En Newport, nos alojamos en el Sea Whale Motel. Un Motel con mucho encanto, situado cerca de la playa, pero algo lejos de la parte más turística de Newport.
Dimos un paseo por la playa y nos acercamos al Cliffwalk. Es un paseo muy bonito por unos acantilados donde están las mansiones más espectaculares, pero la mayor parte de ellas están protegidas para que no se puedan ver desde este paseo. Hicimos el recorrido entero, pero creo si lo volviera a repetir, iría a una de las mansiones (The Breakers) y desde allí daría un paseo de 10 o 15 minutos.
Por el Cliffwalk pasamos por la universidad de Newport.

Finalmente, llegamos a la mansión de The Breakers. Compramos una entrada que nos permitía visitar esta mansión y otra, y la verdad es que fue un acierto. Tienen una audioguía en castellano, que te explica todos los detalles de la casa, y te da la sensación de estar viviendo al principio del siglo XX rodeado de lujos por todos los sitios. La otra mansión que visitamos fue The Elms, que también nos gustó mucho.


Dando un paseo por Newport, pasamos por el museo de tenis, y aunque no entramos a visitarlo, el sitio donde estaba tenía mucho encanto.

Finalmente, nos fuimos a dormir a New Haven pasando antes por Mystic. El problema en Mystic era que llegamos muy tarde y ya estaba cerrado el museo, pero el puente que se levanta cada vez que pasa un barco era interesante.
Por cierto, en New Haven nos fuimos a una pizzería llamada Frank Pepe, con el premio a la mejor Pizza de Estados Unidos o algo parecido, y ciertamente las pizzas eran espectaculares.
Al día siguiente, apareció lloviendo así que el paseo por la universidad de Yale estuvo un poco deslucido. Además, todavía no había empezado el curso así que solo había turistas orientales y nosotros. Por cierto, la tienda de recuerdos de Yale tenía unos precios prohibitivos, así que no compramos nada.
De todas formas, pudimos entrar en la biblioteca y en algún otro edificio, y a mi, me gustó mucho más que la universidad de Harvard que visitamos unos días después.


Al final, cogimos el coche y rumbo a New York que los chicos tenían ganas, y en New Haven no hacíamos nada lloviendo