Día 2: Sab 21sep13 El Cairo ✏️ Diarios de Viajes de EgiptoDespués de un vuelo un poco pesado (9 horas y media es bastante para los que viajamos en clase turista) llegué a El Cairo. Eran las 11 am y durante el vuelo no había podido dormir casi nada pero no tenía sueño, estaba impaciente por ver con mis...Diario: Egipto 2013⭐ Puntos: 4 (1 Votos) Etapas: 9 Localización: EgiptoDespués de un vuelo un poco pesado (9 horas y media es bastante para los que viajamos en clase turista) llegué a El Cairo. Eran las 11 am y durante el vuelo no había podido dormir casi nada pero no tenía sueño, estaba impaciente por ver con mis propios ojos lo que había en este país: la gente, las calles, la comida, etc. Bajé del avión y casi de inmediato sentí una onda de calor en la manga de salida, lo cual le daba sentido a lo que vería luego a través de uno de los pasillos de vidrio: un aeropuerto rodeado de arena y un horizonte casi sin edificios, sólo dunas y extensos campos de arena. Entré al edificio y mi impresión cambió drásticamente: paredes y pisos brillantes y limpios, internet gratis y muy buena iluminación... Todo en orden. Al poco rato ya estaba pasando por migraciones, entregué mi pasaporte, revisan la visa y sin emitir comentario sellan mi pasaporte. Unos metros más allá me ofrecen taxi (aún estaba dentro de la zona de llegada), pasé de largo y veo unas ventanillas de apariencia muy formal donde ofrecen cambio de moneda, compro algo de libras egipcias (al momento del viaje, US$ 1 equivale a LE 6,89) y voy a recoger mi maleta mientras recibo un correo de mi contacto en Egipto, Ahmed, quien me confirma que uno de sus compañeros me buscará en el aeropuerto para acompañarme durante mi estadía en El Cairo. Nunca tomo tours ni guías pero dada la situación agitada en el país, quería un poco de seguridad. Pocos minutos después, ya con maleta en mano, salí del aeropuerto y me topé con una gran cantidad de gente, muchas personas esperando a sus familiares, otros taxistas buscando clientes y por ahí a un lado, una persona con mi nombre escrito en un papel (y gracias a Dios no estaba en árabe). Su nombre es Mosaad, y me dice que él no es guía sino conductor y que me llevaría primero a la Ciudadela de Saladino ya que mi hotel estaba cruzando todo el centro (en Giza) y por el tráfico perderíamos mucho tiempo en dejar las cosas y volver a salir. La guía estaría allá esperándonos. Mosaad hablaba inglés, aparentaba unos 30 años y me inspiraba confianza. Acepté, así que abordé el taxi y salimos del aeropuerto rápidamente. Decir que el trayecto en el taxi fue rápido no es un decir. La forma de conducir de los egipcios es para volverse loco. Todos parecen estar apurados, todos los autos tratan de ganar el mínimo espacio para poder avanzar un poco más que los otros. Nadie cede el paso a los peatones, que cruzan las calles por donde les entra en gana. Es sábado y el tráfico es espantoso. Felizmente el auto tenía aire acondicionado porque afuera, la temperatura superaba los 35 grados. Sin embargo, a lo largo del camino veo maravillados las primeras mezquitas, letreros en árabe y también los tanques en plena ciudad resguardando la seguridad y manteniendo a los eventuales manifestantes fuera de las calles. Aún así, en medio del caótico tráfico y las indescifrables letras del alfabeto árabe, se respiraba calma. Llegué a la entrada de la Ciudadela de Saladino y Mosaad se detiene para llamar a la guía. Dos guardias de acercan a pedirle que se estacione en otro lado (lo interpreto por los gestos) y empiezan a discutir pero al poco rato noto unas sonrisas entre ellos y de nuevo interpreto que esa es la forma de expresarse acá, todo muy expresivo, levantar la voz no siempre significa gritar, es parte de su cultura. Un agente mira hacia la parte de atrás donde yo estaba, y supongo que confirma lo que Mosaad le habría dicho, que esperábamos a una persona. Al poco rato llega Samar, la guía, y me pide ir con ella. Mosaad volvería por nosotros cuando terminemos la visita. No me sentí muy confiado de dejar mis maletas en el auto, pero confié en ellos. Samar hablaba muy bien el español y aparentaba menos de 30 años. Ella viste un velo que cubre su cabeza y sólo muestra su rostro, manos y pies. Me explicó que estas reglas de vestimenta no aplican para las turistas, pero que algunas mujeres en Egipto ya no usan el velo que