A Galway llegamos por la tarde y fue el primer lugar donde pudimos comprobar lo cambiante que puede llegar a ser el clima irlandés. Del sol matutino, pasamos a las nubes, que fueron incrementándose durante nuestros paseos por Connemara y desembocaron en un buen chaparrón, que nos cayó encima nada más poner pie a tierra en Galway. Por fortuna, pronto cesó y pudimos recorrer la ciudad medianamente bien antes de que volviese a llover copiosamente por la noche. En realidad, fue el único lugar durante todo el viaje donde nos resultó un incordio la lluvia, de la que cada cual se protegía como podía o le apetecía...
Como curiosidad, decir que apenas hicimos visitas en grupo (de ahí lo de viaje organizado "más o menos"), pues en cuanto bajábamos del autobús cada cual iba por su lado, algo que nosotras particularmente agradecimos mucho, ya que nos permitía aprovechar el tiempo disponible a nuestro ritmo y según nuestros gustos. La guía que nos acompañaba no es que facilitase demasiada información, pero solía entregarnos mapas que recogía en las Oficinas de Turismo, lo que nos ayudaba a manejarnos bastante bien. Y, si no, siempre quedaba el recurso de San Google Maps .
Situación de Galway en el mapa de Irlanda.
Se dice que Galway es una ciudad juvenil y dinámica, que presenta uno de los índices de crecimiento económico más altos de la Unión Europea. Tiene unos 80.000 habitantes y dos universidades. Con una historia que se remonta ocho siglos atrás, supuestamente su nombre deriva del término gaélico Gaillimh, o río rocoso, en referencia al lecho de piedras del río Corrib, que la atraviesa. Desde luego, hay otras versiones que se inclinan por explicaciones más envueltas en la layenda, aunque menos probables.
El punto inicial para empezar a conocer Galway suele ser Eyre Square, una amplia plaza que cuenta con varios reclamos turísticos como el busto dedicado a J.F.Kennedy, la Fuente Quincentennial, la estatua de Lyan Mellows o la Brown Doorway (1627), una antigua puerta de acceso a la mansión de una de las familias que dominaban la ciudad, pero cuya forma de conservación no habla demasiado en favor de la municipalidad.
Recorrimos William Street, donde nos saludaron las esculturas de Oscar Wilde y Edward Vile, Queen Street, Dock Road y Merchands Road, hasta salir al Barrio Latino, cuyo punto culminante es Quay Street.
Todas ellas son calles muy animadas con multitud de tiendas, pubs y músicos callejeros. Y también la Galway Girl (la chica de Galwayt).
Ya junto al río, llegamos a la zona de Spanish Parade, donde se encuentra el Arco Español, una parte de lo que fue la antigua muralla medieval, y cuyo nombre deriva de los estrechos lazos comerciales que unían estas tierras irlandesas con los barcos españoles que recalaban frecuentemente en su puerto durante los siglos XV y XVI, comerciando sobre todo con vinos. El arco no lo fotografié entero porque había un ambiente un poco... raro.
Desde Long Walk y Claddagh Quay, en ambas orillas, se contemplan sugerentes panorámicas de los edificios en torno al Arco Español, de las casitas de colores y de la Bahía del río Carrib, donde habitan una buena cantidad de cisnes.
Por el agradable camino paralelo al río, pasamos por el Molino del Puente y, tras cruzar Salmon Weir Bridge, nos dirigimos hacia la Catedral de Nuestra Señora de la Asunción y San Nicolás, un templo católico de grandes dimensiones y estilo neo-renacentista, construido en 1958 sobre los terrenos de la antigua cárcel.
La entrada es gratuita. Hicimos algunas fotos, aunque sin entretenernos demasiado porque estaban dando Misa.
Más historia atesoran los muros del castillo de los Lynch y de la Iglesia de San Nicolás (de la Iglesia de Irlanda), cuyo origen se remonta al siglo XIII y que según la leyenda fue visitada por Cristóbal Colón.
De pronto, por si ya fuese poco molesta la pertinaz lluvia, empezó a soplar un viento muy fuerte que convirtió el paseo en una actividad bastante desagradable, pues ni el chubasquero ni el paraguas servían de nada y tratar de enfocar algo con la cámara o el móvil sin que se empararan las lentes era un esfuerzo inútil. Tras la cena en el hotel, la climatología empeoró, así que ya no volvimos a salir.