Día 9: Planet Baobab- Maun- Delta del Okavango
Llegaba otro de los momentos estrella del viaje: la acampada en pleno corazón del delta del Okavango, uno de los ecosistemas más fascinantes del planeta. La jornada que nos esperaba era resumidamente la siguiente: desde Planet Baobab nos trasladaríamos en el camión hasta Maun, la puerta de entrada al delta, donde después de hacer las últimas compras de provisiones nos embarcaríamos en lanchas rápidas en dirección a la zona de Chief’s Island. Allí nos esperaba nuestro campamento para pasar las dos siguientes noches, desde el cual realizaríamos safaris a pie combinados con paseos en mokoro para descubrir los rincones más insospechados del delta.
Hablemos un poco del delta del Okavango, aunque ya he dejado algo de información en una de las etapas introductorias que trata sobre los parques y reservas de Botswana. El delta del Okavango, Patrimonio Mundial por la Unesco, es uno de los lugares más fascinantes de África y sin duda merece una visita. El ritmo en el delta está marcado por la subida y bajada de las aguas, que sirve de hábitat a un gran número de animales que van cambiando a cada temporada. Es uno de los mayores deltas interiores del mundo, un paraíso acuático de canales, islas y rincones insospechados repletos de fauna. Sin duda es un imprescindible en cualquier itinerario por Botswana, junto con una visita a los vecinos Moremi y Chobe (aunque Moremi forma parte del delta, pero se suele diferenciar la zona inundada de la no inundada).
La mejor época para visitar el delta es de julio a septiembre u octubre, cuando el nivel del agua es alto y el tiempo seco. En época de lluvias los caminos pueden quedar inundados e impracticables, y hay que tener en cuenta que varios de los lodges cierran durante esa temporada.
Normalmente la puerta de entrada a esta zona es la localidad de Maun, donde se tienen más alternativas logísticas para organizar la visita. En Maun se pueden contratar tours de todo tipo por delta: desde excursiones de un día en mokoro, hasta estancias en lodges a los que tan solo se accede en avión, pasando por acampadas de un par de días parecidas a lo que hicimos nosotros, en grupo organizado (o en privado).
Mi recomendación es intentar pasar al menos una noche en alguna islita del delta, si pueden ser dos, mejor. Y en cuanto a la zona: el Delta Interior o Chief’s Island, si el presupuesto lo permite. También os recomendaría experimentar el delta en todas sus modalidades posibles: por tierra (safaris a pie), agua (recorridos en mokoro o lancha) y aire (vuelos escénicos o desplazamiento a algún lodge en avioneta). Muy importante verlos desde todas estas perspectivas para vivirlo al 100% (y dormir allí, los sonidos nocturnos del delta son inigualables).
Importante: en temporada alta es recomendable reservar el safari o estancia en el Delta con antelación para evitar perder tiempo buscando (o esperando un día que haya plaza) y para que salga más económico (a última hora muy probablemente os salga más caro y sin poder elegir bien).
Así que, con esa perspectiva tan prometedora, nos levantamos a las 4:30 de la madrugada para desayunar a las 5 en la zona de acampada junto al camión y salir por patas a las 6 en dirección a Maun. Por supuesto, a esa hora no había casi nadie por la carretera, que seguramente acababan de poner para nosotros. Fue una suerte que no hubiera coches, porque la carretera estaba llena de baches (en realidad más que baches parecían cráteres) y los vehículos iban haciendo eses para esquivarlos, invadiendo el carril contrario si era necesario .
De Planet Baobab hasta Maun tardamos tres horas y media, de 6 a 9:30 de la mañana. No sé si es un tiempo normal o el camión tuvo que ir excesivamente lento debido a los socavones, pero es lo que hay. Imagino que en coche se tardará bastante menos, porque tampoco son tantos kilómetros, pero la verdad es que había tramos bastante penosos . En teoría esta es la ruta:
Como decíamos, Maun es el principal punto de acceso al delta, y un importante centro turístico en Botswana (probablemente el más importante junto con Kasane). Allí podréis encontrar buenos alojamientos y es un buen lugar para pasar uno o dos días en alguno de los hoteles o campamentos que tienen miradores junto al río. Allí mismo se puede contratar un vuelo escénico sobre el delta o bien actividades de safari varias, desde excursiones de un día en mokoro hasta tours de varios días acampando o en lodges. En el caso de los vuelos, se pueden hacer en helicóptero o avioneta y es recomendable planearlo con tiempo porque puede ser difícil contactar con una empresa y conseguir plaza en un vuelo ese mismo día. Los precios de los vuelos dependen de la duración que tenga (45 min- 1 hora) y del número de pasajeros (tres, cinco o siete personas). En el caso del helicóptero los vuelos se hacen con las puertas abiertas, lo cual debe de ser espectacular.
