Hoy era un día para no madrugar... pero como alguna que otra cagada siempre hay que hacer, por planificado que lleves un viaje (y si, hay cagadas, el que diga que no, miente... en los viajes siempre hay alguna metedura de pata, alguna discusión, alguna mala contestación... somos humanos, ¡nadie se libra!) nos habían dado un chivatazo de que nuestra primera visita del día, el mirador The Edge, aunque marcase apertura a las 10.00, la semana anterior a nuestro viaje habían estado allí a las 8.30 y habían podido entrar. Así que tentando nuestra suerte y creyéndonos mas listos que nadie, decidimos pegarnos el madrugón e incluso cogemos un Lyft para llegar mas temprano, nos plantamos allí a las 8.20... y nos tenemos que comer con patatas el madrugón, el Lyft y el chivatazo. Aquella verja hasta las 10.00 no se movió ni un centímetro. Eso si, media hora de antelación si queréis estar a primera hora si que la haría, porque se empiezan a hacer colas y estar de los primeros te da unos minutos cruciales en el mirador, sobretodo para los rincones mas solicitados.
Una vez fuera, teníamos fichado un Magnolia Bakery justo al lado de la entrada al Edge (4º piso, por cierto) Dos expresso, un cupcake de zanahoria y un pastelito de smore, cacahuete, nata y brownie (se oye muy guarro pero no estaba para nada dulce, ¡muy acertado!) por un total de 12.15$
Al bajar, visitamos Little Spain, indignados ya de primeras porque Aragón tiene cero representación en el mapa culinario. ¡Con lo bueno que nos sale el ternasco! (Aunque alguien antes que nosotros se había tomado la justicia por su mano y puso Zaragoza y Benasque en el mapa a boli )
Tras encontrar Colacao en NYC (pero no tortilla de patatas, ¡manda narices!) salimos fuera para disfrutar la escultura The Vessel.
Desde hace unos meses está cerrada porque no dejaba de tirarse la gente desde los pisos superiores, así que a partir de las 10 de la mañana podéis entrar al interior y subir el primer tramo de escaleras por todos sus lados, pero los rellanos están directamente cerrados.
Lo grande que se ve desde el suelo y lo pequeñito que se ve cuando lo observas de lejos al lado del 30 de Hudson Yards, por ejemplo.
Nos dirigimos a la High Line, hace un calor de los mil demonios, para variar, y aunque hay sombra, tardamos diez segundos en empezar a sudar.
Llevabamos en la cabeza que al ser casi de dos kilómetros de longitud iba a ser un paseo mas bien largo, pero la verdad es que no se si porque andamos rápido por el calor o porque como han puesto mucho árbol no hay mucho que ver, pero antes de que nos demos cuenta hemos llegado a la salida junto al Chelsea Market. No es el final de la línea pero casi, así que decidimos meternos a cubierto. La verdad es que el tema contrastes de temperatura está siendo horrible, pero afortunadamente estamos todos a salvo en tema resfriados/dolores de garganta, al menos por el momento.
Damos un paseo por el Chelsea Market y no se si porque es casi mediodía, porque fuera hace un calor abrasador o porque es viernes, pero está a reventar, no cabe un alma. Las tiendas están despejadas, pero los pasillos y los establecimientos de comida están hasta arriba de gente. A nosotros se nos va notando el madrugón y el cansancio acumulado, así que el grupo se dispersa para encontrar una mesa libre mientras uno se queda a pedir la comida. Nos decidimos por tres porciones de pizza y una calzone. (42.46$) Las calientan en horno de piedra allí mismo y la verdad, estaban buenas, pero no para pagar 42$ por cuatro porciones. Me duele decir que es la única pizza que probamos en NY.
Una vez alimentados y algo mas descansados, nos hacemos los valientes y decidimos visitar Little Island, que está realmente cerca, apenas cinco minutos caminando, y porque hay semáforos, que sino, ni 2 minutos cuesta llegar. Con la temperatura actual, se sienten como una eternidad, pero al llegar allí no mejora, porque no deja de ser una isla con poca sombra a la que le da el sol desde que sale hasta que se pone.
