La primera imagen que tuvimos de La Graciosa fue desde la carretera que conduce al mirador del río. De repente apareció a la izquierda sin avisar, justo debajo del muro según subíamos desde Máguez. La vista nos hizo tirar del freno de mano del coche y nos dejó impactados.
MIRADOR DEL RÍO
Pues a pesar que desde la carretera se tiene una vista muy parecida a la del mirador, también recomiendo visitarlo, aunque no lo veo imprescindible. Me gustó la decoración y lo bien integrado que está el propio mirador en los acantilados, no rompe el paisaje en absoluto.
EL PASEO EN BARCO
Tomamos el Ferry desde Órzola, 26€ ida y vuelta por persona. Con la mar picada y unas olas que movían el barco lateralmente varios metros, fuimos rodeando el Faro norte de los acantilados de Famara. En unos 30 minutos llegamos a la Caleta del Sebo.
El clima estaba gracioso, lo mismo caía un pequeño chaparrón que de repente el sol se abría paso y llenaba la pequeña isla de luz. Lo que no cambiaba era el viento, que pegaba de lo lindo. En estas alquilamos unas bicicletas de montaña por 10€ al día cada, y comenzamos a dar pedales para recorrer la isla por la ruta que va hacia el norte.
EL TOUR DE LA GRACIOSA
Nuestra etapa del Tour de la Graciosa tenía 20 kilómetros llenos de baches y arena que nos iban a llevar hasta los rincones más espectaculares. Tengo que reconocer que tiene zonas en las que tuvimos que apretar los dientes, en parte por el viento que muchas veces pegaba de cara y también porque le dimos caña a la bici, había que hacer algo de deporte. Existe también la posibilidad de visitar la isla en 4x4 para todos aquellos que no puedan ir en bicicleta o andando, es una gran opción.
La primera parada la hicimos en la Playa Baja del Ganado. Una playa solitaria de arena y roca a partes iguales en la que las olas entraban con fuerza y el viento también. Descansamos unos minutos y repusimos fuerzas con una manzana.
Segunda parada Montaña Bermeja. Antes de bajar a la playa me encantó la forma de esta montaña, yo me había venido arriba con la bici y le dije a Vane que me iba a subir la montaña corriendo, y con el subidón me la subí. Hay que estar un poco loco para pegarse ese calentón, pero fue un disfrute tener la panorámica desde lo alto y sobre todo volver a bajar corriendo el volcán y tirarme al agua turquesa de la playa de las cochas según llegaba.
Por fin la famosa Playa de las Conchas. La playa es preciosa, frente a la orilla se encuentra el islote de Montaña Clara y hacía su derecha la isla de Alegranza.
Llegamos con marea baja, aún así hay grandes olas que rompen justo en la orilla, por eso es tan peligrosa para el baño, no es fácil salir del agua a no ser que aproveches el empuje de una ola que te saque.
Desde la playa continuamos rodeando Montaña Bermeja, esta vez con terreno favorable, pero teniendo que darle a los pedales por que el viento pega fuerte y nos frena hasta yendo cuesta abajo. La siguiente parada la hacemos en la solitaria Playa de la Lambra.
Seguimos con la bicicleta por un terreno de arena de playa que a veces obliga a bajarse de la bicicleta y poner pie a tierra para evitar una caída segura. Nuestras esperanzas estaban puestas en conseguir una cerveza bien fría en la aldea de Pedro Barba, pero al llegar a ella se desvanecieron.
En la coqueta aldea de Pedro Barba no hay ningún local en el que aprovisionarse de nada, menos mal que todavía nos aguanta el agua fresquita. Aquí nos comimos el segundo bocata y nos relajamos con un baño en las tranquilas aguas cercanas al puerto.
Al abandonar Pedro Barba nos esperaba la subida más fuerte de la ruta, unos tres kilómetros cuesta arriba por un terreno pedregoso muy incómodo, para nosotros era como subir el Tourmalet. El caso es que lo logramos subir sin bajarnos de la bici, esta vez el viento por lo menos entraba favorable y ayudaba un poco. Tras este último esfuerzo todo era cuesta abajo hasta regresar a Caleta de Sebo, donde por fin me tomé mi deseada Tropical.
Nuestros días en Lanzarote han sido geniales. Hemos disfrutado muchísimo de sus volcanes y de sus playas, nos quedamos con ganas de más, y eso siempre es bueno. En la caravana estuvimos muy cómodos y nos encantó la experiencia. ¡Hasta la próxima!
