RECORRIDO DEL DÍA 5. RUENTE/CASCADAS DE LAMIÑA/ BÁRCENA MAYOR/CASCADA DEL POZO DEL AMO/FONTIBRE/JULIOBRICA/LIENCRES.
El itinerario de la jornada fue largo en kilómetros, pero la última parte la hicimos por autovía, con lo cual el tiempo total que supuso el viaje no fue demasiado, unas dos horas y cuarto.
RUTA SENDERISTA DE LAS CASCADAS DE LAMIÑA.
Nos atrajo mucho esta caminata cuando la vimos en un programa de televisión. En el reportaje también aparecía Ruente, que luego se reveló como un estupendo lugar de alojamiento. Se trata de una ruta sencilla y muy agradecida, que puede hacerse de varias maneras, partiendo de Barcenillas o desde Lamiña, en cuyo caso es algo más corta. Recomiendo esta opción, aunque no sea circular.
Había amanecido un día estupendo.
Los datos de la ruta completa son: 7,18 kilómetros de recorrido, 1 hora y 45 minutos de duración, con un nivel de dificultad fácil y que salva unos 200 metros de desnivel para arriba y para abajo. Esta ruta es de ida y vuelta, salvo el tramo final, en las cascadas, que hay uno pequeño sendero circular. La ruta puede convertirse en circular si se toma la pista que va hacia Barcenillas y desde allí se sigue hasta Lamiña. La verdad es que no le veo ninguna ventaja salvo que se tengan muchas ganas de estirar el paseo (son dos kilómetros más) ya que esa opción tiene mucho tramo de pista asfaltada. En fin, que escoja cada cual.
La ruta comienza en la población de Lamiña (está indicado). Hay un panel informativo que señala la dirección a seguir por una pista asfaltada, que sube algunos metros con una pendiente bastante acusada. Como nada lo prohibía, decidimos seguir con el coche hasta donde el asfalto se convirtió en tierra (nos ahorramos una buena cuesta) y seguimos a pie desde allí. La pista es cómoda, no presenta mayor complicación y se ven paisajes bonitos, aunque lo mejor llegaría al alcanzar el bosque, espeso y enmarañado donde se encuentran las cascadas, donde se cruza incluso un puente a lo Indiana Jones.
En un punto con una bajada pronunciada, aparece de frente la pista que va a Barcenillas y a la derecha la que va a las cascadas (está indicado). Tras una subida se llega a una puerta o verja para ganado (no recuerdo bien), donde hay un cartel con información. Aquí comienza un sendero que se adentra en un bosque que va junto al río y lo cruza de vez en cuando, en un pequeño itinerario circular que muestra una sucesión de rincones encantadores con preciosas cascadas, sin duda más llamativas al natural que en las fotos, que no salieron demasiado bien ya que brillaba demasiado el sol.
Para acercarse a alguna de ellas hay que hacer alguna cabriola entre las piedras, aunque nada serio. Menos mal que no quedó constancia gráfica mía, colgándome de una rama para pasar de un lado a otro en plan simio
Es importante no despistarse y fijarse bien en los escalones y las barandillas de madera, porque seguro que si los hay conducen a un salto de agua medio escondido y podríamos pasar por alto alguno bien bonito.
El día era muy soleado y hacía calor, pero en el bosque, con tanta vegetación y el agua corriendo entre las piedras apenas se notaba. Muy agradable el paseo. Lástima que el recorrido en sí por las cascadas sea muy cortito, una media hora a lo más.
BÁRCENA MAYOR.
De vuelta al coche, entre unas cosas y otras, se estaba aproximando la hora de comer. Así que decidimos hacerlo en Bárcena Mayor, conjunto histórico-artístico desde 1979 y uno de los pueblos más bonitos de España, según la asociación de dichos pueblos. Bárcena Mayor se encuentra fuera de la carretera principal del valle, la CA-280, por lo que hay que tomar la CA-817 que termina allí precisamente. Aunque solo tiene un centenar de habitantes, es la localidad más importante de este contorno.
