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Nuestro segundo día en tierras inglesas, nos dimos un pequeño madrugón para levantarnos a las 5 de la mañana. El cielo, de un gris plomizo y la niebla baja, auguraban que llovería de un momento a otro. 13ºC en la calle cuando salimos del hotel y pusimos rumbo a Gales: ¡¡nos vamos de excursión a ver puffins!!.
Según los cálculos que habíamos hecho, para estar en Pembrokeshire antes de las diez de la mañana (hora en la que salía el primer barco hacia la isla de Skomer), teníamos que salir del hotel sobre las seis de la mañana. Decidimos que podíamos desayunar de camino, así que en cuanto nos preparamos, salimos.
Casi sin darnos cuenta (apenas tardamos 35 minutos en llegar), estábamos atravesando el puente “Príncipe de Gales” que hace de frontera entre Inglaterra y Gales. Tuvimos que pagar un peaje de £5,60 (6,58€).
Las señales de tráfico cambiaron nada más cruzar con la leyenda en galés/ inglés. Nos trajeron a la memoria muy buenos recuerdos de nuestro viaje del 2010. Un viaje que hicimos también por casualidad y que recomendamos siempre que nos preguntan sobre esta zona.
Casi sin darnos cuenta (apenas tardamos 35 minutos en llegar), estábamos atravesando el puente “Príncipe de Gales” que hace de frontera entre Inglaterra y Gales. Tuvimos que pagar un peaje de £5,60 (6,58€).
Las señales de tráfico cambiaron nada más cruzar con la leyenda en galés/ inglés. Nos trajeron a la memoria muy buenos recuerdos de nuestro viaje del 2010. Un viaje que hicimos también por casualidad y que recomendamos siempre que nos preguntan sobre esta zona.
Realizamos una parada técnica aproximadamente a la hora y media de viaje, cerca de Sarn. Tras la breve pausa, reanudamos la marcha. En este punto, caía una lluvia fina y persistente (lo que nosotros conocemos como txirimiri por el norte).
Llegando a la altura de Narberth y cuando ya llevábamos casi tres horas de viaje, volvimos a hacer otra parada técnica. Esta vez, necesitábamos repostar. 22,3l x £1,299 = £29,01 (34,11€).
Al acercarnos a Canaston Bridge, la autovía A40 se convirtió en carretera de un solo carril, en buen estado y si demasiado tráfico. A medida que nos acercábamos a nuestro destino, la anchura de las carreteras fue disminuyendo hasta que nos encontramos con los “primos” de nuestros viejos amigos escoceses: “los passing places”.
Al acercarnos a Canaston Bridge, la autovía A40 se convirtió en carretera de un solo carril, en buen estado y si demasiado tráfico. A medida que nos acercábamos a nuestro destino, la anchura de las carreteras fue disminuyendo hasta que nos encontramos con los “primos” de nuestros viejos amigos escoceses: “los passing places”.
No nos sobró mucho tiempo, sobre el horario planificado y apenas quedaban unos minutos para las 10 de la mañana cuando llegamos al parking de Martins Haven. Nos pilló un poco de sorpresa ver bastantes coches aparcados. Pagamos £5 por el estacionamiento. A la carrera, sacamos todo lo que creímos que podríamos necesitar del coche, nos pusimos los anoraks y nos dirigimos al centro de información de Lockley Lodge, que está bajando una pequeña cuesta.
Delante de nosotros había otras dos personas a las que estaban informando que el siguiente barco en el que podían embarcar era el de las 11h. Así que nosotros directamente pedimos dos plazas para la misma hora. La tasa para poder visitar la isla son £11 c/u y reservar la plaza en el barco £11 c/u. También compramos un libro sobre la vida salvaje que habitan en la isla para tener de referencia.
Delante de nosotros había otras dos personas a las que estaban informando que el siguiente barco en el que podían embarcar era el de las 11h. Así que nosotros directamente pedimos dos plazas para la misma hora. La tasa para poder visitar la isla son £11 c/u y reservar la plaza en el barco £11 c/u. También compramos un libro sobre la vida salvaje que habitan en la isla para tener de referencia.
Para hacer tiempo, echamos un ojo a lo que había en la tiendita, que también es una pequeña cafetería con bebidas frías y calientes y sándwiches fríos. Después estuvimos dando una pequeña vuelta sin alejarnos.
