Día 18. Rodas (II): costa oriental (playas y castillos) ✏️ Diarios de Viajes de Grecia

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“De ruta por la costa oriental y un flechazo a medianoche…”

Buen día el que teníamos por delante conociendo parte de la costa este de la isla.

Hicimos un listado con más de una decena de playas y lugares de interés, pero era una complicada tarea elegir los destinos finales sin saber qué nos daría tiempo de ver.

El plan consistía en ir visitando playas, darnos un baño y seguir la ruta hasta el próximo destino.

En el hotel nos dieron algunos consejos, así que este fue el planteamiento final:
• Bahía de Anthony Quinn/Ladiko
• Playa de Traganou
• Monasterio de la Virgen María de Tsambika
• Castillo de Archangelos
• Playa de Stegna
• Playa de Agia Agathi
• Castillo de Feraklos
• Ciudad medieval de Rodas

Bahía de Anthony Quinn
Aparcamos aquí: goo.gl/maps/RzLhaaiBByoxmvhW6

Hay dos playas para elegir, la de Anthony Quinn (goo.gl/maps/cuxzTXUBYC9wEHoc7) y la de Ladiko (goo.gl/maps/MRtYFoMqEncfxq4d6). Echando un vistazo rápido a ambas, nos quedamos finalmente con la primera, que resultó ser una de las mejores playas de nuestra estancia en Rodas.

Fuimos muy temprano, tanto que no habían ni llegado los hamaqueros.

Con tan poca gente fue una auténtica gozada. Sus aguas son extremadamente cristalinas y cálidas, y su fondo marino muy rico y abrupto. Esto último nos garantizó una muy grata experiencia haciendo esnórquel.

Nos dio la impresión de que era una de las playas con mayor cantidad de peces, a tenor de la cantidad de grandes bancos de éstos que comían tranquilamente sin importarles nuestra presencia.

Sus aguas son profundas incluso a poca distancia de la orilla. Tanto que grandes barcos de recreo suelen atracar para “vomitar” turistas, que se lanzan al agua con sus “churros” y flotadores antes de volver apresuradamente tras el toque de bocina.

En cuanto nos fuimos comenzó a llegar muchísima gente y el aparcamiento ya estaba bastante abarrotado.

Playa de Traganou (goo.gl/maps/aS6Q6gGKKBhXo1sP9)
Siguiente parada. Hay tres playas seguidas, por así decirlo: Traganou, Afandou y Afantou.

Nosotros elegimos la primera, por ser la más cercana a las rocas y, por ende, la más interesante de cara al esnórquel. Hay una cuevas muy curiosas que dan bastante juego: goo.gl/maps/P2Em3E53jRzCtGE46

Playa de guijarros (ojo a los pies descalzos) con agua cristalina y limpia. Al ser temprano no había mucha gente, pero suelen llegar algunos de los citados barcos de excursiones para descargar decenas de turistas en un abrir y cerrar de ojos.

Sagrado Monasterio de la Virgen María de Tsambika (Kyra Psili)
goo.gl/maps/j7pJQygMYjw3fqZA8

En nuestra ruta costera teníamos anotada la visita a este peculiar monasterio, que tiene una interesante historia detrás.

Una historia y la friolera de 300 escalones…cada cual más grande. Para los impacientes, están numerados para saber cuánto nos queda hasta llegar a la cima.
Dejamos el coche justo donde comienza el camino de subida (goo.gl/maps/Q2GvUXiXAiB75HQf8).

Hemos de reconocer que costó más de lo esperado, pues la altura engaña bastante (casi 300 metros). Unos 15 minutos de dura subida para una gran recompensa. Ojo a los cuádriceps, jejeje.
Este monasterio debe su nombre, según algunas fuentes, a la voz local “tsamba”, que significa llama o chispa. Cuenta la leyenda que un pastor vio a lo lejos cómo una llama ardía en lo alto de la montaña y se dirigió hacia allí. Al llegar vio la imagen o icono de plata de la Virgen sobre un ciprés y una vela encendida frente a ella.

Se decía que ese icono pertenecía a un monasterio de Chipre. Pero por más que sus legítimos dueños trataran de recuperarlo trasladándolo a su lugar de origen, el icono siempre volvía al monasterio de Tsambika. Así que se construyó una pequeña capilla en honor a la Virgen.

Es un lugar de peregrinación para parejas sin descendencia, que se encomiendan a la Virgen para que obre el milagro de la natalidad. Conmueve la cantidad de peticiones, ofrendas y votos allí presentes, ya sea en forma de las comunes placas plateadas, o bien con figuras de bebés muy realistas realizadas con cera (que da un poco de impresión o “cosilla”).

Dicen que muchas parejas ponen a sus hijos nacidos por la mediación de la Virgen, en su honor, el nombre de Tsambika o Tsambiko, según el sexo del bebé.

Como nota curiosa, muchas personas toman aceite fruto de la combustión de las velas con un algodón, lo envasan en papel de aluminio y lo guardan. Imaginamos que a modo de reliquia.
45 minutos son suficientes para realizar la visita.

Las vistas de la playa de Tsambika son maravillosas. Está muy cerca, pero queríamos acercarnos antes al vecino pueblo de Archangelos (a 10 minutos en coche) para visitar los restos de su castillo.

