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No tuvimos que madrugar porque nuestro vuelo salía del aeropuerto de Loiu (Bizkaia) a media mañana y ya teníamos todo el equipaje listo. Nos levantamos prontito para prepararnos tranquilamente y esperamos a que nos recogiesen los padres de Anna para llevarnos al aeropuerto. En la calle, 17°C y cielo nublado.
Apenas nos encontramos con tráfico, a pesar de las obras en la autovía, y para las 9:30 estábamos ya en la terminal. Una comprobación rápida en las pantallas para confirmar que el vuelo saldría a la hora prevista.
Apenas nos encontramos con tráfico, a pesar de las obras en la autovía, y para las 9:30 estábamos ya en la terminal. Una comprobación rápida en las pantallas para confirmar que el vuelo saldría a la hora prevista.
Nada más abrir los mostradores de facturación, validamos las tarjetas de embarque que habíamos sacado previamente con la App de British Airways y facturamos las maletas. Tenemos por costumbre llevarlas pesadas de casa así que no solemos tener sorpresas en ese sentido. Nos fuimos a desayunar para hacer un poco de tiempo. Unos cafés y unos croissants para 4 por 18,85€.
Sobre las 11h15 nos llamaron para embarcar, así que tras despedimos de la familia nos dispusimos a pasar el control de seguridad. Sabemos que los dispositivos electrónicos hay que sacarlos siempre, así que el portátil y el iPad, los llevábamos ya fuera del trolley. Pero nos hicieron sacar también todos los cargadores y demás… así que aquello más bien parecía un mercadillo de electrónica, jejeje. Nos salvamos de tener que vaciar la mochila de la cámara, porque vieron que iba todo compartimentado y ordenado. Sabemos que es un poco lío pero lo entendemos así que intentamos no entrar al control con el tiempo justo.
Una vez pasado el control sin ningún contratiempo, dentro ya del dutty free, compramos algo de comida y bebida. Al llegar a Londres, no queríamos perder tiempo antes de ir a recoger el coche de alquiler. Unos sándwiches y agua por 10,65€.
Tras pasar el control de pasaportes, pudimos ver a través de la cristalera, que ya nos estaba esperando el Airbus A-320 que nos iba a llegar hasta tierras inglesas.
La verdad es que el embarque lo hicimos bastante rápido y ordenado (nos fueron llamando según el número de asiento que teníamos reservado), así que a las 12h ya estábamos listos para despegar. Nos sorprendió ver que el vuelo no iba ni mucho menos lleno. De hecho, nosotros tuvimos la suerte de no tener compañero/a de viaje, así que fuimos un poco más cómodos.
Una vez pasado el control sin ningún contratiempo, dentro ya del dutty free, compramos algo de comida y bebida. Al llegar a Londres, no queríamos perder tiempo antes de ir a recoger el coche de alquiler. Unos sándwiches y agua por 10,65€.
Tras pasar el control de pasaportes, pudimos ver a través de la cristalera, que ya nos estaba esperando el Airbus A-320 que nos iba a llegar hasta tierras inglesas.
La verdad es que el embarque lo hicimos bastante rápido y ordenado (nos fueron llamando según el número de asiento que teníamos reservado), así que a las 12h ya estábamos listos para despegar. Nos sorprendió ver que el vuelo no iba ni mucho menos lleno. De hecho, nosotros tuvimos la suerte de no tener compañero/a de viaje, así que fuimos un poco más cómodos.
Mientras recorríamos el camino hacia la pista de despegue, nos pusieron el video de seguridad. Al igual que en Delta Airlines, en vez de ser los asistentes de vuelo quienes dan las instrucciones de seguridad, ponen un gracioso video en las pantallas del avión.
A la hora prevista, enfilamos la pista de despegue y al de unos pocos minutos fuimos dejando atrás lugares conocidos: el Parque Tecnológico, lugar donde trabajo, la Central Nuclear de Lemóniz. (Nunca llegó a ponerse en funcionamiento gracias a la presión popular).
