Valle Fuenfría: Miradores de los Poetas, Ducha de los Alemanes y Senda Victory. ✏️ Diarios de Viajes de España

El Valle de la Fuenfría está situado en la zona central de la Sierra de Guadarrama, en su vertiente sur, y pertenece al término municipal de Cercedilla. Con una longitud de 6 kilómetros, su punto más bajo se encuentra a 1.200 metros y los picos más altos superan los 2.000 metros. Varios arroyos discurren por su territorio, siendo el más importante el de la Venta o de la Fuenfría. Hay abundante arbolado, sobre todo bosque de pino silvestre, así como vegetación de ribera en las orillas de los arroyos. Además, cuenta con un buen número de sendas, algunas con nombre propio (Schmid, Victory, Puricelli), bonitas praderas, picos con magníficas vistas y calzadas históricas, como la borbónica y la romana. Recibe bastante turismo, y en sus zonas recreativas cuenta con un Centro de Educación Medioambiental, restaurantes, merenderos e incluso un parque de ocio y aventura. Existen varios aparcamientos habilitados en los que se aplica un control máximo de aforo con barreras.

SITUACIÓN EN EL MAPA PENINSULAR Y EN EL DE LA COMUNIDAD DE MADRID.

Foto del plano de rutas que se pueden hacer a pie en el Valle de la Fuenfría y que se encuentra en el folleto de sendas de la Comunidad de Madrid, que se puede descargar en sendasdemadrid.es/

La mayor parte de estas rutas parten de los alrededores de la localidad de Cercedilla, adonde es posible llegar en tren de cercanías desde Madrid. En este caso, se puede utilizar el sendero Puricelli, de 4 kilómetros de longitud, que une la estación con el Centro de Educación Medioambiental, evitando transitar por la carretera. Sin embargo, lo más habitual es llegar en coche hasta los aparcamientos de Las Dehesas, que se van sucediendo a lo largo de la carretera, que cuentan con barreras para cerrarlos si se completan los aforos.

Si se va por la A-6 hasta Guadarrama y luego por la M-622, la distancia desde Madrid capital hasta el aparcamiento de las Dehesas es de 61 kilómetros y se tarda aproximadamente una hora, siempre que no hay complicaciones de tráfico, claro está. Hay otras formas de llegar dependiendo de dónde resida cada cual. Como referencia, pongo la captura del itinerario sugerido por Google Maps.

Entre las numerosas posibilidades que se nos presentaban, escogimos una combinación de la Senda de los Miradores (Senda Verde de Madrid, de color naranja en el plano) y la Senda Victory, de color morado, que incluye la cascadita de la Ducha de los Alemanes. De ese modo, evitamos algunos tramos de pista, caminando casi todo el tiempo por senderos.

Foto de la ficha de la Senda Verde de los Miradores, descargada de la página web de la Comunidad de Madrid:

Al ser un día laborable, nos encontramos con poca afluencia de gente, así que pudimos llegar hasta el último parking, el de Majavilán. De todas formas, al final de la ruta comprobamos que esa circunstancia tampoco nos proporcionó demasiada ventaja, porque nuestra caminata circular terminaba a la altura del primer aparcamiento, con lo cual tuvimos que subir a pie por la carretera todo el trecho hasta llegar al coche, lo que nos supuso un kilómetro más o menos.

Así se ven los aparcamientos en Google Maps.

Estos son los datos y el perfil de la ruta que hicimos según mi copia local de wikiloc.

Pasamos la barrera que impide el acceso de vehículos y empezamos a caminar por una pista entre pinos que picaba ligeramente hacia arriba. Muy cerca nos llegó el rumor del agua del arroyo de la Fuenfría, a cuya orilla nos acercamos para contemplar sus bucólicas cascaditas. Da gusto ver los arroyos de la sierra en esta época del año.