Castillo de Archangelos
goo.gl/maps/z8ACPVML2q4GrfkA8

El camino hacia el castillo es un poco escabroso (hay que seguir las indicaciones de “Acrópolis”), pero conduciendo despacio se llega sin problemas. Aunque no es mala opción dejar el coche en el pueblo y subir andando si no os queréis complicar demasiado.

Las calles aledañas son muy agostas y Google Maps no funciona muy bien que digamos.

Lamentablemente, no se encuentra en un óptimo esta de conservación. Está totalmente abandonado, como salta a la vista observando los alrededores. Pero las vistas desde allí francamente buenas.

Si estáis cerca merece la pena hacer una rápida parada.

Como apunte histórico, este castillo fue erigido por los Caballeros de la Orden de Malta sobre lo que parece que son las ruinas de un castillo bizantino (aunque no hay hallazgos arqueológicos significativos). Su función era proteger a los ciudadanos de los continuos ataques de piratas y otomanos aprovechando su emplazamiento (más de 200 m de altura).

Veréis una torre blanca que llama mucho la atención. Se trata de la Iglesia del Arcángel San Miguel (goo.gl/maps/2jZxVLcfQMCznPiy6). Es visitable, pero los horarios son un poco limitados: 7-13 & 16-19. Nos lo encontramos cerrada, y no nos merecía la pena volver para visitarla.

Si decidís acercaros, no hacedlo directamente desde el castillo. Google Maps os intentará meter por calles muy estrechas y difícilmente transitables. Nosotros optamos por volver por donde habíamos venido, aparcar en la calle principal del pueblo e ir andando hasta la iglesia (menos de 5 minutos).

Nuestra siguiente parada fue la Playa de Stegna (goo.gl/maps/ogmZ4yJVLQbvKtFA6), que finalmente nos llamó más la atención que Tsambika.

Fuimos hasta casi el final, aparcamos sin problema y encontramos una buena sombra donde comernos los bocatas y descansar un poco entre baño y baño.

La última playa que visitamos fue la de Agia Agathi (goo.gl/maps/pz9zTt4tUdkCQFh39). Allí nos tomamos un café con toda la tranquilidad del mundo, nos dimos el último baño del día y visitamos la iglesia de Santa Ágata (goo.gl/maps/DEqxPjC7fJujJ5wAA), construida en la roca en el siglo XIV-XV y que aún conserva algunos restos de sus frescos originales (como el de San Jorge matando al dragón).

Para terminar el día visitamos el Castillo de Feraklos (goo.gl/maps/CiRXTD79UU6Js7yy9)
Es una pena que esté en tan mal estado de conservación, pero las vistas desde allí son realmente impresionantes.

Como aún había bastante luz, pudimos ver con nitidez Lindos y su acrópolis, nuestro destino en la próxima etapa.

Se veía muy bien la playa de Charaki, pero no nos pareció muy interesante que digamos.

Tras el ocaso emprendimos la vuelta a Rodas para, hoy sí, por fin, conocer por fin la ciudad medieval.

Y es que lo bueno siempre se hace esperar…

Nos estaba resultando imperdonable no haber salido ninguna noche aún, pero es que entre la accidentada llegada a la isla y la agotadora jornada anterior no habíamos tenido cuerpo de hacer vida nocturna.

Nuestro hotel estaba a 10-15 minutos del centro de Rodas, y hoy tenía que ser, sí o sí, nuestro encuentro.

La cita comenzó en la Puerta de Amboise, siendo un flechazo a primera vista. Y es que esa imagen de la ciudad amurallada iluminada en plena noche es difícil de olvidar.

No obstante, tampoco pasó inadvertido para la Unesco en el año 1988, momento en que fue declarada patrimonio de la Humanidad.

Cenamos en el restaurante Dafni/ ΔΑΦΝΗ (g.page/DafniTaverna)

La verdad es que nos costó un poco encontrarlo, pues el centro de Rodas es un poco laberíntico. Y más, de noche. Se ve que ese día la brújula del móvil no estaba muy bien calibrada con tanto tute en coche.

EL restaurante está en una zona muy tranquila, alejada del bullicio de las calles principales.

Se nos fue la hora y llegamos un poco tarde. La cocina cerraba a las 23 horas, pero no tuvieron problema alguno en atendernos (sólo quedaban 2-3 mesas más terminando de comer).

Comimos de maravilla: gambas fritas de Simi, pulpo al vino, gemistá (pimiento y tomate rellenos de arroz), cerveza y vino rosado de la casa bastante bueno. Y de postre, un bizcocho casero de almíbar de naranja cortesía la casa. Todo por menos de 50 €.

Las camareras y el dueño fueron muy amables y simpáticos a pesar de la hora. Esperaron pacientemente a que termináramos y hasta nos dieron charla.
El ambiente era el idóneo para disfrutar de una agradable cena.

Los gatos del lugar resultaron ser unos auténticos sinvergüenzas, no se cortaban y a la mínima los tenías subidos al regazo o mordiendo (amistosamente) algún dedo distraído con olor a marisco, jejeje.

Dimos un paseo hasta bien tarde disfrutando de la ciudad medieval y del puerto. ¡Menudos yates!

Sólo restaba algo de magia la exagerada cantidad de tiendas y comercios que hay, que desluce (a pesar de su excesiva iluminación, irónicamente) un poco.

Y eso es todo. Vuelta al hotel para descansar y coger fuerzas para seguir explorando lo que nos quedaba por ver de la costa este de la isla.

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