Otra de nuestras etapas en la escapada que hicimos a primeros de enero a las provincias de Córdoba y Sevilla fue Osuna, localidad sevillana que se encuentra a unos 87 kilómetros de la capital, aproximadamente una hora en coche por la A-92. Algunas distancias de referencia que se me ocurren son 95 kilómetros hasta Córdoba capital (1 hora y 10 minutos en coche) y 481 kilómetros (4 horas y 50 minutos en coche) desde Madrid.
Situación de Osuna en el mapa peninsular.
Itinerarios sugeridos por Google Maps desde Madrid y Sevilla.
Su historia se remonta a tiempos muy antiguos y se la identifica con la ibérica Urso. Refundada por los romanos, adquirió bastante importancia a partir del siglo I a.C. Tras la dominación árabe, fue conquistada por Fernando III en 1239 y cedida por Alfonso X como encomienda a la Orden de Calatrava, hasta que en 1464 su maestre, Pedro Girón, la tomó por intercambio para cerderla a su hijo, que tomó el título de primer conde de Ureña. En 1562, Felipe II nombró a Pedro Téllez-Girón y de la Cueva, V Conde de Ureña, primer Duque de Osuna. En esa época, la localidad alcanzó su mayor esplendor y prosperidad, que se tradujo en la fundación de una Universidad, además de construirse gran número de conventos, iglesias y palacios.
Al margen de la polémica surgida en torno a si su nombre se refiere a la abundancia de osos en sus inmediaciones en la antigüedad, en los últimos tiempos, Osuna ha cosechado un nuevo impulso nuevo impulso turístico desde que fue escenario de varias secuencias de la famosa serie “Juego de Tronos”, entre ellas una de las más recordadas de la quinta temporada, cuando su plaza de toros se convirtió en la Fosa de Daznak de Meereen, donde Daenerys montó por primera vez a uno de sus dragones. Por cierto que en Osuna existe una exposición permanente dedicada a la serie, El Salón de [align=center]Hielo y Fuego, que se encuentra en el Museo Municipal.
Pese a ser una seguidora de la serie, no fue ese el motivo principal de nuestra visita, sino sus tesoros monumentales, de los que nos habían hablado muy bien. Sin embargo, nos tropezamos con el problema de que en el curso de los cinco días de nuestra escapada, además del consabido lunes, día habitual de cierre, también nos coincidía la tarde de la Cabalgata de Reyes y el propio 6 de enero, fechas en las que tampoco están abiertos la mayor parte de los lugares turísticos. De modo que tuve que ingeniármelas para poder entrar en algunos de los sitios que más me interesaban, como la Universidad y la Colegiata, a los que solo se puede acceder mediante visita guiada. Pero iré por partes.
Plano turístico municipal de Osuna.
Situada a 322 metros de altitud sobre el nivel del mar, Osuna cuenta en la actualidad con cerca de 18.000 habitantes, pertenece a la comarca sevillana de Sierra Sur y su territorio se reparte entre la campiña de tierras arcillosas que se emplean para los cultivos de secano y la ondulada sierra sur, por donde se extienden los olivares. Con veranos muy calurosos e inviernos fríos con heladas, lo cierto es que nos encontramos con nubes y claros, predominando el sol, y una temperatura muy agradable durante el día, en torno a los 19 grados, pero que rápidamente bajaba hasta los 4 o 5 nada más atardecer. En cualquier caso, bastante aceptable para estar a principios de enero.
Nada más llegar esa mañana, desde la Plaza Rodríguez Marín, por la empinada calle Alpechín subí directamente hasta el promontorio que preside Osuna, donde se encuentran la Antigua Universidad y la Colegiata, dos de sus principales monumentos. Había reservado por internet sendas visitas guiadas, la primera a las doce y cuarto y la segunda, una hora después; en cualquier caso, no hay problema al combinarlas porque ambos lugares están uno frente al otro. Se pueden consultar los horarios y reservar las entradas para todos los monumentos de Osuna en la siguiente página web: ayuntamientoosuna.sacatuentrada.es/
Antigua Universidad y al fondo, a la izquierda, la Colegiata.
Antigua Universidad.
