Y llegamos al primero de los puntos marcados en el recorrido, la cordillera de las Drakkensberg.
Cathedral Peak
En primer lugar, decidimos visitar la parte más al norte de esa cordillera y nos acercamos a Cathedral Peak, buscando algún lugar donde alojarse descubrimos el Dídima Camp, un “hotel” muy especial. Las habitaciones son una serie de cabañas de obra, construidas imitando el estilo original de los habitantes de la zona, diseminadas en un zona amplia y orientadas todas hacia la cordillera, con lo que desde la terraza exterior de la habitación, las vistas que se disfrutan son impresionantes. El precio de la habitación no es barato, aproximadamente unos 100 € la noche, pero la situación tan especial y las vistas merecen la pena.
Didima Camp
¿Y qué se puede hacer aquí? pues aparte de disfrutar del paisaje desde la terraza de la habitación tomando una cerveza, se pueden hacer un millar de excursiones y actividades varias, desde suaves treks de media hora hasta escalar el Cathedral Peak, con todos los niveles intermedios que se quiera.
Nosotros, el primer día, hicimos una caminata sencilla, hasta las cataratas Doreen Falls y al día siguiente, una algo más dura, empieza con una subida de un par de horas, bastante empinada, pero al final, tras unas tres horas y media de caminata llegas a Elands Cave.
Elands Cave
Elands Cave no es una cueva, sino un abrigo rocoso y lo que la hace especial, a parte de las vistas sobre los valles circundantes, es que este refugio se encuentra totalmente cubierto de pinturas rupestres realizadas por los bosquimanos. Es sencillamente impresionante estar ahí de pie, contemplando esas pinturas de entre 100 y 1000 años de antigüedad. No en vano, a esta cueva la llaman la capilla Sixtina del arte bosquimano.
Pinturas rupestres en Elands Cave
Comemos aquí sentados, mientras no podemos dejar de mirar las pinturas y después de un descanso, iniciamos el regreso hacia Dídima Camp, a un par de horas de caminata, bajando toda la cuesta que subimos al venir y donde nos esperan la terraza de la habitación y unas cuantas cervezas en la nevera.
Andando por las Drakkensberg
Después de un par de días de estar en esta parte de las montañas, nos dirigimos hacia nuestro próximo objetivo, subir el Sani Pass y entrar en Lesoto.
Salimos por la mañana de Dídima Camp, en dirección a Himeville donde tomamos la carretera que lleva hacia Sani Pass.
Nos quedamos a dormir justo donde termina la carretera y empieza el camino que sube hacia Sani pass, en el Mkomazana Mountain Cottages, donde por 70€ tenemos una villa para nosotros. Si bien el B&B no es ningún lugar lujoso si tiene una historia curiosa cuando menos. Sani Pass es el único paso entre Lesoto y Sudáfrica en la zona este del país, desde siempre, el comercio con Lesoto se había realizado desde la zona oeste, donde se encuentra Maseru, la capital, por el lado este, la cordillera es prácticamente inaccesible, o lo era hasta que a finales del siglo XIX, un par de ingleses con más ambición que conocimiento decidieron que ellos abrirían una ruta comercial a través del Sani Pass. Y así lo hicieron y consiguieron además hacer una fortuna.
Como necesitaban algún lugar donde ubicar las oficinas, almacenes, establos, etc. Decidieron construir estos a los pies del paso, y si, Mkomazana Mountain Cottages es el lugar donde se instalaron. Mucho después, cuando los medios de transporte fueron cambiando y con ellos la necesidad de usar el Sani Pass como camino hacia Lesoto dejó de ser tan importante comercialmente hablando, el lugar se convirtió en un refugio/albergue y aquí sigue hasta el día de hoy.
Sani Pass
A primera hora de la mañana, salimos de Mkomazana y nos dirigimos hacia el Sani Pass. Antes de iniciar el ascenso, hay que cruzar la frontera sudafricana. Entre otras cosas, te piden si vas a en un coche con tracción a las cuatro ruedas, en caso contrario, no podrás subir y la verdad, con un turismo normal no es nada fácil que puedas llegar hasta arriba, no solo por el estado más o menos bueno del camino, sino también por las pendientes que debes afrontar.
