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Unos 17 km. separan Cochrane de la confluencia del río Baker con el río Chacabuco. Ayer pasamos por allí viniendo de Puerto guadal.
En este punto sale una carretera, la X-83, que lleva hasta el Paso Roballos, límite con Argentina, cruzando el valle del río Chacabuco. Es llamada también esta carretera como Ruta Escénica Paso Roballos. Y tiene un recorrido lleno de atractivos.
Aparte de que es la carretera de acceso a la Estancia Chacabuco, hoy ya Parque Patagonia.
Tenía yo bastante interés en visitar esta zona. Por las fotos que había visto de sus paisajes, por la historia del valle que me parece fascinante, por lo que prometen sus caminatas…
El Parque Patagonia es una joya que brilla en una de las partes más silvestres e indómitas del mundo.
Esto escribió Kristine Tompkins, fundadora y Presidenta de la fundación Conservación Patagónica. Y yo no puedo estar más de acuerdo.
Por el Valle Chacabuco pasaron los tehuelches y dejaron varias muestras de ello. Utilizaban el valle como sitio de caza y refugio.
La historia más reciente del valle comienza con Lucas Bridges que monta una gran estancia para la cría de ganado ovino y vacuno, atraído por sus excelentes pastos. Trasladó miles de ovejas desde la estepa argentina hasta este valle fundando la Estancia Valle Chacabuco que sería una de las estancias más grandes de Chile.
Pero los muchos años de pastoreo tuvo como consecuencia un desastre ecológico. No solo los pastos se agotaron y los terrenos se degradaron sino que la fauna nativa fue desapareciendo debido a las cercas y alambradas que contenían al ganado y porque vieron reducido su espacio vital a casi nada.
La bonanza económica fue a menos por la bajada de precio de la lana y para compensar el déficit se aumentó el número de ovejas en estos ya degradados pastizales. Finalmente el ganado ovino no era un negocio rentable y los suelos estaban en crisis.
Conservación Patagónica es una fundación sin ánimo de lucro fundada por Kristine Tompkins, segunda esposa de Douglas Tompkins. Compraron la Estancia Valle Chacabuco y algunos terrenos colindantes con el solo propósito de devolver al valle su antigua naturaleza.
Kristine y Douglas Tompkins fueron personas amantes de la naturaleza, los deportes al aire libre y también empresarios notables. Las marcas The North Face, Sprit y Patagonia son más que conocidas y mostraron su faceta empresarial. Decidieron dejarlo todo y retirarse a Chile. Compraron varias propiedades que luego donaron al estado para convertirlas en parques nacionales protegidos.
Visitaron la Estancia Chacabuco en 1995 y desde ese momento comenzaron a soñar cómo preservar el Valle Chacabuco.
En el año 2000 Kristine funda Conservación Patagónica que es la que compra la Estancia Valle Chacabuco en 2004 con el objeto de restaurar los pastizales dañados, proteger y aumentar la fauna del área, desarrollar una infraestructura de acceso público atrayente y duradera, así como estimular la creación de una economía local sostenible.
Vendieron el ganado, quitaron los 650 km. de alambrada y comenzó el lento proceso de recuperación. Se obtuvieron mejores resultados de lo esperado y la fauna volvió a la zona. La vida silvestre retornó al ecosistema. Una labor excelente de restauración ecológica.
Visionaron poder unir este sitio con dos reservas nacionales aledañas, Tamango y Jeinimeni. Los tres juntos formarían el Parque Nacional Patagonia. Eso ocurriría a finales de 2018.
www.rutadelosparques.org/ ...patagonia/
El Parque Nacional Patagonia se encuentra en un área única en la que las características del ecosistema de la Patagonia argentina se adentran en Chile y se encuentra con los bosques húmedos. El Valle Chacabuco, el corazón del parque, es un valle de transición entre ecosistemas.
Nada más adentrarse en esta ruta panorámica los paisajes te van envolviendo.
Antes de llevar tres kilómetros aparecen dos lagos estacionales que reciben el nombre de Lagunas de Juncos. Se suelen utilizar como ambientes idóneos para la alimentación y reproducción de diversas aves acuáticas.
En algunos prados pasta aún algo de ganado vacuno.