No tardamos en empezar a pisar el incómodo adoquinado de la llamada “Calzada Borbónica”, que atraviesa todo el valle y que fue construida por Felipe V en 1722 para que la familia real pudiera desplazarse directamente desde sus palacios de Madrid hasta el de La Granja. Varios tramos de esta calzada se hicieron sobre los restos de la Vía XXIV de Antonino, calzada romana del siglo I d.C., que comunicaba Toledo con Segovia y ésta última ciudad con Miacum, Titulciam y Complutum, ya en el territorio actual de la Comunidad de Madrid. Según pudimos leer en un panel informativo que se encuentra en el Puente del Descalzo, en este punto coinciden ambas calzadas para luego separarse, yendo la borbónica hacia el norte y la romana hacia noreste. Igualmente nos fijamos en la marca del camino de Santiago madrileño, que pasa por aquí.

Seguimos caminando por la calzada borbónica, cuya senda está marcada con un círculo blanco en los árboles y cuyo final se encuentra 3,9 kilómetros después del parking del que habíamos salido, en el Puerto de la Fuenfría (1.793 metros), pero que no era nuestro destino ese día. Al ser todo cuesta arriba, las piedras, algunas grandes, rotas y erosionadas, molestaban un poco en los pies y los rodillas, pero sin mayor dificultad. En esta zona, además de pinos también pudimos ver algunos tejos y acebos.

Tras superar el puente de Enmedio (y quizás algún otro más que no recuerdo), llegamos a la Pradera de los Corralitos, punto donde coinciden cuatro de los cinco caminos históricos del Valle de la Fuenfría: calzada borbónica, calzada romana, camino Smith y carretera de la República. Y en este punto giramos a la derecha para tomar una pista que se empezó a construir en 1931, razón por la que recibe el nombre de la carretera de la República.

Carretera de la República.

Unos minutos después, llegamos hasta el arroyo de la Navazuela y enseguida vimos un panel informativo y, a la izquierda de la pista al lado de un cartel indicador que señalaba el sendero que había que tomar hacia la Ducha de los Alemanes y la Senda Victory, marcada con un círculo morado en árboles y rocas.

Tomamos la estrecha senda que ascendía dejando el arroyo a la izquierda y enseguida empezamos a ver cascaditas, pequeñas pero muy bonitas. Momentáneamente, dejamos el sendero principal y nos acercamos al agua para hacer algunas fotos. Una de las caídas de agua era tan chula que pensé, equivocadamente, que era la famosa “ducha”, si bien no coincidía con las fotos que había visto.

Unos metros después apareció la curiosa oquedad en la roca, que parece una cueva, sobre la que salta el agua en dos chorros, formando una pequeña chorrera que debe su nombre a los numerosos montañeros germanos que recorrieron este valle a principios del siglo XX, quienes, al parecer, se refrescaban allí. Aunque no le faltaba agua, creo que no estaba en su mejor momento.

Después de hacer las consiguientes fotos, volvimos a la senda principal y, rápidamente, vimos el círculo morado de la Senda Victory, que tras unos metros de camino recto, nos condujo hacia la derecha en una especie de cambio de sentido. Este camino asciende por el bosque mediante un sendero empinado pero muy llevadero, mucho más interesante y divertido que la pista forestal que va en paralelo bastantes metros por debajo. Si se quiere hacer una excursión más tranquila y cómoda, no hay más que retroceder hasta el desvío que sube a la Ducha de los Alemanes y retomar la carretera de la República, ya que se tarda ni cinco minutos en ese trayecto. Incluso, quien no lo desee, no tiene que subir hasta la cascadita.

La Senda Victory debe su nombre a Antonio Victory rojas, un ilustre guadarramista y pionero del montañismo, que la trazó a principios del siglo XX. Tiene una longitud de 2,5 kilómetros y salva un desnivel de 70 metros, desde los 1.600 hasta los 1.670. Viene bien sobre todo para evitar la pista forestal y en sus puntos más altos, como el Poyal del Rubio, se contemplan unas vistas bastante bonitas del Valle de la Fuenfría y el entorno de Cercedilla. Naturalmente, está mucho menos transitada que la pista.

