Este viaje, como todos los viajes un poco largos, empieza con una experiencia poco grata, como es un viaje de 28 horas desde Bilbao hasta Sydney.
Iniciamos el viaje en el aeropuerto de Loiu el 18 de Agosto, aunque cuando lleguemos a Sydney ya será día 20, jeje. Elegimos, por decirlo de alguna manera, un vuelo Bilbao – Frankfurt – Singapur – Sydney, con British Airways, que luego resultó ser operado por Qantas (esto es algo que no entiendo de las líneas aéreas, porqué British Airways me vende un vuelo en el que no hace nada). El dichoso vuelo nos costó 1.300€ a cada uno (muuuy caro, como después pudimos comprobar). Aviso a navegantes: si voláis desde Londres a Sydney, contratando el vuelo directamente con Qantas, y luego os pilláis un vuelo barato desde vuestra ciudad a Londres, os sale mucho más barato (unos 400€ como mínimo, según pudimos comprobar). Además, os hacen descuentos si luego contratáis los vuelos internos también con Qantas (aquí ya no sé cuanto os ahorraríais, porque no lo miramos). Misteriosamente, esta opción no nos la ofrecieron en ninguno de los buscadores que utilizamos para preparar el viaje, y no la conocimos hasta que ya teníamos el viaje contratado. ¿Cómo?: “investigando” en los foros de “Los viajeros”.
Conclusión es muuy útil cotillear en los foros antes de hacer cualquier reserva.
En fin, a pesar de la desilusión de que el vuelo nos podría haber salido 400€ más barato, lo que nos hubiera permitido visitar el Uluru (que se quedó fuera por falta de presupuesto), el vuelo fue bastante bien, todo lo bien que puede ir un vuelo tan largo. El avión de Qantas era bastante cómodo, y tuvimos la suerte de que en el primer tramo del viaje, hasta Singapur, íbamos los dos solos en un asiento de tres, lo que permitió a mi novio dormir muy cómodamente. Yo no tuve tanta suerte, porque en Singapur nos cambiaron de asientos y el avión iba completo.
Afortunadamente, habíamos pedido unos somníferos al médico antes de emprender el viaje, y después de tomarme la pastillita hubiese dormido en cualquier sitio. Esto es algo totalmente recomendable, el viaje hubiera sido un auténtido infierno de no ser por las seis horas de sueño profundo que me regaló la pastillita….. Así que sabeis.
Llegamos a Sydney a las seis de la mañana, después de más de 28 horas de viaje. Recogemos las maletas, desayunamos en el aeropuerto y nos vamos al hotel. Cogemos un tren en el aeropuerto que nos lleva hasta el centro, al lado de nuestro hotel. Carísimo, por cierto; no el hotel, sino el tren. Como todo el transporte público en Sydney. Esto me ha sorprendido bastante, porque hay una red muy buena de metro, trenes y autobuses, pero es todo bastante caro.
En el hotel, a pesar de que son poco más de las siete de la mañana, nos dejan hacer el check-in y entrar en la habitación para darnos una duchita, ¡¡¡¡¡¡¡menos mal!!!!
Estamos en el hotel Rydges World Square. La reserva, como todas, la he hecho yo misma por Internet. El hotel está muy bien, buena relación calidad-precio y muy céntrico, a unos quince minutos andando de Circular Quay (donde está la ópera) y Darling Harbour. Totalmente recomendable.
Una vez que nos hemos dado una ducha y somos un poco más personas, tenemos nuestro primer contacto con Sydney. Nos acercamos hasta Darling Harbour dando un paseo por Chinatown. Realmente, el Chinatown es sólo una calle, nada muy espectacular. Además, son las ocho de la mañana y está todo muy muerto, claro, y tenemos fresco en la mente el recuerdo de San Francisco el año pasado, y eso es difícilmente superable…..
Visitamos los jardines chinos, son bonitos, pero muy pequeños, y los edificios que se ven por detrás estropean un poco las vistas. Además, es invierno, y aunque hace una muy buena temperatura, eso se nota y muchos árboles no tienen hojas.
Este día comimos en un food court. Hay un montón de estos por allí, son locales en los que tienes un montón de restaurantes, de comida rápida pero bastante buena, y un espacio central para comer, así que, si vas varias personas, cada uno puede comer lo que quiera. Está bastante bien, y son asequibles de precio.
En este que estuvimos el primer día, prácticamente todos los restaurantes tenían comida asiática. El paraíso para mí (que me encanta probar cosas nuevas), pero el infierno para mi novio, jejeje. En Sydney, como en el resto de ciudades que luego visitamos, puedes encontrar restaurantes de prácticamente todos los tipos y nacionalidades. Una gozada, la verdad.
Después de comer, como estábamos muertos, cometimos el error de irnos al hotel, a echar una pequeña siesta…. Error mayúsculo, pero estábamos cansadísimos.
Todavía no sabíamos que en Sydney, en invierno, anochece entre las cinco y las cinco y media. Así que cuando nos despertamos de nuestra siesta, que se alargó más de lo que hubiésemos querido, pues ya era de noche.
Salimos del hotel con la intención de acercarnos hasta King's Cross para tomar algo. En la guía que nos habíamos comprado, nos decían que era una de las zonas en las que hay ambientillo nocturno. Pero empezamos a andar un poco sin rumbo y no veíamos nada de movimiento, así que al de un rato nos hartamos y volvimos hacia la zona del hotel. Luego, mirando el plano, resultó que habíamos llegado realmente hasta King's Cross, que me pareció bastante sin más.
Paseamos un poco por el Queen Victoria Building, un centro comercial bastante chulo, porque está en un edificio un poco antiguo, y por dentro tiene un montón de alfombras, lámparas, relojes y tal. No fuimos de compras, lo prometo, jeje. Las tiendas son bastante pijillas en este sitio.
Ese día estábamos tan muertos que ni siquiera cenamos, eso sí, nos tomamos un estupendo capuccino y una tarta de chocolate deliciosa en una de las cafeterías del centro comercial. En todas las zonas en las que hemos estado, hemos encontrado cafeterías estupendas, unos capuccinos realmente buenos, y unas tartas, ummmmmm…. Así que si os gusta el café, y sois golosos, como yo… ¡aprovechad!!
Creo que a las ocho ya estábamos en la cama… Fue una pena, pero el cambio horario nos hizo polvo en Sydney, así que yo que vosotros lo tendría en cuenta para planificar el viaje. A mí me hubiese gustado disfrutar un poco del ambiente de Sydney por las noches, que tenía un montón de pubs y cafeterías con muy buena pinta… Pero entre lo pronto que anochecía, y el cambio horario, fui incapaz de permanecer despierta ningún día más allá de las diez de la noche. Así que disfruté un montón de mis días en Sydney, pero no pude disfrutar de salir a cenar o tomar una copa, y fue una pena…..
Si lo hubiese sabido, hubiese visitado primero Melbourne, que me gustó bastante menos, dejando Sydney para el final, y así disfrutar a tope la ciudad de día y de noche.