DÍA 10.
Al día siguiente nos esperaba una de las grandes de la zona, la garganta de Vintgar, que también está dentro del Triglavski Narodni Park. Entramos desde Podhom; el parking es gratuito y la entrada nos costó 5€ a los adultos y 0.80€ al niño (son 2.50€ a partir de los 6 años, pero nos enteramos a la salida...). La entrada hay que guardarla hasta el final, porque para ver la cascada Šum hay que salir del recorrido y al volver a él nos la pidieron.
Habíamos leído que era mejor ir temprano, pero también un poco avanzado el día, para que el sol entrara en la garganta. Lograr esto en pleno verano y sin gente… fue misión imposible.
Nada más llegar al aparcamiento nos damos cuenta de que es un hervidero, grave error por nuestra parte llegar a las 10 de la mañana.
Tardamos 2 horas en hacer el recorrido; es cómodo, por pasarelas planas de madera, las mismas para la ida y para la vuelta... pero había tanta gente que apenas podíamos avanzar en algunos tramos, rozándonos a cada paso a ritmo de procesión y con más de 30º...
No la disfrutamos como nos hubiera gustado o no es para tanto la fama que tiene, no tengo objetividad para decirlo,pero de volver a Eslovenia, estaría en los últimos lugares de la lista.
Al final, si cruzamos el puente, podemos encontrar un baño; bajando por las escaleras detrás de la caseta de madera donde venden helados y recuerdos, seguimos de frente, giramos a la izquierda y encontramos la señal de Slap Šum, sencillita y poco espectacular para la fama que se le da. En resumen, un plato fuerte que nos supo a poco.
Volvimos por el mismo camino y huimos de allí hacia el Blejsko jezero (lago Bled), mi gran “despreciado”. Subimos al castillo (coche en el parking inferior a la derecha según nos indicó un vigilante, gratuito, y subida, cómo no, de la cuesta) para ver el lago desde arriba. El aparcamiento junto a la entrada al castillo costaba 3€ por dos horas, pero estaba lleno. No encontramos desde dónde lograr unas buenas vistas; sabíamos que desde el patio del castillo podía verse el lago turquesa, pero había personal cerca de la puerta y no entramos. Desde la muralla apenas vimos nada. Luego, un poco más abajo, por un camino que lleva al pie del lago, sí pudimos ver algo, pero no el turquesa en su totalidad. De todas formas, el color nos llamó muchísimo la atención.
Estábamos justamente encima de la zona de baño, con toboganes y juegos para niños. Eso y el griterío de la chiquillería me desarmó. En la lista de deberes llevaba aparcar cerca de Velika Zaca, enfrente del camping, subir a algunos de los miradores (Ojstrica, Velika Osojnica o Mala Osojnica) y si acaso, bañarnos en “ese despreciable lago”, cerca del camping. Para eso habíamos previsto aparcar en Kidriceva cesta 10, en Velica Zaca, con la idea además de ir al trineo de verano. Pues todo esto se fue al traste, con los 34º que había, de forma impulsiva decidimos que nuestro niño se merecía pasarlo bien y nosotros descansar un poco, ya nos empezaban a pasar factura las cuestas y rutas en subida (vaya excusa mala ). Bajamos al centro de Bled a buscar aparcamiento. A esas horas nos costó un poco, estaba todo lleno. Finalmente encontramos en el parking de la calle Prešernova, al lado del Rock Bar Bled, a 2€ la hora (puede ayudar poner en google maps “Parkirišče”).
Fuimos caminando por el paseo del lago hasta la zona de la “piscina” o zona de baño (señalizado en maps como “grajsko kopališče”), junto al embarcadero donde se alquilan las barcas y las tablas de paddle surf. Las entradas nos costaron, por ser después de las 3, 6€ a los adultos y 4 al niño; además, compramos un tique para el water fun, 4€ por 20', aunque estuvo muchísimo más, porque los vigilantes, muy jovencitos, llevaban poco control y pasaban más rato mirando el móvil y bromeando entre ellos que controlando el tiempo de cada niño.
