El día anterior no madrugamos mucho, así que éste ya tocaba de nuevo. En principio pensamos coger el tren a las 8, pero en la página web de los trenes ponía que era probable no encontrar asiento en ese tren debido a la gran afluencia de pasajeros. Como no nos apetecía ir una hora de pie, optamos por el tren anterior, o sea, que a las 7:30 ya estábamos en el tren y a las 8:30 en BRUJAS (Bruges o Brugge).
Nada más salir de la estación, lo primero que te impresiona es el parking de bicicletas. Era inmenso…
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Con el plano que nos habían mandado a casa en la mano, pusimos rumbo hacia el Minnewaterpark, que quedaba cerca de la estación. Todo perfecto hasta que salió un hombre a decirnos “closed, closed, closed”. Nuestros conocimientos lingüísticos fueron suficientes para darnos cuenta de que estaba cerrado. Además de estar en obras, estaban preparando algo porque había mucha policía con perros dando vueltas por allí. Total, que no pudimos disfrutar del parque entero.
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Una pena, ahora voy a tener que volver para verlo más tranquilamente .
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Camino al centro, lo primero que encontramos fue el Beaterio (Begijnhoh), con un pequeño museo en su interior.
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No te cansas de hacer fotos en Brujas, sobre todo cada vez que te cruzas con un canal:
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Y desde el principio ya te encuentras bombones por casi todos sitios. Hasta los envases los tienes de chocolate:
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La ruta que habíamos elegido continuaba hacia la Iglesia de Nuestra Señora, cuyo campanario es el edificio más alto de la ciudad. ¡Vaya! Estaba en obras. Otra excusa para volver. En su interior destaca una escultura de Miguel Ángel (Virgen con el Niño).
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Continuamos hacia la catedral, con tapices y obras de arte flamenco en su interior, y desde allí nos dirigimos a la Plaza del Mercado o Markt. En esta plaza es donde se encuentra el Belfort, o sea, la torre más conocida de Brujas.
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Después de 8 euros y 366 escalones llegamos arriba. Había algo de cola para subir, ya que van esperando que baje gente para dejar subir a otros. Menos mal, porque en el primer tramo no hay problemas, pero luego las escaleras se estrechan y no caben dos personas a la vez, así que mientras unos esperaban en las esquinas, otros subían o bajaban. No se hacen demasiado pesadas porque tiene algunas paradas por el camino. Además las vistas merecen mucho la pena, así que cuando llegas arriba se te olvida el esfuerzo.
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Una vez abajo, nos fuimos a la plaza que hay al lado, la Plaza Burg. Otra plaza preciosa, donde se encuentra el Ayuntamiento:
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También podéis ver la Basílica de la Santa Sangre. La parte de abajo es gratuita; la de arriba, donde se encuentra la reliquia, creo que eran 1,5 euros. Cuando llegamos estaba cerrada, así que la vimos a la vuelta. A las 3 de la tarde por casualidad llegamos a la “hora de la veneración de la Santa Sangre”. Estaba abierto y era gratuita a esa hora. No está permitido hacer fotos y hay un señor allí cuya única misión es recordártelo. Quien quiera se puede acercar a tocar la reliquia, custodiada por un sacerdote, y echar algún donativo en una urna que está a un lado. Había algo de cola para ello, aunque no demasiada.
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Desde esta plaza pasamos por debajo del arco hacia Blinde-Ezeistraat, por donde encontramos más canales y barquitas para dar paseos (unos 6 euros el paseo de 30 minutos).
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Por allí también se encuentra un mercado al aire libre donde venden pescado y productos varios:
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Echábamos ya de menos los parques, así que nos encaminamos al Astridpark. Dimos un paseo y aprovechamos para comer en L’Estaminet, un sitio que vimos por casualidad y que recordaba que estaba recomendado en el foro. Tiene una terraza delante y se estaba muy a gusto, lejos del barullo de la zona más turística. Las dos chicas que atendían muy simpáticas y la comida, aunque no hubiera mucho donde escoger, estaba buena y no muy mal de precio.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Siguiendo por distintas calles, elegidas un poco al azar, nos encaminamos, después de comer, hacia los molinos. Hay cuatro y, por supuesto, como el primero estaba tapado y no se apreciaba nada aparte de las aspas, nos fuimos a ver el segundo. Éste mucho mejor. Se encuentran en un parque bastante agradable, con un césped perfecto para tumbarse y relajarse un poco.
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Volvimos al centro y continuamos callejeando y perdiéndonos por distintas calles y canales, descubriendo que existe un Museo de la Patata. ¡Qué cosas! No entramos, porque no nos terminaba de convencer la idea.
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Y después de bastantes fotos más y de comprar unos cuantos recuerdos, decidimos irnos en el tren de las siete.
Como despedida de Brujas os pongo algunas imágenes más:
Como despedida de Brujas os pongo algunas imágenes más:
*** Imagen borrada de Tinypic ***
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Creo que fue un “error” elegir ese tren. Dado que casi todo cerraba a las seis, mucha gente pensó lo mismo que nosotros. Resultado: tuvimos que hacer el viaje sentados en el suelo. Otros no tuvieron tanta suerte y tuvieron que ir de pie porque no encontraron ni un huequito en el suelo.
En un principio habíamos pensado quedarnos para ver anochecer, pero teniendo en cuenta lo que aprendimos el día anterior sobre lo tarde que anochecía y que el último tren era sobre las diez, poca iluminación hubiéramos visto, así que por eso decidimos coger el tren de las siete. Además de por el cansancio, claro, que ya llevábamos muchas horas caminando.
Lo dicho, que tendré que volver otra vez y quedarme unos días en Brujas. Debe ser una maravilla recorrer sus callejuelas cuando está anocheciendo y cuando la mayoría de la gente se ha ido. Perfecto para una escapada romántica.
Volvimos al apartamento, cenamos y a descansar, que ya nos lo íbamos mereciendo y todavía quedaban muchos días.
En un principio habíamos pensado quedarnos para ver anochecer, pero teniendo en cuenta lo que aprendimos el día anterior sobre lo tarde que anochecía y que el último tren era sobre las diez, poca iluminación hubiéramos visto, así que por eso decidimos coger el tren de las siete. Además de por el cansancio, claro, que ya llevábamos muchas horas caminando.
Lo dicho, que tendré que volver otra vez y quedarme unos días en Brujas. Debe ser una maravilla recorrer sus callejuelas cuando está anocheciendo y cuando la mayoría de la gente se ha ido. Perfecto para una escapada romántica.
Volvimos al apartamento, cenamos y a descansar, que ya nos lo íbamos mereciendo y todavía quedaban muchos días.
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