Amanecemos en Budapest, una ciudad que nos está encantando, a pesar de su poca o nula accesibilidad; el plan de hoy, tras desayunar, preparar sanwiches con los embutidos que hemos traído envasados desde Asturias, botellas de agua (del grifo sin problema) etc es cruzar el Puente de las Cadenas y callejear por la zona de Pest, que al menos no tiene cuestas como la de Buda
En unos 10 minutos llegamos frente al imponente puente, barajamos la idea de coger el bus de nuevo, pero el soleado día invita a cruzarlo andando y admirar las vistas; cruzamos por el lado derecho, desde el que se vé muy bien el Castillo de Buda, el Puente de Sissi y la omnipresente Estatua de la Libertad en lo alto.
El omnipresente parlamento
El Castillo de Buda
Nos dirigimos al Budapest Eye, la noria, previo paso por alguna que otra tienda de Souvenirs para constatar que Budapest es una ciudad cara en cuanto a los recuerdos (quizás en el Mercado Central sean más baratos, lo desconozco, decidimos no ir ya que quedaba a desmano, los sábados cierra a las 15 y los domingos no abren)
Plaza Erzsébet, presidida por la Fuente del Danubio
Tras visitar ésta zona nos acercamos a la famosa estatua del Fat Policeman, el policía gordo de Budapest al que hay que tocar la barriga para no volver a engordar jamás, oleeee , y el bigote para regresar algún día:
Justo enfrente está la Catedral Basílica de San Esteban (Esteban I, primer Rey de Hungria) con sus 96 metros de altura:
Como hay unas considerables escaleras para acceder a ella, y los niños están fritos en el carrito, nos turnamos para verla, entrando yo primero.
No está nada mal, somos muy de entrar en las catedrales, y reconozco que es difícil superar la belleza de la de Estrasburgo; veo a dos con una chapa con su nombre y deduzco que trabajan allí así que les pregunto por la tumba de Puskas, el futbolista; no es que yo sea futbolero, al contrario, cambio de canal siempre, pero por echarle un vistazo; mi sorpresa es cuando me pide que le acompañe, abre una puerta pasando una tarjeta y un código y bajamos por unas escaleras hasta una cripta; aquí empecé a temer por mis riñones y despertarme al día siguiente flotando en el Danubio, pero no , el tío es majo y me enseña la tumba así como la de otros ilustres futbolistas de la época dorada de la selección Húngara, asintiendo yo como si supiese de quien narices me está hablando
Cuando salgo le comento a mi mujer que entre a verla pero que pasé lo que pase no pregunte por la tumba de Puskas
De aquí nos vamos a ver el edificio de la ópera, que se encuentra totalmente andamiado y en restauración, sólo se libran las estatuas de famosos compositores que adornan su techo, entre los que destacan Mozart, Beethoven, Tchaikovsky, Verdi por citar algunos.
Beethoven
Continuamos para ir a comer al Frici Papa, que tan buenas valoraciones tiene, pero comprobamos, primero en google maps y luego en persona, que los domingos se encuentra cerrado; así pùes vamos a otro que nos pilla de camino hacia la Gran Sinagoga, el Belvarosi Disznótoros, de platos al peso y también con buenas críticas; de camino vemos la estatua del malogrado poeta Miklos Radnoti.
Olga entra en otra sucursal del World of Souvenir para seguir comprobando que no va a ser una ciudad de la que nos llevemos recuerdos.
Como nos suele pasar a menudo, el local es de comer de pie y sólo tiene sillas en la primera planta, asi que dado que también está bastante lleno, nos decantamos por otro que está al lado, el Mir Kebab, que puede que no sea tan bueno, pero a nosotros nos dió de comer a un precio muy razonable
Continuamos por la ancha Károly Krt.
hasta llegar a la Gran Sinagoga de Budapest, la 2ª más grande del mundo tras la de New York; las vallas nos indican que aquí se deben de formar sus buenas colas para visitarla, nosotros lo descartamos con el carrito de los niños, quizás en la próxima ocasión ya que he leído y visto fotos y está muy chula.
Son las 15 de la tarde, y decidimos seguir dando un agradable paseo hasta la Little Princess statue, admirando bellos edificios por el camino:
pasando por la amplia Plaza Vörösmarty, presidida por la estatua-monumento sedente de Mihaly Vörösmarty, poeta y dramaturgo Húngaro, uno de los máximos representantes del romanticismo en su país; también se sitúa en esta plaza una de las cafeterías mas antiguas de Europa, el Café Gerbeaud, fundada en el año 1858.
