Nos levantamos temprano y salimos en dirección hacia Landeyjahofn, el embarcadero donde tomaremos el ferry que nos llevará hasta Heimaey, en las islas Vestman.
El día anterior, viendo que el tiempo no cambia y que la previsión es que hoy siguiera la lluvia, decidimos llevar el coche a la isla. La primera intención era no hacerlo, dejarlo en el embarcadero y al llegar a la isla, andar y buscar algún tour por la isla. Pero las previsiones meteorológicas no auguran nada bueno y decidimos que es mejor tener el coche para poder movernos por la isla.
Compramos el ticket por internet, sin ningún problema y a las 8 de la mañana estamos ya en el embarcadero esperando a que llegue el ferry.
El viaje hasta la isla es corto, una media hora o poco más y ya desembarcamos en Heimaey.
Lo primero que hacemos es dirigirnos hacia el sur de la isla, a la pequeña península de Storhofoi donde subimos hasta lo alto y dejamos el coche. Aprovechando que por ahora la lluvia aún no ha hecho acto de presencia, damos un paseo bordeando los fantásticos acantilados y disfrutando del espectáculo de las aves, entre ellas los famosos puffins o frailecillos.
Heymaei
Después del paseo, regresamos al coche y empezamos a bajar de regreso al puerto, en el descenso, en una curva de 180 grados hay un pequeño aparcamiento, nos detenemos y tras caminar unos cien metros, llegamos al área donde puedes ver a cientos de frailecillos descansando y anidando en el acantilado cubierto de hierba. El espectáculo es genial y nos pasamos un buen rato allí observándolos.
Puffins
Regresamos al coche y volvemos hacia el puerto. Aquí vamos a visitar, en primer lugar, él Sea Trust Beluga Whale Sanctuary. Se trata de un proyecto pionero dedicado a dar a los mamíferos marinos que han pasado su vida en acuarios, la oportunidad de vivir en un entorno adecuado. Hay una bahía cerrada por una red, en la que estos animales pueden vivir tranquilamente, no se trata de un centro de recuperación y reintroducción en su medio de estos animales, ya que algunos de ellos, nacidos en cautividad, serian totalmente incapaces de sobrevivir en su entorno natural. En esta especie de museo, donde se explica lo que se está haciendo y como se hace, hay además un acuario en el que puedes observar a una pareja de belugas, las cuales, habituadas a estar en un lugar así toda su vida, se acercan a las cristaleras, como si tuvieran la misma curiosidad que nosotros sentimos hacia ellas, para observarnos a nosotros.
Belugas
A continuación, nos dirigimos hacia el museo Eldheimar. Un museo construido alrededor de una de las casas que fueron enterradas por la lava en la erupción del volcán Eldfell en 1.973 que casi acaba con la isla. Todos los habitantes de la isla fueron evacuados hacia tierra firme y bastantes de ellos ya nunca regresaron a la isla, ya que sus casas quedaron totalmente sepultadas bajo la lava y rocas expulsadas por la erupción.
Esta casa fue desenterrada hace unos años y alrededor de la misma se ha construido un museo que explica todo lo ocurrido en aquella noche, en la que más de 5.000 personas tuvieron que salir de su casa, en mitad de la noche, para dirigirse al puerto para tomar las embarcaciones que les evacuaron.
Es una visita realmente interesante y pasamos un par de horas aquí.
Y es que mientras regresábamos de ver a los frailecillos, la lluvia ha vuelto a hacer acto de presencia y cada vez cae con mayor intensidad. Así que la idea que teníamos de ascender al volcán queda desestimada y nos vamos hasta el puerto a comer. Encontramos el restaurante Tanginn, donde comemos estupendamente y sin necesidad de pedir un préstamo para pagarlo, así que no puedo dejar de recomendarlo.
Dado que la lluvia no deja de caer nos acercamos a la oficina del ferry donde por un módico precio nos permiten adelantar el regreso a tierra firme, teníamos comprado el billete para el ferry que salía a las 17 horas, pero dadas las perspectivas meteorológicas, lo cambiamos y regresamos a las 15:30.
Una vez de regreso al embarcadero nos dirigimos hacia la cascada de Seljalandfoss y Gljufrafoss. Pero una vez más, la intensidad de la lluvia es tal que le damos un vistazo desde lejos y nos dirigimos hacia el hotel que tenemos contratado, el Raudafell Guesthouse.
Ya secos y con tiempo por delante y viendo que la lluvia si bien no para de caer, al menos se ha convertido en una fina lluvia, casi imperceptible, volvemos al coche y nos dirigimos hacia la cascada de Skogafoss y después de ver la cascada, nos acercamos al museo de Skogar. Un lugar muy interesante, donde a parte de la exposición de objetos de diferentes épocas en el edificio principal, existen unas antiguas viviendas, conservadas como eran hace más de cien años que te permiten ver cómo era la vida aquí a finales del siglo XIX o principios del XX. Realmente interesante y ya solo por poder ver estas casas vale la pena pagar la entrada del museo.