Hay una especie de food court nada mas entrar con unas sombrillas, creo que toda la gente que había en la islita estaba allí congregada. Las opciones de comida/bebida en general muy escasas e iguales en todos los "puestos" así que nos alegramos de haber comido en el Chelsea Market en lugar de esperar a llegar aquí. Vimos un par de fuentes a disposición, pero el agua salía bastante caliente (excepto una fuente que encontramos casi a la salida que estaba a la sombra y si salía el agua bastante fresca)
Como curiosidad, la isla/parque se encuentra en lo que antiguamente era el pier 54, donde se encontraba el embarcadero de la naviera Cunard White Star, la compañía dueña del Titanic y donde llegaron los supervivientes del naufragio mas famoso de todos los tiempos. La estructura de la fachada principal era lo único que se conservaba, y fue restaurada y colocada en uno de los accesos del parque (el sur, que se encuentra entre las calles 12 y 13). Salimos de casualidad por este acceso y me acuerdo de la anécdota al ver la estructura.
Justo allí, aprovechando uno de los pocos espacios con sombra del parque, hay un carrito de venta de helados que se está poniendo las botas hoy. Nos rendimos a la necesidad y nos hacemos con un cucurucho, un sandwich de galleta y un polo de hielo de mango por 10.90$ muy bien gastados. Se nos hace curioso que allí llamen "vainilla" a lo que nosotros conocemos como nata. De hecho recuerdo que el helado en el envase tenía incluso la imagen de la vaina de vainilla... tanto el cono como el sandwich, pero ambos eran de nata
Apenas son las dos y media de la tarde y pese a la hora y pico perdida a primera hora de la mañana por llegar pronto a Edge, ya hemos visto todo lo que teníamos planeado para el día pensaba que la zona sería mas grande, o quizá es que lo hemos visto todo bastante rápido por culpa de la temperatura del día. Nos planteamos ir hacia la zona de Washington Square Park que la tenemos ahí perdida porque no nos encajaba bien en ninguno de los días o volver a la agradable temperatura dentro del Chelsea Market.
Esta segunda opción acaba ganando la batalla y cuando llegamos y conseguimos una mesa en uno de los descansillos que hay dentro del mercado se que he perdido la batalla. El grupo se apalanca. El madrugón y la acumulación de cansancio y calor pasa factura y mas de uno se queda traspuesto contra la mesa.
Vamos haciendo turnos para ir a ver tiendas, ir al aseo, comprar alguna bebida... pero no me enorgullezco de admitir que perdemos un par de horas allí en una mesa
A eso de las cinco, ya mas descansados y algo repuestos, nos ponemos en pie y vamos en busca del metro. Decidimos sacar las metrocard ilimitadas de 7 días, que eran los que nos restaban en la ciudad. Los días anteriores apenas habíamos usado el metro un par de veces y no nos compensaba cogerla todavía. El sistema de OMNY no nos venía bien porque su función "ilimitada" sólo funciona de lunes a domingo, si tus 7 días están organizados de otra forma (como en nuestro caso, viernes a jueves) no funciona. Creo que las metrocard tienen previsión de ser retiradas en 2023 y quedará únicamente OMNY, pero como todavía funcionaban nos aprovechamos de ello. Las cuentas previas (todavía no he revisado realmente cuantos viajes hicimos) me daban a pagar 2 viajes extra si cogíamos la metrocard y 9 viajes extra si lo hacíamos mediante OMNY, 19.25$ por persona de diferencia. A nosotros nos salía a cuenta seguir usando metrocard, pese a que la comodidad de OMNY no la igualan.
Nos cuesta varios intentos conseguirlas y casi casi una frustración. Las máquinas ese día no aceptan billetes en nuestra estación y como podéis imaginar, no llevamos 33$ en monedas cada uno de nosotros... Para mas inri, el hombre que hay atendiendo en esa estación es un borde de cuidado, nos trata peor que a las ratas el par de veces que intentamos ir a ver si podemos obtenerlas de alguna otra forma.
Al final, con revolut y poniendo de código postal...¿adivináis? Ni 00000, ni 99999 como habíamos leído por aquí... lo que nos funciona es poner ¡el de casa!¡El de España! Además somos de pueblos distintos, cada uno pone el suyo y ambos funcionan así
Ya con las metrocards en nuestro poder, cogemos el metro y desde el primer andén se nota donde vamos porque poco a poco van apareciendo mas y mas personas con camisetas deportivas. Tras un trasbordo y casi 40 minutos de traslado, salimos de la boca del metro casi de morros contra la fachada del estadio de los Yankee.
El ambiente es que hay que vivirlo, mires donde mires gente con la equipación, decenas de tiendas con merchandising de los Yankees, ambiente festivo a mas no poder... está claro que viven los partidos de forma distinta a como lo hacemos los europeos con el futbol, nada que ver.
Tras ojear algunas tiendas, nos vamos para dentro del estadio. Hay ascensores pero eh, estamos descansados y somos unos valientes, así que subimos por las cuestas laterales para vivir totalmente la experiencia. ¡Es enorme!
