ITINERARIO DE LA JORNADA.
Rocha de Chambre (ruta de senderismo). Grota Natal. Algar do Carvao. Vuelta a la isla desde Vila Nova hasta Angra do Heroismo. Cena y alojamiento en Angra do Heroismo.
Recorrido según Google Maps. Unos 78 kilómetros y algo menos de dos horas en coche.
Aunque iba a ser breve, teníamos claro que durante nuestra estancia en Terceira queríamos hacer alguna ruta de senderismo. Había visto algunas en internet, pero resultaba un poco difícil elegir a distancia. Así que le pedí consejo al amable empleado de la Oficina de Turismo del aeropuerto de Lajes. Me preguntó qué queríamos exactamente, si rutas por terreno más bien “agreste” o por miradores costeros. Le respondí que preferíamos la primera opción y enseguida nos habló de tres posibilidades: Rocha do Chambre, Passagem das Bestas y Mistérios Negros. Dado el poco tiempo disponible, solamente podíamos hacer una ruta diaria (dos en total) pues también queríamos ver pueblos y otras excursiones con el coche. Misterios Negros es la ruta más conocida y la que suele elegir casi todo el mundo, pero los folletos de las otras dos caminatas me llamaron la atención y, tras buscar imágenes de las tres en internet, decidí hacer las de Rocha do Chambre y Passagem das Bestas, que parecían ofrecer paisajes más variados. Por cierto, que no me arrepentí.
ROCHA DO CHAMBRE. RUTA SENDERISTA.
Iniciamos la jornada dirigiéndonos desde Angra do Heroismo hasta el parking desde el que sale la ruta senderista, en un sitio llamado Malha Grande, en la zona alta de la pedanía de Biscoitos. En el camino pudimos apreciar que la vegetación, altísima a ambos lados, casi invadía la carretera bordeada por enormes macizos de hortensias en flor, como muestra la foto de abajo. Apenas circulaban coches por allí, se notaba una menor presencia turística que en Sao Miguel.
Tuvimos que dejar nuestro vehículo en la cuneta de la carretera, ya que estaban haciendo obras de acondicionamiento en la zona de estacionamiento. A nuestro alrededor, campaban a sus anchas las hortensias y las violetas africanas: qué derroche de color.
Los datos de esta ruta circular son los siguientes: 9,3 kilómetros, dos horas y media de caminata y grado de dificultad medio, supongo que por las incómodas piedras volcánicas y las pronunciadas pendientes de algunos tramos.
Durante un kilómetro, más o menos, anduvimos por una pista de tierra roja, flanqueada por flora endémica de estas islas, en especial laureles, brezos y cedros.
La pista llega a una bifurcación, donde comienza la ruta circular, en la que se recomienda tomar el camino de la izquierda, lo cual hicimos. Poco después, la pista de tierra se convirtió en sendero, pero no un sendero cualquiera, sino un camino de piedras volcánicas erosionadas, sobre el que resultaba un poco complicado caminar. No es que sea difícil, pero si requiere prestar un mínimo de atención para no torcerse un tobillo o tropezar.
Por lo demás, el entorno era de lo más sugerente, con árboles y arbustos retorcidos, adoptando formas sorprendentes entre el gris de la piedra volcánica y los variados tonos de verdes de plantas y hojas, algunas de un tamaño espectacular.
Una vez terminada esta parte de vegetación tan lujuriosa, llegamos a una zona que, particularmente, me dejó alucinada: un increíble bosque de criptomerias que hacía pensar en paisajes de la prehistoria (o al menos, eso me pareció).
La altura de muchos de los árboles y los troncos curvados de algunos de ellos daban una visión casi irreal del lugar. Resulta difícil explicarlo sin estar allí, porque las fotos no pueden transportar a un escenario en tres dimensiones. Realmente llamativo.
A continuación, seguimos por un curso de agua (no llevaba demasiada, la verdad), que cruzamos varias veces por puentes de madera. El suelo estaba alfombrado de hierba y ascendía en medio de un bosque cuyos árboles y arbustos seguían deparando caprichosas formas, que hacían disparar la imaginación.
