Un nuevo día en el que además tocaba levantarse muy temprano. A las 7:00 ya estábamos todos arriba, reconfortados después de la paliza del día anterior. Llegaba el momento de cumplir el sueño de Emma, ¡¡había que ir al Coliseo!!. Teníamos visita guiada a las 11:00 y antes queríamos ver el Foro Romano, con lo que íbamos a intentar llegar a él lo antes posible (abría a las 8:30).
Salíamos del apartamento sobre las 8:00 y enseguida estábamos montados en el bus 64 que nos dejaría en Piazza Venezia. Desde allí, en poco más de 10 minutos andando estaríamos en la puerta del Foro Romano. Tras validar nuestras entradas sin problemas accedimos al recinto, pero al poco tiempo de estar allí vimos que para disfrutar la visita necesitaríamos unas guías, por lo que volvimos a la entrada a por ellas (cogimos 3 para los 5, ya que se oían bastante bien y no era necesario llevar una persona). Ahí nos dispersamos, quedando en que nos veríamos sobre las 10:15 en la salida para ir al Coliseo. Pudimos disfrutar, sobre todo en la primera media hora aproximadamente, de una visita sin una sola persona más que nosotros, y fue una experiencia increíble. Conforme iba avanzando la mañana iban llegando más visitantes, lo que le quitaba ese encanto inicial, pero es una gozada el pasear por este lugar y en recrear en tu cabeza como tuvo que ser en los tiempos romanos. Nosotros optamos por empezar por la parte Oeste, acabando en la parte oriental, donde están los resto del templo de Venus y unas buenas vistas del Coliseo. Mi hermana y mi cuñado llegaron incluso a subir al Palatino desde el Foro (algo que nosotros haríamos luego y que nos costó algún problemilla). No voy a desgranar cada uno de los puntos de interés del foro, pero un solo consejo, escuchad la audioguía e intentar abstraeros lo más posible para imaginaros unos 2000 años atrás en ese mismo lugar. Las sensaciones son increíbles.
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El foro Romano, todo para nosotros
El foro Romano, todo para nosotros
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Domus de las Vírgenes Vestales en el Foro
Domus de las Vírgenes Vestales en el Foro
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Vista del Coliseo desde la parte más oriental del Foro
Vista del Coliseo desde la parte más oriental del Foro
Eran las 10:20 y ya estábamos en la zona del Coliseo (con el propocional aumento de emoción de Emma). Pasamos un momento a la parada de metro a coger algunos tickets para luego usarlos en el tranvía y fuimos a buscar nuestra entrada. En los alrededores del Coliseo hay bastantes encargados que te ayudan a guiarte a donde empiezan las filas. En nuestro caso, como teníamos entrada y visita guiada, nos pusieron en una fila separada del resto (y donde además no había nadie), por lo que pasamos rapidísimo. Enseguida llegamos a unas taquillas donde canjeamos el bono de la visita guiada y donde nos preguntaron si la niña llevaba entrada. Al decirle que no, nos dieron una solo para ella, mientras que los demás, usamos en los tornos las entradas que ya llevábamos de casa. A las 10:50 ya estábamos en la cruz, el punto donde empieza la visita guiada. Nos tocó un guía, Gonzalo (no estoy seguro del nombre al 100%), que nos hizo muy amena la visita con explicaciones detalladas y curiosidades muy interesantes (incluso para Emma, que se enteró de bastantes cosas que luego preguntaba sin parar). Nuestra visita empezó en la parte central del Coliseo, para luego ir por los subterraneos y terminar en el 3º anillo. Justo en la semana en la que nosotros fuimos ya se podía acceder al belvedere, pero nosotros decidimos no hacerlo y dejarlo para otra ocasión.
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Primera parte de la visita guiada
Primera parte de la visita guiada
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Vistas desde el tercer anillo, donde finaliza la visita guiada
Vistas desde el tercer anillo, donde finaliza la visita guiada
A las 12:40 salíamos del recinto del Coliseo y propusimos ir a ver el Palatino. Como el resto del grupo prefirió tomar un refrigerio antes de comer ante el cansancio acumulado, solo fuimos mi mujer y yo al monte donde se fundó Roma. Tras una breve para en el Arco de Constantino, al llegar a la entrada de la vía San Gregorio nos dijeron que aunque la entrada general es para Foro / Coliseo y Palatino, no se puede salir y entrar en el mismo día del recinto Foro/Palatino (tienen que ser días diferentes). Sin embargo, hablando con lo chicos de la puerta y explicándole que habíamos ido al Coliseo a la visita guiada y que no queríamos quedarnos sin ver el Palatino pese a haber estado en el foro esta mañana, nos dejaron pasar sin más problemas. Eso si, si llegan a ser estrictos, no nos hubiesen dejado (es una situación a tener en cuenta).
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Detalle del Arco de Constantino
Detalle del Arco de Constantino
En el Palatino dimos un paseo no muy grande, sin llegar a profundizar mucho en él, ya que el hecho de tener al resto del grupo esperando no tenía algo intranquilos. Lo que vimos fue lo justo para hacernos una idea de como era el monte en la antigüedad y ver el Circo Massimo desde la zona del Domus Flavia. Nos quedamos con ganas de más, la verdad.
Ya se nos había echado la hora de comer encima, por lo que decidimos probar en el sitio que teníamos apuntado, la Trattoria Luzzi Al Coliseo. Teníamos algunas opiniones muy buenas y otras no tan buenas. En nuestro caso, fue una muy buena experiencia, más que recomendable (reseña).
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¡¡La deliciosa lasagna del Luzzi!!
