Han sido varias las ocasiones en que hemos visitado este precioso pueblo, el único en la Comunidad de Madrid que conserva sus murallas medievales. Por ese motivo voy a poner fotografías con ambientes dispares, pues fueron tomadas en momentos distintos y con un nivel de agua en el río bastante diferente, ya que la primera vez que fuimos estábamos en plena época de sequía, todo lo contrario a lo que hemos vivido este año, por ejemplo. En cualquier caso, la belleza del entorno y de la propia localidad permanece inmutable.
SITUACIÓN EN EL MAPA PENINSULAR Y EN EL DE LA COMUNIDAD DE MADRID.
ITINERARIO DESDE EL CENTRO DE MADRID CAPITAL.
Buitrago del Lozoya se encuentra a 78 kilómetros por carretera del centro de Madrid capital, distancia que se tarda poco menos de una hora en recorrer por la A-1 (Autovía de Burgos) hasta la salida 74, que a través de la N-I, antigua nacional, nos lleva en un par de minutos hasta nuestro destino. Por cierto que no siempre es fácil aparcar en el casco urbano, ya que se trata un pueblo muy turístico, bastante concurrido los fines de semana. Así que, tal como solemos hacer, siempre que vamos allí procuramos que sea en día laborable. En caso contrario, si se desea comer allí, resulta muy recomendable reservar mesa anticipadamente.
Itinerario según Google Maps.
UNOS POCOS DATOS.
Tal como indica la página web de su Oficina de Turismo, Buitrago del Lozoya es Conjunto Histórico-Artístico y Bien de Interés Cultural desde 1993 y su recinto amurallado fue declarado Monumento Nacional en 1933. Se encuentra al norte de la Comunidad de Madrid, en la comarca conocida como la Sierra Norte, a 975 metros de altitud sobre el nivel del mar. Actualmente cuenta con una población censada que se aproxima a los 1.900 habitantes. Uno de los mayores atractivos de Buitrago es su situación, sobre un promontorio que forma una curva en herradura del río Lozoya, entre los embalses de Riosequillo y Puentes Viejas.
Los orígenes de Buitrago parecen remontarse a la época romana, pues se ha relacionado estos territorios con Licabrum o con Cabra, tomando como referencia los relatos de Tito Livio en el siglo I d.C. Sin embargo, son suposiciones no avaladas por hallazgos arqueológicos, al igual que tampoco hay certezas sobre su posible pasado visigodo o musulmán, anterior a la Reconquista. Los primeros datos documentados se remontan a finales del siglo XI, reinando Alfonso VI, quien otorgó a esta villa un privilegio para repoblar los núcleos urbanos adyacentes y crear otros nuevos, concediéndole también su escudo de armas, en el que aparecen un toro, una encina y la leyenda “para el sustento del ganado”. Así nació el Señorío de Buitrago, que en el siglo XIV fue entregado por Enrique II a Pedro González de Mendoza, cuyo cabeza de familia recibiría en el siglo XVI el título de Duque del Infantado. Y su titular continuó ejerciendo como tal hasta la desaparición de los señoríos en el siglo XIX.
La estructura urbana dentro del recinto amurallado se ha conservado desde la Baja Edad Media, siendo el periodo de mayor esplendor de la villa los siglos XV y XVI. Durante la Guerra de la Independencia contra los franceses, el núcleo urbano fue incendiado y a lo largo de la primera mitad del siglo XX sufrieron un profundo deterioro sus edificios medievales, hasta el punto de quedar destruidos en la Guerra Civil el Hospital de San Salvador y la Iglesia de San Juan, resultando también muy dañada la Iglesia de Santa María del Castillo. A mediado del siglo XX se acometieron las obras de construcción de los embalses que la rodean.
Antes de la visita, resulta muy recomendable acudir a la Oficina de Turismo o consultar su página web, en la que se puede obtener información sobre horarios, lugares a visitar y rutas de senderismo por los alrededores, así como descargar guías y planos: turismo.buitrago.org/
NUESTRA VISITA A BUITRAGO DEL LOZOYA.
La primera vez que fuimos a Buitrago fue en el otoño de 2016, coincidiendo con un persistente periodo de sequía, si bien, paradójicamente, ese día el cielo estaba completamente cubierto, lo que deslució un tanto las fotos. Estábamos al comienzo del puente de Todos los Santos y paramos allí como primera escala de un viajecito vacacional que nos llevaría a la provincia de Soria. Después de aparcar el coche en la parte exterior de las murallas, fuimos caminando hacia la barbacana, a través del Puente Viejo, desde el que se obtienen unas vistas estupendas de la muralla exterior.
El origen de la muralla es árabe, del siglo XI, si bien tuvo que ser completamente restaurada 400 años después. Cuenta con un recorrido de 800 metros en dos tramos: el adarve bajo y el adarve alto.
El adarve bajo transcurre paralelo al río Lozoya, cuenta con una altura máxima de 6 metros y su grosor no excede de los dos. Tiene contrafuertes, pero carece de torres o cubos. Se puede recorrer gratuitamente accediendo por unas escaleras bien desde la Plaza del Castillo o desde el final del Jardín Medieval. Las vistas son muy bonitas.
