DOMINGO 27 FEBRERO 2022
Día de playa
Apenas eran las 4 de la mañana y ya estábamos los dos despiertos. Es lo que tienen los cambios horarios y las ganas de salir a conocer cosas.
Hicimos algo de tiempo en la habitación mientras descubríamos cómo funcionaba la cafetera y, después de desayunar, salimos a la calle en dirección a Vessel que quedaba muy cerca de nuestro hotel. Eran solo las 7 de la mañana y el acceso estaba cerrado, pero pudimos hacer unas cuantas fotos por fuera con todo eso vacío y, solo por eso ya había merecido la pena madrugar.
Fresquito
Ni un alma
Así, mejor
Casi sin darnos cuenta encontramos la entrada a High Line y decidimos recorrerlo entero.
Qué tranquilidad
Contrastes
No me quiero imaginar el ascensor
Disfrutando de las vistas
Arte callejero
Rincones
Hay que pasar la segadora
Mucha paz
A descansar
Esta parte también estaba desierta y fue un gusto disfrutar de ese paseo tan tranquilos hasta llegar al Chelsea Market.
Nos vamos al mercado
Me encanta la decoración
Hasta los ascensores
¿Qué habrá por allí?
Me he perdido
Parece navidad
La sala de máquinas
Un poco lioso
Al principio pensamos que estaba cerrado, porque no encontrábamos el acceso, pero finalmente lo encontramos en la 9ª Ave y nos animamos a entrar. Como imaginábamos, todos los locales estaban cerrados, pero aun así merecía la pena darse una vuelta por allí dentro.
Desde allí, continuamos hacia el sur en busca del edificio de Friends que es una de las series que más me han marcado y de la que me conozco más diálogos de los que me gusta reconocer. No he contado la cantidad de veces que la habré visto, pero digamos que muchas a lo mejor se queda corto.
Me suena de algo
Teníamos un par de sitios más pendientes por esa zona y luego caminamos hasta Washington Square Park.
La más estrecha
Todo un icono
Ideal
Por la parte que entramos nosotros había bastantes vagabundos, aunque no parecían especialmente peligrosos.
Cruzamos el parque hasta el inicio de la 5ª Ave y fuimos subiendo hasta llegar a la puerta del Empire State, dónde había quedado con una compañera de trabajo que estaba también de vacaciones por esos lugares.
El comienzo
Qué horas son estas
Ni el tato
El paseo fue largo, pero nos gustó tanto que decidimos que quizás no iba a ser necesaria la Metrocard, ya que seguramente no la íbamos a amortizar y pusimos a prueba a nuestros pies. El encuentro fue breve, ya que todos teníamos cosas por hacer, pero estuvo genial encontrarse con alguien conocido en el otro lado del planeta.
Tocaba estrenar la NY Pass y el proceso fue muy sencillo. Había que reservar hora para la visita, pero como afortunadamente no había casi gente, una amable empleada nos lo arregló en un momento en unas máquinas que tienen allí mismo en la entrada, y fuimos a sacar nuestros tickets para subir al mirador de la planta 86, después de enseñar el pasaporte Covid y nuestros pasaportes (bueno, una foto en el móvil).
Pues no es tan grande
Yo, esa viga la pondría en el otro lado. Tú sabrás
Allí al fondo se ve mi casa
Estoy inspirado
La VISTA
La vez anterior pasé mucho más frío, ya que no tenían en ese momento instalados los calefactores que hay ahora, así que se hizo mucho más agradable. ¿Las vistas? Pues seguramente las habrá mejores, pero creo que es uno de los sitios que tienes que visitar por lo menos una vez en la vida.
Se va animando la cosa
A las 13:00 teníamos un partido de la NBA, pero antes nos dio tiempo a volver al hotel y comprar algo más de desayuno ya que a mí lo del día anterior no me había hecho demasiada gracia (por suerte a Ana sí que le gustó).
También tuvimos que enseñar el pasaporte Covid en algo que ya se estaba convirtiendo en rutina, pero allí no hacía falta llevar mascarilla.
Tanto si te gusta el baloncesto (no es mi caso), como si no, un partido de la NBA es mucho más que eso. Si de algo saben los americanos es de entretenimiento. Es más, todo lo que se monta alrededor del partido, que el juego en sí.
A jugar!
Buen ambiente
Todos en pie
Las entradas las habíamos sacado a través dela página de ViaGogo, pero no las recibimos hasta el día antes del partido. Unos días antes del viaje, me puse en contacto con ellos para ver si todo estaba bien, y me dijeron que no me preocupase que algunas entradas no se emiten hasta pocos días antes del evento, pero que estaban garantizadas. Nos llegó un mail que pedía que aceptásemos las entradas, y luego ya estaban disponibles para usar.
Allí estaba yo, que lo único que conozco del baloncesto es que hay que meter una pelota por un aro (y eso lo sé porque está en el propio nombre), un poco perdido, pero contento.
