Día 9. Jueves 29 de agosto
Amanece un nuevo día en el lejano oriente. Hemos llegado a la mitad del viaje. Por el momento, Japón nos está encantando: la cultura, la gastronomía, los habitantes, los monumentos, el transporte, la limpieza...
Hoy tocaba abandonar la región de Kansai, en la que llevamos ya casi una semana, para iniciar la ruta hacia la zona de los Alpes. Para ello, debíamos coger el shinkansen hasta Nagoya, y desde ahí un tren expreso hasta la localidad de Takayama, en plenas montañas. Recordemos que habíamos llevado las maletas grandes a la oficina de Yamato Transport para enviarlas hasta Tokio, por lo que en los desplazamientos de estos próximos días llevaremos solamente una maleta mediana y una pequeña.
Como ya venía siendo costumbre en las últimas jornadas, cogimos el metro en Sanjo Keihan (T11) hasta la estación central, Kyoto Station (K11). Habíamos reservado los asientos la tarde anterior al regresar de Kōbe, por lo que no debíamos preocuparnos de si había sitio en el tren. Sin embargo, nos confiamos un poco con el horario y salimos bastante justos de tiempo del apartamento, por lo que al llegar a la estación central tuvimos que correr con las dos maletas; acabamos llegando al tren, completamente empapados de buena mañana, pero al menos estábamos dentro. Pasaba otro Hikari a las 07:45, que hubiéramos podido coger también, aunque hubiéramos tenido algo menos de tiempo para poder enlazar más tranquilamente con el expreso.
Nuestro tren era un servicio Hikari, con salida a las 07:32 de Kioto. Tardaba unos 50 minutos aproximadamente en llegar hasta Nagoya, la cuarta ciudad en importancia de Japón, la cual se sitúa a unos 150 km de distancia. Allí, se debe cambiar de tren a un limited express que nos llevará directamente hasta Takayama, y cuya salida estaba prevista a las 08:43 de la mañana. Sólo existen 10 de estos trenes al día que comuniquen ambas ciudades, siendo el que cogimos nosotros el segundo del día, cuya duración total era de 133 minutos, esto es, casi dos horas y cuarto.
A las 08:43 en punto, iniciamos el camino. Se debe tener en cuenta que el tren primero se desplaza hasta la ciudad de Gifu, situada a unos 30 kilómetros de Nagoya, con los asientos encarados en sentido opuesto al de la marcha del tren. Es al salir de la estación cuando el tren ya avanza en el sentido en el que están encarados los asientos, por lo que no temáis si veis que en Nagoya el tren va hacia el sentido contrario.
El recorrido está catalogado como uno de los mejores viajes en tren de todo el país, y a lo largo del cual se atravesarán pequeñas localidades, se cruzarán puentes, se atravesarán montañas y mientras el tren seguirá el curso del río Hida.
Hoy tocaba abandonar la región de Kansai, en la que llevamos ya casi una semana, para iniciar la ruta hacia la zona de los Alpes. Para ello, debíamos coger el shinkansen hasta Nagoya, y desde ahí un tren expreso hasta la localidad de Takayama, en plenas montañas. Recordemos que habíamos llevado las maletas grandes a la oficina de Yamato Transport para enviarlas hasta Tokio, por lo que en los desplazamientos de estos próximos días llevaremos solamente una maleta mediana y una pequeña.
Como ya venía siendo costumbre en las últimas jornadas, cogimos el metro en Sanjo Keihan (T11) hasta la estación central, Kyoto Station (K11). Habíamos reservado los asientos la tarde anterior al regresar de Kōbe, por lo que no debíamos preocuparnos de si había sitio en el tren. Sin embargo, nos confiamos un poco con el horario y salimos bastante justos de tiempo del apartamento, por lo que al llegar a la estación central tuvimos que correr con las dos maletas; acabamos llegando al tren, completamente empapados de buena mañana, pero al menos estábamos dentro. Pasaba otro Hikari a las 07:45, que hubiéramos podido coger también, aunque hubiéramos tenido algo menos de tiempo para poder enlazar más tranquilamente con el expreso.
Nuestro tren era un servicio Hikari, con salida a las 07:32 de Kioto. Tardaba unos 50 minutos aproximadamente en llegar hasta Nagoya, la cuarta ciudad en importancia de Japón, la cual se sitúa a unos 150 km de distancia. Allí, se debe cambiar de tren a un limited express que nos llevará directamente hasta Takayama, y cuya salida estaba prevista a las 08:43 de la mañana. Sólo existen 10 de estos trenes al día que comuniquen ambas ciudades, siendo el que cogimos nosotros el segundo del día, cuya duración total era de 133 minutos, esto es, casi dos horas y cuarto.