Tras algo menos de dos horas de vuelo tranquilo, dejamos atrás el océano atlántico y el Canal de la Mancha y empezamos a sobrevolar Inglaterra. Los asistentes de vuelo repartieron unos formularios de inmigración. A pesar de ser ciudadanos europeos, lo rellenamos y lo tuvimos preparado por si nos lo pedían. Como imaginábamos, nadie nos lo pidió y nos lo acabamos llevando para casa.
Desde el aire distinguimos el Castillo de Windsor, residencia de la Familia Real Británica. La vista aérea te da una idea de las dimensiones del castillo.
Caímos en la cuenta de que estábamos dando vueltas sin terminar de aterrizar. Tras unos 10’ (podéis ver en el mapa el recorrido que hicimos), aterrizamos en el aeropuerto de Heathrow con un cielo bastante plomizo pero, cruzamos dedos, sin lluvia.
Aprovechando habíamos llevado los pasaportes, pasamos el control de seguridad a través de las máquinas automáticas. Y el proceso, la verdad, es que fue muy ágil.
Tras recoger las maletas, aprovechamos que pasamos junto a un Marks & Spencer para comprar una coca cola y unos scones (panecillos típicos escoceses) £3,80 (4,48€).
Acto seguido nos fuimos a buscar el autobús que nos tenía que llevar a la empresa de alquiler de coches Easirent. Sabíamos que el autobús salía de la terminal 3, pero nos liamos y andando, andando, acabamos en la terminal 2. Tras caer en la cuenta, volvimos sobre nuestros pasos y una vez en la terminal 3, localizamos la parada del autobús.
Tras recoger las maletas, aprovechamos que pasamos junto a un Marks & Spencer para comprar una coca cola y unos scones (panecillos típicos escoceses) £3,80 (4,48€).
Acto seguido nos fuimos a buscar el autobús que nos tenía que llevar a la empresa de alquiler de coches Easirent. Sabíamos que el autobús salía de la terminal 3, pero nos liamos y andando, andando, acabamos en la terminal 2. Tras caer en la cuenta, volvimos sobre nuestros pasos y una vez en la terminal 3, localizamos la parada del autobús.
La empresa de alquiler está a unos 2,5 kms., pero la parada que le corresponde es de las últimas, por lo que tardamos unos 15 minutos en llegar. Entre una cosa y otra, serían cerca de las 15h.
Las oficinas están divididas en dos plantas y nos atendieron en el piso superior. Teníamos dos grupos personas que iban juntos por delante pero tardamos algo más de lo esperado ya que uno de esos grupos, acapararon a uno de los empleados y parecía que no se ponían de acuerdo.
Cuando llegó nuestro turno, nos explicaron el detalle del alquiler, pagamos la factura, una fianza de algo más de 100€ por si no devolvíamos el coche con el depósito lleno y bajamos a la planta baja para esperar a que nos entregasen el coche: un Renault Captur nuevecito con sólo 3.244 millas (5.221 kms.)
La persona que nos atendió, quitó importancia a pequeñas marcas que tenía el coche, sobre todo en los parachoques, pero insistimos en que los reflejara en el informe (no queríamos tener problemas a la hora de la devolución). En lo que él sí hizo hincapié fue en el estado de las llantas. Suponemos que es una de las zonas donde los coches de alquiler sufren más golpes.
Nos pusimos en ruta y abandonamos las instalaciones del aeropuerto para coger la autopista M25 en dirección suroeste. Teníamos que llegar al intercambiador de Thorpe y desde allí, tomar la autopista M3 dirección oeste.
Teníamos planificada la visita a un lugar donde ya habíamos estado en 2010, cuando viajamos a Gales, aunque nos apetecía repetir: el círculo megalítico de Stonehenge.
En aquella ocasión, no hizo falta reservar de antemano. De hecho, el centro de información estaba a pocos metros del círculo de piedras. Ahora, el complejo de Stonehenge es mucho más grande, con un centro de visitantes enorme, sala de exposiciones, cafetería y, por supuesto, tienda. Suponemos que estas mejoras han incrementado el número de visitantes y esta ha sido la razón por la que han implantado el sistema de reservas. Nosotros, como íbamos desde el aeropuerto, habíamos reservado nuestra entrada entre las 16h30 y las 17h.