Al principio estuvimos cerca de la entrada, en una zona infantil, con columpios y varias piscinitas de distinta profundidad, para vigilar a nuestro terremoto que disfrutó como nadie del water fun, haciendo un recorrido por los hinchables y cayéndose al agua de vez en cuando. Cuando acabó el tiempo aquí, nos fuimos hacia la derecha y nos pusimos en un huequito del césped, cerca del tobogán verde y del trampolín. Había bastante gente, pero no estuvimos incómodos. Aquí ya empezaba a cambiar mi visión sobre el superturístico lago Bled.
El calor, el buen tiempo, el descanso y los baños que nos dimos en sus aguas de color imposible me convencieron; nuestro niño no paró de subir y bajar, de pasarlo bien, en definitiva, y nuestro primer remojón en un lago hicieron que nos enamoráramos del lugar, mientras todo lo planificado se iba al traste. Y lo mejor es que no nos importó. Es una opción más económica que el Aquapark de Bohinjska Bistrica. Si hoy volviera, dedicaría tiempo de nuevo al lago Bled, que forma parte de nuestros lugares idílicos. Y subiría a algunos de los miradores, que tan bien estudiados llevaba desde casa. Otro mito que se nos cayó, pero esta vez en positivo.
Otras actividades para hacer con niños en la zona son el trineo de Straža, detrás del Hostel Vila Viktorija, que funciona de 10.00 a 20.00 (el telesilla más un viaje costaba este verano 8€ para los adultos y 5€ para los niños; con dos viajes: 11€ y 7€) o el paseo en pletna, desde la zona norte del lago (Café park, a las horas en punto, de 10.00 a 18.00; desde la isla salen a y veinte, y la última a las 19.00).
La última actividad que hicimos, y que tampoco llevábamos planificada, fue alquilar un bote de remos, esta vez caprichito de papá. Durante una hora (20€) fuimos recorriendo el lago despacito, descubriendo nuevos contornos, admirando las formas de las montañas a lo lejos, acercándonos cada vez más a la pequeña isla, Blejski otok, y a su iglesia. Una forma maravillosa de acabar el día.
Al día siguiente nos esperaba una de las grandes de la zona, la garganta de Vintgar, que también está dentro del Triglavski Narodni Park. Entramos desde Podhom; el parking es gratuito y la entrada nos costó 5€ a los adultos y 0.80€ al niño (son 2.50€ a partir de los 6 años, pero nos enteramos a la salida...). La entrada hay que guardarla hasta el final, porque para ver la cascada Šum hay que salir del recorrido y al volver a él nos la pidieron.
Habíamos leído que era mejor ir temprano, pero también un poco avanzado el día, para que el sol entrara en la garganta. Lograr esto en pleno verano y sin gente… fue misión imposible.
Nada más llegar al aparcamiento nos damos cuenta de que es un hervidero, grave error por nuestra parte llegar a las 10 de la mañana.
Tardamos 2 horas en hacer el recorrido; es cómodo, por pasarelas planas de madera, las mismas para la ida y para la vuelta... pero había tanta gente que apenas podíamos avanzar en algunos tramos, rozándonos a cada paso a ritmo de procesión y con más de 30º...
No la disfrutamos como nos hubiera gustado o no es para tanto la fama que tiene, no tengo objetividad para decirlo,pero de volver a Eslovenia, estaría en los últimos lugares de la lista.
Al final, si cruzamos el puente, podemos encontrar un baño; bajando por las escaleras detrás de la caseta de madera donde venden helados y recuerdos, seguimos de frente, giramos a la izquierda y encontramos la señal de Slap Šum, sencillita y poco espectacular para la fama que se le da. En resumen, un plato fuerte que nos supo a poco.
Volvimos por el mismo camino y huimos de allí hacia el Blejsko jezero (lago Bled), mi gran “despreciado”. Subimos al castillo (coche en el parking inferior a la derecha según nos indicó un vigilante, gratuito, y subida, cómo no, de la cuesta) para ver el lago desde arriba. El aparcamiento junto a la entrada al castillo costaba 3€ por dos horas, pero estaba lleno. No encontramos desde dónde lograr unas buenas vistas; sabíamos que desde el patio del castillo podía verse el lago turquesa, pero había personal cerca de la puerta y no entramos. Desde la muralla apenas vimos nada. Luego, un poco más abajo, por un camino que lleva al pie del lago, sí pudimos ver algo, pero no el turquesa en su totalidad. De todas formas, el color nos llamó muchísimo la atención.
