ITINERARIO DE NUESTRO ÚLTIMO DÍA EN SAO MIGUEL.
NORDESTE. CHÁ GORREANA (PLANTACIONES DE TÉ). MIRADOR DE SANTA IRIA. PONTA DELGADA.
Era nuestra última mañana en Sao Miguel. El avión salía a las dos de la tarde, así que no nos quedaba demasiado tiempo para ver cosas ya que teníamos que cruzar la isla hasta Ponta Delgada, devolver el coche y facturar la maleta en el aeropuerto. El trayecto desde Nordeste a la capital no lleva ni una hora, pero tampoco conviene descuidarse como comprobaríamos después.
Perfil de la jornada matutina en Google Maps: Aproximadamente 60 kilómetros y una hora en el coche.
Pero como lo prometido es deuda, voy a aprovechar esta etapa tan cortita para incluir los relatos de las visitas a Nordeste y Ponta Delgada.
NORDESTE.
Nordeste se encuentra situado en la parte nororiental de la isla, lo cual no resulta nada extraño teniendo en cuenta su propio nombre. Se trata de la zona más remota de Sao Miguel y hasta no hace mucho tiempo era complicado llegar allí, si bien esto ha cambiado gracias a la nueva carretera que la comunica por el norte con Ponta Delgada. Aunque los lugares a visitar en el "concelho" están relacionados sobre todo con la naturaleza y el paisaje, a la capital no le falta encanto para dedicarle un paseo, que tampoco requiere demasiado tiempo porque es pequeña y se recorre enseguida.
Durante nuestra estancia, Nordeste estaba en fiestas y pudimos asistir a un par de conciertos y ver sus principales edificios iluminados: el puente, la iglesia, el ayuntamiento, la calle principal… Muy chulo.
Sin embargo, lo que más recordaré de nuestra visita a Nordeste, como ya he mencionado antes, son las vistas desde el comedor del hotel al atardecer. Por ello me gustaría terminar con esa imagen, pero para no repetir una foto parecida demasiadas veces, le haré un pequeño arreglo:
PONTA DELGADA.
Visitamos Ponta Delgada la tarde del día que estuvimos en Furnas (relato en la etapa 5 de este diario). La idea inicial era terminar la jornada cenando en Ponta Delgada, pero estábamos tan hartos a causa del cocido que, al final, nos limitamos a dar un paseo. Como ya he mencionado en otra etapa, la capital de Sao Miguel estaba en plenas fiestas “do Divino Spiritu Santo” y tenía adornos por todas partes. Sin embargo, al contrario que el primer día, cuando nos pilló un desfile multitudinario del que salimos huyendo, todo estaba muy tranquilo y apenas había gente en las calles.
Ponta Delgada cuenta con cerca de 70.000 habitantes y es una de las tres capitales actuales de Azores, junto con Horta (isla de Faial) y Angra do Heroismo (isla de Terceira). Su origen se remonta a un pueblo de pescadores que fue fundado en 1450 y se extendió paulatinamente hasta entrar en competencia con Vila Franca do Campo, la población más importante de la isla en aquellos tiempo. En 1546, tras diversos conflictos, se convirtió en capital, favorecida por el terremoto que asoló Vila Franca en 1522. Durante el siglo XIX vivió un importante auge económico, en especial por la exportación de cítricos al Reino Unido
Dejamos el coche cerca del puerto y, tras comprar unos helados, fuimos al casco antiguo, para acceder al cual es muy recomendable pasar por las llamadas Portas da Cidade, una puerta de tres arcos que aparece en el escudo de la ciudad. Fue construida en 1783 y formaba parte de las antiguas defensas del muelle, si bien fue trasladada a mediados del siglo XX a la Plaza Gonçalo Velho, en la que destacan su pavimento de mosaico portugués y varios edificios porticados. Al igual que muchas otras construcciones públicas y emblemáticas de Sao Miguel, se construyó con piedra volcánica y cuenta con mampostería encalada. No la pudimos apreciar bien porque estaba bastante tapada con los adornos de las fiestas.
Nada más pasar las Portas da Cidade, vimos a la derecha la Iglesia de San Sebastian, del siglo XVI, con una portada con esculturas muy elaborada y una llamativa torre del reloj.
A la izquierda nos encontramos con la Cámara Municipal (Ayuntamiento), que conforma un atractivo conjunto con la fuente, la estatua, las flores y las calles paralelas de Santa Luzia y los Mercadores,, ambas muy agradables de recorrer, con su pavimento blanco y negro, haciendo dibujos geométricos, al más típico estilo portugués y sus casas de dos plantas, la mayoría de los siglos XVII a XIX.
Durante nuestro paseo pasamos también por la Capilla de Sao Bras (1587), el Convento de Nuestra Señora de la Esperanza (1545), la Iglesia de San José, la Santa Casa de Misericordia y, saliendo de nuevo al paseo marítimo, el Fuerte de Sao Bras, de 1552, que actualmente alberga el Museo de Historia Militar.
Además, pudimos contemplar un bonito atardecer. Teníamos pensado volver en otro momento para visitar el Jardín Botánico y algunos rincones que habíamos dejado pendientes, pero ya no nos dio tiempo. Será en otra ocasión.
CHÁ GORREANA. FÁBRICA Y PLANTACIONES DE TÉ.
No quería irme de Sao Miguel sin visitar esta plantación de te, la única que hay en Europa actualmente. La fábrica, que produce fundamentalmente té negro y verde, se puede visitar. Funciona desde 1883 y en ella se utiliza la camellia sinensis, cuyo cultivo se introdujo en la isla a mediados del siglo XVIII por los navíos que venían de Oriente. Por cierto que chá es la palabra para decir té en portugués (y, al parecer, también en chino).
Además de enterarse de la manera en que se elabora el té y, si es el caso, acercarse a la tienda para comprar lo que apetezca (a nosotros no nos gusta el té, así que pasamos de ello), hay una pequeña ruta senderista que recorre la plantación. Tiene unos 3 kilómetros de longitud, con una hora de duración, más o menos. También cuenta con un punto de observación elevado. El camino resulta muy sencillo y el único problema es que hay que cruzar la carretera general que tiene bastante tráfico, por lo cual hay que ir con cuidado.
Tampoco se tiene que hacer necesariamente la ruta completa porque la plantación es bastante similar en todos sus zonas, pero resulta interesante conocer al menos un tramo del recorrido, durante el cual, además de las plantas de té, se pueden contemplar campos de cultivo, casas de apoyo a las tareas agrícolas, arbustos de criptomeria japonica y una bonitas vistas de la costa norte.
MIRADOURO DE SANTA IRIA.
Este mirador, uno de los que ofrece mejores vistas de la costa norte, se nos había quedado pendiente, así que paramos ya un poco apurados, de paso hacia el aeropuerto. No hay que perdérselo, mejor por la tarde por la luz.
Finalmente, fuimos a devolver el coche a las oficinas de Goldcar que no están en el aeropuerto de Ponta Delgada, como mencioné al principio, sino en una nave a unos cinco kilómetros. Sin problema alguno, nos llevaron a la terminal, donde finalizó nuestra estupenda estancia de seis días y medio en Sao Miguel, si bien desde el avión de TAP, pese a los cristales tan rallados de la ventanilla, todavía pude tomar unas fotos de la parte sur occidental de la isla a vista de pájaro. Llegué a ver las lagoas de Sete Cidades con un ligero capuchón de nubes, pero la calidad de las fotos era muy mala, así que no las pongo aquí.
Durante el vuelo, de media hora de duración, nos ofrecieron un pequeño bocadillo y un refresco. Y ya nos esperaba Terceira.