Se puede ir andando desde el centro de visitantes y además han habilitado autobuses lanzadera que está constantemente llevando y trayendo personas hasta el monumento.
Habíamos sido bastante prudentes a la hora de calcular el tiempo que tardaríamos en llegar, el rato extra que estuvimos en la empresa de alquiler de coches, hizo que llegáramos prácticamente a las 17h (hora límite de nuestra reserva).
Nos pusimos en ruta y abandonamos las instalaciones del aeropuerto para coger la autopista M25 en dirección suroeste. Teníamos que llegar al intercambiador de Thorpe y desde allí, tomar la autopista M3 dirección oeste.
Teníamos planificada la visita a un lugar donde ya habíamos estado en 2010, cuando viajamos a Gales, aunque nos apetecía repetir: el círculo megalítico de Stonehenge.
En aquella ocasión, no hizo falta reservar de antemano. De hecho, el centro de información estaba a pocos metros del círculo de piedras. Ahora, el complejo de Stonehenge es mucho más grande, con un centro de visitantes enorme, sala de exposiciones, cafetería y, por supuesto, tienda. Suponemos que estas mejoras han incrementado el número de visitantes y esta ha sido la razón por la que han implantado el sistema de reservas. Nosotros, como íbamos desde el aeropuerto, habíamos reservado nuestra entrada entre las 16h30 y las 17h.
Se puede ir andando desde el centro de visitantes y además han habilitado autobuses lanzadera que está constantemente llevando y trayendo personas hasta el monumento.
Habíamos sido bastante prudentes a la hora de calcular el tiempo que tardaríamos en llegar, el rato extra que estuvimos en la empresa de alquiler de coches, hizo que llegáramos prácticamente a las 17h (hora límite de nuestra reserva).
Con el coche aparcado y a la carrera, nos acercamos al centro de información para canjear la English Heritage Pass y de paso, sacar las entradas para visitar Stonehenge (£17,50 c/u). También cogimos dos audio guías en español que entran con el precio de la entrada. La persona que nos atendió, muy amablemente, nos tranquilizó y nos comentó que, como no había mucha gente, no pasaba nada por llegar tan justos. La hora para la última entrada era a las 18h.
Ya más tranquilos, volvimos al aparcamiento, cogimos del coche algunas cosas y fuimos hacia la parada de lanzadera.
Stonehenge, es un monumento megalítico, y fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año 1986. Aunque los círculos exteriores excavados en la tierra datan del año 3.000 a.c., las piedras (la parte más famosa del monumento) se cree que pudieron ser trasladadas hasta el lugar, hacia el año 2.500 a.c.
Lo que parece que nadie tiene claro, es por qué se construyó Stonehenge. La hipótesis que más se maneja, es que era un centro de culto donde, además, se enterraban a las personas fallecidas.
Ya más tranquilos, volvimos al aparcamiento, cogimos del coche algunas cosas y fuimos hacia la parada de lanzadera.
Stonehenge, es un monumento megalítico, y fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año 1986. Aunque los círculos exteriores excavados en la tierra datan del año 3.000 a.c., las piedras (la parte más famosa del monumento) se cree que pudieron ser trasladadas hasta el lugar, hacia el año 2.500 a.c.
Lo que parece que nadie tiene claro, es por qué se construyó Stonehenge. La hipótesis que más se maneja, es que era un centro de culto donde, además, se enterraban a las personas fallecidas.
Aunque lo más fácil al llegar a Stonehenge es fijarse únicamente en las piedras, el conjunto monumental lo componen otros muchos elementos, como por ejemplo la “Piedra del Talón o Talón del fraile” como la que aparece en la siguiente foto. Esta piedra sin forma definida es de arenisca roja (o sarsen) y se cree que se trajo desde Marlborough Downs.