En una explanada que llaman Las Latas en donde se iba a instalar la localidad de Cochrane, si bien enseguida cambió su ubicación a la que actualmente tiene.
Se van viendo altas montañas con algo de nieve y cordones de cerros más bajos entre los que se deben de encontrar el cerro Tamango y el Tamanguito que comienzan a visionarse por esta zona.
Las primeras manadas de guanacos no tardan en aparecer.
En diez kilómetros o así llegamos al centro administrativo de Valle Chacabuco, ahora ya del Parque Patagonia.
Las construcciones son las mismas que Conservación Patagónica realizó en su día. Cuenta con un Centro de Visitantes, oficinas, Un Lodge de lujo y un anexo al mismo, un bar, El Rincón Gaucho que tiene también tienda de artesanía y varias casas que luego nos enteraríamos que son donde los trabajadores se alojan.
Todo en un entorno encantador. Entre álamos y rodeado de cerros y praderas. Un entorno en el que se respira paz y al que los animales se acercan sin temor. Las explanadas suelen estar frecuentadas por guanacos. Y algunos animales más que tuve la ocasión de cruzarme luego en la tarde.
La arquitectura de los edificios contribuye a esta sensación de sitios cálidos y acogedores. Son construcciones rústicas pero elegantes, una mezcla de lo antiguo y algo de nuevo. Un estilo tradicional de la estancia histórica mezclado con técnicas modernas de sostenibilidad.
La piedra de laja de las edificaciones es de una cantera propia del Valle Chacabuco. Las vigas de madera, los suelos, de maderas recicladas de antiguos galpones. Utilizan energías renovables.
En el centro de visitantes te informan de las distintas opciones de visita y atracciones que el parque tiene. No hay folletos y están un poco haciéndose a la idea de que ya son un parque nacional. Apenas llevan un año como parque. Si bien la mayoría de los empleados son los mismos que con reserva Valle Chacabuco.
La entrada cuesta 10.000 CLH. Aunque sea el mismo parque hay que pagar entrada en sus distintos sectores. Es la misma cantidad que pagamos en Jeinimeni. Nada barata, pero realmente no importa mucho este desembolso ante las atracciones con las que cuenta el parque.
La zona de baños es de las mejores que encontramos en todo el viaje. De una elegancia y limpieza no habitual por aquellos contornos. Es necesaria la entrada al parque para acceder a los mismos.
El Museo lo inauguraron hace muy poco, cuando fue nombrado parque. Es un museo interesante que cuenta y muestra los bonitos paisajes de la zona, la historia cultural del Valle Chacabuco, el relato de la pérdida y recuperación ecológica de la zona, las acciones y proyectos para conservación e introducción de fauna…. Es como un museo tradicional antiguo que utiliza modernas tecnologías.
La historia de los conservacionistas Douglas y Kristine Tompkins está por allí contada también.
En el Valle Chacabuco uno de sus atractivos mayores son las caminatas que se pueden hacer. En el top está la llamada las Lagunas Altas y algunas más.
Pero como las grandes caminatas las estamos eludiendo y ya hemos echado un vistazo al museo, nos vamos a ver los grandes paisajes que contiene el Valle Chacabuco y jalonan esta ruta escénica hacia el Paso Roballos. Ya hemos visto en el museo un avance de los mismos en bellos carteles fotográficos.
El siguiente punto escénico es la Laguna de los Cisnes, situada a algo más de cuatro kilómetros desde el Centro de Visitantes.
Laguna en la que abundan los juncales. Se ven cisnes de cuello negro pero con bastante dificultad.
Estos humedales son muy importantes para albergar varias de las casi 100 especies de aves diferentes que se han registrado dentro del parque. Como los cisnes de cuello negro, la tagua común, el flamenco chileno… Aparte de que son el hogar de insectos, anfibios, algunos mamíferos…
La vegetación y suelos de estos humedales ayudan a filtrar y almacenar humedad manteniendo fuentes de agua casi todo el año de la que se aprovecha toda la vida silvestre.
Y otra cualidad de la que disfrutamos los visitantes eventuales. Su extraordinaria belleza.