El adarve alto va desde los 9 metros de altura hasta los 16 de la Torre Albarrana y cuenta con torreones macizos, barbacana, foso, una coracha, una torre albarrana y un alcázar. Esta parte la pudimos visitar previo pago de una entrada, que creo recordar que nos costó 1 euro. Hay que consultar el horario, sobre todo ahora, en tiempos de pandemia. En aquella época estaba decorado con maniquís vestidos a la usanza de los centinelas medievales y había una exposición de armas medievales. No sé si seguirá igual, ni tampoco si se continúan haciendo visitas guiadas. Entonces quedaba curioso y las panorámicas que ofrecía el lugar eran espléndidas.
La barbacana cuenta con algunos tramos originales, los torreones macizos se conservan muy bien, así como la coracha, que es un apéndice de la muralla que se introduce en el río y cuya misión era cubrir el acceso al agua en caso de que se produjera el sitio del recinto. La Torre Albarrana, también conocida como Torre del Reloj, es un gran bastión que protege la entrada principal del recinto; se construyó en el siglo XIV, tiene 16 metros de altura y planta pentagonal. El reloj se añadió en el siglo XX, si bien su maquinaria es original del siglo XIX.
Después de pasearnos por todo el adarve alto, fuimos hasta la Iglesia de Santa María del Castillo, que se encuentra justo enfrente. Se terminó de construir en el siglo XIV, seguramente sobre los restos de una mezquita. Su techumbre gótica se destruyó en un incendio durante la Guerra Civil, restaurándose posteriormente en estilo neo-mudéjar. Sobre el altar mayor hay un artesanado original del siglo XV, procedente del desaparecido Hospital de San Salvador.
La entrada principal de la iglesia conserva decoración original isabelina del siglo XVI. Cuando la visitamos (ahora no lo sé), no estaba permitido hacer fotos en el interior, así que no puedo poner ninguna. Sin embargo, sí que pude tomar alguna desde lo alto de la torre hacia el exterior, aunque las perspectivas no son muy buenas y los cristales hacen mucho reflejo. En mi opinión, se puede prescindir de subir a la torre. El resto de iglesias medievales de Buitrago ya no existen.
A continuación nos acercamos hasta el Castillo de los Mendoza (siglos XIV y XV). De arquitectura mudéjar, en ladrillo y mampostería, tiene la particularidad de que no era un edificio aislado, sino que ocupaba una de las esquinas de la muralla, aprovechando sus muros y torres como recurso defensivo propio. De planta cuadrada, constaba de siete torres de estructura diferente. Fue residencia del Marqués de Santillana, futuro Duque del Infantado, y también se alojaron aquí la reina Juana de Portugal y su hija Juana la Beltraneja, al igual que los reyes Juan II y Felipe III, todos ellos invitados de los Mendoza. Desde el castillo se podía pasar por un puente sobre el Lozoya hasta la otra orilla del río para dirigirse al Palacio del Bosque, al que luego me referiré. En la actualidad, se están llevando a cabo obras de rehabilitación, lo que resulta evidente por la gran grúa que lo preside. Por ese motivo, no se puede visitar.
También resulta muy agradable dar una vuelta por la parte más antigua (es pequeña) y llegar hasta los miradores de la orilla del río, desde donde se puede contemplar la coracha y el bosque de la orilla opuesta.
Tampoco hay que olvidarse de pasear por el exterior de las murallas y contemplar el panorama desde el Puente Viejo o del Arrabal, pues salen fotos muy bonitas desde allí. Este puente comunica el recinto amurallado con el antiguo arrabal del Andarrío. Aunque está algo deteriorado, conserva bien su vano central de medio punto y algunos de los arcos de lo que fue un acueducto que llevaba el agua a los arrabales.
Mencionar también que Buitrago cuenta con un Museo Picasso que reúne las 60 obras que el genial artista malagueño regaló y dedicó a su peluquero y amigo íntimo Eugenio Arias Herranz, quien a su vez las donó a su pueblo natal.
En aquella primera visita no nos quedamos a comer. Sin embargo, sí lo hicimos el último día que estuvimos allí, a mediados de este pasado mes de abril. Nuestra intención era ir al restaurante Asador las Murallas, pero no quedaba mesa libre en la terraza y, con el tema de la pandemia, no nos apetecía meternos en el comedor interior, ya que estaba bastante concurrido. Así que nos dirigimos al restaurante El Espolón, donde solemos parar a menudo cuando vamos a la Sierra del Rincón, ya que preparan buenos bocadillos. Al ser laborable, tomamos el menú del día (12 euros), y pedimos judías blancas, sopa castellana (tenía un sabor especial que me gustó mucho) y una caballa en escabeche con un punto estupendo.
PEQUEÑA RUTA SENDERISTA HASTA EL PALACIO DEL BOSQUE CON UNAS PRECIOSAS VISTAS DE BUITRAGO.