En la entrada principal a Stonehenge se encuentra otra piedra de sarsen, la “Piedra del Sacrificio”. Originariamente estaba en posición vertical y estaba rodeada por otras piedras, que, en la actualidad, han desaparecido. Debido a la erosión, se han formado pequeños huecos en la superficie que se llenan de agua cuando llueve. Esta agua reacciona con el hierro de la propia piedra y hace que se vuelva rojiza. En la siguiente foto, se puede apreciar la “Piedra del Sacrificio” en primer plano.
Las piedras más pequeñas (de unos 60 cms. de altura) que se encuentran en el interior del círculo, se denominan Piedras Azules y fueron traídas a Stonehenge desde las colinas Preseli en Gales. Según algunos cuentos populares, estas piedras tenían poderes curativos.
El circulo exterior, de unos 110 mts. de diámetro está definido por un foso y un terraplén, aunque es difícil de ver a ras de suelo. Este foso fue excavado con astas de ciervo según los fragmentos que se han encontrado en las diferentes excavaciones y que según las pruebas con radio-carbono, datan entre 3.000 y 2.920 a.c.
Quizás, una de las imágenes más típicas de Stonehenge sea la que os mostramos a continuación, donde se puede ver más claramente cómo pudo ser el círculo completo de piedras. Aunque inicialmente estaba formado por 30 piedras verticales, en la actualidad, sólo quedan en pie 17. Las formas compuestas por dos piedras verticales y una horizontal, se denomina trilito.
Cuando llegamos había bastante gente. Nosotros fuimos recorriendo los diferentes puntos marcados del recorrido, escuchando atentamente todas las aplicaciones que nos iba ofreciendo sobre la historia de Stonehenge. Y después de dar un par de vueltas al círculo de piedras nos fuimos quedando solos. El cielo, bastante gris y amenazando lluvia, ayudó a que todo tuviese un ambiente bastante dramático.
Serían alrededor de las 18h30 cuando regresamos al punto donde nos tenía que recoger el autobus para llevarnos de vuelta al centro de de visitantes. Mientras llegó (apenas tardó unos minutos), pudimos ver una especie de autocaravana donde un grupo de activistas pedían que la visita a Stonehenge fuese gratuita y explicaban cómo llegar al monumento sin tener que pagar.
Y así es. Realmente, se puede ver el monumento desde fuera de la zona vallada. Lo que no se puede es dar la vuelta completa, ya que unos guardas de seguridad, se encargan de cortar el paso a la zona restringida.
Una vez de vuelta, visitamos la sala de exposiciones que cuenta con diferentes paneles explicativos y vitrinas con reproducciones de los huesos y otros utensilios que se han ido encontrado en las excavaciones realizadas a lo largo del tiempo en Stonehenge.
Serían alrededor de las 18h30 cuando regresamos al punto donde nos tenía que recoger el autobus para llevarnos de vuelta al centro de de visitantes. Mientras llegó (apenas tardó unos minutos), pudimos ver una especie de autocaravana donde un grupo de activistas pedían que la visita a Stonehenge fuese gratuita y explicaban cómo llegar al monumento sin tener que pagar.
Y así es. Realmente, se puede ver el monumento desde fuera de la zona vallada. Lo que no se puede es dar la vuelta completa, ya que unos guardas de seguridad, se encargan de cortar el paso a la zona restringida.
Una vez de vuelta, visitamos la sala de exposiciones que cuenta con diferentes paneles explicativos y vitrinas con reproducciones de los huesos y otros utensilios que se han ido encontrado en las excavaciones realizadas a lo largo del tiempo en Stonehenge.
En el exterior, se puede ver una réplica de lo que pudieron ser las antiguas casas de los habitantes de una zona cercana a Stonehenge llamada Durrington Walls.
Para los más forzudos, han puesto una réplica de una de las piedras de Stonehenge. Con una especie de escala, estirando de una cuerda, te dice cuántos hombres con tu fuerza, se habrían necesitado para mover la piedra.
Para finalizar la visita, pues ya os imaginareis, ¡compritas!. Cogimos algunos detalles y una camiseta molona: Stonehenge, fundado en el 3.000 a.c.