Avanzando camino varios cordones montañosos nos acompañan y en sus valles y faldeos vemos zonas que son más húmedas y verdosas. En todas estas praderas abundan los rebaños de guanacos. Estas tierras son también ricas en sales y también se concentran en ellas los guanacos para lamerlas.
Y enseguida nos encontramos con otro nuevo humedal, la Laguna de los Flamencos. De similar paisaje y concepto que la anterior.
Vemos algunos flamencos, pero con dificultad, no son muchos los flamencos que hay. La gran mayoría están por venir. Pese a que vimos muchos flamencos en el norte, me hubiera encantado verlos también por aquí.
Esta laguna se alarga en el valle, alternando zonas de juncales y zonas de agua. Casi a su final hay una zona de agua que se asemeja más al concepto de laguna, con los juncos alrededor. Hay una zona de picnic con álamos que se llama Picaflor y Aguilas.
Este nombre de Picaflor y Águilas es otro de los nombres por los que se conocía a Douglas y Kristine Tompkins.
Una zona muy bonita y apacible para pasar un rato oyendo el sonido de algunas aves.
Otros cuatro kilómetros en los que se sube un poco hasta el Portezuelo Laguna Seca.
Como su nombre indica, es el punto más alto de la ruta, el portezuelo, y se aprecia una laguna que está seca. Sus aguas son ocasionales en la temporada de deshielos.
Las vistas panorámicas desde este punto son grandiosas.
Panorámica del valle Chacabuco, los cordones montañosos con el Tamango y Tamanguito. Hacia el nordeste ya vamos viendo las conocidas formas rocosas que nos recuerdan al cordón de Jeinimeni.
Por el oeste algunas montañas del Campo de Hielo Norte.
Se baja un poco y llegamos al extenso valle del río Chacabuco.
Y en poco a otro valle que se conoce como Valle Guanacos. 17 km. del centro de visitantes.
El guanaco es abundante en el Parque si bien vimos más guanacos en otros lugares que en este valle.
El guanaco ha reconquistado su antiguo espacio que durante muchos años fue exclusivo por el ganado.
Las plantas propias de la Estepa Patagónica han recuperado también su vitalidad después de décadas de ganadería extensiva. Ya las hemos visto en todo el camino y por este valle también. Varios tipos de coirones, neneos, pastizales, calafates. Y en las partes altas de los cerros y montañas contrasta el ecosistema de las altas cumbres. Manchas verdosas que corresponden a tupidos bosques de lenga.
Paisaje patagónico. Como me encanta........., y que bonitos recuerdos evoca......
Por este valle dicen que se pueden ver aves rapaces y carroñeras. Y sí que vimos. Un par de cóndores andinos. Los carroñeros más elegantes que existen.
El Cóndor Andino es una de las aves más grandes y longevas. Para la gente de la Patagonia es un símbolo de poder, salud y libertad.
Todo un placer poder ver planear a los dos cóndores. Nos quedamos un rato embobados siguiendo sus piruetas e intentando cogerlos en una foto.
Los guanacos sirven de alimento a los pumas. Por donde hay guanacos se pueden avistar pumas. Pero es bastante difícil. Y estas aves sobreviven de restos de estas presas.
La carretera bordea el río y nos encontramos con un puente peatonal por el que se accede al Puesto Casa de Piedra. A 25 km. del centro de visitantes.
El puente colgante Berkeley permite a los visitantes cruzar el río y acceder al Puesto Casa de Piedra y el camping del mismo nombre.
El Puesto ya existía en los años 40 y era un puesto de la antigua estancia que ha sido restaurado y actualizado. Lo ocupan los guarda parques y tiene una zona de baños bien cuidada. Se encuentra rodeada de álamos.
El camping es más moderno y tiene siete quinchos bien resguardados.
Por aquí se accede también al valle del río Avilés y a la confluencia de este río con el Chacabuco. Es el punto de partida, o llegada, de los treking por el Valle Avilés y la Reserva Jeinimeni.
Las indicaciones con los nombres de los lugares se encuentran grabadas sobre hitos construidos con la misma piedra de laja que los edificios de la administración.
Está todo muy bien indicado. El nombre de los campings o zonas de picnic, el inicio de las rutas con indicación de sus características. Todo ello construido antes de ser Parque, por Conservación Patagonia.