A las 08:43 en punto, iniciamos el camino. Se debe tener en cuenta que el tren primero se desplaza hasta la ciudad de Gifu, situada a unos 30 kilómetros de Nagoya, con los asientos encarados en sentido opuesto al de la marcha del tren. Es al salir de la estación cuando el tren ya avanza en el sentido en el que están encarados los asientos, por lo que no temáis si veis que en Nagoya el tren va hacia el sentido contrario.
El recorrido está catalogado como uno de los mejores viajes en tren de todo el país, y a lo largo del cual se atravesarán pequeñas localidades, se cruzarán puentes, se atravesarán montañas y mientras el tren seguirá el curso del río Hida.
Sobre las 11 en punto llegamos por fin a la estación de tren de Takayama, la cual tiene al lado también la estación de autobuses, formando entre ambas un intercambiador. Nosotros habíamos reservado para pasar la noche en el Takayama Kanko Hotel, un hotel rural con habitaciones de estilo tradicional (ryokan) y que estaba situado en lo alto de una colina cerca del centro de la localidad. Dicho hotel, y a su vez otros hoteles y alojamientos de la ciudad que están un poco alejados, ofrecen un servicio de traslado en minibuses para evitar la caminata hasta llegar a ellos, que salen desde la puerta oeste de la estación de tren (hay que atravesar la pasarela elevada que conecta ambos extremos de la estación).
Como suele ser habitual en Japón, el check-in sólo puede realizarse a partir de mediodía o primeras horas de la tarde, partiendo el primer minibús hacia las 14:40 y hasta las 18:40 en intervalos de una hora. Por tanto, no podíamos ir aún a hacer el check-in, por lo que tuvimos que dejar las maletas en las famosas consignas, una instalación que puede encontrarse en prácticamente todas las estaciones de tren o autobús del país. En este caso, conseguimos que cupieran las dos maletas y alguna que otra bolsa en una misma consigna de las grandes, que suelen tener un precio de 400-500 ¥.
Una vez dejadas las maletas, nos acercamos a la estación de autobuses, pues al día siguiente marchábamos hacia la aldea histórica de Shirakawa-go, y desde ahí seguiríamos hasta la ciudad de Kanazawa. En ese momento pudimos reservar en la taquilla el segundo autobús (Shirakawa-go a Kanazawa, con salida a las 12:20), mientras que el primero se compra en las máquinas autoventa que hay allí mismo en la zona de los andenes, y que por tanto compraríamos al día siguiente.
Tras esto, nos pusimos en marcha rumbo al centro de la localidad por la calle-paseo que se encuentra frente a la estación, Ekimae Chuo Dori. Así llegamos hasta un puente que atraviesa el río Miyagawa, el cual divide la zona más tradicional e histórica del centro al este con la más moderna de la ciudad al oeste. No obstante, nosotros optamos por girar justo antes de llegar al puente por Honmachi Dori, distinguible por tener árboles en las aceras.
A unos 250 metros llegaremos a una zona más despejada, donde encontraremos la Takayama Jin'ya, la antigua oficina de gobierno de la ciudad que puede visitarse. Justo frente a la puerta estaban desmontando el mercado matinal Jinyamae, uno de los dos famosos mercados matinales junto al de Miyagawa (que se localiza en la orilla del río un poco más al norte) donde venden todo tipo de productos artesanales.
En nuestro caso decidimos solamente observarla por fuera, ya que se puso también a lloviznar, por lo que siguiendo la ruta, atravesamos el puente que se hallaba al lado de nuestra posición. Justo al lado del puente se halla un pequeño santuario con un farol de piedra, cuya vista junto con la del río es muy bonita.
Como suele ser habitual en Japón, el check-in sólo puede realizarse a partir de mediodía o primeras horas de la tarde, partiendo el primer minibús hacia las 14:40 y hasta las 18:40 en intervalos de una hora. Por tanto, no podíamos ir aún a hacer el check-in, por lo que tuvimos que dejar las maletas en las famosas consignas, una instalación que puede encontrarse en prácticamente todas las estaciones de tren o autobús del país. En este caso, conseguimos que cupieran las dos maletas y alguna que otra bolsa en una misma consigna de las grandes, que suelen tener un precio de 400-500 ¥.
Una vez dejadas las maletas, nos acercamos a la estación de autobuses, pues al día siguiente marchábamos hacia la aldea histórica de Shirakawa-go, y desde ahí seguiríamos hasta la ciudad de Kanazawa. En ese momento pudimos reservar en la taquilla el segundo autobús (Shirakawa-go a Kanazawa, con salida a las 12:20), mientras que el primero se compra en las máquinas autoventa que hay allí mismo en la zona de los andenes, y que por tanto compraríamos al día siguiente.
