Hoi An es una pequeña ciudad de 120000 habitantes en la costa central de Vietnam cuyo casco histórico ha sido declarado patrimonio de la humanidad por la Unesco. Es uno de los principales destinos turísticos del país y es famosa no sólo por sus edificios de madera perfectamente conservados y su famoso puente japonés, sino también por sus muchísimos sastres, su gastronomía y su río que se llena de farolillos encendidos por la noche.
Yo llegaba a Hoi An un par de días antes que mi marido, al menos en teoría. En la práctica, un corte en el suministro de gasolina en el aeropuerto de Auckland, desde donde salía mi vuelo a Danang, hizo que éste fuera cancelado y me tuvieran que recolocar en otra ruta distinta un día más tarde, con lo cual sólo tuve un día “de rodríguez” en Hoi An. Como nota curiosa, iba yo un poco preocupada porque iba a entrar al país en una fecha y por un aeropuerto distinto a lo que ponía mi e-visa, y pensaba que igual me ponían trabas. Nada de nada: el señor del control de pasaportes ni se inmutó, ni me preguntó, y casi ni me miró.
A Hoi An se llega por el aeropuerto de Danang, la cuarta ciudad más grande del país por detrás de Hanoi, HCMC y Haiphong. Es una ciudad que ha crecido muchísimo en los últimos años, y el trayecto entre Danang y Hoi An, de sólo 30 km, está poblado de resorts de lujo en construcción. Barajamos la opción de quedarme a dormir en Danang hasta que llegara mi marido para poder visitar su museo de escultura Cham, pero finalmente decidí irme directamente a Hoi An. El hotel que había reservado me ofrecía un taxi que me recogiera en el aeropuerto por $18, y como en un principio iba a llegar muy de noche y leyendo que $15 o $16 era lo mínimo que iba a pagar, lo acepté. Al final, con el cambio de vuelo, llegué de día y podría haber buscado otras opciones, pero tampoco quería complicarme. Los del hotel fueron muy amables cuando les expliqué que llegaría un día más tarde y que tenía que cancelar la primera noche, así que no me importó coger el transfer con ellos. Llegué al aeropuerto a primera hora de la tarde y allí estaban esperándome. Por cierto, al ir hacia la recogida de equipajes hay varios mostradores donde venden tarjetas SIM para tener datos en el móvil. Yo iba con idea de comprar una pero el vuelo había llegado tarde y lo único que quería era llegar al hotel, así que lo dejé para más tarde. El conductor del hotel me recogió y llevó al coche, y el tipo no hablaba ni papa de inglés. Eso se convertiría en una constante durante el viaje: la comunicación por signos y con mucha imaginación y paciencia. Tardamos casi una hora en llegar al hotel, porque el tráfico estaba fatal, y así tuve mi primer contacto con la conducción vietnamita: motos por todas partes, pitos y locura. Pero una locura con un poco de orden; es algo curioso de ver. En los primeros 10 minutos en el coche ya había visto a gente en moto que (1) hablaba por teléfono, (2) escribía algo en el móvil, (3) llevaba a toda la familia detrás, mamá papá y los tres hijos, y (4) llevaba un congelador atado con pulpos. Todo un espectáculo.
Llegamos al hotel y la primera impresión fue muy buena: habitación moderna y limpia, tranquilo, con piscina y personal muy amable. Me dijeron que podía coger una de las bicis para ir al centro, que eran menos de 10 minutos en llano, así que después de dejar las cosas y darme una ducha me fui a explorar. El paseo hasta el centro es agradable y no se hace largo.
Noche en Hoi An
Aparqué la bici junto al río y me di un paseo por el centro. Me sorprendió la cantidad de gente que había: sabía que era muy turístico pero no me esperaba que casi no se pudiera andar por algunas calles. La ciudad va despertando según va cayendo el sol y el calor amaina, y por la noche tiene una iluminación preciosa. Una de las tradiciones más famosas es la de los farolillos de papel con una vela encendida dentro que puedes comprar para poner en el agua del río y ver cómo se alejan flotando. Muy bonito, sí, pero digo yo… qué pasa con todos esos farolillos? Dónde acaban? Porque es una cantidad interesante de basura…
Estaba bastante cansada así que busqué sitio para cenar en el famoso restaurante Morning Glory, tan recomendado en el foro y en tripadvisor, y probé los deliciosos White Rose (una especie de dumplings de gambas, especialidad de Hoi An) con una botella grande de agua por 125,000D. Algo caro, pero era el primer día y tenía buenas referencias del sitio. Después de cenar aproveché para comprar la SIM que no había comprado en el aeropuerto. Compré una de Viettel con 7 Gb de datos con 4G (ojo, no tenía llamadas y ni siquiera número de teléfono asignado para poder recibirlas, simplemente datos) por 145,000D. Creo que en el aeropuerto eran más baratas... y además me costó bastante encontrar un sitio donde vendieran tarjetas, sólo encontraba para recargarlas. Yo recomendaría mirarlo al llegar en el aeropuerto.
Vuelta al hotel y a dormir, que había sido un día largo.