Avanzando camino y desde el puesto Casa de Piedra comienzan a abundar los bosques de ñirre. Se va bordeando el río y hay zonas en dónde se puede pescar.
Un puente vehicular sobre el río Chacabuco. El acceso al Fundo el Coirón que es propiedad privada.
A 35 km. del centro de visitantes llegamos al Camping Alto Valle
En la base del Cerro Oportus se ha construido no hace mucho un nuevo camping con zona para autocaravanas. Hay ocho módulos a los que se puede acceder con el coche y aparcar junto al módulo.
Los baños están muy bien y limpios. Hay hasta duchas de agua caliente. Un guarda parque muy amable te informa de los senderos de alrededor.
Queremos subir al Mirador Douglas Tompkins.
El guarda nos advierte que al mirador solo pueden llegar automóviles 4x4 y que la carretera está bastante mal, con pendientes de piedras y arena con peligro de derrapar. Son unos 7 km.
Siempre se puede ir caminando.
El camino que sube al mirador va entre pequeños bosques de lenga y ñire. Es un camino de huella pero está relativamente bien durante un par de kilómetros o algo más. Después hay un parking y un letrero invitando a los coches no 4x4 a quedarse allí aparcados. El resto del camino, efectivamente, está bastante penoso. Con ripio y piedras sueltas y repechos fuertes.
Un primer aparcamiento es para los que quieren hacer la caminata Del Gato. Un segundo para iniciar el sendero a Lago Chico y junto al mismo un tercero para el mirador.
Hay que caminar un corto trecho, que forma parte del trazado del sendero a Lago Chico, hasta el mirador.
El tiempo durante casi todo el día había estado nuboso, lloviendo a ratos, incluso una granizada.
En el mirador ya no llovía pero el cielo seguía cubierto. Y viento. Muchísimo viento. Un aire helador que te penetraba dentro. No me extraña que hayan construido como un cobertizo con ventanal para guarecerse un poco del fuerte viento que sopla en la cima de este cerro.
El paisaje que nos rodea es un paisaje de los que llaman alto andino, en el que se van mezclando pastizales y zonas de pequeños bosquetes de lengas y ñires castigados por el viento.
Hay unas vistas hermosas del Lago Cochrane y de los picos que lo rodean que se ven parcialmente a capricho de las nubes.
Este mirador se llamaba Mirador del Monte San Lorenzo pues desde aquí se tiene una buena vista del mismo. Nosotros no pudimos verlo, sería alguno de los que estaban cubiertos.
Pero desde la muerte de Douglas Tompkins lleva su nombre, como un pequeño tributo a lo mucho que hizo por este parque.
El sendero sigue hacia el Lago Chico por medio de este paisaje patagónico. Dicen que es un lago de aguas cristalinas.
En el camping Alto Valle nos tomamos el bocadillo.
Hay unos ejemplares de ñire que tienen en su tronco unas setas redondas y amarillentas. Son parásitas del árbol y parece que comestibles.
El día evoluciona a mejor, sale el sol a ratos pero las nubes no se van del todo.
Quedan aún unos kilómetros para llegar al Paso Roballos y la frontera con Argentina.
Hay varios puntos a visitar como la Juanina que es una casona de la época de la estancia en dónde vive el personal del parque que trabaja en la cantera de donde se saca la piedra para la construcción de la infraestructura del parque.
La vivienda de Lucas Bridges, el primer dueño de la estancia ovejera.
El Retén Baker que es el puesto donde se hacen los trámites fronterizos. En esta zona se pueden ver a los ñandús ya que hay una población de ellos en el parque.
La frontera estaría 11 km. después.
Pero nosotros nos volvimos desde el camping pues se nos había quedado el cuerpo cortado por el aire del mirador y porque el guarda nos dijo que lo mejor de la ruta panorámica ya lo habíamos recorrido.
Nos volvemos por la misma ruta empapándonos de nuevo de estos bonitos paisajes.
Nos detuvimos en el centro administrativo del parque. El rincón del Gaucho es un restaurante y bar, con una pequeña tienda de artesanía. Sirven comidas y bebidas. Entramos a tomarnos un café.