La persona que nos atendió nos dijo que ya no quedaba sitio para el barco de las 10h, así que nos tocó esperar una hora . Para hacer tiempo, hicimos unas compras en la tienda que había en el propio centro de información y dimos un paseo por los alrededores. Hay baños públicos en un edificio donde hay un pequeño centro de interpretación, bajando la cuesta hacia el embarcadero.
La persona que nos atendió nos dijo que ya no quedaba sitio para el barco de las 10h, así que nos tocó esperar una hora . Para hacer tiempo, hicimos unas compras en la tienda que había en el propio centro de información y dimos un paseo por los alrededores. Hay baños públicos en un edificio donde hay un pequeño centro de interpretación, bajando la cuesta hacia el embarcadero.
La isla de Skomer tiene una superficie de 2,92 km2 y está situada a menos de una milla de la costa de Pembrokeshire, condado del sudoeste de Gales. Aunque quizás, lo más conocido de la isla son sus frailecillos, hay mucho más en el paraíso de las aves, como son las pardelas, delfines, marsopas comunes, foca gris del atlántico, alcatraces, fulmares y el único Skomer vole. La isla está rodeada por algunas de las aguas más ricas para la vida silvestre de las islas británicas.
En el siguiente cuadro se puede ver las mejores épocas del año para ver las diferentes especies que habitan en la isla.
En el siguiente cuadro se puede ver las mejores épocas del año para ver las diferentes especies que habitan en la isla.
Durante la primavera, la isla está recubierta de un manto de hermosas campanillas tan grandes que toda la isla parece azul. Si no fuera por el paisaje accidentado, se podría pensar que, por error, que se estaba en campo de tulipanes en Holanda. El color de estas franjas de campion, se vuelve rosa a lo largo del verano, haciendo que el paisaje se vuelva, si cabe, aún más bonito.
Cuando eran las 10h30 vimos que había gente que se iba acercando al embarcadero, y aunque nos parecía que aún era pronto ¡¡por sí acaso!! nosotros hicimos lo mismo. Sospechamos que eran parte de otro grupo porque su ticket era de otro color. Y nos lo confirmó el patrón cuando ellos empezaron a embarcar.
La verdad es que nos quedamos extrañados, porque ni en la web, ni en el cartel que había en el centro de información ponía que había un barco a las 10h30. Al final, pensamos que sería un grupo especial y no le dimos más vueltas. Entre una cosa y otra, no quedaba mucho tiempo para que llegara nuestro barco, así que ya no nos movimos del sitio.
Cuando llegó nuestro barco, embarcamos siguiendo las instrucciones del patrón. Tardamos un poco en salir porque tuvimos que esperar a una familia que llegó algo tarde, pero parecían no tener prisa ninguna.
Cuando eran las 10h30 vimos que había gente que se iba acercando al embarcadero, y aunque nos parecía que aún era pronto ¡¡por sí acaso!! nosotros hicimos lo mismo. Sospechamos que eran parte de otro grupo porque su ticket era de otro color. Y nos lo confirmó el patrón cuando ellos empezaron a embarcar.
La verdad es que nos quedamos extrañados, porque ni en la web, ni en el cartel que había en el centro de información ponía que había un barco a las 10h30. Al final, pensamos que sería un grupo especial y no le dimos más vueltas. Entre una cosa y otra, no quedaba mucho tiempo para que llegara nuestro barco, así que ya no nos movimos del sitio.
Cuando llegó nuestro barco, embarcamos siguiendo las instrucciones del patrón. Tardamos un poco en salir porque tuvimos que esperar a una familia que llegó algo tarde, pero parecían no tener prisa ninguna.
El trayecto dura unos 15 minutos aproximadamente. Tuvimos suerte porque el mar estaba plato. Alguno, por precaución, se había tomado su dosis de biodramina. Según nos íbamos acercando ya pudimos ver un montón de puffins que estaban en el agua. Nuestras expectativas, como podéis imaginar, y nuestra emoción fue “in crescendo”.
Cuando llegamos a la zona de desembarque. Uff Uff Uff ¡No nos podíamos creer lo que estábamos viendo! ¡Cientos… qué digo cientos, miles de puffins sobrevolando los escarpados acantilados de la isla!
Cuando llegamos a la zona de desembarque. Uff Uff Uff ¡No nos podíamos creer lo que estábamos viendo! ¡Cientos… qué digo cientos, miles de puffins sobrevolando los escarpados acantilados de la isla!