A los niños les voy contando historias de cada estatua que vemos, como ésta que se supone es un gigante que le gustaban mucho los trenes y se quedó ahí congelado con su locomotora favorita, algo hay que hacer para que la ciudad les resulte interesante también!
Llegamos hasta la estatua de la Pequeña Princesa, parece ser que el escultor se inspiró en su hija de 6 años, por lo que he leido, y siempre jugaba con gorros hechos con telas etc, así que allí esta a orillas del Danubio y de las vías del tren; para mis hijos es una niña que está esperando que su padre vuelva de darse un baño
Volvemos a pasar delante del puente y sus estupendas vistas.
Con la roja iglesia calvinista al fondo
El Bastión de Pescadores con la Iglesia de Matías al fondo.
Aquí mientras grabamos a un tio que toca magistralmente unos vasos llenos de agua presenciamos un choque de dos coches justo detrás:
Nos vamos en dirección a la Plaza de la Libertad:
El polémico monumento que simboliza al águila nazi atacando a la “inocente” Hungría; no gusta nada a los húngaros ya que muchas de las mayores atrocidades fueron cometidas por los propios fascistas húngaros.
Aquí hay un parque infantil y aprovechamos para sentarnos y que ellos jueguen, no todo va a ser para nosotros:
Mientras, me acerco al otro extremo de la plaza a ver el Monumento a la Unión Soviética:
Así como la estatua de Ronald Reagan, amigo de Hungría durante la Guerra Fría, y que parece encaminarse a la adyacente Embajada Americana.
Y desde aquí llegamos por fin al espectacular Parlamento neogótico de Budapest, en la plaza que lleva por nombre la de un destacado expresidente Húngaro, Lajos Kossuth
Monumento a Lajos Kossuth
Estatua ecuestre de Ferenc Rakoczi, héroe nacional, líder de la guerra de independencia húngara contra el dominio de los Habsburgo...y que sale en los billetes de 500 florines (1,48€ solamente) que nos gustaron y nos trajimos uno de recuerdo:
Son las 16:30 y ya atardece, momento en el que se produce el arriado de la bandera por parte de soldados húngaros, con trompetas y tambor de fondo, todo muy marcial y ceremonioso:
Un poco más allá se encuentra el grupo escultórico dedicado al propio Lajos Kossuth, destacado nacionalista y uno de los líderes intelectuales de la Revolución de 1848; tuvo que exiliarse en 1849 tras la fracasada guerra independentista contra los austríacos, no pudiendo volver ya a Hungria.
Lo síguente que queremos ver es uno de los puntos más representativos, desgraciadamente, de Budapest: Los zapatos junto al Danubio, símbolo mudo del holocausto en Hungria.
Para llegar a ellos hay que bajar escaleras, como no, la accesibilidad de Budapest brilla por su ausencia, aunque reconozco que el interminable parlamento bien merece el esfuerzo de cargar con la silla:
Llegamos > A 20.000 judíos húngaros se les obligó a quitarse los zapatos, producto muy valioso durante la Segunda Guerra Mundial, antes de ser fusilados por parte del gobierno Húngaro de la Cruz Flechada, aliados de los nazis, antes de la liberación soviética en 1945.
Aún aquí, Budapest nos regala un hermoso atardecer en el Danubio, con la roja iglesia Calvinista del otro lado:
Seguimos rumbo al Puente de la Cadenas por la ribera del río, que ya deja de ser muy idóneo para ir con el carro gemelar, y decidimos cruzar por un paso que hay entre las vías, antes que enfrentarnos con las empinadas escaleras del puente; aquí hay escaleras pero en dos tramos y mas pequeñas, además nos ayuda un chico muy amable a subir el carro, con lo que mi mujer puede descansar, aún hay gente maja y empática por el mundo!
Volvemos a cruzar el Puente de las Cadenas, ésta vez por el lado contrario, con vistas sobre el Parlamento, que uno nunca se cansa de ver:
Una vez más nos volvemos dando un paseo, son las 17:15 y llevamos muchas horas ya pateando por ésta, sin duda, hermosa ciudad.
Cenamos en el apartamento,
preparamos las maletas y al día siguiente a la hora pactada, 4:15 am, el taxi de Gettransfer nos está esperando en la puerta, con lo que nos lleva al aeropuerto, despegando puntualmente a las 6:25 para llegar a Santander sobre las 9:30, pagando los 15€ del parking del coche y regresando a nuestra querida Asturias.
THE END