Tras esto, nos pusimos en marcha rumbo al centro de la localidad por la calle-paseo que se encuentra frente a la estación, Ekimae Chuo Dori. Así llegamos hasta un puente que atraviesa el río Miyagawa, el cual divide la zona más tradicional e histórica del centro al este con la más moderna de la ciudad al oeste. No obstante, nosotros optamos por girar justo antes de llegar al puente por Honmachi Dori, distinguible por tener árboles en las aceras.
A unos 250 metros llegaremos a una zona más despejada, donde encontraremos la Takayama Jin'ya, la antigua oficina de gobierno de la ciudad que puede visitarse. Justo frente a la puerta estaban desmontando el mercado matinal Jinyamae, uno de los dos famosos mercados matinales junto al de Miyagawa (que se localiza en la orilla del río un poco más al norte) donde venden todo tipo de productos artesanales.
En nuestro caso decidimos solamente observarla por fuera, ya que se puso también a lloviznar, por lo que siguiendo la ruta, atravesamos el puente que se hallaba al lado de nuestra posición. Justo al lado del puente se halla un pequeño santuario con un farol de piedra, cuya vista junto con la del río es muy bonita.
Nada más atravesar el puente, aparecerá ante nosotros un callejón a mano izquierda repleto de viviendas tradicionales. Incluso podremos encontrar algunas antiguas destilerías de sake, donde puede degustarse y comprar esta bebida. A lo largo de esta zona, conocida como Sanmachi Suji, podremos recorrer calles como esta, que albergan casas de antiguas familias importantes de la zona (casas patrimoniales), museos de distinta índole que albergan las carrozas de un famoso festival celebrado en otoño o muñecos mecánicos, arqueológicos o de arte, etc.
Nosotros realizamos una ruta circular donde seguimos todo recto por el callejón en el que nos encontrábamos, y cuando ya habíamos atravesado cuatro cruces, giramos hacia el río y volvimos por la ribera del mismo, donde se localiza el otro mercado matinal de Takayama. Una vez llegados al puente que habíamos atravesado anteriormente, el que tenía un pequeño santuario al lado, giramos a la izquierda hasta encontrar una calle que parecía principal y donde no se podía continuar recto. Ahí procedimos a girar a la izquierda de nuevo, donde a unos 250 metros se encuentra el Museo de Historia de Takayama, el cual nos animamos a visitar y en el que se cuenta la historia de la ciudad. Se nos hizo bastante ameno y es bastante recomendable.
Tardamos un poco más de media hora en visitarlo, por lo que acabamos saliendo de allí sobre la 1 y media pasadas. Teníamos unos 15-20 minutos hasta la estación, pero antes queríamos encontrar algún supermercado o konbini en el que poder coger algo de comer y para desayunar al día siguiente antes de pillar el minibús al hotel. Por ello, a no llega 100 metros del museo se halla un Family Mart en una de las principales avenidas, donde entramos para coger el desayuno (ya teníamos echado el ojo a los cafés y el chocolate con leche y los dulces de los konbini a lo largo de los días). Para la comida, optamos por un supermercado localizado en la calle Honmachi Dori que habíamos visto al inicio de la ruta.
Una vez nos hicimos con la comida de hoy y el desayuno de mañana, procedimos a ir hacia la estación para coger las maletas y poder llegar a tiempo de coger el minibús de las 14:40. Corriendo otro poco, ya que no sabíamos bien bien dónde se cogía el minibús (lo tuvimos que preguntar en la oficina de turismo situada en la placita donde se encuentran las estaciones), pudimos dar con el mismo antes de que saliera unos minutos después.
Tras un corto viaje de poco más de 10 minutos, llegamos al hotel, donde procedimos con la validación de la reserva y el check-in. Se trata de un hotel encantador, renovado pero con el estilo tradicional, con un hall amplio y muchas salas comunes. La habitación de estilo tradicional a lo ryokan era de lo mejor de todo el viaje, muy amplia y la cual disponía de un balcón con vistas hacia la ciudad.
Tardamos un poco más de media hora en visitarlo, por lo que acabamos saliendo de allí sobre la 1 y media pasadas. Teníamos unos 15-20 minutos hasta la estación, pero antes queríamos encontrar algún supermercado o konbini en el que poder coger algo de comer y para desayunar al día siguiente antes de pillar el minibús al hotel. Por ello, a no llega 100 metros del museo se halla un Family Mart en una de las principales avenidas, donde entramos para coger el desayuno (ya teníamos echado el ojo a los cafés y el chocolate con leche y los dulces de los konbini a lo largo de los días). Para la comida, optamos por un supermercado localizado en la calle Honmachi Dori que habíamos visto al inicio de la ruta.
Una vez nos hicimos con la comida de hoy y el desayuno de mañana, procedimos a ir hacia la estación para coger las maletas y poder llegar a tiempo de coger el minibús de las 14:40. Corriendo otro poco, ya que no sabíamos bien bien dónde se cogía el minibús (lo tuvimos que preguntar en la oficina de turismo situada en la placita donde se encuentran las estaciones), pudimos dar con el mismo antes de que saliera unos minutos después.