Pese a la relativa dificultad de llegar, ya que no está de paso hacia ningún sitio sino que hay que ir expresamente, Bárcena Mayor es un pueblo muy turístico y concurrido, por lo cual nos esperábamos algún que otro problema para comer al ser sábado e ir sin reserva. Antes de llegar al núcleo urbano, nos desviaron a un gran aparcamiento público pero no gratuito (2 ó 3 euros por coche, no recuerdo). Supongo que se trata de un peaje veraniego o, como mucho, de fin de semana. Al menos, con ello se consigue evitar atascos en el casco urbano, lo que no viene nada mal.
Aunque solo tiene un centenar de habitantes, es la localidad más importante de este valle y al caserío se llega por una calle alargada, que bordea el núcleo principal. Hay varios restaurantes por la zona del puente, pero fuimos directamente a uno que nos habían recomendado, el Mesón La Jontana. No tiene menú del día, pero tampoco nos importó demasiado porque queríamos probar el entrecot de vaca Tudanca, que no suele estar incluido en los menús diarios económicos. Estuvimos muy cómodos en una mesa de la terraza en la terraza ya que corría aire fresquito pese al calor. Tomamos un entrante de alcachofas, setas y arroz, dos entrecots, un postre y cafés. Muy rico todo, la verdad. Sin embargo, hubo un detalle que no nos gustó y que no advertimos hasta recibir la cuenta: para beber habíamos pedido vino con gaseosa o tinto de verano ya que había que conducir. Nos trajeron una botella de gaseosa y otra de vino de la zona. Hasta aquí, bien. El chasco fue cuando en la cuenta (65 euros) nos cobraron 12 euros por una botella de vino, de la que solo habíamos consumido un par de dedos, más los dos euros de la gaseosa. Caro vino para echarle gaseosa y poner hielo, en plan tinto de verano. En fin, para estos menesteres se sirve una jarra de vino de la casa o vino normal, por ejemplo. Un detalle feo por su parte, la verdad. Del resto no nos quejamos.
En cuanto al pueblo en sí, es bonito, ciertamente. Y uno de los más antiguos de Cantabria, pues tenía hospital ya en el siglo XII para atender a los viajeros enfermos que se dirigían a Castilla. Se encuentra situado en un enclave natural muy pintoresco, entre montañas y a orillas del río Argoza.
Sin embargo, el mérito de Bárcena Mayor es haberse convertido en el prototipo de pueblo cántabro, sus casas de arquitectura tradicional montañesa, con solanas, soportales abiertos con arcos y balconadas de madera. Además, un conjunto espectacular de macetas y flores le añaden belleza y lo pintan de colores brillantes.
Hay que dar un buen paseo, recreándose en sus rincones (no lleva mucho tiempo porque es pequeño): la iglesia del siglo XVII, la fuente, el lavadero, el puente, las callejuelas… Y unos cuantos detalles perdidos, el reloj de sol de una fachada, la reja volada de una ventana labrada como una cabeza de animal, etc. De todo ello nos podemos enterar consultando los paneles informativos que vamos encontrando al caminar.
Una visita muy recomendable, casi imprescindible, en un viaje turístico a Cantabria, si bien, personalmente, me resultó demasiado enfocado a un turismo de masas, lo que le hace perder autenticidad. En cierto modo, eché de menos el sosiego de Mogrovejo o Carmona.
CASCADA DEL POZO DEL AMO.
Deshicimos el camino andado y salimos nuevamente a la CA-280, donde giramos a la izquierda para ir en dirección sur, hacia Reinosa. Es muy bonito el entorno natural que depara esta carretera, paralela en buena parte al cauce del río Saja, que cuenta con un centro de interpretación de su Parque Natural que dejamos a nuestra derecha. En una pronunciada curva, nos encontramos con el puente desde el que se contempla la hermosa Cascada del Pozo del Amo, que ya conocíamos de una anterior visita. Dejamos el coche unos metros más adelante, en un pequeño hueco y retrocedimos. Hay que tener mucho cuidado porque el puente es estrecho, carece de arcenes y los coches, aunque no muchos, pasan deprisa. Ignoro si hay alguna ruta senderista que lleve a contemplar esta cascada más de cerca. Merecería la pena. Tendré que investigar para una próxima ocasión.