Este bosque me pareció una maravilla, con lo cual no me resultó pesada la caminata, que no dejaba de ganar altura. Sí que había que tener un poco de cuidado porque las raíces de los árboles invadían el sendero y las fotos había que hacerlas previa parada.
Salimos de aquel bosque inmenso y llegamos a una zona de vegetación más baja, desde donde se podía avistar alguna que otra vista panorámica.
Después de pasar una zona de pastos, volvimos a internarnos en otro bosque de criptomerias, aunque menos espectacular que el anterior porque los ejemplares parecían ser más jóvenes. En esta zona, el camino empezó a picar hacia arriba que daba gusto, hasta que alcanzamos un mirador con vistas sobre el Vale do Azinhal.
Pero esa subida no era nada con la que nos esperaba a continuación, con unos escalones en la tierra que parecían hechos a la medida de las piernas de Pau Gasol, no de las nuestras, desde luego. Menos mal que hay cuerdas a ambos lados para ayudarse a trepar porque en este tramo se trepa más que se camina.
Casi con la lengua fuera, llegamos al punto más alto del recorrido de la ruta (Juncal), a 708 metros sobre el nivel del mar, que ofrece una llamativa perspectiva sobre el valle y en especial de la Caldera del Volcán del Pico Alto y la zona protegida de Biscoitos da Ferraria.
Y todavía teníamos que bajar al valle y luego subir allá, arriba.
Desde allí, pudimos ver un camino descendente que llegaba a una especie de valle con zonas de cultivo y que ascendía después por una intrincada colina con vegetación endémica. El paisaje alrededor era magnífico y se podía apreciar diversas formaciones volcánicas e incluso la costa.
Tras otro tramo de ascensión, llegamos al mirador de Rocha do Chambre, que nos deparó unas vistas realmente espectaculares, mostrándonos a vista de pájaro la zona boscosa que habían recorrido anteriormente y la que nos quedaba por surcar.
Sin embargo, en mi opinión, lo más llamativo era el marco que ofrecían a tan estupendo panorama los coloridos macizos de hortensias de color malva, que explicaban, quizás, el motivo de que a Terceira se le llame la isla malva.
A continuación, descendimos por un sendero hasta un nuevo mirador, que nos ofrecía más vistas espectaculares de la zona, toda verde, verde, verde…
Por fin, llegamos al llano, atravesamos campos de cultivo y alcanzamos la bifurcación inicial, tomando de nuevo la pista de tierra roja que nos llevó al principio de la ruta.
Muy bonita esta caminata y los paisajes bastante variados. Me sorprendió.
GRUTA NATAL.
No tuvimos que recorrer ni diez kilómetros para llegar a lugar de nuestra siguiente visita. Como no sabíamos qué tal nos iría con la caminata, habíamos llevado unos bocatas, así que paramos y nos los tomamos junto a la laguna que hay al lado de la entrada a la gruta. El cielo estaba oscuro, pero no había previsiones de lluvia, así que tranquilidad absoluta en cuanto a eso.
La Gruta Natal es una formación geológica extensa formada por un tubo de lava en el interior de la isla y que se localiza en buena parte debajo de la Lagoa do Negro. Consta de varios túneles consecuencia de la expulsión de la lava en distintas direcciones.
La Gruta se puede visitar de manera independiente o comprando una entrada conjunta con el Algar do Carvao, con lo cual se puede ahorrar unos euros. A lo largo de nuestras vacaciones, nos pudimos dar cuenta que los precios varían mucho dependiendo de la temporada y como nosotros fuimos en julio todo estaba por las nubes, incluidas las “atracciones” de las islas. El caso es que creo recordar que pagamos 14 euros por las dos visitas, cuando en otros meses se pagan 9, o eso he leído al menos.A la entrada te dan un casco que hay que llevar obligatoriamente durante toda la visita, que es libre. También se fijan en que lleves un calzado apropiado (nada de tacones, chanclas y demás).