Antes de entrar, di una vuelta alrededor del edificio, desde el que se contemplan unas vistas muy interesantes de Osuna, incluyendo la pintoresca zona de las Canteras, a la que luego me referiré.
La visita guiada cuesta 1,5 euros y dura unos cuarenta minutos. En la visita de esa hora fui la única participante, con lo cual tuve al guía para mí sola, un joven muy amable que me explicó todo perfectamente. Pude hacer fotos sin flash. De estilo plateresco, fue fundada en 1548 por Juan Téllez de Girón, el cuarto conde de Ureña y padre del primer duque de Osuna, para lo cual obtuvo la licencia del Emperador Carlos I. Contaba con cuatro ramas: teología, cánones y leyes, medicina y artes. Funcionó como universidad hasta la invasión de las tropas francesas durante la Guerra de la Independencia. Actualmente es una Escuela Universitaria dependiente de la Universidad de Sevilla.
De planta rectangular con torretas circulares en las esquinas, consta de dos plantas que se articulan alrededor de bonito un patio porticado.
Su estructura sufrió varias modificaciones a lo largo del tiempo y del trazado original solo se conserva la entrada principal, la Sala de Grados, que contiene llamativas pinturas, la capilla, el patio, la escalera y la antigua biblioteca, ahora Paraninfo, que es precisamente todo lo que se recorre durante la visita guiada.
Mirador de la Colegiata.
El poquito de tiempo que tuve antes de la vista guiada a la Colegiata lo aproveché para sacar unas fotos del exterior del edificio y de las vistas formidables de Osuna que se contemplan desde el Mirador de la Colegiata, que se halla en la parte posterior y abarca toda la localidad y la campiña circundante, con sus olivares al fondo. No hay que perdérselo, pues cuenta, además, con un mapa que detalla todo lo que se ve.
Colegiata de Nuestra Señora de la Asunción y el Panteón Ducal.
Solamente se puede visitar mediante visita guiada, cuya entrada general cuesta 5 euros (0,60 los niños). Ese día tampoco había mucha afluencia y empecé en solitario con la guía, aunque enseguida se nos unieron otras dos personas.
El recorrido guiado comenzó en las dos plantas subterráneas que constituyen el Panteón de los Duques de Osuna, que se encuentra bajo el presbiterio de la Colegiata como una construcción aneja y de la misma época, a la que se accede a través de un bonito patio plateresco. Tal como nos dijo la guía, se trata de una iglesia debajo de otra iglesia si bien a una escala menor.
Una vez en el interior, confieso que me quedé impresionada al contemplar semejante joya arquitectónica, en especial la Capilla del Santo Sepulcro, que cuenta con un espléndido retablo policromado del siglo XVI.
Consta de tres naves articuladas por columnas y arcos rebajados, cuyas bóvedas están decoradas con casetones de yeso, y las paredes y sobrepuertas contienen representaciones de personajes con algorías sorprendentes. Igual de espléndido es el coro, que data del siglo XVI.
En un nivel inferior, pudimos ver los enterramientos de los duques de Osuna, compuestos por un conjunto de nichos puestos a lo largo de los muros, con inscripciones y símbolos sobre la muerte. Todo muy impactante, la verdad. Aunque las fotos me quedaron muy subidas de color, al menos espero que den una idea de cuánto merece la pena visitar este lugar.
Después, visitamos la Colegiata propiamente dicha, un edificio renacentista, construido en cantería que vino a sustituir a la antigua parroquia medieval. De una sola nave, rodeada de capillas, presenta tres portadas, entre las que destaca la del Sol, decorada con grutescos y medallones.
Conserva una gran colección de pintura, en la destacan varias obras de José de Ribera (el Españoleto). También se expone una talla de Juan de Mesa y valiosas tablas flamencas del siglo XVI. Igualmente visitamos el Museo de Arte Sacro y una exposición temporal de esculturas dedicadas a San José.
Tuvimos una guía que nos explicó todo perfectamente y, además, de manera amena, con lo cual la visita resultó muy interesante.
Plaza y Monasterio de la Encarnación.
