Como continuación a la ruta que teníamos planificada desde Zafra a Llerena y sus inmediaciones -a la que me he referido en etapas anteriores-, nos tocaba visitar dos lugares muy interesantes, que se encuentran prácticamente juntos, a escasos cuatro kilómetros, uno sobre el otro en altitud. Además, la entrada a ambos es gratuita y con un horario de visita relativamente amplio, lo cual representa una gran ventaja para cuadrar el recorrido. Pero iré por partes.
El itinerario desde Llerena en Google Maps.
Desde Llerena, tomamos la carretera EX-200, en dirección a Fuente del Arco, y a 8,5 kilómetros, a la izquierda de la calzada, nos encontramos con el acceso a la Ciudad Romana de Regina. En cualquier caso, antes de llegar ya nos había atraído sin remedio la imponente estampa de la Alcazaba de Reina, vigilando los contornos desde su atalaya, en lo alto de un cerro. Pero allí iríamos después.
CIUDAD ROMANA DE REGINA.
En las inmediaciones del municipio de Casas de Reina se encuentran los restos de la ciudad romana de Regina Turdulorum, situada en la Baeturia Turdula, fundada en la calzada que iba desde Augusta Emérita hasta Corduba e Hispalis. Los restos encontrados, entre los que destacan el foro y un teatro, corresponden al siglo I d.C. y se encuentran en buen estado de conservación después de los trabajos de restauración realizados. Además, las últimas excavaciones han demostrado que queda bastante por descubrir, pues la ciudad tuvo más importancia de la que se pensó en un principio. Sus ruinas actualmente están catalogadas como Bien de Interés Cultural.
El horario de visitas es de 10:00 a 17:00, todos los días excepto los lunes, que está cerrado. En cualquier caso, como estas cosas varían, mejor consultar previamente por teléfono o internet. Como ya he mencionado que la entrada es gratuita. Según he leído, existen visitas guiadas que pueden reservarse en el Ayuntamiento de Casas de Reina.
Dejamos el coche en el amplio aparcamiento y fuimos hasta el comienzo del recorrido, que es libre y evidente. En cualquier caso, en primer lugar conviene llegar hasta la caseta de información, a fin de que nos den las correspondientes indicaciones.
En el inicio, un panel informativo nos relata la historia de la ciudad, la cual, aunque fundada ya en la época de plena romanización, contaba con muralla y foso. Citada por Su periodo de máximo esplendor tuvo lugar en el siglo I de nuestra Era, coincidiendo con el llamado periodo “Flavio”, en tanto que su última referencia histórica se remonta al año 619. Posteriormente, tras la invasión musulmana, cayó en el olvido y el abandono hasta finales del siglo XX, en que comenzó el proceso de excavación de los restos arqueológicos, entre los que destacan un edificio religioso colectivo, un templo triple (triada), otro templo, el mercado (macellum ), algunas viviendas, las cloacas y, sobre todo, el teatro.
Después de recorrer el recinto, donde no faltan los correspondientes paneles explicativos, la guinda final se pone en el teatro, la edificación más emblemática y mejor conservada del conjunto, que data del siglo I d.C. y que, según parece, se utilizó hasta el siglo V. Antaño, se podían ver cerca del pueblo una especie de muros con paramentos de piedra que asomaban cerca de los campos de cultivo y que los lugareños conocían como “los paredones”. Al realizarse las excavaciones, aquello resultó ser la parte superior de los graderíos del teatro.
Los trabajos iniciados en 1978 han permitido, por ejemplo, reafirmar los muros de la escena y devolver a su lugar cinco columnas, dos de ellas con capiteles corintios, así como uno de los arcos. Numerosas columnas y otros elementos originales, que se hallaron esparcidos por todo el yacimiento, esperan turno para recuperar su sitio. Actualmente, todos los veranos (pandemia aparte, claro está) aquí se celebra un Festival de Teatro Clásico.
Nos gustó movernos por todo el graderío, contemplando las distintas perspectivas. La visita nos pareció muy interesante, como lo fue también contar con la sobrecogedora estampa de la Alcazaba de Reina, vigilándonos desde lo alto. Algo a tener en cuenta es que no hay sombras, razón por la cual es preferible ir a primera hora de la mañana durante el verano o los días más calurosos.
ALCAZABA DE REINA.
Acto seguido, fuimos a visitar la Alcazaba de Reina, que se encuentra a poco más de tres kilómetros de la Ciudad Romana de Regina y para lo cual hay que llegar hasta la población de Reina (no confundir con la anterior de “Casas de Reina”), tomando la carretera BA-116, desde la EX -200. Existe un cómodo aunque cuesto camino empedrado desde el pueblo, de poco más de un kilómetro, que se puede hacer andando o en coche y que conduce hasta la misma entrada.