Tras un corto viaje de poco más de 10 minutos, llegamos al hotel, donde procedimos con la validación de la reserva y el check-in. Se trata de un hotel encantador, renovado pero con el estilo tradicional, con un hall amplio y muchas salas comunes. La habitación de estilo tradicional a lo ryokan era de lo mejor de todo el viaje, muy amplia y la cual disponía de un balcón con vistas hacia la ciudad.
Una vez instalados en la habitación, nos pusimos a comer lo que habíamos podido pillar en los supermercados. Una vez comidos, y teniendo en cuenta que habíamos reservado uno de los baños privados del hotel con capacidad para tres personas (Sakura, cuya primera reserva era gratuita, después ya se pagaba) durante unos 45 minutos para las 18 horas, decidimos dar un paseo por las zonas comunes del hotel y por la zona cercana al hotel del Parque Kitayama, donde se sitúan las ruinas del Castillo de Ayuzaki y desde el cual se tiene una buena perspectiva de la ciudad a los pies de la colina.
Tras un corto paseo, regresamos al hotel para prepararnos para el baño termal, pues nos habían dejado yukatas en la habitación, prenda con la que la gente acostumbraba a ir para desplazarse por el interior del hotel. A las 17:55 aproximadamente estábamos por el hall principal, pues nos debían dar la llave del baño en recepción. Tras recogerla, a las 6 estábamos entrando en el baño privado: no había tiempo que perder. A intervalos, nos íbamos metiendo en la bañera piscina, en la cual se notaba la elevada temperatura del agua. El baño disponía de un gran ventanal, a través del cual se veía cómo la zona este de la ciudad se entremezclaba con las montañas formando una estampa envidiable. Además, tuvimos suerte y pillamos justo el atardecer, por lo que ver cómo cambiaba la luz del paisaje mientras tomábamos el baño fue una experiencia maravillosa.
Al llegar el tiempo a su fin, volvimos a recepción para entregar las llaves, quedándonos un ratito más paseando por las zonas comunes y haciéndonos fotos con diversas esculturas y pinturas ataviados con las yukatas. Subiendo a la habitación, decidimos asomarnos un momento al baño público de la última planta, el cual aún siendo mixto tiene divididos por turnos el acceso a hombres y a mujeres. En ese momento, sólo las mujeres podían entrar, por lo que la integrante femenina de la familia entró unos minutos a curiosear, y al no haber nadie en ese momento, pudo tomar algunas instantáneas como la siguiente.
Al llegar el tiempo a su fin, volvimos a recepción para entregar las llaves, quedándonos un ratito más paseando por las zonas comunes y haciéndonos fotos con diversas esculturas y pinturas ataviados con las yukatas. Subiendo a la habitación, decidimos asomarnos un momento al baño público de la última planta, el cual aún siendo mixto tiene divididos por turnos el acceso a hombres y a mujeres. En ese momento, sólo las mujeres podían entrar, por lo que la integrante femenina de la familia entró unos minutos a curiosear, y al no haber nadie en ese momento, pudo tomar algunas instantáneas como la siguiente.
Por último, regresamos a la habitación donde nos duchamos y pusimos el pijama, ya que no podríamos ir a cenar al restaurante del hotel debido a que nos habían dicho al hacer el check-in que el aforo estaba completo. Hay una cafetería cercana al hotel, a unos 100 metros de camino al parque Kitayama, donde en el hotel nos comentaron que se podría cenar platos como pasta o similares. Sin embargo, preferimos no salir del hotel, y por tanto, antes de subir a la habitación después del baño, habíamos pasado por la zona de máquinas autoventa, donde pudimos coger algunos ítems para poder cenar algo.
Habíamos llegado al punto medio del viaje, y el día de hoy y sobre todo la tarde, más relajados, nos había venido de perlas para descansar y coger fuerzas para continuar con el resto del viaje. Takayama es un lugar precioso, rodeado de montañas y donde aún se respira una atmósfera de carácter tradicional alejada de las grandes urbes niponas. Una localidad muy recomendable para acercarse a los Alpes japoneses y poder descansar, como en nuestro caso, durante los días intermedios del viaje.
Habíamos llegado al punto medio del viaje, y el día de hoy y sobre todo la tarde, más relajados, nos había venido de perlas para descansar y coger fuerzas para continuar con el resto del viaje. Takayama es un lugar precioso, rodeado de montañas y donde aún se respira una atmósfera de carácter tradicional alejada de las grandes urbes niponas. Una localidad muy recomendable para acercarse a los Alpes japoneses y poder descansar, como en nuestro caso, durante los días intermedios del viaje.