Si, ya se que el Parque de Cabárceno muy cerca, muy cerca de Reinosa, no está. Pero a la hora de planificar el resto de días, no había manera. Siempre se me quedaba Cabárceno pendiente de ubicar y teniendo en cuenta que las comunicaciones en Cantabria son muy buenas, decidimos que aunque tuviéramos que hacer carretera, era la mejor opción. Y es que Cabárceno había que ir si o si. O si no mis hijos me mataban. He decir, y valga para todo el viaje, que el tiempo fue benévolo con nosotros. Yo diría que incluso frio. Y es que estar a unos 10-22 grados durante todo el viaje, salvo los últimos en que empezó a apretar el calor, es una maravilla para alguien que está harto de calor por venir del sur. Cabárceno se trata de una antigua mina en la que se ha ubicado un complejo “zoológico” de multitud de animales en semilibertad. La visita se realiza en tu propio coche, pues es un lugar enorme. Hay dos accesos distanciados para entrar, y una vez pasas con el coche por la taquilla, comienza la aventura de ir conduciendo e ir intentando con el mapa que te dan, visitar todos los lugares sin perderte ni uno. Así que con tranquilidad conduce por el parque y ve parando en los pequeños pero abundantes paradas de parkings. También puedes realizar pequeños senderos a pie, e incluso atravesar el parque de punta a punta desde la parte más baja hasta la más elevada, en funicular. Las vistas desde el funícular son maravillosas, bueno, a unos más que a otros porque a mi hijo le daba un poco de miedo y no lo paso tan bien. En el parque lo que más nos gustó fueron las jirafas, los elefantes, los osos, los rinocerontes, los hipopótamos, los tigres, en fin, todo. Hasta vimos un espectáculo de focas.






Tras estar prácticamente todo el día en el parque cogimos de nuevo la autovía para volver a la zona de Reinosa. ¿Pero no íbamos a ver nada más en el día? No es propio de nosotros. Así que paramos en Arenas de Iguña, justo al lado de la autovia, para recordar una película que nos encantó: Los Otros. En las afueras del pueblo se haya majestuosa la casa donde vivía Nicole Kidman con sus dos hijos. Se trata del Palacio de los Hornillos. Es una casa palaciega con un enorme extensión de campo-jardin. Pero es privada. Solo se puede ver desde la carretera.

Y junto a ella, una iglesia muy curiosa con forma de Partenón griego, la Iglesia de San Jorge en las Fraguas. En el momento en que la visitamos (en estos lugares es normal encontrarnos estos casos), había una pareja de novios haciéndose las fotos para el álbum nupcial. Pero nadie más. Así que esperamos pacientemente a que terminaran, y después disfrutamos solos de este curioso edificio religioso.


Ya empezaba a caer la tarde, así que ya si, nos dirigimos hacia Olea para descansar del día, cenar y pensar en el día siguiente. Cantabria nos estaba gustando.