Nada más tomar tierra, fuimos recibidos por un grupo de voluntarios. Tras subir una escalinata, llegamos a un pequeño mirador, donde nos pusimos en círculo para escuchar una charla de 30’. Nos contaron todo lo relacionado con la fauna y flora de la isla, además de explicarnos los diferentes recorridos que se podían hacer. Nos recordaron que teníamos que estar de vuelta para coger el barco de las 16h. porque cada grupo tiene que ir y volver en el mismo barco.
Durante el tiempo que duró la charla, tuvimos la visita de varios puffins que revolotearon por encima de nuestras cabezas e incluso uno de ellos aterrizó a pocos metros. ¡¡Esto prometía y mucho!!
Durante el tiempo que duró la charla, tuvimos la visita de varios puffins que revolotearon por encima de nuestras cabezas e incluso uno de ellos aterrizó a pocos metros. ¡¡Esto prometía y mucho!!
A modo de anécdota, mientras el voluntario nos detallaba todo los datos, Anna iba haciéndome de traductora, en voz baja. Una voluntaria, una señora mayor, nos “echó la bronca” por no atender a la charla. Una vez acabada, nos fuimos en su busca, y le explicamos que sí estábamos atendiendo, pero que mi inglés no daba para mucho y necesitaba una transcripción para enterrarme. La señora parece que acepto la disculpa y nos agradeció la visita a la isla.
Esperamos a que el voluntario que había dado la charla estuviese libre para preguntarle por la mejor zona de la isla para ver puffins. Nos alegró oírle decir que en cualquier parte de la isla se podían ver frailecillos, aunque nos recomendó la zona conocida como “The Wick”.
Esperamos a que el voluntario que había dado la charla estuviese libre para preguntarle por la mejor zona de la isla para ver puffins. Nos alegró oírle decir que en cualquier parte de la isla se podían ver frailecillos, aunque nos recomendó la zona conocida como “The Wick”.
Todo el grupo iniciamos el recorrido juntos pero al poco, nos fuimos diseminando. Teníamos cuatro horas para ir en busca de “nuestros simpáticos amigos”, así que, decidimos hacer el recorrido “corto” y dirigirnos directamente a los acantilados.
Siguiendo las instrucciones, empezamos la caminata tranquilamente por los senderos marcados. Tras tan solo unos pocos minutos, pudimos ver una de las aves que habitan la isla y que además, es una de las más difíciles de ver por el día: la lechuza silvestre (Asio flammeus). Los conejos campaban a sus anchas de aquí para allá.
En unos 15 minutos llegamos a la vieja granja (old farm), ahora reconvertida en un albergue para poder pasar la noche dentro de la isla. Una magnífica manera de disfrutar de este maravilloso enclave natural. Esta cerrado para el público que visita la isla aunque están disponibles los baños.
Aquí hicimos una breve parada para tomar un tentempié y realizamos parada técnica. Sin entretenernos más que lo mínimo, seguimos las indicaciones del camino hacia los acantilados.
Además de un montón de vida salvaje, en Skomer Island se puede disfrutar de unos paisajes increíbles. Habíamos aguantado secos, pero a medida que iban avanzando las horas, el cielo fue cubriéndose de unas muy muy grises, muy muy amenazantes, que presagiaban lluvia inminente.
Además de un montón de vida salvaje, en Skomer Island se puede disfrutar de unos paisajes increíbles. Habíamos aguantado secos, pero a medida que iban avanzando las horas, el cielo fue cubriéndose de unas muy muy grises, muy muy amenazantes, que presagiaban lluvia inminente.
Nos faltaba muy poco para llegar a la zona y mientras caminábamos íbamos charlando preguntándonos qué nos encontraríamos al llegar: ¿habría puffins justo allí como nos habían dicho? Había muchos en el agua y sobrevolando el cielo, pero ¿habría alguno descansando en sus madrigueras?
Serían sobre las 12h30 cuando llegamos a “The Wick”. ¡¡Increíble!! Cientos y cientos de frailecillos allá donde posábamos la vista: en el borde del acantilado y a muy pocos metros de nosotros, en el mar, sobrevolándonos. Sin inmutarse ante nuestra presencia. Y todos los allí presentes, en silencio, observándoles y disfrutando de sus rituales. Intentando no molestarles y ellos, como sí supiesen que estaban seguros, seguían a su ritmo.
Serían sobre las 12h30 cuando llegamos a “The Wick”. ¡¡Increíble!! Cientos y cientos de frailecillos allá donde posábamos la vista: en el borde del acantilado y a muy pocos metros de nosotros, en el mar, sobrevolándonos. Sin inmutarse ante nuestra presencia. Y todos los allí presentes, en silencio, observándoles y disfrutando de sus rituales. Intentando no molestarles y ellos, como sí supiesen que estaban seguros, seguían a su ritmo.