Eramos los únicos parroquianos y pudimos entablar una agradable conversación con las dos chicas que lo atendían. Hablando de distintos temas del parque, de la zona, del pueblo de Cochrane…
Está diseñado con muchos detalles que lo hacen un rincón acogedor. Techos altos, grandes ventanales, adornos de madera… Se nota el buen gusto y la elegancia de quién lo diseñó.
Desde este mismo centro administrativo parten algunas rutas de senderismo. La más popular, como ya comenté, la de Lagunas Altas.
Pero hay otro sendero más corto que va en la misma dirección que al camping los Wests Winds. Se llama Sendero de la Vega. Son 7 km., ida y vuelta.
Pero estos 7 km. comienzan al inicio del sendero y hasta llegar al mismo hay que recorrer toda la explanada del centro administrativo.
El clima ha mejorado y nos animamos a comenzar la ruta. Mi marido se queda en el coche. Son muchos
los kilómetros que lleva ya conducidos.
Las praderas que rodean el pequeño poblado lucen hermosas con los rayos de sol de la tarde.
Vamos pasando las distintas construcciones.
La huerta de agricultura biointensiva cuyos productos se sirven en el restaurante.
El Lodge principal. Me hubiera gustado entrar a verlo pero no me atreví.
Con la intención de pernoctar dentro del parque estuve echando un vistazo a esta opción de alojamiento. Tenía una pinta tremenda, pero también precios tremendos.
Y viendo todas estas edificaciones no me extrañaba que me hubiera parecido tan bonito.
También se pasa por el viejo e histórico cementerio. Es una visita corta y muy interesante. El cementerio se remonta a la época en que era una estancia ganadera. Hay alguna tumba con su pequeña casa de madera encima y en el mismo hay enterradas personas y algunos animales.
Hay una tumba reciente. Es la de Douglas Tompkins. Murió a causa de un accidente en el lago General Carrera cuando hacía una travesía en kayak. Su kayak volcó por el oleaje levantado en el lago por un fuerte viento y la muerte le sobrevino por hipotermia.
Escogió ser enterrado en este lugar por el que tanto había luchado.
Al final de todas las construcciones es cuando comienza realmente el Sendero de la Vega
Discurre entre la frondosa yerba de la pradera a los pies del cerro Tamanguito.
Cuando llevamos un kilómetro del sendero recorrido el pie me comienza a molestar y decido volverme a hacerle compañía a mi marido. Los compañeros continúan.
En lugar de volverme por el mismo camino decido cruzar por en medio de la extensa pradera, por variar de paisaje. Esquivando en varias ocasiones un pequeño riachuelo que va serpenteando sin que apenas se note.
El recorrido no se hace corto por las muchas veces que tuve que buscar un paso del riachuelo. Pero fue interesante.
Me encontré con una liebre patagónica. Tuve que huir del acoso de dos pájaros Tero que me chirriaban de forma estridente. Me imaginé que tendrían cerca sus nidos. Y me acordé que había leído que la inmensidad de la Patagonia se asocia con el silencio, pero que hay quien dice que ese silencio no estaría completo sin el grito del Tero, o Teru.
A lo lejos vi como comenzaban a jugar un partido de futbol algunos empleados del complejo. Nos había dicho la chica del Rincón del Gaucho que ellos dormían en las casas que hay por la explanada. En la Casa Vizcacha, por ejemplo, dormían algunas mujeres.
En el complejo ya estaba todo cerrado a excepción del Rincón Gaucho. Los visitantes también se habían ido. Los humanos, porque quedaban otros visitantes.
Los guanacos eran ya parte de aquel paisaje y ni siquiera se apartaban cuando me acercaba.
Un bonito pajarraco cruzaba por el cielo y no acertaba a saber en concreto que ave era.
Pasaba por el cerrado Centro de Visitantes cuando sentí un gran aleteo y algo que se me echaba encima. Como pude lo esquivé y aterrizó en la acera y siguió caminando. Menudo susto me dio.
Era un Caracara. Son una mezcla de aves oportunistas y carroñeras. De tamaño mediano. Se mueven como las gallináceas, se posan en los árboles o en el tejado del centro de visitantes y también planean, como lo vi al principio.
Un día muy bien aprovechado y de los que más me gustaron del viaje. Toda aquella zona del Valle Chacabuco me enamoró
.
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