Entre una cosa y otra, nos dieron las 19h15 cuando quisimos ponernos de nuevo en camino y como el gps, nos decía que teníamos una hora de viaje hasta el hotel, pensamos que era un buen momento para ir a hacer el checkin.
Cuando íbamos por la carretera A360 a la altura West Lavington cruzamos una zona conocida como “The Warren” y atravesamos nuestro primer “túnel de árboles” del viaje. Aquí parece que fomentan todo lo contrario que en España y los árboles junto a la carretera, cuanto más frondosos, mejor.
Entre una cosa y otra, nos dieron las 19h15 cuando quisimos ponernos de nuevo en camino y como el gps, nos decía que teníamos una hora de viaje hasta el hotel, pensamos que era un buen momento para ir a hacer el checkin.
Cuando íbamos por la carretera A360 a la altura West Lavington cruzamos una zona conocida como “The Warren” y atravesamos nuestro primer “túnel de árboles” del viaje. Aquí parece que fomentan todo lo contrario que en España y los árboles junto a la carretera, cuanto más frondosos, mejor.
Cumpliendo los tiempos que nos había marcado de antemano nuestra querida “maripuri”, llegamos al área de servicio de Leigh Delamere en la autopista M4, donde estaba situado el hotel Travelodge.
Habíamos ido despacito intentando localizar la entrada del hotel, pero nos despistamos y cuando nos quisimos dar cuenta, estábamos en el carril de salida hacia la autopista así que tocó seguir hasta la siguiente salida y volver para atrás. Con la tontería, recorrimos 20 kms. extra.
A la segunda, fue la vencida y localizamos la entrada del hotel. Aunque no tenía parking propio y el aparcamiento del área de servicio era de pago, al hacer el checkin, la persona que nos atendió nos dijo que los usuarios del hotel podían dejar el coche aparcado toda la noche sin tener que pagar nada. También nos dieron un bono descuento para cenar en el Burger King.
Aprovechando que junto al hotel había un pequeño centro comercial, cenamos e hicimos unas compras para el día siguiente ya que íbamos a madrugar muuuuuuchooooooo para hacer nuestra “escapadita” a la isla de Skomer en Gales.
La cena nos salió por £15,66 (18,30€) y las compras para el día siguiente en el supermercado Marks & Spencer, £20,91 (24,53€).
A las 21h45 fuimos de vuelta al hotel y tras instalarnos en la habitación, nos pusimos con la rutina nocturna de todos nuestros viajes: descarga de fotos, copia de seguridad y subir alguna foto a las redes sociales, las notas del diario. Con la tontería, las 00h30 cuando apagamos luces.
Habíamos ido despacito intentando localizar la entrada del hotel, pero nos despistamos y cuando nos quisimos dar cuenta, estábamos en el carril de salida hacia la autopista así que tocó seguir hasta la siguiente salida y volver para atrás. Con la tontería, recorrimos 20 kms. extra.
A la segunda, fue la vencida y localizamos la entrada del hotel. Aunque no tenía parking propio y el aparcamiento del área de servicio era de pago, al hacer el checkin, la persona que nos atendió nos dijo que los usuarios del hotel podían dejar el coche aparcado toda la noche sin tener que pagar nada. También nos dieron un bono descuento para cenar en el Burger King.
Aprovechando que junto al hotel había un pequeño centro comercial, cenamos e hicimos unas compras para el día siguiente ya que íbamos a madrugar muuuuuuchooooooo para hacer nuestra “escapadita” a la isla de Skomer en Gales.
La cena nos salió por £15,66 (18,30€) y las compras para el día siguiente en el supermercado Marks & Spencer, £20,91 (24,53€).
A las 21h45 fuimos de vuelta al hotel y tras instalarnos en la habitación, nos pusimos con la rutina nocturna de todos nuestros viajes: descarga de fotos, copia de seguridad y subir alguna foto a las redes sociales, las notas del diario. Con la tontería, las 00h30 cuando apagamos luces.
*** final del día 1 ***
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