cubre el cabello, aunque de todos modos hay otras mujeres que se visten de forma mucho más conservadora, cubriendo todo su cuerpo con telas de color negro y sólo dejan ver sus ojos. Llegamos a la entrada, y nos encontramos con una multitud de niños y jóvenes que iban a entrar también. Algunos me miran raro, hablan entre ellos, otros me saludan... compré los tickets y en medio de todo el tumulto me piden que pase mi mochila por una máquina de rayos X. Finalmente, logramos entrar y casi de inmediato unos vendedores me abordaron ofreciendo postales, lapiceros, recuerdos... lo único que compré fue agua y seguimos caminando. Samar me va explicando sobre la ciudadela y casi sin darnos cuenta nos estábamos acercando a la mezquita de Mohammed Ali, majestuosa y en perfecto estado. No veía turistas alrededor, todos eran egipcios y la mayoría jóvenes. Samar me explicó que debido a los eventos de Julio de este año, el turismo había decaído drásticamente, aunque la cosa estaba mejorando. Ella había visto muchos turistas ingleses, italianos, alemanes, americanos, brasileños... peruanos casi nunca. Pero conocía algo de mi país, sabía de Machu Picchu y que Perú estaba en Sudamérica. Era suficiente para ella. Así empecé mi primer recorrido, la Ciudadela de Saladino. Rodeamos la Mezquita de Mohammed Ali y antes de entrar nos detuvimos a ver una plazuela con una pérgola en medio y una torre con un reloj en la parte superior. Este fue un regalo de un rey francés en agradecimiento por el obelisco que los egipcios le cedieron y que adorna la Plaza de la Concordia en París. Casi olvido mencionar que antes de entrar, me tuve que quitar los zapatos. Si alguien no desea hacerlo, afuera hay una persona que vende bolsas plásticas para cubrir el calzado por LE 5. Entramos, y pude apreciar la belleza de la mezquita por dentro. Apenas al ingreso, a la derecha, la tumba del patrón de esta mezquita y sobre el suelo, innumerables faroles iluminan el lugar. Nos sentamos sobre el piso de alfombra y Samar me empezó a contar la historia de la mezquita, las formas de rezar y como otras particularidades de la religión en Egipto (islam). Salimos de la mezquita y me puse los zapatos de nuevo, antes de ir hacia el mirador desde donde se puede ver gran parte de la ciudad, incluidas unas hermosas mezquitas a la derecha y muy a lo lejos, las pirámides de Keops y Keffren. Tomé unas fotos y un amable vigilante se ofrece a tomarme algunas, a lo que acepto de forma desconfiada... al final, en respuesta a su buena actitud y educación, le di una propina. Salimos de la ciudadela y caminamos hacia el auto de Mosaad, que nos esperaba abajo. Nos dirigimos hacia el hotel, previa parada en un taller de papiros donde compré algunas pinturas sobre papiro real. Durante el camino, le pregunté a Samar si era posible tomar un breve crucero por el Nilo, de esos que ofrecen cena sobre una embarcación. Ella hizo un par de llamadas y casi de inmediato ya tenía una reserva para cenar esa misma noche con bailes típicos incluidos. Una persona pasaría por mi y me acompañaría hasta traerme de vuelta al hotel. Subí a la habitación, descansé un poco, una ducha y un par de horas después, ya estaba saliendo nuevamente. El conductor me llevó a un barco detenido a orillas del Nilo, entré y me sentí raro al estar rodeado de tanto egipcio que me miraban todo el rato, hasta que llegaron unos indúes y se robaron el show. La cena estuvo regular y el show mejor, una belly dancer y un bailarín que giraba con una falda con luces a modo de trompo. Pasadas las 10:30 pm terminó el show y el fotógrafo oficial del espectáculo me aborda para ofrecerme unas fotos que me había tomado a LE 40 cada una, ofrezco pagar LE 50 por 3 de ellas (fui bastante agresivo en la negociación dado que él no iba a ganar nada quedándose con las fotos y yo no mucho tampoco porque había tomado fotos con mi cámara) y finalmente, él me dice que puedo quedarme con las 4 por LE 60. Acepté, y me fui de regreso al hotel que estaba en Giza (Mercure Le Sphinx). Llegué y decidí sentarme en el bar a tomar una cerveza antes de descansar. Había sido un día largo y productivo, pero al día siguiente iba a ver las Pirámides de Giza. Mención aparte merecen las 2 cervezas locales que probé: Stella y Sakkara, muy buenas. Índice del Diario: Egipto 2013
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