver el viejo molino sobre el Sena, con entramado de madera del siglo XVI. Comemos en un restaurante de un hotel. De primero cogemos foie gras micuit de pato con manzana que estaba delicioso. De segundo Javi escogió el magret de pato y yo” filet de boeuf” con patata y tomate gratinado y acompañado de ratatouille. De tercer plato nos trajeron un trío de quesos (Camembert y derivados). De postre escogimos una tarta Tatin con helado de caramelo y un “moyeux” de chocolate relleno de Nutella con helado de chocolate blanco. Nos costó todo 66 euros pero era espectacular. Una vez visto Vernon volvimos caminando a la estación de trenes para regresar a París. Por la tarde hicimos igual que la anterior, paseamos por París. Esta vez escogimos recorrer los Campos Elíseos hasta el Arco del Triunfo, un sitio que me trae malos recuerdos porque fue donde nos robaron la cámara de fotos en nuestra primera visita a París. Yo no soy muy amante de esa avenida, una calle llena de tiendas y restaurantes como puedes encontrar muchas en las principales ciudades del mundo. Creo que París tiene zonas mucho más interesantes. Sí que nos detuvimos a hacernos unas fotos con unos cochazos de lujo que tenían allí para que la gente, previo pago, los probara. Luego cogimos el metro y nos fuimos hasta Bir Hakim para ver (nuevamente) la Torre Eiffel. Ahora parece ser que han cambiado el sistema de acceso y se hace con horas determinadas (se acabó lo de hacer colas a los pies del amasijo de hierro). Lo que más me asombró en esta tercera visita fue descubrir que los alrededores están plagados de ratas, al estilo Ratatouille. Seguimos hasta el Campo de Marte y luego hasta uno de mis lugares favoritos de París, los Inválidos, aunque esta vez, debido a la norma autoimpuesta de no entrar en nada, no pude rendir mi homenaje al emperador Napoleón, enterrado en la cripta de la iglesia. Desde allí volvimos a coger el metro (lo bueno de París es que, aunque algunas de sus estaciones sean antiguas y tengan muchas escaleras, no hay punto de la ciudad que esté a más de 500 metros de una parada de metro) y nos fuimos hasta Montmatre. Subimos (con el mismo billete- y menos mal porque no tenía ganas de subir los 197 empinados escalones) hasta el Sacré Coeur y después de admirar las vistas (no, no se ve la Torre Eiffel), entramos en la basílica. Luego dimos un paseo por el barrio, bohemio y de artistas, aproveché para comprarme unas boinas de varios colores, que me encantan (y allí arriba están más baratas) y comimos una crèpe (completa, con jamón, huevo y queso). Índice del Diario: BRETAÑA, NORMANDÍA Y LOIRA (sin coche)
01: DÍA 1. BARCELONA- ZARAGOZA- SALIDA.
02: DÍA 2. RENNES- DINAN- RENNES
03: DÍA 3. RENNES- MONT ST.MICHEL- CANCALE- ST. MALO- RENNES
04: DÍA 4. RENNES- VITRÉ- FOUGÈRES- RENNES
05: DÍA 5. CAEN- PLAYAS DEL DESEMBARCO- CAEN
06: DÍA 6. CAEN- BAYEUX- DEAUVILLE- CAEN
07: DÍA 7. CAEN- ÉTRETAT- HONFLEUR- SIDRERÍA- CAEN
08: DÍA 8. CAEN- TOURS-SAUMUR-TOURS
09: DÍA 9. TOURS-BLOIS-LOCHES-TOURS
10: DÍA 10. TOURS-AZAY LE RIDAU-VILLANDRY-USSÉ.LANGEAIS-TOURS
11: DÍA 11. TOURS-AMBOISE- CHAUMONT SUR LOIRE-TOURS
12: DÍA 12. TOURS-CHINON- CHATEAU DE L’ISLETTE-TOURS
13: DÍA 13. TOURS-PARÍS-AUVERS SUR OISE- PARÍS
14: DÍA 14.PARÍS-GIVERNY- PARÍS
15: DÍA 15.PARÍS-CHARTRES- PARÍS
16: DÍA 16.PARÍS-ROUEN-PARÍS
17: DÍA 17.PARÍS-QUIMPER-LOCRONAN-QUIMPER
18: DÍA 18.QUIMPER-POINTE DU RAZ-QUIMPER-CONCARNEAU-PONT AVEN-QUIMPER
19: DÍA 19.QUIMPER-CAMARET SUR MER-PUNTA DE PEN HIR- QUIMPER
20: DÍA 20.QUIMPER-VANNES-MALESTROIT-ROCHEFORT EN TERRE- VANNES
21: DÍA 21. VANNES- GOLFO DE MORBIHAN-BELLE ILE EN MER- VANNES
22: DÍA 22. VANNES- CARNAC- VANNES
23: DÍA 23. NANTES- BARCELONA
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