Comienzo mi aventura desde Sevilla, escapando del terrible calor de Agosto, arranco mi coche sobre las 7 de la mañana. Hago una pequeña parada en Baza, donde dejo la autovía para tomar la carretera nacional que se dirige a Castril. Esta carretera atraviesa un terreno desértico muy solitario en el que prácticamente no me cruzo con coches. Cruzo zonas que llevo tiempo queriendo visitar como el desierto de Gorafe, pero esta vez tampoco será, siempre es bueno tener viajes pendientes en la lista.
Llego al pueblo de Castril antes de las 12:00 del medio día. Doy un paseo por el pueblo y compro la entrada para subir al castillo. Con el sol apretando mi visita fue bastante rápida. Me tomo una cerveza en el pueblo mientras escucho las conversaciones de la barra del bar. Todo el mundo está hablando del Coronavirus y cómo les está afectando a todos los negocios del pueblo, al no haber turismo no hay dinero.
Mi siguiente punto está a los pies del Castillo que acabo de visitar. El propio río Castril se encajona a los pies de la fortaleza del pueblo, formando un cañón sobre el que transcurre una pasarela de madera con vistas sorprendente sobre las agitadas aguas. Desde hace muy poco hay que pagar para cruzar por esta pasarela, el precio es de 2,50€.
El tramo de pasarelas que se ve en todas las fotos es bastante pequeño, apenas unos 300 metros, pero muy sorprendente y con mucho encanto. Una vez se cruza esta pasarela se sigue por un camino que va paralelo al río en que para mi sorpresa me encuentro mucha gente bañándose, si esto está así en estos momentos que apenas hay turismo no me quiero imaginar cómo estaría esto antes.
A este tramo junto al río le sigue un túnel que llega hasta una zona en la que se encuentra un restaurante, hoy cerrado como protesta por que hayan puesto la pasarela de pago. Intuyo que hay algo de polémica en el pueblo en cuanto a este tema.
Tras comer un tomate aliñado fresquito en una terraza de un bar, sigo mi camino hasta el lugar que realmente me ha traído hasta aquí, la Sierra de Castril. Siguiendo el curso del joven río voy ascendiendo por un camino de tierra que se va adentrando en el valle, con magnificas vistas del embalse del Portillo.
Me quedo a dormir en el Camping el Cortijillo en el que pago 23€ por dos noches. Monto la tienda y paso las horas de calor bañándome en las frías aguas del río Castril, que baja pegado al camping.
Sobre las 19:00 de la tarde hago la primera ruta por la zona, la Cerrada de la Magdalena. Más que una ruta es un paseo, desde el camping hay 2,5km. La primera parte voy caminando por el camino de tierra por el que van los coches y después tomo un sendero que sale desde la izquierda. Tras atravesar un pinar aparece la impresionante y colosal Cerrada de la Magdalena.
Sin duda el paisaje que nos encontramos ya justifica un viaje hasta esta zona.
La ruta que tengo pensada hacer mañana parte desde este punto, pero tiene un tramo muy complicado en su primera parte, ya que hay que remontar por la impresionante ladera de pinos que tenemos enfrente y subir a las cumbres que se ven junto a la Cerrada, algo que desde aquí abajo se antoja imposible. Quería echar un vistazo antes de comenzar mañana y ver que tal está el camino. La verdad es que impresionan los tajos y los barrancos que veo, a ver qué tal se da mañana.
Llego al pueblo de Castril antes de las 12:00 del medio día. Doy un paseo por el pueblo y compro la entrada para subir al castillo. Con el sol apretando mi visita fue bastante rápida. Me tomo una cerveza en el pueblo mientras escucho las conversaciones de la barra del bar. Todo el mundo está hablando del Coronavirus y cómo les está afectando a todos los negocios del pueblo, al no haber turismo no hay dinero.
Mi siguiente punto está a los pies del Castillo que acabo de visitar. El propio río Castril se encajona a los pies de la fortaleza del pueblo, formando un cañón sobre el que transcurre una pasarela de madera con vistas sorprendente sobre las agitadas aguas. Desde hace muy poco hay que pagar para cruzar por esta pasarela, el precio es de 2,50€.
El tramo de pasarelas que se ve en todas las fotos es bastante pequeño, apenas unos 300 metros, pero muy sorprendente y con mucho encanto. Una vez se cruza esta pasarela se sigue por un camino que va paralelo al río en que para mi sorpresa me encuentro mucha gente bañándose, si esto está así en estos momentos que apenas hay turismo no me quiero imaginar cómo estaría esto antes.
A este tramo junto al río le sigue un túnel que llega hasta una zona en la que se encuentra un restaurante, hoy cerrado como protesta por que hayan puesto la pasarela de pago. Intuyo que hay algo de polémica en el pueblo en cuanto a este tema.
Tras comer un tomate aliñado fresquito en una terraza de un bar, sigo mi camino hasta el lugar que realmente me ha traído hasta aquí, la Sierra de Castril. Siguiendo el curso del joven río voy ascendiendo por un camino de tierra que se va adentrando en el valle, con magnificas vistas del embalse del Portillo.
Me quedo a dormir en el Camping el Cortijillo en el que pago 23€ por dos noches. Monto la tienda y paso las horas de calor bañándome en las frías aguas del río Castril, que baja pegado al camping.
Sobre las 19:00 de la tarde hago la primera ruta por la zona, la Cerrada de la Magdalena. Más que una ruta es un paseo, desde el camping hay 2,5km. La primera parte voy caminando por el camino de tierra por el que van los coches y después tomo un sendero que sale desde la izquierda. Tras atravesar un pinar aparece la impresionante y colosal Cerrada de la Magdalena.
Sin duda el paisaje que nos encontramos ya justifica un viaje hasta esta zona.
La ruta que tengo pensada hacer mañana parte desde este punto, pero tiene un tramo muy complicado en su primera parte, ya que hay que remontar por la impresionante ladera de pinos que tenemos enfrente y subir a las cumbres que se ven junto a la Cerrada, algo que desde aquí abajo se antoja imposible. Quería echar un vistazo antes de comenzar mañana y ver que tal está el camino. La verdad es que impresionan los tajos y los barrancos que veo, a ver qué tal se da mañana.