Aparte de esto, no puedo contar mucho más sobre Maun porque nosotros únicamente estuvimos 45 min en un centro comercial comprando algunas bebidas para los días del delta, mientras la guía realizaba sus gestiones. Luego nos desplazamos unos 15 minutos más en camión hasta el embarcadero donde saldríamos en lancha (digo embarcadero por decir algo, en realidad era una lengua de tierra cubierta de césped junto al río ).
Nos despedimos de los chicos del camión, Sebh, Faray y Layton, un equipo fantástico y para quienes solo tengo buenas palabras , y nos repartimos entre dos lanchas rápidas. Esto es África, así que tardamos una media hora en cargarlo todo (equipajes, bebidas, provisiones…) y hacernos fotos varias de despedida con los chicos y con el camión. Sobre las 11 nos poníamos en marcha, remontando el río en dirección al corazón del delta.
Aprovecharé para comentar aquí algunos datos acerca del río que nos ocupa, el Okavango. Se trata de un largo río que nace en la meseta de Bié, en Angola, y recorre tres países a su paso: Angola, Namibia y Botswana. El Okavango serpentea por un recorrido de unos 1600 km, penetrando finalmente en una cuenca endorreica (esto son tecnicismos que yo no domino demasiado) en Botswana, donde se forma la extensa región aluvial conocida por todos como el delta del Okavango (aunque, como decimos, esta denominación no es correcta, ya que no se trata de un delta sino de una región aluvial). Su cuenca drena una superficie de más de 720.000 km2 y desemboca en una zona con un clima muy árido, de ahí su singularidad.
El ciclo del Okavango fluctúa de la siguiente manera: durante la época más seca del año en Botswana, la inundación generada por las lluvias caídas en las tierras altas de Angola meses atrás (en su temporada de lluvias) se extiende a través del delta llenando lagunas y canales, triplicando el área de humedales de la zona. De hecho la estación de las lluvias en el delta coincide con la de Angola, que tiene lugar entre octubre y abril y produce la crecida del río, que empieza a notarse en diciembre y tarda nueve meses en completarse debido a la escasa pendiente del río, unos 60 m en 450 km. Es así como en la temporada de máximo nivel de agua (que coincide con los meses de Julio a Septiembre) se genera un oasis de más de 12.000 km2 rebosantes de vida a orillas del desierto del Kalahari (motivo por el cual el Okavango también recibe el nombre de Río Perdido).
Este safari en lancha hasta nuestro destino en el delta, que nos llevó tres horas y media (de 11 a 14:30) fue una de las experiencias más interesantes del viaje. Pudimos apreciar los cambios en el paisaje, desde la zona más cercana a la civilización en Maun, hasta llegar al territorio más salvaje de Chief’s Island. Inicialmente en las orillas pudimos observar las terracitas de los lodges que dan al río, y animales domésticos pastando, principalmente caballos, burros y vacas:
También se pueden observar aves, como este tipo de pájaro llamado Garza Goliat (Goliath Heron en inglés), y algún cocodrilo:
Según se sigue subiendo, surcando los canales entre nenúfares y jacanas, el paisaje cambia y se vuelve más deshabitado, pudiendo avistar cebras, antílopes, alguna jirafa y elefantes bebiendo o comiendo hierba fresquita en la orilla:
Las lanchas trazaban sinuosas curvas en dirección a nuestro destino, aquí podéis ver la de nuestros compañeros (nosotros íbamos detrás en otra, lógicamente, no tenemos un "palo-selfi" tan largo ):
Y por fin llegaron nuestros primeros hipopótamos, no imaginábamos que los tendríamos de vecinos en el campamento y dormiríamos “acunados” por sus dulces berridos. Dicen que el hipopótamo es el animal que más muertes causa en África, aquí donde lo veis, pero imagino que debe de ser muy mala suerte toparse con uno de ellos, ya que en principio si no te interpones en su camino no suele haber ningún problema. Yo los encuentro muy bonicos, aunque aquí no se puede apreciar:
Algunos de los antílopes que más vimos durante el trayecto son los llamados Red Lechwe, al parecer bastante comunes en la zona. Son parecidos a los impalas, pero más robustos y gruesos, con unas potentes patas traseras. Los machos tienen cuernos de hasta 70 cm y pueden llegar a pesar 100 kilazos (los impalas se suelen quedar en 50, la mitad):
El delta, evidentemente, es muy rico en aves, pero es difícil conseguir buenas capturas fotográficas ya que tienen la manía de ponerse a volar , así que no tengo demasiadas fotos que hagan justicia a la realidad. Aquí tenemos un águila pescadora, que es de las pocas que mi fotógrafo particular pudo inmortalizar:
Todo esto puede parecer poca cosa, pero nada más lejos de la realidad: fueron tres horas y media de no parar, disfrutando del paisaje y los animales. No acabábamos de ver a un bicho y aparecía otro, aunque yo aquí me he limitado a poner las mejores fotos para no ser una pesada, pero lo que es elefantes, y antílopes vimos un montón, y también bastantes hipopótamos.