En el descanso nos pedimos un par de perritos calientes y dos cervezas y los 48$ que nos cobraron me quitaron el hipo para toda la vida. Imaginaba que sería caro, pero no pensé que llegase a eso. Cada cerveza 16$ y cada perrito 8$. Encima, comerlo en esas sillas estrechas es u n poco incómodo, pero salvo eso, todo estuvo genial. Lo de menos fue el marcador, aunque acabásemos perdiendo 109 – 125.
Aquí, en el Bulli
Ya había algunas cosas que me habían empezado a llamar la atención de Nueva York. La primera era esperada y es la cantidad de Starbucks que hay por allí. La segunda, que siempre te encontrabas por lo menos a un par de vagabundos que iban hablando solos a grito pelado. Y la tercera, el intenso olor a marihuana que hay por las calles. Nosotros ya lo habíamos notado en nuestro hotel, pero por la calle era una pasada. Nosotros bromeábamos cada vez que lo olíamos diciendo que así cogíamos energías para seguir caminando.
Volvimos a la zona del hotel y nos acercamos de nuevo a Vessel para ver si podíamos subir, pero solo estaba permitido el acceso al nivel más bajo, aunque no supimos muy bien por qué. La mujer de seguridad que había allí simplemente nos dijo que lo mirásemos en la web.
Otro punto de vista
No nos dejan subir
Y, aunque andábamos algo justos de tiempo, decidimos subir a The Edge. Un mirador diferente, pero que también tiene su encanto, aunque casi salimos volando del aire que hacía.
Flotando
The edge
Toca ir a la pelu
Teníamos reserva a las 16:30 para The Ride. Nos hubiese gustado hacerlo un poco más tarde, pero era el único día que nos encajaba bien en los planes.
El punto de recogida es junto al restaurante Villa en el cruce de la 42 St con la 8ª Ave.
Dura 75 minutos y hace un recorrido por Manhattan donde van explicando cosas, pero con mucho humor. El único inconveniente es que para disfrutarlo al máximo hace falta un buen nivel de inglés. Merece muchísimo la pena.
Listos para empezar
Que comience el espectáculo
Se estaba empezando a acercar la hora de la cena y ese día teníamos pensado ir al Ellen´s Stardust Diner. Había algo de cola en la entrada, pero me apetecía mucho ir allí porque sabía que a Ana le iba a encantar.
Mientras esperábamos fuera, descubrí que hay una aplicación donde puedes guardar tanto tu pasaporte Covid como una foto de tu DNI y que así sea mucho más fácil el proceso cada vez que te lo piden el entrar en algún sitio y la verdad es que funciona de maravilla. Se trata de NYC Covid Safe. Tras comprobar los nuestros, como aún estábamos en la calle, nos pusieron un sello como prueba de que habíamos enseñado los documentos. Creo que la última vez que me pusieron uno para entrar en algún sitio, yo no tendría ni 18 años.
La cena estuvo muy bien, y nos hartamos de reír y de cantar todo el rato. Según nos dijeron muchos camareros trabajan allí con la esperanza de dar el salto a Broadway, y ese había sido el caso de 18 de ellos, aunque no recuerdo bien en cuánto tiempo. Brian, que era quien servía nuestra mesa, lo dio todo cuando le llegó su turno de cantar. Estábamos teniendo un primer día completo espectacular y aún quedaba alguna sorpresa más.
Cenita son show
No me dejan subirme
Mi interpretación de la dieta mediterránea
Como los niños
Estábamos cansados de tanto andar, pero me apetecía cerrar esa noche tomándonos una copa en algún lugar interesante y el elegido fue el 230 5th.
Mientras bajábamos, vimos a un chico salir de una tienda corriendo con unas zapatillas y nos quedamos un poco sorprendidos, pero justo después salió uno de seguridad de la tienda y entonces entendimos lo que había pasado. Llevábamos solo un rato en la ciudad y ya habíamos sido testigos de un rodaje de una serie o película, unas ratas, y un robo en una tienda. ¿Quién da más?
Justo enfrente del bar de copas, teníamos el Museo del Sexo, que también estaba incluido en la NY Pass, pero solo estaba abierta la tienda, por lo que tendríamos que ir otro día más pronto.
Primer museo
Al entrar en el portal del 230 5th, nos comprobaron el DNI con una luz ultravioleta y nos dejaron subir. Los ascensores están al fondo del todo, pero están muy bien indicados.
Nos sentamos en una mesa junto a la ventana y, como no queríamos nada de comer, tuvimos que ir a la barra a por nuestras bebidas. Pedimos un Pineapple Moscow Mule, a base de zumo de piña, vodka y cerveza de jengibre y una Pink Lemonade que llevaba vodka, zumo de lima, 7 Up y granadina y brindamos por un día de ensueño.
Autorizados para entrar
De copas
Menudas vistas
Noche tranquila
Así, sí
Ya sé lo que me voy a comprar para mi terraza
Apenas llevábamos como quien dice un rato en aquella ciudad y parecía que llevábamos allí una semana por lo menos.
A las 22:30 ya estábamos rendidos en la cama.
Hoy había que sumar 37934 pasos para un total de 51595