Enfrente de la Colegiata, en la misma plaza, se encuentra este Monasterio, antiguo hospital general, ocupado por los jesuitas hasta su expulsión en 1626, cuando Isabel de Sandoval, esposa del duque de Osuna, lo convirtió en convento para mercedarias descalzas. Cuenta con un importante museo sacro y con un patio revestido de azulejos sevillanos del siglo XVIII. Lamentablemente, me tuve que contentar con contemplar solo el exterior, pues cuando salí de la de la Colegiata ya estaba cerrado y no abrió ni por la tarde ni al día siguiente debido a la festividad de los Reyes Magos.
Torre e Iglesia de la Merced.
Muy cerca de la Plaza de la Encarnación, se encuentra la Iglesia de la Merced, del siglo XVII, aunque fue modificada posteriormente y que cuenta con la torre barroca más importante de Osuna.
Ayuntamiento y Plaza Mayor.
Volví al centro por la calle de San Antón, donde se encuentra el Museo Arqueológico, cuyo edificio cuenta con una torre almohade del siglo XII (Torre del Agua), reformada en el siglo XIV por la Orden de Calatrava. Esta calle desemboca en la Plaza Mayor, donde se encuentra la Casa Consistorial, un edificio del siglo XVI, construido sobre el arco de la Puerta de Teba. Su fachada blanca cuenta con balcones corridos, coronados por arcos sustentados por dobles columnas. También presenta en sus soportales una de las versiones del escudo de Osuna con sus osos. En todo caso, muy pintoresco este Ayuntamiento.
Bajando por la Calle de San Antón.
El ayuntamiento.
En una esquina de la Plaza Mayor se encuentra la Iglesia/Convento de la Concepción, que data de los siglos XVI y XVII, y que, según se dice, cuenta con las campanas más sonoras de Osuna.
En la Plaza Mayor, normalmente se vislumbra una atractiva estampa, con la plaza coronada por la mole de la Colegiata en lo alto; sin embargo, una pista de patinaje y diversos quioscos instalados con motivo de las Navidades con sus consiguientes barreras, impedían captar el conjunto con todo su encanto, pero al menos utilizando el zoom se obtenía una detallada imagen de la Colegiata.
Desde la Plaza Mayor, parte la Calle Sevilla, una de las más bonitas de Osuna, honor que comparte con la Calle de San Pedro, si bien, personalmente, ésta casi me gustó más, quizás porque había menos coches aparcados en sus aceras, incluso en algunos momentos se podía contemplar y fotografiar sin rastro de ellos.
Lo mismo que la de San Pedro, está flanqueada por antiguas casonas y palacios, entre los que destacan dos edificios barrocos, el de Puente Hermoso (Antiguos Tribunales) y el de Govanes y Herdara. También se encuentran en esta calle el Convento de Santa Catalina del siglo XVI, y el Museo Municipal, instalado en la Casa de los Hermanos Arjona y Cubas, personajes influyentes durante la primera mitad del siglo XIX, llegando a ser José Manuel Asistente en Sevilla con Fernando VII, mientras que Manuel María, ilustrado y poeta, ejerció el curioso cargo de capellán secreto supernumerario del Papa Pío VI.
Entre unas cosas y otras llegó la hora de almorzar, algo no tan sencillo como pueda imaginarse en un principio, ya que estábamos en plena sexta ola de la pandemia, con pasaporte de vacunación obligatorio en toda la hostelería andaluza por entonces. Como no vimos ningún restaurante con terraza al aire libre, fuimos a Casa Curro, un establecimiento muy conocido en Osuna, especialmente por sus raciones y tapas. Comimos muy bien y a buen precio y nos atendieron rápido, lo cual era importante, dadas las circunstancias. Entre la ida y la vuelta, pudimos apreciar el encanto de un buen número de calles y callejuelas
Después fuimos a registrarnos a nuestro hotel. Para alojarnos esa noche habíamos elegico uno de los alojamientos más recomendados en Osuna, el Palacio Marqués de la Gomera, de cuatro estrellas, que cuenta con una bellísima fachada barroca. Situado en la calle de San Pedro, tiene dieciocho habitaciones muy bien decoradas, la mayor parte de ellas distribuidas alrededor de un bonito patio central con una galería de arcos, en una de cuyas esquina hay una capilla, donde se encuentra una imagen de la Virgen Dolorosa del siglo XVIII. Normalmente, acoge un restaurante, pero debido a las restricciones por la pandemia no funcionaba durante nuestra visita, así que no podemos opinar. Por lo demás, estuvimos cómodos allí y la ubicación resulta magnífica para visitar la localidad a pie, si bien el aparcamiento (salvo que haya mucha suerte) hay que buscarlo un poco a las afueras, en torno a la calle Alfonso XII, cerca de la Plaza de Toros, a menos de diez minutos caminando.