Para completar el día en Buitrago se pueden hacer varias rutas de senderismo. Nosotros, en concreto, fuimos hasta el Palacio del Bosque, al que me he referido antes. Además, en la parte inicial del recorrido se pueden contemplar las mejores panorámicas de Buitrago de Lozoya.
Datos de nuestra ruta.
- Longitud: 7,89 kilómetros
- Duración: 2 horas 12 minutos
- Desnivel: altitud mínima, 895 metros; altitud máxima, 975 metros
- Grado de dificultad: bajo, pues se va todo el tiempo por una pista forestal con desniveles muy suaves, salvo el tramo inicial, un poco más complicado, en el que hay que seguir un sendero y subir un repecho bastante empinado.
- Tipo de ruta: ida y vuelta por el mismo camino.
Si solo se desea contemplar las vistas panorámicas, el recorrido es de unos dos kilómetros y se tardará en torno a cuarenta minutos.
Para acceder a la pista, hay que dirigirse hasta el final del pueblo, cruzar el Puente Viejo o del Arrabal, y llegar junto a la gasolinera que está en la N-I, cerca de la cual normalmente también se puede aparcar. En ese punto hay que avanzar caminando unos metros por el arcén, pegados a la derecha, hasta encontrar una especie de puerta abierta en la alambrada que separa la carretera de los márgenes del campo. En ese punto se toma un sendero, siguiéndolo hacia la izquierda hasta llegar a una tubería que hace de puente para cruzar el arroyo de las Cárcavas. Hay bonitas vistas desde aquí, sobre todo al atardecer.
En rojo, el punto de acceso en Google Maps.
Alambrada y puerta de acceso al sendero.
Puente/tubería sobre el arroyo.
Vistas al atardecer desde el sendero.
Alambrada y puerta de acceso al sendero.
Puente/tubería sobre el arroyo.
Vistas al atardecer desde el sendero.
Dejamos el arroyo atrás y subimos, de frente, una cuesta muy empinada que en pocos minutos nos hizo ganar bastante altura sobre Buitrago. Ya arriba, seguimos la pista, hacia la derecha, pasamos sobre una especie de hueco abierto entre unas rocas y al cabo de un par de minutos llegamos hasta otras rocas sobre el cortado, a las que nos acercamos para contemplar las mejores panorámicas del recinto amurallado de Buitrago del Lozoya.
Esta vez era por la mañana y estaba bastante nublado.
En una ocasión anterior, al atardecer.
En una ocasión anterior, al atardecer.
Aquí ya cada cual que decida lo que quiere asomarse para sacar la mejor foto, si bien no es necesario arriesgarse para conseguir una preciosa estampa. Con sentido común, el lugar no resulta peligroso, aunque si se va con niños pequeños habrá que vigilarlos porque no se trata de un mirador habilitado sino que nos encontramos en un sitio natural sin protecciones y a una altura considerable.
Volvimos a la pista y la seguimos, caminando por un agradable bosque de pinos y encinas, acompañados en todo momento por el canto de los pájaros. Sin embargo, me decepcionó un poco que no hubiera un sendero más cerca del cortado para ir viendo las vistas del pueblo y el río. Para hacerlo, hay cruzar campo a través y asomarse, lo que hicimos un par de veces. En una de ellas encontramos el sitio donde estaba el antiguo puente que unía el castillo con la ruta que llevaba al pabellón de caza que íbamos buscando y del que solamente quedan algunas ruinas.
Después de recorrer en torno a dos kilómetros llegamos hasta el Palacio del Bosque, una casa de campo para recreo de los Duques del Infantado. Fue construida a principios del siglo XVII basada en modelos palatinos italianos. Desafortunadamente, se encuentra en un estado de ruina total y está rodeado por una verja, donde hay un cartel que prohibiendo la entrada por peligro de derrumbe. Personalmente, no me dieron muchas ganas de entrar, si bien un agujero en la malla metálica demuestra que no todo el mundo hace caso a dicha advertencia. En cualquier caso, pese a su tremendo deterioro resulta muy sugerente contemplar estas ruinas, que aparecen misteriosamente en medio del bosque, casi surgidas de la nada.
Campo a través me acerqué hasta la orilla de uno de los brazos del embalse de Puentes Viejas para echar un vistazo, aunque no vi nada que me atrajera demasiado y tampoco se divisaba ya Buitrago. Luego regresamos por el mismo camino por el que habíamos llegado. Hay algunas formas de hacer la ruta circular (hay varias opciones en internet), no nos apetecía alargar más el recorrido, añadiendo más bosque y un tramo de carretera. Aunque resulta muy agradable porque el entorno es bonito, muy tranquilo y se va a la sombra casi todo el tiempo (importante en verano o si hace calor), la verdad es que el itinerario se nos terminó haciendo un poco monótono por lo facilón.
Y hasta aquí el relato de nuestras visitas a Buitrago del Lozoya, un precioso pueblo medieval madrileño, el único fortificado de la Comunidad, que a estas alturas he tenido que recomendar a amigos y conocidos de Madrid que, después de recorrer medio mundo, han aprovechado los cierres perimetrales para hacer turismo de proximidad. Y merece mucho la pena.