Una vez cruzas la frontera, aun sigues por unos kilómetros, subiendo muy suavemente por una de las laderas del valle, pero ya delante de ti ves las impresionantes paredes de piedra que limitan el territorio de Lesoto, la verdad es que son unas verdaderas murallas, totalmente inaccesibles de más de 100 metros de piedra totalmente vertical. Solo en el punto en que se encuentra Sani Pass parece accesible y mientras te vas acercando al pie de esas formidables murallas, empiezas a divisar los zig zags que el camino va haciendo para poder subir hasta allí.
Sani Pass
Cuando finalmente llegas al tramo final de la carretera, esos 4 o 5 Km de subida casi vertical, con curvas de 180 grados que se abren sobre el precipicio te das cuenta de que lo de prohibir subir a vehículos sin tracción integral no es ninguna estupidez, es más, de encontrar el camino embarrado o con nieve, lo que es yo, paso de subir por ese camino ni que sea en un todo terreno de los mejores, porque en alguna de esas curvas, un pequeño resbalón y tienes una caída de cien o doscientos metros, así que, en caso de no tener buenas condiciones en la pista, yo me pensaría lo de subir (o sobre todo, bajar) por ese camino.
Finalmente, llegamos a lo alto del paso, donde nos detenemos en el Sani Pass Lodge, un pequeño lodge y (según ellos mismos dicen) el Pub más alto de África. Tomamos un café allí y cruzamos la frontera de Lesoto, previo pago de un visado de tres euros por persona y vehículo. Y a partir de la frontera, te encuentras con una carretera perfectamente asfaltada que contrasta fuertemente con el camino que has pasado para subir hasta aquí por el lado sudafricano. Esta carretera, como ocurre a menudo en África, ha sido construida por chinos, según nos cuentan, pretenden poder sacar productos por esa carretera, ya que sería la ruta más directa desde Lesoto hasta el puerto de Durban, pero me parece que por el lado sudafricano, el interés en que se abra esa ruta, teniendo en cuenta la obra que sería necesaria para hacer transitable a camiones la bajada de Sani Pass, es prácticamente nulo, así que te encuentras con la paradoja de que la carretera hasta la frontera por el lado del país más “civilizado” es un camino solo apto para amantes de las emociones fuertes, mientras que por el lado del país “subdesarrollado” encuentras una carretera en perfectas condiciones.
Hemos llegado !!
En un paisaje casi lunar, con total falta de vegetación, vamos entrando en Lesoto, cruzamos algún que otro pequeño poblado, con sus típicas casas de barro con tejados de hojalata y correspondiendo a los saludos de los críos que vas encontrando y nos acercamos hasta la primera población “grande”, Mokhotlong.
Allí pasaremos unas horas, viendo el mercado, paseando por sus calles de tierra e incluso diciéndole a un policía que gracias, pero que no nos interesa comprar diamantes. Después de un par de horas deambulando por la ciudad, volvemos al coche y regresamos a Sani Pass, donde, después de cruzar de nuevo la frontera de Lesoto, nos detenemos a comer.
Mokhotlong, Lesoto
Si la subida de Sani Pass es “complicadilla”, la bajada es de quitar el hipo ya que ahora, ves perfectamente el precipicio por el que estas circulando, cosa que durante la subida no se aprecia tan bien.
Finalmente llegamos al final de la pendiente sin ningún incidente y volvemos a cruzar la frontera sudafricana
Descendiendo el Sani Pass
Seguimos el camino, pasamos por delante de B&B donde hemos pasado la noche y nos acercamos hasta Underberg, donde nos acomodamos en el Birches Cottage. Un lugar muy bonito, se trata de un par de casas preciosas, aunque eso sí, aisladas del pueblo y que nos lleva un buen rato encontrar. Finalmente y después de un par de llamadas telefónicas a sus propietarios, conseguimos llegar hasta ellas. De las dos casas, una es mayor (y más cara), nosotros hemos reservado la otra, la pequeña, pero dado que somos los únicos huéspedes, nos dan la casa grande, así que por 68 € disfrutamos de una tarde-noche de lo mas relajante en una casa para nosotros solos.