El ir a un partido de los Yankees es un plan casi casi improvisado. Esta noche teníamos previsto un concierto, pero el artista apenas unas semanas antes canceló toooda la gira, así que con el dinero de las entradas compramos las de los Yankees y también para subir al Summit otro día. No hay mal que por bien no venga. De todas formas, obtuvimos las entradas a través de Hellotickets, apenas 10 días antes del partido y había todavía muchísima disponibilidad. Se juegan muchos partidos a la semana, contra el mismo equipo se juegan creo que 4 partidos, prácticamente en días consecutivos. Las entradas de los 4, en el tercer nivel por la zona de la primera base que es donde suceden prácticamente el 95% de las jugadas, fueron 142€. Como detalle, compramos también una botella de agua y unas palomitas dentro del estadio... 5$ el agua y 9$ las palomitas. Los perritos nos los planteamos, pero había continuamente unas colas kilométricas.
Esa noche los Yankees jugaban contra los Toronto Blue Jays y perdieron. El partido en si no es demasiado emocionante, quitando algún home run (uno en 4 horas de partido) o alguna bola que vuela hacia el público (o incluso un bate vimos volar, casi se matan por él en la primera grada) pero el ambiente es genial. Cada cambio de equipo hay pantallas que muestran al público como estamos hartos de ver en la NBA, hacen juegos, retos, hay un DJ animando el cotarro... no nos daba tiempo a aburrirnos, la verdad.
Algo que nos llama mucho la atención es como a nuestro alrededor están sentados tanto los fanáticos de los Yankees como los apasionados de los Blue Jays... y oye, sin ningún problema. Eran mayoría Yankee, como cabría esperar, pero cada vez que los canadienses hacían una buena jugada o conseguían una carrera los aficionados coreaban como si les hubiese tocado la lotería... y ni un mal gesto ni una mala mirada... igualito que aquí con cualquier derbi, que tienen que separar las gradas por aficiones...
Decidimos marcharnos en la octava entrada para intentar evitar la marabunta de gente a la salida. Pese a ello, el metro va petado, tan petado que el comentario general en todos los idiomas es la necesidad de una ducha que íbamos a tener todos al salir de ahí. Aun con el aire acondicionado a tope, que mas de una vez nos tenemos que poner chaqueta para ir en el metro, sudamos a chorros.
Cuando al fin salimos, decidimos que como "sólo" son las diez de la noche y aún no hemos cenado... puede ser un buen momento para visitar el afamadísimo Ellen's Stardust Dinner. Hay algo de cola, pero nada que no se pueda soportar. Es más corta que la de los perritos en el estadio
Tenemos suerte y apenas cuatro o cinco minutos mas tarde llaman por un grupo de 4 y debemos ser los únicos, porque nos vamos para dentro. Nos mandan para arriba y empiezo a arrugar el morro porque había leído que es mucho mejor abajo, que arriba si te ponen en la parte de las ventanas no ves nada... pero se les debe haber quejado mucha gente porque las mesas en las paredes y ventanas en la zona de arriba están todas vacías, sólo sientan gente en la parte que da a la barandilla.
Tres hamburguesas (que son grandes pero ni de lejos las mas buenas que hemos comido en NY) y un sandwich de queso, sin bebidas, sólo con el agua que te ponen, 120$ (Te auto incluyen ellos un 20% de propina que puedes pedir que te quiten si quieres dejar otra cantidad. Esto viene indicado en la carta, y en su web, estáis mas que avisados.) Aparte pasan con un cubo pidiendo mas propina, no es que insistan ni molesten pero lo hacen, eso para mi gusto sobra un poco. El volumen es excesivamente alto, así que si queréis una cena tranquila, este no es vuestro lugar.
Resumiendo: un poco caro, un poco escandaloso, el servicio mas bien mediocre y la comida normalita, pero el show bien merece una visita. No repetiría, pero una vez hay que ir, sobretodo si como nosotros eres fanático de los musicales. Había un par de camareros que están tardando en ficharlos los cazatalentos.
Por cierto, justo al lado está el teatro donde actúan Sutton Foster y Hugh Jackman, por si tenéis la suerte de cruzaros con alguno de ellos.
Ahora si, con la tripa llena y el cuerpo hecho polvo, nos volvemos caminando al hotel, nuestros 15 minutos de relax nocturnos de cada día a los que ya nos vamos acostumbrando.
Recorrido del día: 20.106 pasos, 13.32 kilómetros.
Nota grupal del día: 7.5 sobre 10.
Visitas favoritas: Los hijos se decantan por el estadio de los Yankees. Las madres apuestan a The Edge.