MIRADOR DEL RÍO
Pues a pesar que desde la carretera se tiene una vista muy parecida a la del mirador, también recomiendo visitarlo, aunque no lo veo imprescindible. Me gustó la decoración y lo bien integrado que está el propio mirador en los acantilados, no rompe el paisaje en absoluto.
EL PASEO EN BARCO
Tomamos el Ferry desde Órzola, 26€ ida y vuelta por persona. Con la mar picada y unas olas que movían el barco lateralmente varios metros, fuimos rodeando el Faro norte de los acantilados de Famara. En unos 30 minutos llegamos a la Caleta del Sebo.
El clima estaba gracioso, lo mismo caía un pequeño chaparrón que de repente el sol se abría paso y llenaba la pequeña isla de luz. Lo que no cambiaba era el viento, que pegaba de lo lindo. En estas alquilamos unas bicicletas de montaña por 10€ al día cada, y comenzamos a dar pedales para recorrer la isla por la ruta que va hacia el norte.
EL TOUR DE LA GRACIOSA
Nuestra etapa del Tour de la Graciosa tenía 20 kilómetros llenos de baches y arena que nos iban a llevar hasta los rincones más espectaculares. Tengo que reconocer que tiene zonas en las que tuvimos que apretar los dientes, en parte por el viento que muchas veces pegaba de cara y también porque le dimos caña a la bici, había que hacer algo de deporte. Existe también la posibilidad de visitar la isla en 4x4 para todos aquellos que no puedan ir en bicicleta o andando, es una gran opción.
La primera parada la hicimos en la Playa Baja del Ganado. Una playa solitaria de arena y roca a partes iguales en la que las olas entraban con fuerza y el viento también. Descansamos unos minutos y repusimos fuerzas con una manzana.
Segunda parada Montaña Bermeja. Antes de bajar a la playa me encantó la forma de esta montaña, yo me había venido arriba con la bici y le dije a Vane que me iba a subir la montaña corriendo, y con el subidón me la subí. Hay que estar un poco loco para pegarse ese calentón, pero fue un disfrute tener la panorámica desde lo alto y sobre todo volver a bajar corriendo el volcán y tirarme al agua turquesa de la playa de las cochas según llegaba.
Por fin la famosa Playa de las Conchas. La playa es preciosa, frente a la orilla se encuentra el islote de Montaña Clara y hacía su derecha la isla de Alegranza.
Llegamos con marea baja, aún así hay grandes olas que rompen justo en la orilla, por eso es tan peligrosa para el baño, no es fácil salir del agua a no ser que aproveches el empuje de una ola que te saque.
Desde la playa continuamos rodeando Montaña Bermeja, esta vez con terreno favorable, pero teniendo que darle a los pedales por que el viento pega fuerte y nos frena hasta yendo cuesta abajo. La siguiente parada la hacemos en la solitaria Playa de la Lambra.
Seguimos con la bicicleta por un terreno de arena de playa que a veces obliga a bajarse de la bicicleta y poner pie a tierra para evitar una caída segura. Nuestras esperanzas estaban puestas en conseguir una cerveza bien fría en la aldea de Pedro Barba, pero al llegar a ella se desvanecieron.
En la coqueta aldea de Pedro Barba no hay ningún local en el que aprovisionarse de nada, menos mal que todavía nos aguanta el agua fresquita. Aquí nos comimos el segundo bocata y nos relajamos con un baño en las tranquilas aguas cercanas al puerto.
Al abandonar Pedro Barba nos esperaba la subida más fuerte de la ruta, unos tres kilómetros cuesta arriba por un terreno pedregoso muy incómodo, para nosotros era como subir el Tourmalet. El caso es que lo logramos subir sin bajarnos de la bici, esta vez el viento por lo menos entraba favorable y ayudaba un poco. Tras este último esfuerzo todo era cuesta abajo hasta regresar a Caleta de Sebo, donde por fin me tomé mi deseada Tropical.
Nuestros días en Lanzarote han sido geniales. Hemos disfrutado muchísimo de sus volcanes y de sus playas, nos quedamos con ganas de más, y eso siempre es bueno. En la caravana estuvimos muy cómodos y nos encantó la experiencia. ¡Hasta la próxima!