ITINERARIO: VILLACARRIEDO/PUENTE VIESGO/CUEVA DEL CASTILLO/CUEVA DE LAS MONEDAS
Nuestra última mañana en Cantabria supuso un corto viaje de poco más de veinte minutos y media hora de viaje, desde Villacarriedo hasta Puente Viesgo, donde visité las Cuevas del Castillo y la de las Monedas. Después de lo cual emprendimos viaje de regreso a Madrid. Este es perfil del recorrido en Google Maps.
VILLACARRIEDO Y PALACIO DE SOÑANES.
Como comenté al final de la etapa anterior, por la noche teníamos reservado alojamiento en un auténtico Palacio. Cuando estaba preparando la ruta, en internet encontré como un lugar digno de visitar en Cantabria el palacio de Soñanes, en la pequeña localidad de Villacarriedo, que está situada en los Valles Pasiegos. Me llamó la atención su fachada y me quedé sorprendida al ver que el edificio se ha convertido en hotel de cuatro estrellas, gestionado por la cadena Abba, que ya conocíamos de otras veces. Aunque no era muy optimista tratándose del mes de agosto, probé a mirar el precio y me llevé una sorpresa pues los 100 euros de la noche de alojamiento no me parecieron un tributo excesivo por darnos el gustazo de terminar las vacaciones en un auténtico palacio barroco de principios del siglo XVIII. No nos arrepentimos. La experiencia nos gustó y mucho. Pero iré por partes.
Fachada principal del Palacio de Soñanes.
Siguiendo el hilo del relato del día anterior, tras pasar el espectacular Puerto del Portillo de la Lunada decidimos ir directamente al hotel en vez de dar un rodeo hasta Vega de Pas. El calor que habíamos pasado durante toda la jornada nos hizo desear fervientemente refrescarnos en la piscina del hotel. Cuando llegamos, la recepcionista nos dijo que era muy pequeña, pero no nos importó en absoluto y disfrutamos una horita primero dentro del agua fresquita, y luego tumbados en la hierba tan ricamente. Para completar el homenaje de final de vacaciones, reservamos mesa en el restaurante del hotel, otro precioso salón palaciego. Tomamos un entrante, arroces y sorbetes de postre. Cocina elaborada y muy rica, aunque a los más comilones se les pueda quedar un poco escasa, lo que no fue nuestro caso. El precio normal para estos sitios (la cena nos costó 45 euros).
Habitación. Comedor y detalle de la cena.
Y ahora voy a contar un poco la historia del Palacio de Soñanes, que se encuentra en la pequeña localidad de Villacarriedo, en medio de un paisaje idílico del Valle de Carriedo por el que discurre el río Pisueña. Con población reconocida desde hace más de mil años, formó parte de varios señoríos y albergó también una cofradía de correos reales a caballo. Sin embargo, su mayor fama le viene de su fantástico palacio, el más espectacular edificio civil barroco de Cantabria, construido por Juan Antonio Díaz de Arce, nacido en el lugar y que fue intendente general del Reino de Aragón, consejero del rey Felipe V y caballero de Santiago. Las obras se desarrollaron entre 1718 y 1722.
Entorno de Villacarriedo y del Palacio de Soñanes.
Para erigirlo, aprovechó una torre medieval que había en el pueblo, en torno a la cual el diplomático se procuró una suntuosa residencia. No está claro quién diseñó los planos del edificio (se habla de Fontanelli, Borromini, Ladrón de Guevara…), pero sí se aprecia cierto parecido con el Palacio de Camposagrado de Oviedo, aunque el cántabro esté mucho más ornamentado.En cualquier caso, su arquitectura barroca, que reinterpreta también los órdenes clásicos (dórico, jónico y corintio) y que cuenta con elementos platerescos, churriguerescos y montañeses, puede gustar más o menos, pero no deja indiferente. Abundan las columnas, las pilastras, los frisos adornados, las gárgolas y los escudos, formando un conjunto realmente llamativo y suntuoso.
Fachada lateral.
Mención aparte merece el interior, completamente restaurado desde que se convirtió en hotel a principios del siglo XXI. La escalera es una maravilla y la decoración me pareció de lo más llamativa, digna de dedicarle un buen rato, para arriba y para abajo, contemplando los detalles y sacando fotos. Además, por la noche apenas había nadie y me pude mover cómodamente de un lado a otro, cámara en mano. A continuación, unos ejemplos.
