A las 9 de la mañana nos recogió una furgoneta de Cat Ba Ventures en el hotel y nos llevó a la oficina, donde pagamos el resto del crucero y pudimos dejar las mochilas grandes hasta el día siguiente, para no tener que cargar con ellas en el barco. Cuando estábamos todos, nos volvieron a montar en la furgoneta y nos llevaron a un muelle distinto al del hydrofoil. Desde este otro muelle (Ben Beo) deben salir todos los barcos a Lan Ha Bay porque había muchos y con bastante movimiento. Nos explicaron que durante el día usaríamos un barco más pequeño y que a las 5 nos pasarían al barco donde dormiríamos y pasaríamos la mañana del día siguiente. Éramos en total 10 personas: dos parejas americanas (en una de ellas, él vivía en Mongolia y ella en China), una de Rumanía, una de Alemania (pero ella era hija de emigrantes vietnamitas), y nosotros (españoles viviendo en Nueva Zelanda). Como veis, una buena mezcla multicultural que dio para buenas conversaciones durante la cena!
Lan Ha Bay
El día empezó muy nublado y al poco de dejar atrás el puerto y el pueblo flotante que vimos el día anterior desde lo alto del Cannon Fort se puso a diluviar. Pero diluviar de verdad. Yo ya estaba temiéndome lo peor, dos días encerrados en un barco sin parar de llover, pero igual que empezó, paró: de golpe. El barco no era muy grande pero como no éramos muchos resultaba suficientemente cómodo, y al ser pequeñito podía meterse por zonas más estrechas y era bastante rápido. La primera parada del día fue para darnos un baño, y aunque ya había parado de llover todavía estaba el cielo muy plomizo. Casi todos nos dimos un remojón porque hacía mucho calor, y pudimos saltar desde lo alto del barco (que tampoco era mucho). El agua estaba muy bien de temperatura, pero vimos alguna botella y otros plásticos flotando. Nada exagerado, pero ahí estaban. Había oído hablar de los problemas de contaminación en la zona, y es una pena que no lo cuiden más. A nadie le gusta bañarse entre botellas de plástico, y si la gente deja de ir a Halong Bay el turismo de Vietnam se va a llevar un palo gordo porque Halong es posiblemente la atracción número uno del país.
Después del chapuzón nos invitaron a entrar al barco a comer. Habían preparado una comida típica de varios platos (arroz, calamares, rollitos, verdura…) que no fue de estrella michelín pero estaba buena y era abundante. En el precio del crucero entraban la comida y la cena del primer día, y el desayuno y la comida del segundo, junto con agua, pero vendían cervezas, cafés y refrescos a precios razonables (30,000D la cerveza y 20,000D el café). El tiempo mejoró un poco mientras comíamos, y cuando volvimos a salir a cubierta ya asomaba el sol y empezaba a verse el cielo azul:
Lan Ha Bay
Después de un ratito de navegación llegamos a la siguiente parada del día: el primer kayak. Paramos junto a una plataforma flotante donde tenían varios kayaks preparados, que deben compartir entre varios barcos. Eran kayaks dobles y nos dieron chalecos salvavidas, una bolsa impermeable para meter lo que quisiéramos llevar encima, y un casco con linterna para cuando entráramos en las cuevas. Hicimos un recorrido de hora y media acompañados por el guía, que iba en su propio kayak, y nos metieron por varias lagunas a las que solo se puede acceder atravesando en kayak una cueva en la base de los islotes. Es una auténtica pasada, y además para entonces ya teníamos un sol brillante en el cielo. Algunas de las cuevas que se atraviesan son muy muy bajitas, y cuando te acercas piensas que ni de coña, pero luego al final pasas. Nos lo pasamos genial, y aunque nos cruzamos con otro grupo pequeño en sus kayaks, la sensación de que estás muy alejado de las zonas más turísticas de la bahía es brutal.
Kayakeando
La tercera parada del día era para darnos otro baño en una playa desierta, y nos dijeron que esa zona ya era más Halong Bay que Lan Ha Bay. Las playas que vimos eran minúsculas pero preciosas. El barco nos llevó a una pequeña laguna y se quedó en el centro, y teníamos dos playas para elegir. Ahí estuvimos un buen rato nadando (esta zona estaba muy limpia), disfrutando del agua y del calor. En ningún momento nos pareció que nos metieran prisa por volver al barco, lo cual era de agradecer.
Nadando hacia playas desiertas
Para terminar el día, otro rato de navegación entre los famosos monolitos para llegar al barco en el que pasaríamos la noche. Sobre las 5 de la tarde hicimos el cambio de barco, y era súper nuevo, amplio y cómodo. Cada habitación doble tenía su propio baño y aire acondicionado, y estaba infinitamente mejor de lo que yo me esperaba. Las zonas comunes también estaban muy bien, con tumbonas y sombrillas en cubierta y una mesa de comedor grande dentro para la cena.
Noche a bordo
Echamos el ancla en una zona tranquila, y nos dimos una buena ducha antes de ir a cenar. Desde cubierta se disfrutaba de paz y tranquilidad, con una luna casi llena y un par de barcos más en los alrededores. La cena fue sencilla pero muy rica y abundante: arroz, gambas, calamar, pescado, rollitos, verdura… Sin wifi ni datos en el móvil (no tuvimos cobertura en todo el crucero) y con lo cansados que estábamos, nos fuimos a la cama prontito. El colchón era bastante duro pero estábamos rendidos. Al rato empezó a diluviar, con rayos y truenos incluidos, y estuvimos un rato asomados a la ventana del camarote disfrutando del espectáculo. El día había superado nuestras expectativas y Lan Ha Bay ya nos parecía de lo mejor que habíamos visto en Vietnam!
Buenas noches