¡¡La deliciosa lasagna del Luzzi!!
Tras la buena comida, desandamos nuestro camino hasta llegar a la parada de tranvía del Colosseo/Salvi, donde cogimos el de la línea número 3, que tras cuatro paradas nos dejó en Porta San Giovanni. Enseguida entramos en la basílica más antigua de Roma y Catedral de la ciudad, que forma parte del Patrimonio de la Humanidad y que tiene la curiosidad de que no pertenece al estado italiano, si no al Vaticano (pese a estar fuera de sus fronteras). Además de las puertas de bronce de la entrada (llevadas allí desde el foro romano), lo más impresionante de la catedral son sin duda las imponentes estatuas de los 12 apostoles de su interior. Además, en esta basílica son varios los papas que se encuentran allí enterrados.
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San Giovanni In Laterano, catedral de Roma
San Giovanni In Laterano, catedral de Roma
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Una de las estatuas de los apostoles, en este caso, de Mateo
Una de las estatuas de los apostoles, en este caso, de Mateo
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Una de las estancias de la basílica
Una de las estancias de la basílica
Tras estar un rato sentados dentro de la basílica, nos dirigimos a la Scala Santa, que está justo al lado. Ahí, no subimos por la propia escalera (solo se puede subir de rodillas), si no por la de la derecha (hay una a cada lado para subir arriba, pero la parte izquierda estaba en obras). En la parte superior pudimos ver el Sancta Santorum (desde fuera, porque no permiten la entrada) donde en teoría (muy en teoria, diría yo) hay una colección de reliquias muy importante.
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Gente subiendo de rodillas la Scala Santa
Gente subiendo de rodillas la Scala Santa
Utilizando el mismo billete que para el tranvía (recordad que un mismo billete en Roma vale para 90 minutos de trayecto excepto si viajas más de una vez en metro) nos fuimos a la parada de metro de San Giovanni, donde cogimos la línea naranja en dirección a Battistini. Nos bajamos dos estaciones más adelante, en Vittorio Emanuele, desde donde fuimos andando (parando en un estanco para comprar más billetes de transporte público) hasta la basílica de Santa María Maggiore, otra de las basílicas papales de Roma, conocida, entre otras cosas por tener el campanario más alto de Roma. En ella además se encuentra, parcialmente incorrupto, el cuerpo del Papa Pio V(parcialmente porque su cara está tapada con una máscara al no estar en buen estado). Además en esta basilica vimos las reliquias del pesebre de Jesús frente a la imponente talla del papa Pio IX arrodillado.
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Reliquia del pesebre de Jesús
Reliquia del pesebre de Jesús
Con el cansancio aumentando y la noche echándose encima, sobre las 17:30 llegamos a la Piazza Repubblica y en ella pasamos a la basílica de Santa María Degli Angeli e dei Martiri, la famosa iglesia empotrada en las Termas de Diocleciano. Ahí, por primera vez en mi vida, sentí una mezcla de miedo e inquietud dentro de una iglesia. La casi absoluta falta de luz artificial hacía que el enorme templo quedase en penumbras, dando una sensación que no se me olvidará en mucho tiempo. Por esta falta de luz, no pudimos ver la Meridiana Solar de Bianchini, pero hizo que la experiencia fuese increíble.
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Interior de Santa María Degli Angeli e dei Martiri
Interior de Santa María Degli Angeli e dei Martiri
Al salir, nos planteamos qué íbamos a hacer, porque estaba empezando a llover de nuevo, estábamos muy cansados de otro día agotador y según el plan nos quedaban por ver la Iglesia de Santa Maria Della Vittoria, Piazza Barberini y terminar el día con el museo y la cripta de los Hermanos Capuchinos. Dado lo anterior y que se nos estaba haciendo tarde, decidimos hacer únicamente la primera de esas tres cosas. Fuimos andando hasta la puerta de la iglesia y una vez dentro, nos dirigimos a ver el mayor punto de interés de la misma, la famosa imagen del Éxtasis de Santa Teresa de Bernini, considerada una de las obras maestras del artista italiano. Fue algo que me dejé por ver en mi primer viaje a Roma y la verdad es que la talla es espectacular (aunque me la esperaba más grande en cuanto a tamaño). Realmente, parece hasta inconcebible que la talla esté hecha en mármol, en especial, por la parte del vestido de Santa Teresa (y como parece que levita en el aire).
Una vez fuera de la iglesia, y ante la lluvia cada vez más insistente, decidimos coger el primer bus que nos dejase cerca del apartamento. No tuvimos que andar mucho, ya que apenas a 100 metros por la Via Senti Settembre, estaba la parada del bus 62, uno de los que paraba en C.so Vittorio Emanuele/tassoni. Sobre las 18:40 estábamos entrando en el apartamento, donde de nuevo volvimos a repetir la liturgia del día anterior. Tras un periodo de descanso, duchas y preparación, salimos a cenar algo cerca del apartamento. Aunque no pensábamos repetir pizza, pasamos por delante de Da Baffetto y no había cola, por lo que nos animamos a entrar. Aun así, sin cola, tuvimos que esperar a que una mesa se quedase libre (si no queríamos cenar fuera, sin que el tiempo acompañase). En unos 10 minutos nos pasaron a una de las mesas del piso superior y la espera valío la pena, ya que probamos unas de las mejores pizzas de Roma (y con una fama más que bien ganada). Podéis ver la reseña completa aquí.
Tras la excelente cena, de nuevo repetimos helados en el Frigidarium para despedirnos, ya que al día siguiente se acababa nuestra pequeña aventura en Roma.