El txirimiri copioso por momentos, estuvo presente casi todo el tiempo, pero estábamos tan ensimismados que apenas lo notamos. En esta foto podéis ver lo cerca que estuvimos porque sin salirnos del camino marcado, ellos pasaban de un lado a otro con toda confianza. ¡¡y la guisa de nuestro vesturario!! jajaja
Por sí alguna persona está interesada en saber qué objetivo llevábamos montado en la cámara: Canon 300mm f4 y el extender 1.4x que tuvimos que quitar a ratos.
El “súmmum” de la sesión fotográfica fue cuando pudimos disfrutar viendo a los puffins regresando del mar a sus nidos con comida para sus crías. No podemos entender cómo no se les caen los pescados tan pequeños llevando tantos, jejeje. Tenéis que tener en cuenta que, a pesar de lo que pueda parecer en las fotos, los puffins tienen un tamaño de apenas 20 cms., más o menos como una paloma. ¡¡Pero tienen más encanto y son más fotogénicos!!
Además de las fotos más típicas, intentamos también centrarnos en detalles de sus rutinas. La tercera foto de esta serie es una de nuestras preferidas. Definitivamente, la escapada a Gales había merecido la pena ¡¡por mucho!!
Con todo el ajetreo de no perdernos ni una foto, nos entró hambre y como eran prácticamente las 14h y llevaba un rato sin llover, decidimos hacer una pausa y dar un paseo colina arriba, hasta que encontramos un sitio donde pudimos sentarnos a comer nuestros ricos sándwiches, encima de unas rocas con vistas. El islote que se ve en la fotografía es Mew Stone.
Comenzó a lloviznar y nos lo tomamos como una señal para terminar y volver sobre nuestros pasos para despedirnos de nuestros amigos.
Estuvimos observando como los puffins preparan y “amueblan” sus casas, para que estén lo más cómodas posibles. En directo, pudimos ver cómo un frailecillo excavaba en la tierra para empezar una madriguera desde cero.
Aunque parece que están confiados, están observándote y sí tienen duda de tus intenciones se paran, vuelven sobre sus pasos o directamente, cogen vuelo. Nos resultaron curiosos los ruidos que emiten desde la madriguera ya que al principio no sabíamos de dónde procedían. Una vez que se meten dentro desaparecen de tu vista y solo ves el agujero, que no sabes sí está vacío o lleno, hasta que ves asomar un pico naranja y unos ojillos vivarachos.
Aunque parece que están confiados, están observándote y sí tienen duda de tus intenciones se paran, vuelven sobre sus pasos o directamente, cogen vuelo. Nos resultaron curiosos los ruidos que emiten desde la madriguera ya que al principio no sabíamos de dónde procedían. Una vez que se meten dentro desaparecen de tu vista y solo ves el agujero, que no sabes sí está vacío o lleno, hasta que ves asomar un pico naranja y unos ojillos vivarachos.
Y así fue discurriendo el tiempo y para cuando quisimos mirar el reloj eran las 15h15. Teníamos que estar de vuelta a las 16h, así que decidimos dar por finalizada la visita y dirigirnos hacia el embarcadero.
No volvimos sobre nuestros pasos, sino que seguimos el sendero por los acantilados. Mientras esperábamos a que llegara el barco estuvimos observando otros habitantes de la isla: los araos comunes (uria aalge). A las gaviotas no nos dio la gana de hacerles mucho caso porque son unas escandalosas y unas traicioneras.
No volvimos sobre nuestros pasos, sino que seguimos el sendero por los acantilados. Mientras esperábamos a que llegara el barco estuvimos observando otros habitantes de la isla: los araos comunes (uria aalge). A las gaviotas no nos dio la gana de hacerles mucho caso porque son unas escandalosas y unas traicioneras.
Emprendimos el viaje de vuelta a tierra firme. Mientras nos alejábamos nos daba un poco de pena pero quizás la próxima vez tuviésemos oportunidad de pasar la noche en ella…..
Al desembarcar, volvimos a pasarnos por el centro de información a recoger las compras que habíamos hecho por la mañana y que nos habían guardado. Una vez en el coche, nos pusimos en marcha para deshacer los más de 250 kms. que habíamos recorrido para llegar aquí. ¡¡ Muy contentos, muy exultantes y muy animados!!