Nada más pisarla, nos dimos cuenta de que la Calle de San Pedro responde a su fama y es, sin duda, una de las más bonitas de Osuna por sus imponentes edificios, con preciosas fachadas barrocas, balcones de forja y escudos nobiliarios, entre los que destaca el Palacio del Marqués de la Gomera (nuestro alojamiento), que me resultó muy complicado de fotografiar entero, ya que tiene grandes dimensiones y la calle es larga pero no muy ancha y, además, había coches aparcados enfrente.
Tampoco le va a la zaga en belleza la Antigua Cilla del Cabildo, con sus ventanas protegidas por tejas, una portada con el escudo familiar, canalones en forma de cañón y la representación de la Giralda de Sevilla entre las santas Justa y Rufina sobre una de las puertas. Obra de Juan Antonio Blanco, data del siglo XVIII y está considerada la cumbre de la arquitectura civil de Osuna.
La perspectiva que ofrece esta calle mirando hacia arriba o hacia abajo (la cuesta es considerable) resulta sumamente atractiva, si bien los coches aparcados en una de las aceras le pueden restar un poquito de encanto. En cualquier caso, no hay que perdérsela.
Por la tarde, antes de que anocheciera, me dediqué a recorrer Osuna. Aunque la Oficina de Turismo esté cerrada (como era el caso), la visita no resulta difícil, pues por todo el casco histórico hay numerosos planos turísticos y paneles informativos con explicaciones sobre los respectivos monumentos. Y, callejeando en torno a la Plaza de la Consolación, me encontré lugares como las Iglesias de San Agustín, Santa Clara y Nuestra Señora de la Consolación, y el Palacio de los Cepeda. De vuelta a la Calle Sevilla, me fijé en la Iglesia de San Carlos El Real y el Convento de Santa Catalina, y llegando a las calles de Sor Ángela de la Cruz y del Cristo, pude ver los exteriores de la Iglesia de Nuestra Señora del Carmen, la Iglesia Convento del Espíritu Santo y la Iglesia Convento de San Pedro. Todas estaban cerradas.
Posteriormente, salí a la Calle de Alfonso XII, donde habíamos dejado aparcado el coche. Allí se encuentra la Ermita de San Arcadio y, enfrente, el Parque de San Arcadio, el más antiguo de la ciudad, con árboles muy notables por su edad y envergadura, un parque infantil, fuentes y bancos decorados con cerámica inspirada en el siglo XVIII. Un bonito lugar para relajarse un poco. Lástima que ya empezase a bajar mucho la temperatura. Enfrente hay una fuente en la que aparecen los dos osos encadenados a una torre, tal como figuran en el escudo de Osuna.
Enfrente, se encuentra la Plaza de Toros, que se hizo famosa en la serie Juego de Tronos. Pese a que parece más antigua por sus bancos de piedra, lo cierto es que se construyó en 1904, utilizando como material principal los sillares de las Canteras de Osuna. Hay visitas guiadas.
En dirección al centro, la calle Alfonso XII desemboca en la plaza de Cervantes, a través del Arco de la Pastora, de estilo neoclásico y que data de 1796. Una lástima que el continuo paso de vehículos estropee un poco su estética a la hora de fotografiarlo.
Después, giré a la derecha, hacia la calle Corredera, donde me encontré con la Iglesia de Nuestra Señora de la Victoria, del siglo XVI, y el Pósito Municipal, edificio con una bonita fachada de piedra, construido por el Duque de Osuna en el siglo XVIII sobre el antiguo Corral de Comedias para servir como paneras, si bien posteriormente fue Audiencia, centro de reclutamiento municipal y hospital.