El recorrido tiene una longitud de 697 metros y resulta bastante interesante al caminar por los túneles y ver los huecos y la erosión causada por el flujo de las lavas en un pasado remoto.
Se puede hacer fotos sin problemas (como en casi todos sitios en este tipo de cuevas, excepto en España) y es importante no quitarse el casco porque en algunos puntos el techo está bastante bajo y el riesgo de darse un coscorrón es bastante alto (lo digo por propia experiencia ). Sobre si es interesante o no visitar ese lugar, cada uno tendrá su opinión. Yo, que soy muy de cuevas, no me arrepentí de haber ido.
ALGAR DO CARVAO.
Tampoco tuvimos que conducir mucho para llegar a nuestro siguiente destino, el Algar do Carvao. Está calificado como Monumento Natural y se encuentra dentro de la Caldera do Guilleme Moniz, a 640 metros de altitud. En realidad se trata de una chimenea volcánica, a la que se tuvo acceso por primera vez en 1893.
Exterior de Algar do Carvao.
En su formación intervinieron diversas erupciones que no me atrevo a explicar porque lo haría mal. Lo que sí puedo decir es que se trata de un lugar de visita obligada en Terceira. En cierto modo, por su apariencia me recordó al Gouffre de Padirac francés, si bien geológicamente hablando tienen poco en común.
Se accede por unas escaleras, que pronto nos llevan a poder divisar el agujero por el cual salieron las lavas en tiempos remotos. La vegetación adherida a las rocas resulta muy llamativa.
En los “techos” se pueden observar cúpulas creadas por la lava al intentar salir al exterior, tapas basálticas, depósitos ferrosos y de silicio, mineral que también ha formado algunas estalactitas.
Otro de los aspectos más llamativos de este sitio es el lago subterráneo de agua de lluvia y con presencia de azufre.
La gama de colores que adquieren las rocas es sorprendente, desde el marrón al ocre, pasando por el verde o el amarillo. No sé si hay visitas guiadas, pero nosotros fuimos por libre. Nuevamente no había ningún inconveniente en hacer fotos sin flash.
En cuanto a diferencias entre la Gruta Natal y Algar do Carvao, contándolo en plan profano, la primera es un conjunto de túneles y la segunda una cavidad con un pequeño lago en el fondo. Yo vería los dos, pero si se ha de elegir, evidentemente, es más llamativo Algar do Carvao.
VUELTA POR EL OESTE DE LA ISLA.
Cuando terminamos en el Algar do Carvao, quisimos dar la vuelta por la zona oeste de la isla, que tiene una forma más o menos circular. Entre vacas, hortensias y todo tipo de árboles flanqueando la carretera, llegamos a Vila Nova, en el norte de la isla y, desde allí, hicimos un recorrido contrario a las agujas del reloj, viendo varios pueblos, zonas costeras e imperios hasta que llegamos a Biscoitos.
BISCOITOS.
Según he leído en la página de turismo de Portugal, el nombre de esta pequeña localidad se debe a la similitud de la lava solidificada de la erupción de finales del siglo XVII con unos panes duros, hechos con agua y harina y cocidos dos veces para alargar su duración y que se llamaban “biscoitos”.
Lo más llamativo de esta población son sus piscinas naturales, muy concurridas, según pudimos apreciar, con todo tipo de servicios y que aprovecha las formaciones de lava solidificada, ofreciendo panoramas muy atractivos. Hay varias piscinas con distintos “niveles” de dificultad para el baño, dependiendo de la fuerza de la corriente y de las olas.
Continuamos después surcando la carretera que va por la costa, pasando por pueblecitos con casas de colores y atractivos miradores costeros. En este recorrido no teníamos otra pretensión que dar un paseo en coche, así que no puedo dar dar detalles de localidades ni lugares concretos. Tampoco hace falta.
Pero antes de llegar a Angra do Heroismo, vimos con otra perspectiva el Monte de Brasil viniendo desde el oeste de la isla.