El plan para rematar el día era acabar en un pueblecito con encanto que habíamos conocido a través de fotos en Instagram y hacer una parada para visitar el castillo de Goodrich en Ross-on-Wye. (entrada gratuita con la English Heritage Pass).
Debido a que no pudimos coger el barco de las 10h, hicimos cálculos y vimos que no íbamos a llegar a tiempo para ver el castillo, así que decidimos poner rumbo hacia Castle Combe y hacer el viaje tranquilamente y sin presión de horarios. A mitad de camino, hicimos una parada técnica cerca de la población de Llanelli. Para merendar, compramos un par de “hot chocolates” por £5,19 (6,10€).
Cuando eran las 19h30, llegamos al peaje del puente del “Príncipe de Gales” y cual fue nuestra (agradable) sorpresa al comprobar que la entrada a Inglaterra era gratis (según hemos podido leer posteriormente, el sentido Gales -> Inglaterra, es libre desde 1991 ¡curioso!).
Al desembarcar, volvimos a pasarnos por el centro de información a recoger las compras que habíamos hecho por la mañana y que nos habían guardado. Una vez en el coche, nos pusimos en marcha para deshacer los más de 250 kms. que habíamos recorrido para llegar aquí. ¡¡ Muy contentos, muy exultantes y muy animados!!
El plan para rematar el día era acabar en un pueblecito con encanto que habíamos conocido a través de fotos en Instagram y hacer una parada para visitar el castillo de Goodrich en Ross-on-Wye. (entrada gratuita con la English Heritage Pass).
Debido a que no pudimos coger el barco de las 10h, hicimos cálculos y vimos que no íbamos a llegar a tiempo para ver el castillo, así que decidimos poner rumbo hacia Castle Combe y hacer el viaje tranquilamente y sin presión de horarios. A mitad de camino, hicimos una parada técnica cerca de la población de Llanelli. Para merendar, compramos un par de “hot chocolates” por £5,19 (6,10€).
Cuando eran las 19h30, llegamos al peaje del puente del “Príncipe de Gales” y cual fue nuestra (agradable) sorpresa al comprobar que la entrada a Inglaterra era gratis (según hemos podido leer posteriormente, el sentido Gales -> Inglaterra, es libre desde 1991 ¡curioso!).
Castle Combe es un pequeño pueblo de poco más de 350 habitantes situado en el condado de Wiltshire y está considerado como uno de los pueblos más bonitos de Inglaterra (bueno… sus habitantes dicen que es el más bonito, jejeje).
Al llegar, varias señales nos avisaron de que no se podía aparcar en el centro del pueblo, así que estacionamos en las afueras, a un lado de la carretera. Por la hora que era, pensamos que no nos dirían nada.
Al llegar, varias señales nos avisaron de que no se podía aparcar en el centro del pueblo, así que estacionamos en las afueras, a un lado de la carretera. Por la hora que era, pensamos que no nos dirían nada.
El pueblo está construido alrededor de Market Cross, una cruz de piedra del siglo XIV y pocos metros de distancia se encuentran los restos de la Butter Cross, que fue desmantelada durante el siglo XIX.
Como el pueblo estaba prácticamente desierto y no encontramos ninguna tienda abierta (sólo algún pub estaba abierto), lo atravesamos y fuimos en busca de la vista más “clásica” atravesando el puente que cruza el río By Brook.
Estábamos de vuelta en el hotel sobre las 21h. A esa hora y en estas tierras, no tuvimos muchas opciones y repetimos cena en el Burger King del centro comercial del área de servicio. Un par de hamburguesas, con patatas y refrescos por £15,66 (18,42€). También aprovechamos para comprar el desayuno del día siguiente en el supermercado M&S. £12,25 (14,41€).
Una vez en la habitación, descargamos tooooooodas las fotos que habíamos sacado, nos aseguramos de hacer la copia de seguridad correspondiente y repasamos el plan del día siguiente. Con la tontería nos dieron casi las doce de la noche…
Al día siguiente empezaba, realmente, nuestra aventura por la costa del sur de Inglaterra.
Una vez en la habitación, descargamos tooooooodas las fotos que habíamos sacado, nos aseguramos de hacer la copia de seguridad correspondiente y repasamos el plan del día siguiente. Con la tontería nos dieron casi las doce de la noche…
Al día siguiente empezaba, realmente, nuestra aventura por la costa del sur de Inglaterra.
*** final del día 2 ***
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