Estábamos justamente encima de la zona de baño, con toboganes y juegos para niños. Eso y el griterío de la chiquillería me desarmó. En la lista de deberes llevaba aparcar cerca de Velika Zaca, enfrente del camping, subir a algunos de los miradores (Ojstrica, Velika Osojnica o Mala Osojnica) y si acaso, bañarnos en “ese despreciable lago”, cerca del camping. Para eso habíamos previsto aparcar en Kidriceva cesta 10, en Velica Zaca, con la idea además de ir al trineo de verano. Pues todo esto se fue al traste, con los 34º que había, de forma impulsiva decidimos que nuestro niño se merecía pasarlo bien y nosotros descansar un poco, ya nos empezaban a pasar factura las cuestas y rutas en subida (vaya excusa mala ). Bajamos al centro de Bled a buscar aparcamiento. A esas horas nos costó un poco, estaba todo lleno. Finalmente encontramos en el parking de la calle Prešernova, al lado del Rock Bar Bled, a 2€ la hora (puede ayudar poner en google maps “Parkirišče”).
Fuimos caminando por el paseo del lago hasta la zona de la “piscina” o zona de baño (señalizado en maps como “grajsko kopališče”), junto al embarcadero donde se alquilan las barcas y las tablas de paddle surf. Las entradas nos costaron, por ser después de las 3, 6€ a los adultos y 4 al niño; además, compramos un tique para el water fun, 4€ por 20', aunque estuvo muchísimo más, porque los vigilantes, muy jovencitos, llevaban poco control y pasaban más rato mirando el móvil y bromeando entre ellos que controlando el tiempo de cada niño.
Al principio estuvimos cerca de la entrada, en una zona infantil, con columpios y varias piscinitas de distinta profundidad, para vigilar a nuestro terremoto que disfrutó como nadie del water fun, haciendo un recorrido por los hinchables y cayéndose al agua de vez en cuando. Cuando acabó el tiempo aquí, nos fuimos hacia la derecha y nos pusimos en un huequito del césped, cerca del tobogán verde y del trampolín. Había bastante gente, pero no estuvimos incómodos. Aquí ya empezaba a cambiar mi visión sobre el superturístico lago Bled.
El calor, el buen tiempo, el descanso y los baños que nos dimos en sus aguas de color imposible me convencieron; nuestro niño no paró de subir y bajar, de pasarlo bien, en definitiva, y nuestro primer remojón en un lago hicieron que nos enamoráramos del lugar, mientras todo lo planificado se iba al traste. Y lo mejor es que no nos importó. Es una opción más económica que el Aquapark de Bohinjska Bistrica. Si hoy volviera, dedicaría tiempo de nuevo al lago Bled, que forma parte de nuestros lugares idílicos. Y subiría a algunos de los miradores, que tan bien estudiados llevaba desde casa. Otro mito que se nos cayó, pero esta vez en positivo.
Otras actividades para hacer con niños en la zona son el trineo de Straža, detrás del Hostel Vila Viktorija, que funciona de 10.00 a 20.00 (el telesilla más un viaje costaba este verano 8€ para los adultos y 5€ para los niños; con dos viajes: 11€ y 7€) o el paseo en pletna, desde la zona norte del lago (Café park, a las horas en punto, de 10.00 a 18.00; desde la isla salen a y veinte, y la última a las 19.00).
La última actividad que hicimos, y que tampoco llevábamos planificada, fue alquilar un bote de remos, esta vez caprichito de papá. Durante una hora (20€) fuimos recorriendo el lago despacito, descubriendo nuevos contornos, admirando las formas de las montañas a lo lejos, acercándonos cada vez más a la pequeña isla, Blejski otok, y a su iglesia. Una forma maravillosa de acabar el día.