De regreso a la Plaza Rodríguez Marín, de la que se conoce su existencia ya en el siglo XVI como plaza de San Sebastián, me encontré con la Iglesia de Santo Domingo, que data de 1547, si bien se reformó en los siglos XVII y XVIII.
La tarde caía muy rápidamente y empezaba a hacer frío. Cuando me disponía a regresar al hotel, vi un grupo de gente en la puerta de una pastelería artesanal esperando para recoger los roscones de Reyes recién hechos: ¡Oh, qué buena pinta, qué tentación! Pues, sí; no me pude resistir y me puse también a hacer cola. Allí mismo rellenaban el roscón con nata, crema o chocolate, según las preferencias de cada cual. A nosotros nos gusta sin nada, y así me lo llevé. Nos lo tomamos para merendar: ¡qué rico estaba! Tanto que se me olvidó sacarle una foto… Por la noche, salimos a cenar. Hacía mucho frío y estaba casi todo cerrado, así que nos conformamos con un par de refrescos y un triste sobre de embutido. Menos mal que teníamos el roscón, de cuyos restos dimos cuenta como postre. Al menos aproveché la salida para sacar algunas fotos nocturnas.
Al día siguiente, nos resarcimos de la pequeña decepción de la cena, pues encontramos una churrería tradicional, con café calentito, zumo de naranja y porras (allí lo llaman churros, pero con ese grosor, en Madrid lo consideramos porras). Muy ricas, sí, señor. Ya con el coche fuimos hasta la parte alta de Osuna, a la zona conocida como las Canteras, que son los terrenos de la antigua Urso, de donde se extraían las piedras para hacer los edificios desde tiempos de los turdetanos, y que se utilizaron hasta los años sesenta del pasado siglo, si bien contó con especial relevancia durante el siglo XVI, debido al auge constructivo desarrollado por el IV Conde de Ureña.
Para poner en valor esta zona, se desarrolló el llamado Coto de las Canteras, un espacio versátil para eventos, que cuenta con amplios jardines, llamativas esculturas de gran tamaño y un auditorio con un pequeño museo en el interior de uno de los enormes sustratos rocosos de arenisca calcárea y que me pareció lo más destacado del conjunto por sus dimensiones, aunque también es cierto que se ve enseguida. Por sus características, hay quien lo ha llamado la Petra andaluza, aunque, personalmente, no me parece nada apropiada dicha denominación. Solo se puede visitar los sábados, domingos y festivos, y no todos, ya que puede haber celebraciones privadas, con lo cual si se tiene intención de ir, será mejor consultarlo antes en su página web. En nuestro caso, curiosamente se trataba de uno de los poquísimos lugares abiertos al ser el día de Reyes. La entrada cuesta 3 euros.
Es un lugar muy curioso, donde es posible sacar algunas fotos llamativas, aunque respecto a si merece la pena o no pagar por entrar, prefiero no decantarme abiertamente porque la respuesta dependería de cada persona. Si bien es cierto que no es lo mismo, desde el exterior, a través de las verjas, se puede ver una parte de los jardines, vislumbrar un poco las esculturas y asomarse a alguna de las moles rocosas más imponentes, con lo cual si se va a Osuna, no está de más acercarse, aunque no se pretenda entrar o esté cerrado.
Finalmente, subiendo un sendero accedimos hasta el Mirador de Buena Vista, desde el que se contemplan unas perspectivas muy interesantes de Osuna, la campiña sevillana y las propias canteras con sus antiguas instalaciones. Lástima que el sol nos diera de frente mirando hacia el centro histórico de Osuna, lo que me dificultó hacer alguna foto en buenas condiciones, aunque la zona de la Plaza de Toros sí se captaba perfectamente.
Y frente a los campos de olivos terminamos nuestra visita a Osuna, de la que quedamos muy satisfechos, pese al problema que supone que haya tan pocas horas de luz en enero y los cierres de los lugares turísticos por la festividad de los Reyes Magos. A continuación nos esperaba Carmona, pero ese relato queda para la siguiente etapa.