Aprovechamos también para tomar nuestros bocadillos sentados en unas enormes rocas con vistas privilegiadas. A la sombra hacía un poquito de frío, pero el día era estupendo teniendo en cuenta que estábamos a primeros de marzo.

La Senda Victory termina en la pradera de Navarrulaque, que representa un cruce importante entre varias rutas diferentes que recorren la Fuenfría. En ese punto, retomamos la Senda de los Miradores, marcada con círculos de color marrón. Aquí se encuentran, además, el monumento de los primeros caminantes y una encina dedicada a Giner de los Ríos.

Seguimos de frente, por una pista cómoda y llana, y rápidamente llegamos hasta el Reloj Solar de Camilo José Cela, donde comprobamos lo bien que funcionan estos artilugios, pues al ponernos sobre el signo zodiacal correspondiente a la fecha de nuestro calendario, la sombra marcaba un poco antes de las tres de la tarde. “Pero si son casi las cuatro…“ “Ah, claro, es que llevamos una hora de adelanto sobre la hora solar.”

Desde allí, no tardamos mucho en alcanzar la zona donde se encuentran los Miradores de los Poetas, en reconocimiento a los escritores que dedicaron versos a la Sierra de Guadarrama. Algunos de estos versos se encuentran grabados en las rocas.

El primero, el Mirador de Vicente Aleixandre, nos pilló casi de improviso, pues apareció súbitamente a nuestra izquierda, prácticamente colgado en lo alto de unas rocas. Se construyó en 1984 y ofrece unas vistas extraordinarias hacia la Bola del Mundo, el Puerto de Navacerrada, Siete Picos… Impresionante, sobre todo en un día claro como aquél.

Allí mismo, un indicador marca la dirección a seguir hacia la senda de los poetas. Hay que estar atentos para no pasarla por alto porque el siguiente mirador proporciona vistas todavía más espectaculares.

Vista del Mirador de Vicente Aleixandre desde la senda hacia el Mirador de Luis Rosales.

En poco más de 150 metros llegamos hasta el Mirador de Luis Rosales, quien residió un tiempo en Cercedilla, localidad donde pasó también los últimos años de su vida. Algunos de sus versos están grabados en las rocas. Se tiene una sensación de sosiego y bienestar al leer estos poemas contemplando unos paisajes tan bellos.

De nuevo, la panorámica se presentaba estupenda, con unas vistas fantásticas de la Sierra de Guadarrama, Abantos, el Valle de la Fuenfría y unos alrededores que se perdían en la lejanía y el horizonte.

Retrocedimos hasta el Mirador de Vicente Aleixandre y seguimos por la pista hasta que, a la izquierda, divisamos en un árbol el círculo marrón de la Senda de los Miradores, que por la Vereda Alta y la Vereda de los Encuentros nos condujo a través de un sendero en constante descenso por el bosque hasta las inmediaciones del Embalse de las Berceas, que está vallado y no se puede atajar por él.

Así que tuvimos que ir paralelos a la verja hasta una puerta metálica (está abierta) y bajar al arroyo, ya pasada la presa. Al parecer, hasta no hace mucho tiempo había unas pasarelas de madera que ayudaban a cruzarlo, pero ahora no están: ignoro el motivo. De modo que tuvimos que pasar saltando piedras y un par de troncos aposentados allí para esa labor, supongo. Bajaba más agua de la que insinúan las fotos, pero poniendo un poco de cuidado no tuvimos problemas.

Anduvimos unos minutos muy cerca del arroyo, entre de vegetación de ribera, y aparecimos en el aparcamiento de las Dehesas, desde donde salimos rápidamente a la carretera. Ya solo nos faltaba caminar por la cuneta el kilómetro escaso que nos separaba del aparcamiento de Majavilán, donde habíamos dejado el coche por la mañana.

En resumen, una caminata muy bonita, con vistas fantásticas y sin apenas complicaciones. Tiene desnivel, eso sí, pero si se utiliza la pista forestal en itinerario de ida y vuelta tampoco requiere demasiado esfuerzo.