La variedad de canales es también impresionante: hay algunos muy estrechos, rodeados de altas cañas, y otros más anchos bordeados de hierba. También abundan los nenúfares y nos dimos cuenta de que en algunas zonas el fondo del río se veía rojo (debido a las algas que había en el lecho, imagino), aunque el agua era cristalina de lo transparente y limpia que estaba. La vida a ritmo de delta:
Hacia el final del trayecto conseguimos ver hipopótamos con el cuerpo bastante fuera del agua, no es tan fácil conseguirlo durante el día porque su piel es muy sensible al sol y por eso tienden a estar sumergidos la mayor parte del tiempo (salen de noche a tierra firme a comer, aunque aquí no era necesario que salieran porque la hierba llega hasta el mismo canal):
La profundidad en toda esta zona es de 1- 2 m, así que los conductores de la lancha tenían que estar muy al caso para no embarrancar. Por fin llegamos a nuestro campamento y desembarcamos:
Aquí estaba nuestro flamante campamento, y debo decir que éste fue de los pocos chascos que me llevé durante el viaje, ya que yo estaba convencida de que teníamos baño privado en la misma tienda… y sí, sí que lo teníamos, pero el acceso era desde fuera . Mi gozo en un pozo… precisamente lo que interesaba era poder acceder al baño en plena noche desde dentro de la tienda, pero mira por donde no iba a poder ser… el baño era como una lona anexa a cada tienda y la puerta estaba fuera, en un lateral . En fin, pasada la sorpresa inicial, uno se adapta a lo que hay y listos (debo decir que yo soy de las que duerme 8 o 9 horas del tirón, así que no esperaba problemas en ese aspecto ).
Nos distribuyeron en las tiendas y tras instalarnos comimos sobre las 3 de la tarde, aunque aguantamos divinamente hasta esa hora porque habíamos hecho un aperitivo en las lanchas, en compañía de los elefantes. La comida nos supo a gloria: tortilla de patatas (detallazo de despedida de Faray, que la hizo el día anterior… vaya hinchón de pelar patatas se debían pegar, entre eso y las patatas fritas de la cena ), ensalada y fruta.
De 16 a 17:30 hicimos nuestro primer safari a pie por la zona que rodeaba el campamento, guiados por uno de los chicos del equipo del delta, llamado Walter (muy majo y muy tranquilete, por cierto ). Aquí lo único que vimos fueron elefantes y babuinos, pero teniendo en cuenta que íbamos a patita, igual mejor así.
Elefante jugando al escondite, pensaba que no lo veríamos
Babuino meditando
En mitad del paseo oímos un ruido: al parecer, un elefante había entrado en un campamento vecino (algo más arriba del nuestro estaba el campamento de los chicos de la Ruta del Okavango, aunque no llegamos ni a vernos) y habían tenido que echarlo, con lo cual el bichejo estaba de un mal humor impresionante…
"Mr. Happy" tras haber sido expulsado del campamento vecino
Aquí el susodicho, tuvimos que quedarnos inmóviles y en silencio absoluto durante un buen rato antes de salir por patas, porque estaba muy, muy mosqueado. Parece relajadito y todo, dándose un baño “checo”, pero las apariencias engañan :
En este safari, a falta de animales (excepto monos y elefantes, que había varios rondando el campamento todo el rato), nos dieron detalladas explicaciones sobre los termiteros y también acerca de los excrementos de distintos animales. El tema de las cacas es todo un mundo, no voy a entrar en muchos detalles porque ya os los darán si hacéis el viaje, junto con ejemplos que encontraréis sobre el terreno. Pero, por poner un caso concreto: las cacas de jirafa hembra son diferentes de las de jirafa macho. En ambos casos son una especie de bolas más pequeñas de lo que uno esperaría dada la gran envergadura del bicho en sí, pero en el caso de los machos están cortadas por dos extremos (serían como un cilindro pequeño), mientras que las de hembra tienen un lado recto y otro redondeado (serían algo así como una bala con la punta poco afilada). Esto es debido a que las hembras son más pequeñas y tienen menos fuerza en los músculos (al parecer en todos los músculos, incluyendo el de apretar). Fascinante, ¿verdad?