En caso de llevar el vehículo, habrá que ir muy atentos para, nada más pasar el centro del pueblo, desviarse en un pronunciado giro a la derecha que conduce hasta la fortaleza, situada en un cerro a 825 metros de altitud. Al principio, nos lo saltamos y tuvimos que detenernos en una calle algo más abajo, donde hay unas bonitas vistas, un parque, una fuente y un antiguo abrevadero. Allí pregunté a un paisano que, muy amablemente, me indicó la dirección a tomar.
En la distancia, las ruinas no parecen serlo tanto y casi podemos asumir la grandeza que debió tener esta edificación en sus mejores tiempos, cuando llegó a contar con un recinto amurallado de 14 torres albarranas, entre las que destacaba la del Homenaje, que protegían una zona interior de la que apenas se conservan algunos restos. Subsisten dos aljibes, uno de ellos árabe. El conjunto fue declarado Monumento Histórico-Artístico en 1931 y actualmente es Bien de Interés Cultural. El acceso es libre y gratuito.
La fortaleza tiene origen árabe, se construyó con adobe y hormigón de barro y cal, utilizándose también materiales graníticos de la cercana ciudad romana de Regina, ya abandonada por entonces. Conserva una cerca almohade del siglo XII. Debido a su ubicación, tuvo una gran importancia estratégica y de protección de las calzadas y las rutas de salida del Valle del Guadalquivir. En 1185, Alfonso IX conquistó el lugar, pero una década más tarde volvió a manos musulmanas tras la batalla de Alarcos, época en la que se configuró definitivamente la alcazaba y su cerca.
A mediados del siglo XIII, los cristianos recuperaron la posición y Fernando III el Santo cedió la villa y la alcazaba a la Orden de Santiago, que la utilizó para albergar una de sus Encomiendas más importantes en la, entonces, provincia de León. Los Maestres realizaron numerosas reformas para adecuar el trazado almohade a la Casa de la Encomienda, en especial durante los siglos XV (cuando se transformó la antigua puerta principal de acceso) y XVI.
Poco a poco y según fueron desapareciendo las amenazas para la población, sus habitantes se trasladaron ladera abajo, estableciendo el caserío que hoy constituye Reina, mientras que la fortaleza sufrió un paulatino abandono a lo largo de los siglos XVII y XVIII, lo que ocasionó su definitivo deterioro.
Además, en el interior también se encuentra la Ermita de la Virgen de las Nieves, construida en el siglo XV, cuenta con una columna y un capitel de origen visigodo y la torre presenta espadaña de doble campana. De una sola nave con bóveda de cañón, en la cabecera se encuentra una talla del siglo XIX de la Virgen de las Nieves, Patrona de Reina, pues la anterior fue destruida por un rayo.
Estaba cerrada, así que no pudimos entrar, aunque sí que pudimos distinguir en el atrio las pinturas que aparecieron durante los trabajos de restauración realizados entre 2008 y 2009, que representan barcos varados sobre motivos vegetales, cuyo significado se desconoce.
Aunque quizás decepcione a quienes gustan de castillos más "enteros", el hecho de que sean ruinas (con algunas restauraciones para evitar el derrumbe) lo que se visita no merma el interés y el encanto de esta antigua fortaleza, o al menos así nos pareció a nosotros, que encontramos muy entretenido caminar por todo el recinto, recorriendo sus torres rotas y asomándonos a los improvisados pero fantásticos miradores que se obtienen desde lo alto de sus viejos muros, en algunos de los cuales se han instalado escaleras y pasarelas metálicas para facilitar la tarea.
Es importante elegir un día despejado porque las vistas son extraordinarias y permiten contemplar los fuertes contrastes de los paisajes pacenses en esta zona. Aunque a principios de julio, a nuestra derecha, en las planicies de la Campiña Sur ya reinaban los marrones y amarillos, mirando a la izquierda, se extendías amplias zonas de sierra moteadas de verde. Y no faltaba una perspectiva ideal de Llerena, al frente, y de la ciudad romana de Regina, de Casas de Reina… Impresionante. Preciosas las vistas. No hay que perdérselas. Eso sí, de nuevo la misma advertencia que en Regina: no hay sombras, así que en días calurosos, mejor acudir temprano y no olvidarse del sombrero.
Por cierto, acabo de leer que se ha inaugurado un Mirador Estelar en el recinto de la Alcazaba. Debe ser impresionante el toldo de estrellas que se contempla desde allí.