Por la mañana, salimos a dar una vuelta por el pequeño núcleo urbano que hay junto al colegio, pero cuyo tamaño va en proporción inversa a lo bonito que es, contando igualmente con un entorno paisajístico precioso. El tiempo había cambiado y el calor del día anterior había traído muchas nubes presagio de las tormentas que se anticipaban para el final de la jornada, aunque a nosotros ya no nos iban a pillar.
Al lado del Palacio, se encuentra el Colegio de los Padres Escolapios, fundado en 1736 y construido en piedra de sillería. Muy cerca está también la Iglesia de San Antonio y algunas casas con ventanales llenos de flores, que colaboraban a prestar una estampa muy atractiva.
PUENTE VIESGO. CUEVAS DEL CASTILLO Y DE LAS MONEDAS.
Después del desayuno, incluido también en el precio de la habitación y en el que eché en falta un zumo de naranja natural, retomamos nuestra andadura a través de las hermosas tierras pasiegas hasta Puente Viesgo, donde tenía hora reservada para visitar las Cuevas del Castillo y de las Monedas. Hay un amplio aparcamiento tomando una carretera desde el puente sobre el río Pas, a un par de kilómetros hacia arriba del centro urbano. Es posible subir caminando por un sendero que se adentra en el bosque, indicado por carteles. Yo tardé unos quince minutos en recorrerlo, pero lo hice a la vuelta, en descenso, y requiere menos esfuerzo, claro. De nuevo tuve que correr para que no se me pasara la hora y es que hay que caminar unos quinientos metros por un camino empedrado para llegar a la entrada de la segunda cueva. Por lo tanto, cuidado al reservar para ver ambas: hay que dejar suficiente margen de tiempo entre una y otra.
Valles Pasiegos.
La Cueva del Castillo y la de las Monedas suponen dos ejemplos distintos pero muy interesantes de las cuevas cántabras, la primera destaca por sus grabados y pinturas del Paleolítico Superior, catalogadas entre las más antiguas del mundo con más de 40.000 años de antigüedad y que cuenta con más de 275 figuras en colores rojo, negro y amarillo. En la segunda se reconocen más sus formaciones geológicas, si bien también tiene una sala en la que se pueden contemplar pinturas prehistóricas con figuras de animales y signos en color negro. Las visitas son por supuesto guiadas en los dos casos, la entrada a cada una cuesta 3 euros y no se pueden sacar fotos dentro. Por eso, aquí no pongo ninguna, salvo de los alrededores, cuyas vistas no son desdeñables ni mucho menos.
Puente Viesgo desde las Cuevas del Castillo y Las Monedas.
Al acabar, bajé por el sendero que he mencionado hasta Puente Viesgo, por donde estuve paseando un rato, contemplando el puente sobre el río Pas y su famosa zona de balnearios, cuyos orígenes se remontan al siglo XVIII.
Otra zona interesante para visitar en Puente Viesgo es la que está junto al Ayuntamiento, que ocupa el Palacio de Fuentes Pila, de 1928 y estilo regionalista montañés.
Ayuntamiento y plaza típica.
Muy cerca está también la Iglesia parroquial de San Miguel, construida en 1950, pero que conserva una torre y una capilla del siglo XVII. En cualquier caso, resulta muy interesante visitarla porque reproduce un templo neorrománico, que recuerda a San Martín de Fromista o a la Colegiata de Santillana del Mar. Es de libre acceso.
Y allí terminaron nuestras vacaciones cántabras. Aunque los resúmenes suelen quedar para sitios a los que no se tiene intención de regresar en algún tiempo (lo que no es el caso), solamente decir para que me parece mejor ir a Cantabria en una época del año que no sea agosto, ni siquiera si se va en plan playero, salvo que gusten las multitudes, lo que no es tan raro. Al igual que en todas las zonas turísticas, los precios están por las nubes y se encuentran concurridas los topes, como el propio Santander. Sin embargo, eso no menoscaba su encanto, sus paisajes verdes y su estupenda gastronomía. Tuvimos buen tiempo y, aunque nos acompañaron las nubes en algunos momentos, no vimos la lluvia ni por asomo y tampoco fuimos víctimas de brumas o nieblas de las que chafan el ánimo y las vistas, como nos había ocurrido en Galicia unos años atrás también en agosto. En cuanto a temperaturas, fueron agradables de noche y salvo un día o dos, el resto tuvimos sol y llegamos a pasar calor, sobre todo en Castro Urdiales.
Volveremos pronto. Seguro.
Una de las últimas estampas que nos llevamos de Cantabria.