El panorama es una delicia. Y, comparando las fotos de hace un cuarto de siglo con las de ahora, estos saltos de las aguas del Saja permanecen inmutables con el paso de los años, lo cual no es mala cosa. Naturalmente, nosotros no hemos corrido la misma suerte. Qué le vamos a hacer.
BALCÓN DE LA CARDOSA.
Unos kilómetros más allá, nos encontramos con el Balcón de la Cardosa, un estupendo mirador donde se encuentra también el Monumento al Corzo. El calor había formado un poco de bruma y los perfiles de los montes aparecían un algo emborronados, pero no mermaban su agreste belleza: ni un solo núcleo urbano se divisaba en lontananza.
Poco después de pasar por el Puerto de Palombera, el paisaje cambió a un perfil más suave y plano. Entre las flores, pastaban las vacas y los caballos.
FONTIBRE. NACIMIENTO DEL EBRO.
Abandonamos definitivamente la carretera CA-280 a la altura de Espinilla y tomamos la CA-183 hasta Fontibre, donde se encuentra el nacimiento oficial del río Ebro. También lo habíamos visitado tiempo atrás, pero quisimos verlo de nuevo. En realidad es un parque, donde muchas familias van a pasear y a merendar.
Se puede hacer un pequeño recorrido circular en torno al río mediante pasarelas, con paneles informativos, en los que se cuenta que no es del todo cierto lo que nos hacían recitar en el colegio de pequeños. Y es que el Ebro no nace exactamente en Fontibre, sino que es en esta fuentona kárstica donde reaparecen las aguas filtradas del Hijar, que nutren al Ebro con el deshielo de Alto Campoo en la Falda del Pico de Tresmares, lugar donde acaece el auténtico nacimiento del río más caudaloso de nuestro país.
Polémicas aparte, y sin olvidar que no se trata de un entorno enteramente natural sino convertido en parque por el hombre, resulta muy agradable dar un paseo a la sombra, contemplando los cuatro manantiales de los que brotan unas aguas de varios tonos de azul, incluido el turquesa, por causa de los limos que arrastran al filtrarse.
JULIOBRIGA. RESTOS DE CIUDAD ROMANA Y RECONSTRUCCIÓN DE DOMUS ROMANA.
Seguimos nuestra ruta hacia Reinosa, muy cerca de la cual, en la localidad de Retortillo, se encuentran las ruinas de Juliobriga, la única ciudad romana importante en territorio cántabro, y que se pueden visitar libremente, sin pagar entrada. No queda mucho más que los cimientos de piedra de las casas, distribuidas en zonas perfectamente identificables en cuanto a la catadura económica de sus residentes. Por ejemplo, resulta curioso que, por entonces, la gente pudiente disponía de cocinas en las casas donde los criados les hacían la comida; por el contrario, los menos favorecidos debían comprar los alimentos ya preparados en los mercados pues carecían de cocinas y de criados. Según los restos encontrados, disponían de calles con soportales para protegerse de las inclemencias del tiempo en invierno y del sol abrasador en verano. Por cierto que las columnas que aparecen en las fotos de muchas guías y folletos para anunciar este lugar no son romanas sino que se colocaron en el siglo XX.
Sin embargo, quizás lo más significativo de Julióbriga es su Domus, una reproducción en alzado, dimensiones y distribución de una de las casas cuyos restos se han encontrado, perteneciente a una familia acomodada de finales del siglo I d.C. La entrada cuesta dos euros y si cuadra el horario conviene apuntarse a la visita guiada, que dura unos veinte minutos y es bastante entretenida. Se ha reproducido la estancia principal o triclinimum, el patio interior, la cocina, la habitación o lugar de reposo y la taberna. Se puede hacer fotos al final de la visita guiada. Nos gustó.
PANTANO DE RETORTILLO E IGLESIA ROMÁNICA DE SANTA MARÍA.
La ubicación en sí presenta otros atractivos, como las vistas sobre el pantano de Retortillo y la iglesia románica de Santa María, del siglo XII, enclavada en el foro del yacimiento arqueológico. No pudimos entrar porque ya estaba cerrada, pero mereció la pena dar una vuelta por el exterior.
Después, enfilamos hacia la costa por la autovía ya que esa noche teníamos alojamiento en Liencres, adonde llegamos solo a tiempo de ver este panorama de su Costa Quebrada.