Todo esto, que os parecerá una tontería y posiblemente os importa tres pepinos, nos vino muy bien porque sacamos una conclusión bastante clara y aplicable al resto de la ruta: cuando los guías locales te empiezan a hablar de plantas, termiteros y cacas, es que poca cosa vas a ver en cuanto a animales. Cuando no te dicen nada sobre las hierbas y el sistema digestivo de los bichos, es que algo flipante te espera. Puede que fuera casualidad o no, pero en nuestro caso se cumplió al 100%. Llegó un punto que yo era empezar a oír hablar de mierdas y ya perdía completamente la fe…
Ese día, con el madrugón y todo, yo estaba ya bastante cansada y no muy receptiva a las explicaciones escatológicas de Walter, pero finalizamos el recorrido frente al río, donde estaban aparcados los mekoro (mekoro es el plural de "mokoro") que utilizaríamos al día siguiente. Un mokoro es la típica canoa que se utiliza para recorrer el delta mediante el empuje con una pértiga (pole) que controla el llamado “poler” (pertiguero, parecido a los gondoleros de Venecia, pero en el Okavango, sin con pértiga en vez de remo y sin jersey a rayas ). En cada mokoro suelen ir dos personas (o sea, dos guiris) y el poler. Antiguamente los mekoro se construían a partir del tronco único de un árbol (uno de los más usados era la marula, un árbol de tamaño medio a grande que puede alcanzar los 18 m de altura). Actualmente, en cambio, los mekoro son de fibra de vidrio, ya que debido al aumento del turismo hay necesidad de muchos de ellos y se tarda demasiado en fabricarlos según el procedimiento clásico en madera. Esta foto de mekoro la habíamos hecho al llegar al campamento, pero para que los veáis con más luz:
Así que sobre las 17:45 estábamos junto al río, dispuestos a disfrutar de un fabuloso atardecer sobre las calmadas aguas del delta (en mi imaginación, atestadas de hipopótamos y cocodrilos muertos de hambre).
Aquí hubo una sorpresita que no desvelaré, pero decir que se me quitó de golpe todo el cansancio acumulado.
Tras la maravillosa puesta de sol, nos duchamos en las básicas pero útiles y perfectamente funcionales duchas que teníamos por pareja. El mecanismo era el siguiente: los chicos del campamento calentaban agua y rellenaban el recipiente (era como un depósito de lona) que había en la parte trasera de cada tienda. Este depósito tenía acoplada una alcachofa de ducha de plástico que se podía abrir y cerrar a voluntad, así que ningún problema. En cada depósito había agua suficiente para ducharse tranquilamente dos personas (sin tirarse media hora, pero sin escatimar en la eliminación de roña africana de nuestros cuerpos). Por supuesto imprescindible llevar chanclas de ducha, aunque en medio minuto tendréis de nuevo los pies llenos de arena cuando volváis de regreso hacia la tienda.
A las 19 y tras una jornada interminable llegó la cena: sopa de tomate de primero, verduras y arroz (para los carnívoros también había algo de carne). De postre, pastel de chocolate que había preparado la cocinera del campamento con los rudimentarios medios de que disponía. Esta cocinera era una maravilla, ya os lo digo, nos cebó como a gorrinos y estaba todo delicioso.
Ese día también hubo charla frente a la hoguera, pese al cansancio, y sobre las 21:30 nos retiramos a descansar con el dulce sonido de fondo de los hipopótamos berreando como si no hubiera un mañana (parecía que los teníamos al lado, pero supongo que en realidad no estaban tan cerca). Al día siguiente nos esperaba una maravillosa jornada explorando el delta a ritmo de mokoro y a pie.